A los que leéis este blog con asiduidad no necesitaréis de las destrezas habituales ni el suficiente entrenamiento en habilidades sociales para entender esta entrada.
Es mi felicitación navideña basada en el principio humanista del Quijote. Cada cual estará situado en la sociedad no por nobleza heredada sino por su valía personal y sus obras. Éstas que se convierten en el mérito de cada uno para ocupar un puesto entre los demás. La verdadera dignidad humana no depende del puesto jerárquico que cada uno ocupa, ni de la fama, ni de los reconocimientos, ni de los dineros. La dignidad humana es una cualidad interna de la persona que se manifiesta al exterior a la consideración de todos.
Don Quijote marca el patrón igualador y el principio organizador de la sociedad. No importa ser noble o plebeyo, rico o pobre, famoso o anónimo. Importa la virtud, las obras, las cualidades internas y las habilidades personales. Ser virtuoso, diligente y emprendedor a la holganza estéril. El mensaje de esta navidad está claro. La persona procura su porvenir por los méritos. Esperar a que estos vengan es provocar y desquiciar la armonía social.
Con este principio Quijotesco. Desde mi pluma, y como cada año, quiero dejar plasmado mi deseo de que paséis una "Feliz Navidad". Adoptad la postura de hacer el bien a todos y el mal a casi ninguno. Con todo esto, incluso podréis prescindir de la complejidad de la vida. Pensad en deshacer agravios, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, abusos que parar y deudas morales que satisfacer.
"Vístanme como quisieren; que de cualquier manera que vaya vestido, seré yo mismo". Pues, sin duda vale porque es verdad. Salud.