martes, 18 de mayo de 2021

Expresiones y figuras

 A veces nos expresamos con poca claridad y poca exactitud. Sinceramente. Esto, a menudo, puede provocar equívocos o inducir a errores. No vivir, no siempre es fácil. Explicar mi vida puede llegar a ser complicado porque al final todo se convierte en literatura. Son esas manías de decir lo de uno sin que lo parezca. Y si al final es literatura resulta que todo es mentira o una realidad paralela para agradar. Que no es lo mismo que querer quedar bien. Las aventuras de mi vida no se ciñen a la verdad más absoluta. Si es literatura hay ficción con un fondo verídico.

Si un relato es lastimero se retoca. La gente no está pendiente de la radio para escuchar penas y desdichas, que cada uno tiene las suyas y apechuga como puede. Utilizo palabras que se acercan a la verdad y otras palabras que se alejan de la verdad tanto como pueda. Cuidar la sencillez agradable sin llegar a la mentira. Quiero ser justo conmigo mismo, con aquello que se puede contar y lo que no. No he sido de tener miedos pero si algunas fobias por lo que no es conveniente parecer torpe por aquello de ser preciso.

La vida nos regala el olor a la lluvia y a todo aquello que la lluvia moja. Ese aroma que entra por la ventana y que viene de bosques silenciosos donde sólo el aire se mueve con soltura entre troncos, ramas y hojas. Deleitarse cruzando la niebla y observar que se desplaza para dejarnos pasar y ver lo siguiente del sendero hasta llegar a la cima. Pensamientos de la infancia, la adolescencia y la juventud que se cuelan en la vida adulta como un bálsamo rejuvenecedor que sólo habita en las alturas. El pasado siempre es más estable que el presente porque ya es inamovible. Los futuros serán inciertos siempre. 

Hemos llenado nuestras mentes y nuestras casas de recuerdos y ahora de historias pasadas y leyendas para afianzarnos en el presente. La vida, así, se vive mejor y sin sobresaltos. En las casas viejas no hay fantasmas. Hay recuerdos agradables y blancos como la nieve y recuerdos oscuros y no queridos que no se pueden borrar. Quizá el tiempo los olvide. La vida nuestra y de otros que aparentemente fue y que ahora nos hemos vuelto intérpretes para que se conozca.

El hecho de recordar el pasado que nos marcó es una buena forma de volver a revivir momentos felices como antídoto a las crueldades de ahora mismo que nos molestan. todo lo que he contado parece ser que es así según todos los entendidos consultados. Pues que bien. 

En el mundo que nos ha tocado vivir y con los tiempos que corren algunas personas son desgraciadamente sensibles. Lo que tendría que ser bueno les hace vulnerables. Atar en corto la sensibilidad y ponerle puertas a las emociones no puede ser bueno. Relacionarnos con otras personas hace que nuestra vida, a veces, se complique y que la piel nos duela. Pero no podemos evitarlo,

Me he sentado en un banco de una calle muy concurrida a la sombra de unos árboles de ciudad. Observo las figuras de la gente con prisa y la otra. Con semblante vago. Como las figuras de los sueños. Será cosa del frío comenta mi amigo. O del calor, le respondo. Seguramente nosotros somos más raros que los demás porque estamos satisfechos y no tenemos prisa porque la hemos perdido. Sus caras vulnerables dicen que no son libres porque dependen de demasiadas cosas. Están atados a la tecnología. Caminan sin mirar y sin hablar entre ellos. Auriculares puestos con música aislante o despachando asuntos de oficina. Nosotros estamos atados a las costumbres y a la rutina que nos proporciona libertad de movimientos y de reloj. 

Las horas del día son suficientes y nos conmueven las cosas porque las disfrutamos que el futuro es incierto y angosto. Los transeúntes que pasan por delante de nosotros no tienen tiempo para ellos y siempre tienen la sensación de haber dejado sus minutos a otros. A cierta edad descubrir cosas tiene su aliciente de tal manera que la vida se refleja en nosotros y nosotros en ella. Salud. 

lunes, 3 de mayo de 2021

Poesía de Mayo

Puedes verte volar si te miras en el cristal

del mar en calma.

Aroma de lluvia y de tierra.

Las alegrías

casi siempre matan las penas.

Delicado equilibrio el de las lágrimas

que resbalan las mejillas

y se secan antes de caerse.

Después de la niñez y en plena juventud

llegaron las primeras tormentas

en un vaso de agua.

Cuando miro el camino que tengo que andar

el silencio me observa con detenimiento.

Siempre me entiendo con la gente

que tiene la soltura

de quien habla lo justo y calla lo adecuado.

Las estrellas también se miran

en el mar en calma antes del anochecer.

Yo las miro fijamente mientras pienso

la forma de alcanzar la luna.

Algunas noches noto

cómo se abren algunas heridas.

Luego me duermo y se cierran solas.

Como las tormentas que llegan y pasan.

Pero dejan charcos que tardan en secarse.

Cuando llego al final del camino

busco una piedra silenciosa para sentarme.

Pienso lo que he visto y vivido

mientras caminaba el sendero.

El alma necesita estar segura.

Cuando subo a la cima de la montaña

veo más cielo que bosque

y también estoy más cansado.

Pero vale la pena porque los pensamientos

a la intemperie

siempre son más verdaderos.

El viento trae olas a la playa sin parar

y luego ellas solas vuelven al mar.

Hay muchos caminos que se adentran en el bosque

y no siempre entro por el que está alfombrado.

Hay un momento en que la belleza lo arrasa todo.

Se trata del bosque silencioso.

El único que hace ruido es el viento

cuando se mueve entre las ramas y las hojas.

Los charcos están para pisarlos con fuerza.

La vida está para vivirla a tope.

No nos queda otro remedio.

El descanso acompaña a la noche.

El alba y el gallo le pondrán fin. 

Tengo sueños clandestinos

con tus palabras, tus gestos y tu mirada.

El viento llega hasta la ventana y mira.

Abro la ventana y entra con fuerza

para recorrer todos los rincones de la casa.

Es libre porque desconoce las fronteras.

Luego regresa al mar y lo agita. A veces vuelve.

Estoy en eso de averiguar quién manda más.

Si el corazón y el alma, la mente y la conciencia

o el atrevimiento y la necesidad.

Pensando todos los momentos de mi vida.

Los días no se hacen esperar.

El amanecer llega aunque esté dormido.

Cuando el caos me supera

camino despacio por las aceras.

Las temperaturas nocturnas son adecuadas

por eso duermo con la ventana abierta.

 Puedo oler la noche y los sueños

que se pasean a la luz de las farolas.

La humedad moja la tierra y desprende un aroma.

Alguna chimenea humeante huele a ceniza.

El pueblo está en calma y los perros descansan.

El mar que baña el paraíso también susurra.

Ahora que tengo lucidez, conciencia y memoria 

tengo la impresión de que las cosas importantes

ya han pasado. Pero no es así. 

La poesía es como el mar que aún estando en calma

puede llegar a ser trágico si no sabes nadar.