Últimamente la prensa viene cargada de cabreo y malestar. Las noticias hablan de cabreo y malestar. Al que escribe las noticias se le percibe molesto y cabreado y el que las lee termina molesto y cabreado. Esto es un sin vivir para algunos y un vivir de puta madre para otros. Un señor parado de larga duración y con una familia detrás pasando apuros y otro señor, directivo de un banco, que se aburre tomando café en los consejos de administración. Los dos están molestos y cabreados. El primero porque está en la indigencia y el segundo porque el año pasado sólo cobró dos millones y medio de euros y la jubilación le va a quedar por menos de seiscientos mil euros al año. Entiendo perfectamente que estén molestos y cabreados. Yo también lo estaría. Menos mal que al segundo le van a inyectar cincuenta mil millones y esto le dará un respiro para subirse el sueldo. No está la cosa para tonterías y no tienen que ser todo malas noticias.
Hay un escritor al cual no he leído pero dicen que escribe bien. En una entrevista ha dicho algo así como que la sociedad actual es demasiado superficial. Ha dicho textualmente que la sociedad actual es muy telecinco. Esta es buena. Que los problemas son tan profundos que no se pueden solucionar con movimientos 15M, JMJ, Okupamos todo y más, evitamosdesahucios.com, estamos cabreados al 90%, etc. Hay que regenerar la sociedad desde abajo pero insistiendo especialmente con los de arriba. Ya me entendéis. La sociedad actual no funciona porque se obstina en repetir errores y esto demuestra que tiene poca o nula capacidad de aprendizaje y de análisis. Hay mucho culo inquieto y de alquiler. La cuestión es que el inquilino es quien paga y quien paga manda. A ver. Algunos miembros de la sociedad han demostrado que cuanto más les puteas más agradecidos te están y te vuelven a votar. Pues nada, a seguir puteándolos.
Un analista ha manifestado que algunos dirigentes son garantía en sí mismos de su gestión. Es como si un crítico literario afirmara que detrás de un nombre hay un buen texto. Los escritores también tienen días malos. Lo que sí es cierto es que detrás de algunos nombres sólo hay fracaso y desolación. No hace mucho que algún antropólogo de Atapuerca desenterró una homínido Neanderthal y la pusieron el nombre de Moner. Parece ser que en la antigüedad se había dedicado a la agricultura con más pena que gloria. Ahora experimentan con ella para observar su comportamiento y la han nombrado Director Gerente del Teatro Principal de Palma de Mallorca. Los objetivos eran consolidar y potenciar la institución como recinto teatral de referencia en la isla. Para conseguir este objetivo tan importante, la Moner, ha manifestado su intención de despedir al personal y cerrar el principal de un día para otro. Todos hemos entrado en Shock y nos hemos llevado las manos a la cabeza e incluso su superior inmediato ha manifestado que esto sólo demuestra una falta de respeto hacia los trabajadores, la institución, la cultura, el teatro, las artes escénicas, la gente en general y una señal inequívoca de prepotencia y de falta de conocimientos del medio. Era de esperar. Sus jefes han resuelto, contundentemente, que esto es el principio del fin del experimento Moner. Que será cesada como Directora Gerente del Principal y que será devuelta a Atapuerca para ser expuesta en el museo de dónde nunca debió salir.
Pues nada. A seguir molestos y cabreados que ya vendrán tiempos mejores y quien quiera ver teatro o cualquier otra variante de este tipo de cultura que viaje a Madrid. Salud.