Últimamente, en cualquiera de los textos que leo, encuentro alguna referencia a Flaubert. Será casualidad. Estas cosas ocurren en todos los ámbitos de la vida. Cuando alguna mujer está embarazada ve embarazadas en cualquier lugar y momento. Te compras un modelo de coche y por todas partes ves el mismo modelo de coche que te has comprado. He leído que Flaubert dijo que "la literatura es un castillo de palabras que se sostiene por sí solo". Es cierto. Sea el tema que sea que un autor trata en un libro, lo importante no es sólo el fondo de lo que quiere decir sino también la forma con qué lo dice. Lo que quiere decir es importante pero más aún lo es el cómo lo dice. Este es un tema que ya hemos tratado.
Lo importante es contar con un tema provocador. Es un buen punto de partida. Si no provocas -para bien o para mal- el lector pierde el interés y te deja. El proyecto tiene que estar estructurado y con un hilo conductor porque si el lector se pierde por el camino, también te deja. Los textos tienen que tener calidad y palabra llana y entendible. El lector no recurre al diccionario cada vez que encuentra sinónimos que no entiende por su uso infrecuente y cuando se cansa de estas palabras que no entiende y por no abrir el diccionario, pues te deja. Tienes que intercalar todo un catálogo de cosas que ocurren a diario y que rocen la obscenidad. Ocasiones macabras, violencia, reflexiones de la vida y la muerte, relaciones tortuosas entre protagonistas, desviaciones sexuales, sistemas y anti sistemas, amor y poesía y algunas dosis de humor bien intercaladas y muchas más cosas de esas que ahora estás pensando. Misterios y enredos que no tienen porqué terminar como uno desearía. Tienes que darle motivos de interés al lector.
A ratos, el lector tiene que estar de tu parte. Lo tienes de aliado. En otros momentos tiene que estar enfrentado a ti y tenerlo de enemigo y en algunos episodios lo tienes que tener desconcertado. Tema de actualidad y contado sin demagogia para que el lector tenga el momento "ahora mismo no lo puedo dejar porque estoy enganchado" y el momento "no pienso seguir leyendo esto". Cuando dice lo último es una buena señal porque has despertado un dilema en su interior y tendrá que seguir para solucionar el problema que le has causado. Las confesiones de los personajes tiene que ser de estos que no se cuentan a nadie porque el lector también tiene cosas íntimas de esas que nunca contaría. Si la novela o el escrito literario se entiende, se da por bueno. Si no se entiende aburre y se deja. Amores prohibidos, situaciones comprometidas y complejas, rayas rojas donde a menuda se camina por encima, cumplir la ley por un lado y saltarse algunas normas por el otro. Los personajes tienen que tener sus propias reflexiones a modo de ensayo que a buen seguro serán apoyadas y asumidas por los lectores. Otros, no estarán de acuerdo. No atiborrar de personajes ni poner nombres impronunciables porque el lector puede perderse ante tal cantidad de gente y llega un momento en que no sabe quién es quién. El lector tiene que ser una especie de detective en la obra para que vaya descubriendo detalles semi ocultos que lo mantengan interesado hasta la conclusión.
Estas novelas existen. Hay que saber encontrarlas, leerlas y disfrutarlas. Y seguramente, no los ha escrito Carmen Mola. Salud.