El hall del hotel estaba abarrotado. Había múltiples corrillos en conversación amena. Camareros repartiendo canapés y copas. El mundo de la cultura y periodistas por encargo hablando de sus cosas. Los altavoces gritaron que el poeta empezaría su conferencia en cinco minutos, luego firmaría libros y por último mantendría una charla informal y especializada.
La cuestión a tratar era simple a la vez que compleja. ¿Se escribe la poesía con un argumento previo? En el proceso de creación de la poesía no se plantea un argumento con un hilo conductor, o si. Es pura ficción llevada a un extremo utópico. Son palabras encadenadas y frases hechas con significado. ¿Podría ser que este hecho convirtiera la poesía en una disciplina menor y cursilona? El poeta desnuda la realidad con pinceladas estéticas y poéticas que no tienen porqué circunscribirse al amor y al desamor. Silencio en un público entregado al maestro de las letras con rima. No todo lo que decía era asumible y no todo lo que decía se podía compartir, pero resultaba interesante. El poeta es un comunicador como cualquier otro pero con un delicado dominio de la palabra escrita. Se deduce, a ratos, que de una palabra a otra del mismo poema hay un mundo o, simplemente, se refiere a otra cosa. Hay que tener predisposición a entender y comprender. En otro momento de la conferencia deja entrever que, efectivamente, hay un argumento porque de lo contrario todo carecería de sentido. Una historia completa con principio y final. El poeta utiliza la poesía para acercarse al lector. Narra con poemas. Hace rimar el relato.
Ha estado bien. Ha gustado cómo lo ha dicho aunque luego aparezcan desertores en lo que realmente ha dicho. Pero esto es normal entre personas inteligentes. La intelectualidad es esto. Luego vino la informalidad especializada entre periodistas y comentaba, a partir de una noticia publicada recientemente, los límites de la poesía. ¿O la poesía no tenía que plantearse límites? Otra vez silencio. ¿Puede ser la guerra tema para la poesía? Unos soldados han sido apartados del ejército por orinar sobre los cuerpos muertos de sus enemigos pero, previamente, habían sido condecorados por haberlos matado. ¿Debo hacer poesía de esto? Creo que hay que escribir sobre esto con rima o sin ella para que la gente tome conciencia de la condición humana de unos y de otros. Me veo en la obligación de contarlo y si para esto tengo que hacer rimar las palabras y parecer cursilón, pues lo haré.
Me produce tanta repugnancia esto como que en lugares de culto estén expuestos, para fomentar la fe de algunos, trozos de dedos, brazos, un corazón en formol o cualquier otra cosa que previamente se ha arrancado a un cadáver con la excusa de que es un santo y lo arrebatado es una reliquia. No se puede profanar un cadáver porque simplemente ha hecho algo meritorio de una beatificación. Lo mismo digo con la exposición en museos de cadáveres momificados para deleite de estudiosos. Esto suscita poesía, seguramente.
Los periodistas tomaban notas para los artículos que luego iban a publicar. Estas charlas dan para mucho. Lo importante no es lo que dice ni cómo lo dice. Lo importante es que lo que ha dicho provoque una reflexión profunda y reposada y que luego te obligue a tomar posiciones. Salud.