Yo estuve en el Palacete. Sé la verdad y os la voy a documentar. El primer amor es el que vale pero la primera verdad no tiene porqué ser la que cuenta. Quien no esté preparado que no siga leyendo. Las cosas no siempre son como han dicho que son. Vamos a afrontar la verdad de una puñetera vez.
El mundo de la cultura y la literatura anda
revuelto estos días y con sobrados motivos. No es para menos. En el Convento de las
Trinitarias situado en el Barrio de las Letras de Madrid se están llevando a
cabo unas obras de remodelación y adecuación de espacios. Los obreros, en unas
dependencias no habitadas desde no se sabe cuánto tiempo, han encontrado unos folios
antiguos manuscritos. Expertos y estudiosos contratados por el ministerio de cultura se han puesto a
analizar el material encontrado. Se trata de unos cincuenta folios de papel bien
conservado pero muy antiguo escritos a pluma. Estaban bien colocados y bien guardados en un arcón. A primera
vista y después de leerlos detenidamente parece que
hay pocas dudas. Este manuscrito podría ser obra del mismísimo Cervantes.
Los intelectuales piensan que esto podría
desvelar algo más sobre nuestro insigne escritor, pensador y humanista. Ahora es
el turno de los que restauran, copian, fotografían, microfilman, estudian
detenidamente y luego de todo esto nos dirán. Hay buenas
vibraciones y mejores perspectivas.
Se desprende que Don Miguel de Cervantes
vendría de hacer un crucero por el mediterráneo. Digo
que vendría en muy buen estado de salud después de doce días por el mar y con paradas en dos puntos del norte de África. Aunque no queda claro y mucho menos después
de haber empezado a analizar estos escritos a los que hago alusión. Antes de
partir hacia el crucero habría mandado un wassapp a su hija que por aquel entonces era la madre superiora
del Convento de la Santísima Trinidad en Madrid. Como quiera que se trataba de
un convento de clausura y no teniendo Don Miguel a dónde ir cuando llegara a
Madrid y dado que su hija era la madre superiora del convento, habría pedido
licencia al arzobispado -que tenía y sigue teniendo potestad en estas cosas- para que
su padre pudiera albergarse en el convento al cuidado de las monjas y de su hija
lo que le quedara de vida. Estamos hablando de una persona mayor con una salud de hierro que viene de un crucero y de un viaje en AVE. Sabemos, no obstante, que está aquejado de una hemiplejia izquierda que le obliga a andar con muletas y que habla con dificultad. El arzobispado en
cuestión habría accedido y convenido en que así fuera y que estuviera atendido
por su hija y es resto de las monjas hasta su muerte. Queda claro -por lo
leído- que no era manco ni que sufriera heridas de guerra. Padeció de una embolia que le provocó una hemiplejia
izquierda y de la que ya estaba recuperada la movilidad de la mano aunque no tanto de la pierna. Queda medianamente claro que desembarcó en algún punto del levante
español y que viajó en AVE hasta Atocha.
Los primeros expertos en hablar han dicho que
la escritura está hecha con mano temblorosa y que habría escrito estos folios
poco antes de morir y después de haber sido confesado y haber recibido la
extrema unción. Era de izquierdas pero se hizo católico en la vejez. Es una especie de ensayo autobiográfico escueto en el que
resalta sus ideas y sus pensamientos con momentos de gran lucidez y brillante en
el fondo y en la forma y otros pasajes algo confusos producto de su avanzada edad que contaría según estimaciones los noventa y tres años. Estaría Don Miguel en su mundo y su universo
atemporal donde la necesidad le obligaría a coger la pluma y plasmar sus
vivencias y sus creencias. El escrito es asombroso y versiona los últimos
momentos de su vida.
Mantiene su creatividad habitual y sugiere anécdotas
inéditas de su vida que los historiadores datarán y pondrán en su sitio. Un
documento de enorme importancia y trascendencia para las letras españolas y para
conocer un poco más sobre su vida y sus padecimientos; "pronto ha de llegar la
noche que borre mi memoria y se haga la oscuridad más absoluta. Tengo la
certeza porque la presiento y porque es ley de vida y mientras pueda ver mi
sombra seguiré escribiendo lo que piense. Estoy preparado para partir. Tengo
ya, un pie en el estribo". Podría parecer impreciso pero puntualiza algunos
pasajes de su vida de forma breve pero intensa. Da gracias a Dios -al que blasfemó tanto como pudo- porque le ha
procurado este final y no otro peor. El crucero han trasformado sus sufrimientos y su angustia vital en reconfortante vitalidad y ganas de escribir un bonito final para su carrera. Es un escrito muy personal y apasionado. El
momento lo requiere. Es un biografiado a modo de ensayo o viceversa. No escribe
para un público. Escribe para él como si de una confesión se tratara.
Esta construcción literaria se restaurará y se
guardará celosamente en algún sitio donde cualquiera de nosotros podamos
contemplarla. Será lectura obligada y los críticos harán versiones para todos
los gustos. Sin duda alguna se trata de un gran hallazgo después de que las
mismas monjas perdieran sus huesos en otra remodelación anterior del convento. No siempre las cosas son lo que parecen y alguien debe proporcionar luz. Esta vez me ha tocado a mi. Basta de mentiras y de manipular la historia.
Salud.