Sin nada en la orilla.
De sueños y de horrores.
Con treguas de perdedores.
Con aguacero y viento.
Y nuestra voz con su memoria.
Cenizas de una pasión.
Restos de momentos poéticos.
Con el destino quemado.
Sobre la cuerda de la nada,
soportando la vida.
Con desmesuradas emociones.
A las luces de la ensoñación.
Dejando que pase el tiempo.
De la mano, mar adentro.
Soportando un fuerte oleaje.
Porque nos quisimos sin poder querernos.
Inseguridades que a nadie importan.
Momentos entre la niebla.
Sólo el faro alumbra el humo.
Que desaparece con el aire.
Mil razones para querernos.
Atenazados a una vida imaginaria.
Que sortea el abismo con nostalgia.
Rodando como una piedra de rio.
Enterramos las cenizas.
Las regamos con lágrimas.
Las abonamos con miradas.
Cuando llegue la primavera.
Nacerá una pasión fortalecida.
Mimada por el sol y el aire.
Por la oscuridad y el silencio.
En un paraje remoto.