miércoles, 12 de junio de 2013

Convivir

La soledad es buena compañera cuando uno la desea. Es difícil de conseguir. Somos muchos y gregarios. Nos necesitamos. Pero hay días que quieres convivir con la soledad. Otras veces querrás compañía y la tendrás. Puedes llamar a Sebas o a Justino. Es posible que aparezca el cuponero. Quienes llegan volando, quieras o no, son los gorriones que se acercan con cautela a la mesa donde desayuno. No incomodan. Esbozas una sonrisa mientras los miras y te lo agradecen. Disfrutan de su despreocupada libertad. Hubiera podido omitir estas últimas frases, pero me gusta dar envidia sin más.
Llevo el sombrero puesto que me protege del sol. Y aunque no fuera así. Está bien el sol, pero no en la cara. Desde primeras horas del día el sol ya avisa. He cambiado de mesa para que no me proteja la sombrilla sino las ramas de un tilo. Queda mejor. Más natural. Sombrero ajustado pero sin apretar que si no molesta y da dolor de cabeza. No es cuestión de perder el tiempo templando gaitas. Aunque no es menos cierto que para que una gaita suene bien hay que templarla. Me quito los zapatos y pongo los pies descalzos sobre las patas de la mesa. Es que voy a escribir un rato. Ya sabes.
Justo enfrente del paseo hay un quiosco dónde venden prensa, revistas. Chucherías y bebidas. Loterías y tabacos. Y un sinfín de cosas de esas que ya sabes a las que me refiero y que hacen que el puesto de prensa y revistas se llame quiosco. La gente, como cada mañana, se para y hojea. Otros simplemente ojean mientras sus perros se huelen y se miran de reojo. Lo que más vende son libros de bolsillo. Estos que son buenos y nunca pasan de moda. Esos libros con personajes manipulados por el escritor para hacer las delicias del lector. No me refiero a Grey.
El café con leche se está enfriando. He mojado unas pastas que llenan el estómago y matan el hambre. De esas pocas veces que el asesino no es el mayordomo y no utiliza el atizador para cometer el crimen. Si estoy acompañado suelo escuchar y hablar. Se le llama mantener una conversación. Si es de los días en los que estoy solo, me dedico a escribir. A veces soy capaz de estar en babia mirando los gorriones. No hay ruido. Sólo sonidos lejanos y previsibles. Fáciles de identificar. Nada de ruidos motorizados y estridentes. Se agradece la tranquilidad. Es un bien inmaterial y escaso de la humanidad. La gente se cruza. Saludo de conveniencia. Apretón de manos de esos de quedar bien. Y a veces charla de actualidad en formato reducido. El penalti que se pitó injustamente porque no era y el que no se pitó aunque claramente si lo era. No acabo de entender el porqué nos complicamos la vida por cosas que ya no tienen vuelta atrás.
El gorrión se ha ido volando calle arriba hasta desaparecer de mi vista. A lo mejor ha entrado en un agujero negro de cuarto milenio. Ahora mismo no se que decir. Tengo la duda de si el gorrión ha entrado voluntariamente en él o éste le ha engullido en contra de su voluntad. Bueno. Tampoco tengo la certeza de que existan estos agujeros negros. Cuando termine el café me iré calle abajo. No fuera a meterme, queriendo o sin querer, en uno de esos agujeros y me quedara sin cobertura para pedir auxilio. La desazón me dura lo que tarda en volver el gorrión y posarse sobre la mesa. A lo mejor es otro y se parecen. Ya me dirás que falta nos hace tener agujeros negros si no los utilizamos. Salud

domingo, 9 de junio de 2013

Cosas

Mirar por el agujero de la cerradura y ver cómo pasa el tiempo sin que él me vea. Es un entretenimiento. La de cosas que he podido observar. En este mismo instante me he quitado los zapatos y me he puesto a escribir. Letras y palabras que quedan plasmadas en el papel cuando la pluma de desliza con la libertad que la caracteriza. Mi conciencia está inspirada mientras la de otros está imputada por fechorías. Camino por caminar. Para poder pensar. Caminar y pensar es compaginar el ejercicio físico con el mental. Pues eso quería decir. Me he parado en un quiosco y miro. Algo de cultura entre montones de basura escrita en revistas. Me llevo algo. Es una necesidad impulsiva.
En casa me siento frente al escritorio que da al jardín. La ventana abierta para que entre el aire y el susurro del agua de la fuente que brota sin parar. Los gorriones beben y se van en un alboroto primaveral. Y escribo que venía andando por la acera que no da el sol por no llevar la sombra pegada todo el rato. Quiero ser libre incluso de ella. Aunque sólo sea por unos instantes. Ya dije que las sombras son insensibles. Piso todas las que puedo como un niño que pisa el agua de un charco. La de un señor que andaba delante de mi. Con fuerza. No se ha enterado. Acumulo situaciones interesantes y las guardo. Sólo las que valen la pena. Cuando escribo las intercalo entre invenciones y resulta la literatura que lees. Que parezca que es lo mismo.
Matías no está bien de la cabeza. Él lo sabe y le da lo mismo. Vive al límite. Hace cosas malas pero con la ley en la mano. No quiere tener problemas con la justicia. Está más tiempo ingresado que en libertad. Toma la mitad de las pastillas para que no mermen su lucidez de loco y poder escribir su vida. Andará los cincuenta y va por la pubertad. Sin prisas. Duerme de día y escribe y lee de noche. Es lo bueno que tiene estar ingresado. Nadie le hace las cuentas y él dice que será la medicación. Seguramente será así. El otro día estuve visitándolo. Me contó que le querían dar el alta y empezó a chillar y a decir que había charcos de agua y barro en la habitación. Que había goteras y humedades en las paredes. Le han dado veinte días más. Aprovechará para un capítulo. Cuando mira al espejo llora porque dice que no se refleja. Que el del espejo es otro que quiere suplantarle. Es la pera.
Cuando el escritor Andrés Requena terminó el libro envió copias a las editoriales para que le publicaran. Recibió notificación de todas diciéndole que no se vendería. No tiene futuro. Que escriba otra cosa. Una se interesó y le solicitaron una entrevista. Le preguntaron de todo y sólo contestó cosas del libro. Le pagaron un dinero de subsistencia y sigue escribiendo en las entradas de metro o en la calle. Le han llamado diciendo que escriba más. Ahora su mente va a un ritmo superior al de la pluma. Un día perdió la inspiración y se acercó al mar. Volvió a recuperar la inspiración. Esas cosas pasan. Vale pues. Salud.

jueves, 6 de junio de 2013

Memoria histórica

Memoria histórica.
Memoria extensa
que vive en el exilio.
Pero vive.
Han silenciado las palabras.
Quieren borrar el recuerdo.
Guardamos el recuerdo
En nuestro silencio
y en nuestras miradas.
 
Hay pocos testigos.
Desmemoriados
de muertos y desaparecidos.
El olvidos inducido
y premeditado.
Despido improcedente
de quien busca.
Pero los cómplices no pueden.
Porque somos muchos
los que recordamos.
 
Sus huesos nos esperan
en sepulturas improvisadas,
en cunetas.
En busca de justicia.
Tenemos un mapa y ganas.
Sin prisa y con ilusión.
Memoria histórica
contra el olvido premeditado.
 
No nos dejan preguntar.
No quieren que sepamos.
Pero tenemos retina.
El viento tiene memoria.
La tierra sabe dónde están.
La luna se acuerda de todo.
Unos y otros
saben que estamos.
Seguiremos tirando piedras.
Conocemos lugar y nombres.
Sabemos quienes son.
Cogeremos sus huesos
y les daremos sepultura adecuada.


sábado, 1 de junio de 2013

Jubilados

En mi condición humana hay un poco de todo. Virtudes virtuosas sin demasía y algo de mala leche en cantidad suficiente. De cada una de ellas acostumbro sacar a relucir la que convenga en cada caso u ocasión para que todo quede muy claro y sin malentendidos.
Según me amanezca el día o según me haya acostado la noche anterior.
Pero también tengo la capacidad de atenazar y amordazar algunos de mis instintos más primarios. Qué si no. Soy un insumiso social por naturaleza y lo que me callo con la boca lo escribe mi pluma que para esto la tengo. Cuando digo que soy o tengo incluyo siempre la fecha de caducidad. Que otro día diré que ya no soy ni tengo.
He oído decir que el ensotanado de mi pueblo ha dicho -hace poco- en la homilía dominical para los jubilados concentrados que, "estamos en la tierra de paso". Como si esto fuera un albergue de estudiantes o el tercer turno de una colonia de verano.
Con las maletas preparadas para partir en cualquier momento. No estaban los ánimos para este tipo de citas porque uno de ellos había dejado la plaza y había devuelto el alma a quien se la prestara cuando nació. Los jubilados son muy vulnerables y sensibles con los amigos y les da por llorar cuando alguno se va. Son gente que le tiene apego a la vida y el capellán les ha pinchado la moral.
A todo esto, en el autocar que cada domingo les lleva de excursión, hoy no han cantado. Se han limitado a saltarse todo lo que el médico les tiene prohibido. Que es mucho o demasiado, según se mire. Para esto sirven las excursiones que los domingos hacen los jubilados después de misa.
Este día en cuestión el autocar parecía una unidad de cuidados paliativos. Se tomaron las biodraminas de noche y permanecieron sedados. Hasta que llegó la hora de comer. A esta hora, con hambre y bufet juntos, no hay sermones que valgan.
Con los años he perdido capacidades, virtudes y un poco de mala leche. Habré ganado en otras cosas que ahora no vienen al caso. Seguro. Ahora escucho menos y hablo más. Será que tengo más cosas de qué hablar y menos ganas de escuchar novedades, reposiciones o gilipolleces. Vete a saber, pero es así. La literatura me llena más que antes. Por lo menos el rato de recreo.
El momentazo de librarme de las cadenas laborales. Amansado como un perro rabioso que no ladra lo que quisiera porque está afónico. Y me suelta Martín que el párroco hubiera podido decir que Dios les ha dado una plaza interina en la tierra. Pero no lo ha dicho. Lo hubieran entendido mejor y hubieran cantado en el autocar. Hay que cuidar las palabras que se dicen desde un púlpito y más aún si van dirigidas a jubilados de la tercera edad avanzada.
A medio camino sube un fulano a venderles ropa de bebé para sus nietos porque sus hijos no tienen dinero para comprarla. Pero están sedados y no se enteran. No vende nada. Si hoy hubiera ofertado ataúdes hubiera hecho negocio.
Puestos a pensar creo que los días desgastan con la misma intensidad que llena el cuerpo de colesterol del malo y de recuerdos que construyen razonamientos absurdamente reales y acongojantes. Por eso creo que los domingos no es bueno escuchar a los que llevan sotana, casulla y bonete. Estrategias de supervivencia.
Los jubilados no paran de contar que yo voy anotando en mi libreta de bloguero. El olvido empuja y va abriendo paso en las mentes de los mayores. Es lo que les pasa a los afiliados a la tercera edad avanzada o adulta. Hay demasiado eco de tiempos pasados. Andan entre sombras y penumbras. Pero todos son iguales y por eso no se les nota.
Este paso fugaz por la tierra les ha convertido en peregrinos de andar caminos que conducen a ninguna parte. O al mismo sitio. Algunos piensan que esto es bueno y que lo mejor está por venir en otro sitio más grande dónde cabremos todos y seremos más felices que las perdices porque no habrá sufrimientos ni amenazas de tener que coger las maletas.
Estoy por ir un domingo a escuchar al capellán y luego salir de excursión a ponerme las botas con el bufet y dejar afónica la garganta.
Pero no escarmientan ni aunque lo diga el médico porque uno de ellos ha acumulado mucho colesterol del malo y la artrosis lo tiene postrado. Toma muchas pastillas para poder regresar a la actividad dominical habitual. El del bonete no pierde ocasión para darles caña y dice que lo que le pasa es que ya no tiene voluntad de vivir. Querer es poder ha dicho micrófono en mano dentro del autocar.
No se pueden permitir bajas. O se llena el autocar o se suspenden las excursiones. Vaya dilema les ha metido en el cuerpo. Este lunes el médico los castigará innecesariamente. Son expertos en librar batallas y contarlas después. Faltaba el guía para poner la guinda y lo ha bordado. Dice cuando ya están de regreso que el futuro es incierto. Se han reído a carcajadas porque les ha hecho gracia. A su edad lo más predecible es el futuro y para demostrarlo se han puesto a cantar para que el guía no pudiera seguir con su particular discurso.
Nadie quiere salir en prensa y se han hecho expertos en escaquearse de los obituarios. En los vergonzantes coches fúnebres sólo viajan los desertores. Ellos, no. Salud. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

Olvido


Rostro del olvido,
sereno y triste.
Con la furia apagada
y olvidado en las tinieblas.
 
Rostro de tormenta
sin ruido.
Vulnerable y solitario.
 
Como una fina nube de verano.
Como un pájaro
en un bosque nevado
de tonos grises.
 
Gritos interiores
 que no se oyen.
Insomnios de muerte.
Extrañezas al atardecer
de sus días inexistentes.

Melancolía en la cara.
Retrato sin  rostro.
Ojos que no miran
porque la mente
está en blanco.
 
Un mar sin color.
Una brisa sin aroma.
Bosque sin viento.
Atardecer sin sombras.
Crepúsculo de la nada.
Mirada que se pierde.

Sufrimiento en la sombra
y en el silencio.
Memoria desnuda.
Sentimientos clausurados.
Dolor equivocado.
Emociones de niebla
que no se pueden ver.
 
Monstruos de niñez.
Adolescencia no vivida.
Mundo inexistente
de días olvidados
en una mente vacía.

Luchar
por mantener las cenizas.
Porque ya no hay fuego
ni secretos que guardar.
Las palabras tachadas
que ya no se podrán leer.

El reloj es de arena
y no le han dado la vuelta.
El reloj no marca la hora
y nadie responde
a estos versos olvidados.
Ya no se ve la luna.


lunes, 27 de mayo de 2013

Alcantud

Hay mañanas me levanto con alguna idea fija que seguramente se ha ido formando en la oscuridad de la noche. A lo largo del sueño. El momento "salir de la cama" es como un volver a la vida cada mañana. El cuerpo entumecido. Un poco de sueño que se ha quedado sin dormir por falta de tiempo o porque últimamente duermo lentamente y tendría que hacerlo más rápido. Una oreja más plana que la otra -no siempre la misma-. Los pelos alborotados. Cara de pereza en puro contraste con las ganas. La agenda repleta de recados y buenas intenciones. El estribillo de una canción que ya no lo sueltas en todo el día. La sensación de que soy un pringado -incluso más que los demás- y, como decía al principio, una idea fija que te ronda la cabeza todo el santo día.
Camino del trabajo he seguido con el pensamiento que se ha formado en mi mente en la oscuridad de la noche mientras dormía. Es el siguiente. Para que mi trabajo resulte productivo, eficaz y éticamente impecable necesito de una supervisora de unidad, una coordinadora, un supervisor de área, una supervisora de recursos humanos, una subdirectora, un director, un gerente, un conseller y un president que hace lo que tiene que hacer porque sabe lo que tiene que hacer. No como otros. Seguramente habrá más personas en la sombra en calidad de asesores bien pagados pero no los quiero contar. Vistas así las cosas y después de una sosegada reflexión pienso que más que un pringado soy una especie de desagradecido con privilegios. No soy un pagafantas sino un importante e imprescindible eslabón de una inmensa cadena dentro de mi entorno laboral. Y de repente noto un subidón de autoestima. Definitivamente soy alguien importante. Si. Soy un ser agraciado que tendría que estar más agradecido.
Pero hay más. No sólo es la lista que acabo de enumerar sino lo que cada uno de la lista supone en sí mismo y en relación a mi trabajo. La supervisora de unidad y la coordinadora me recuerdan semanalmente mis obligaciones con respecto a firmar documentos de aparataje revisado. Lo hacen de la mejor manera posible que ni siquiera en párvulos se les ocurrió. Me incluyen en una lista de profesionales cualificados que no realizan lo que ellas han inventado como un protocolo. Esta lista está pinchada en un tablón de anuncios para conocimiento de todo el personal y así evitar errores de comprensión.
El supervisor de área se encarga de llenar folios describiendo detalladamente mi uniformidad y mi actividad con la pluma al jefe de los servicios jurídicos para que de curso de esta literatura a otros que están por encima en la cadena de mando hasta llegar al funcionario instructor que me cita para interesarse por mis relaciones con el entorno laboral y con la institución. No puedo dejar de citar a Alcantud. Sin ella no sería nada. Un trabajo abnegado de seguir mis pasos por Facebook y obtener información de forma fraudulenta de contenidos privados para propagarlos y que tengan el eco necesario a la calidad que mi categoría profesional requiere. El honor del supervisor de área es incuestionable y Alcantud es la fiel guardiana. No se cómo se mide este supuesto honor. Cuánto tiene. Cómo se pierde. Cómo se mide. Si es bueno o malo. Etc. Me conmueven estas cosas. Creo que es porque me estoy haciendo viejo y se acerca mi jubilación. Sin Alcantud andaría perdido y sin rumbo en la inmensidad del mar o del bosque con el viento en contra y terminaría difuminado en la luz del día. Pero soy agradecido. Que una cosa no quita la otra. Gracias Alcantud.
El resto de las personas creo que no se enteran. Bueno, voy a ser breve y directo. No se enteran. Seguramente porque desconocen que existo o porque Alcantud no les pasa información. Pero es igual porque la rueda gira si está bien engrasada. Y lo está. Estoy por afirmar que si sólo fuéramos el gerente que no se entera de nada y el resto de los trabajadores, la institución funcionaría muchísimo mejor. Pero esta es una afirmación que nunca me dejarán demostrar. Con lo que cuesta pillar un cargo, un despacho y un sillón. Cuento todo esto porque a veces pensamos de forma desordenada y mal. Pero a veces las cosas son distintas. Sin ir más lejos hay palmaditas en la espalda que se parecen más a una zancadilla. Pero yo se que no lo son.
Quiero aprovechar la ocasión que me brinda el editor de este blog para agradecer a los susodichos que he mencionado antes y a todos aquellos que se me hayan pasado por alto sin querer. Sin ellos sería un cualquiera sin historia. Ser imbécil hoy en día parece fácil pero es complicado.
Los excrementos, al principio, siempre huelen mal. Hasta que se secan. Luego huelen a compostaje y abono. Con tanto abono la vida profesional de uno sube como la espuma y el trabajo resultante es impecablemente bueno. La dimensión moral de todos ellos es como un mausoleo donde van a parar los huesos. Son el contrapunto de nuestros fallos y deslices. De nuestra mediocridad como personas. Son el faro en la noche que ilumina mi destino. Salud.

jueves, 23 de mayo de 2013

Así, NO

Momentos convulsos. Momentos de cambios. Jóvenes y no tanto, desencantados, inquietos y desubicados. Unos prevaricando en connivencia con la justicia y felices por ello y otros cabreados y revolucionados. Manifestaciones todos los días y a todas horas donde lo único que necesitas es una buena voz, buenas piernas y un botiquín en la mochila. De motivos vamos sobrados. El pánfilo que debiera regir nuestros destinos hace dejadez de sus funciones y oídos sordos. Es un rehén de Bruselas y de su mentor. El "ex". El de Irak y la foto. Así, no.
Vivimos en la post guerra. Apenas hay diferencias. Colas para suplicar un trabajo y colas para pedir un plato caliente. Y el que mal vive en la calle es multado por dar mala imagen. Hoy he visto como le abrían la cabeza a un chaval por pedir que le dejaran estudiar. Así, no. El agente que vigila por mi seguridad me para. ¡La mochila! -¿Esto qué es? -Un botiquín y un ejemplar de la constitución en formato bolsillo. ¿A dónde va? A casa. ¡Coge otra ruta. Por aquí no se puede pasar! Huele a adrenalina franquista y caducada. Pero muy machote. Que no se diga. Han cortado algunas calles y han puesto vallas. Cualquier día encontraremos un perímetro de seguridad con alambradas y minas antipersonas. El agente ha sido solidario y generoso. Hoy no me ha pegado por ir a casa. Gracias agente.
A mi alrededor hay muchas personas que gritan consignas prefabricadas contra los miserables que hay dentro del Congreso. Pero los trajeados no se enteran. He decidido que les escribiré lo que pienso en una papeleta en blanco cuando toque. Que tocará. Aquí si que se puede generalizar porque todos son iguales. Vaya. Desandamos camino y nos plantamos en plena post guerra como fórmula para salir de la crisis. Magnífica idea pues. Es un cumplido. No hay porqué dar las gracias. Tengo suerte y lo reconozco. Es una gran ventaja tener carrera y salud cuando te meten en una crisis. Ahora entiendo más que nunca aquello de que el lobo guarda las ovejas. No estoy para bromas. Un blog literario no debería usarse como campo de batalla para este tipo de guerras. A veces no hay otra salida. Disculpas.
Leo que los idiotas que representan las economías se reúnen este fin de semana en un balneario. Creo que van a consensuar un responso para la UE. Esto está bien. Y que le pongan música que la iluminación la ponemos nosotros que tenemos expertos y experiencia. Y dice el encargado de esto que la natalidad ha bajado y por eso se carga la ley del aborto. Otro de los encargados dice que hay mucho tonto-laba y se carga la ley de dependencia porque cuesta un pastón. Que el dinero está para sobresueldos y no para mindundis. Para despistar y para que la gente hable de otras cosas se deciden algunos indultos de asesinos. Son buenos estrategas. Pero la ciudadanía tiene memoria.
Uno llega a la conclusión de que el poder provoca ganas de joder y esto, a su vez, produce satisfacción. Porque de lo contrario no se entiende. Los grupos de presión no se ponen de acuerdo en elegir un representante o un líder. Pierden credibilidad. También están desubicados. Mucha palabra y poca acción productiva. Así, tampoco. Un compañero mío que se llama Justino ha aprovechado estas manifestaciones para ligarse a una moza que estudia periodismo. Escribe en el blog de la facultad. Justino terminará derecho este año. Cuando se han cansado de correr entran en un bar para tomar algo. Al final terminan hablando de sus cosas. Se combinan bien y son coincidentes. Toqueteos y alguna caricia. Enseguida se amansan y se olvidan que hace un rato chillaban porque estaban cabreados. Después cada uno sigue camino a su casa. Se citarán mañana enfrente de la casa de un político para un escrache. Salud.

martes, 21 de mayo de 2013

Caminar

Caminando solo
por la noche clandestina.
Atrevido en mis andares
por esas calles.
Pisando tristezas
para romperlas en pedazos.
Hasta que llegue la mañana.
Y la libertad del alba.
 
Con las primeras luces,
sentado en la arena.
Abro un libro de poesía
que habla del mar,
del viento y de la brisa,
de las mareas y las barcas.
Un mar incomprendido
porque habla por sus olas.
 
Victorias y derrotas,
sufrimientos y alegrías.
Compañeras de la luz.
Refugio de las tinieblas.
Miedos y valentías
escritas en verso y poesía.
 
Mar complicado.
Extravagante.
Género literario
que te moja y empapa.
Que desprende brisa
cuando lees en la playa.
Y te humedece los labios
de sal.
Ojos enrojecidos
con lágrimas de alegría.
Acantilados y playa.
Inquietud y sosiego
de una mañana.
 
Noche clandestina
de sombras y de muerte.
De sueños y pesadillas.
Rostro quieto e inquieto
y mirada astuta.
Si quieres saber más
pregúntale al mar
que te contesta con las olas.

Todos lo conocen
pero nadie sabe quién es.
Parece monótona
pero ha provocado naufragios.
Del mar habló Homero,
y de Ítaca y su viaje.
Se dicen tantas cosas
que nadie sabe
lo que es cierto o mentira.

Un abismo
que tú y yo amaestramos.
Lo pintamos de azul
en los ratos buenos.
Levantamos olas grandes
los días de tempestades.
Navegamos lugares lejanos
los días que nos quisimos. 

A veces se integra con la Isla
y otras, parece desaparecido.
Lo hemos navegado
pero no lo hemos conquistado.
Porque es libre.
Es el mar azul de Mayo. 
Desde el encinar primigenio
de la Sierra de Tramuntana
hasta la delgada línea
que forma, a lo lejos, el horizonte.

domingo, 19 de mayo de 2013

Las olas

Esta mañana amaneció sencilla y simple. Con matices, claro. El sol salió más temprano que otros días. El gallo de mi vecino -que ya todos conocéis- me dio aviso. Desde la iglesia del pueblo las campanas se encargaron de despertar al resto del vecindario. Hermoso día pues. Sencillo y simple. Como deben ser los amaneceres y los días de las personas sobre todo en primavera y otoño. 
Y con los primeros rayos de sol empezaron a llegar las primeras olas y las primeras barcas. Unas después de haber dormido toda la noche y las otras después de haber faenado toda la noche. En el muelle un impresionante trajinar de gentes que se afanan en lo suyo o simplemente esperan inquietos. Son cosas y ambientes que no te puedes perder por lo menos una vez en la vida. Como tantas cosas. Pero yo te lo cuento. Dentro del puerto el mar sigue en calma porque no le está permitido otra cosa. Fuera se mueve con libertad. Algunas de estas olas llegan a la orilla de la playa y se estiran tanto como pueden para desperezarse y quitarse el entumecimiento de la noche. Los pescadores son personajes de carne y hueso y con sentimientos. Saludo a todos los que llegan al bar para tomarse un café y quitarse el sueño acumulado.
Las maniobras que realizan las barcas para atracar a puerto parecen simples pero requieren de la pericia necesaria y de una paciencia atenta porque el mar no siempre colabora. Frotarse las manos con fuerza para entrar en calor que a estas horas la brisa es fresca. El aroma del café se mezcla con el olor a brisa de mar y pescado fresco. El resultado es un característico amanecer en el puerto. Sencillo y simple. Mis ojos están atentos a todo lo que acontece para memorizar y revivirlo en otro momento. Escribirlo y leerlo para vosotros. Cuando lo escriba dejará de pertenecerme para ser compartido con todos. El amanecer es luminoso porque es de primavera. Las olas siguen llegando a la playa a medida que van despertando. El trabajo sale sin prisas pero con esfuerzo. Yo también escribo sin prisas. Descalzo -como siempre-. La historia se escribe sola. Luego, siempre habrá alguien que la manipule para que parezca otra diferente. Ya sé cómo amanece el día y el sol y hoy he venido a contemplar cómo amanecen las olas. Ni siquiera es la verdad oculta de la historia. Es un amanecer sencillo y simple.
Acabo de tomar el café y de anotar algunas cuestiones que me han interesado porque son interesantes. Me ha emocionado ver cómo se despertaban las olas y acompañaban las barcas hasta el muelle y las gaviotas detrás. Cómo salía el sol del agua sin hacer ruido. Esa calma. Los hijos de los pescadores con sus libros y cuadernos camino del colegio. Esas gentes que aprenden un poco cada día de la vida y del mar. Aprenden que ni una cosa ni otra son fáciles y requieren esfuerzo. Se acercan algunos turistas con sus máquinas fotográficas para inmortalizar un amanecer de mar y de olas. De sol y de barcas. De gente marinera. Hablan en voz baja para no distraer ni molestar. Las olas lo saben y llegan de otra manera. Llegan con picardía para enamorar y lo consiguen. Nos vemos otro día en el puerto a primera hora de la mañana y tomamos café juntos. De una forma sencilla y simple. Os encantará. Salud. 

lunes, 13 de mayo de 2013

Algún libro

Aprendí, cuando estudiaba primaria, que los ríos nacen en lo alto de las montañas y descienden sin remedio hasta el mar que los engulle. Cruzando pueblos, bosques, paseos, campos y ciudades. Pues, pensaba yo, igual que hace el río hace el libro. Nace con un minucioso proceso creativo del escritor y termina en las manos del lector que lo lee. A su paso encuentra un borrador, documentación precisa, pasar de la escritura manual al ordenador, la editorial, imprenta, corrección y la librería donde quedará expuesto. Un símil que puede funcionar para un buen entendimiento de esto que decimos. He leído y me lo creo que cada día alguien empieza a escribir un libro, alguien lo sigue escribiendo o alguien lo termina. Cada día entran manuscritos en las editoriales y en las imprentas. Cada día, en definitiva, alguien entra en una librería para comprar un libro y leerlo. La mente humana no para de crear -con mayor o menor acierto-. Pero la literatura, con o sin crisis, se crea, se imprime, se distribuye, se vende y se lee. No sabéis el alivio que supone para mi poder decir esto.
Como cualquier obra de arte el libro puede gustar mucho, poco o nada. Esta es una de las grandezas de la literatura y hace que se considere un arte. La importancia no radica en que las obras literarias gusten más o menos. La importancia está en que quien las escribe y quien las lee lo hagan desde la libertad de pensamiento. Se trata de huir del pensamiento único al que están ancladas muchas personas para su desgracia. La fama es un capricho que sólo puede tener un escritor. El lector no se puede permitir este lujo. Un lector nunca se hará famoso por leer libros. De todas formas no resulta fácil juntar letras para construir palabras. Y juntar palabras de tal manera que gusten de ser leídas en párrafos, páginas y libros completos. Dependerá de la creatividad del autor, de la pluma que utilice, del pulso que tenga y de la libertad que disponga mientras realiza todo esto. La intencionalidad y la pasión del primero en contraste con el interés y el estado de ánimo del segundo.  Del uno y del otro. Dice un escritor que su éxito radica en describir un mundo paralelo a la realidad del lector. De eso se trata pues. Es un punto de vista de lo que vemos y de lo que pensamos. A partir de aquí se trata de contrastar.
Y estamos en primavera y tenemos día del libro. Fiesta del libro. Semana del libro. Libro de temporada, libro clásico, ofertas. Libros caros por su papel y sus tapas que pasan a libros de bolsillo con tapa blanda o de bolsillo y a un precio razonable. Buen momento para hacer acopio para el verano y el otoño. El tiempo de las novedades es ahora em primavera. Porque el libro no pasa de moda. Me refiero a los libros  de verdad. De ninguna manera compraría las memorias de nadie que alguien ha escrito para su lucimiento y con la historia más inventada. Estos famosillos venidos a menos que publican su historia inventada en forma de memorias y que sólo algún despistado podría comprar en un momento de debilidad mental. Me refiero a los políticos.
Toca el libro de primavera que habla de días más largos y noches más cortas. De la luna, el firmamento y las estrellas. Del mar que se va calmando a medida que avanzan los días. De gente que callejea en manga corta y toma café en las terrazas. Que pasean cogidos de un paraguas o de la mano por si acaso se pone a llover o te pierdes. Que se ponen sombrero para protegerse del sol en vez del frío. Días casi planos de temperatura y llenos de color. Agradables y apetecibles. Este es el libro de primavera. El que se lleva ahora. La historia de amor bien contada y con final feliz. Que los que terminan mal son los de otoño o de invierno. Amores adolescentes, de juventud, de madurez y de edad adulta inteligente. De casi vacaciones. Libros desenfadados y de media sonrisa. Páginas justas y letra grande que pueda leerse en cualquier sitio incluso al anochecer acompañado de una copa de vino. Que funciona porque hay predisposición. Es la fase del río que cruza manso por en medio del pueblo y lo divide en dos. Sombreado por grandes árboles y con algunas aves cruzándolo a nado. Estos jubilados sentados en los bancos con la mirada fija y las manos temblorosas apoyadas en el bastón. Es el libro de primavera. El que toca leer ahora y el escritor lo sabe. Trama sencilla que puede leerse sentado en las escalinatas que suben y bajan. En el descanso del mediodía con bocata y refresco. El libro que se lee desde la comodidad porque se ha escrito desde la inteligencia. Este que el estudiante ya ha comprado para cambiarlo por el libro de texto en cuanto terminen las clases. El libro de regalar a cambio de una rosa.
En primavera la gente se inventa momentos de soledad y horas de libertad como excusa para tomarse su tiempo en el libro. De pasear con el libro en las manos y mirando a ninguna parte porque la mente está dentro del libro. Dejarse atrapar por un relato o por unas palabras. Esta frase para subrayar y este comentario al margen para recordar. El invierno ya es historia y el frío y las tormentas también. Días anodinos con frescor mañanero, calor al mediodía y un refrescar nocturno. Que placer cuando tienes ocasión de pasear con un libro en las manos. Sentarte en cualquier sitio que te apetezca, abrir el libro por el punto que nos hemos fabricado aposta para hojear (con hache) y ojear (sin hache). Escritos con lucidez que no pasan desapercibidos porque están pensados para la primavera. La prosa y la poesía de primavera está escrita para enamorar, que para otras cosas están las otras estaciones. Alejarse de los libros más vendidos para centrarse en los de autor con pasajes escritos para recordar nosotros. Este es el libro que leo porque estamos en primavera. Algún libro habrá que te complazca. Salud.

sábado, 4 de mayo de 2013

Cuatrocientas

Con la publicación de esta entrada hemos llegado a la número cuatrocientas. Es mucha letra escrita a lo largo de tres años que se cumplirán el día siete de Mayo. Esta entrada lleva velita incorporada para soplarla entre todos los que habitualmente se asoman a este blog a leer, a escribir y a esparcir cultura. Mil gracias a todos. Quedo agradecido.
 
 
Letras salidas de un alma desnuda y una mente despejada.
De una pluma firme y un pulso fuerte.
Letras salidas desde el pensamiento en libertad.
 
Tres años de camino andado sin miedo.
Sentimientos encontrados junto a las piedras del camino.
Sorteando tormentas, saltando charcos y empujado por el viento.
Entradas sosegadas escritas junto al río.
Otras escritas sentado sobre la arena de la playa.
Con los pies en remojo escuchando las olas.
Días despejados con la luz del sol.
 Noches de densa niebla o en la penumbra de la luna.
Siempre acompañado de las estrellas.

Cuatrocientas entradas publicadas.
Han ido saliendo como un abrazo que se da y no se reclama.
Como lágrimas cautivas en el ojo
 y como agua encerrada en el estanque.
Han salido penas y alegrías encerradas en el alma.

Camino complicado, empinado y difícil de andar.
Acompañado por relámpagos y por la música de los truenos.
Días de frío y calor. Y la mirada puesta en el día siguiente.
Con la brisa en la cara y el destino en el horizonte.
Escribiendo la historia desde lo alto del acantilado.
En mi refugio del bosque entre los árboles.
Contertuliando bien de mañana al lado de un café.
Mirando la puesta de sol junto a un olivo.
Embobado en un amanecer junto a una mata de romero.
 
La poesía no es de hoy, ni de ayer, ni de mañana.
La cultura y la literatura son atemporales.
Y cuando sólo queden las cenizas el viento soplará con fuerza.
Para avivar el fuego de las letras y las palabras.
 
Mar de oro, cielo azul, aire húmedo, pies descalzos.
Mente clara, pulso firme, papel blanco y ganas de escribir.
Tú al otro lado degustando letras sin parar.
Letras vivas de pasión salidas de la pluma.
Que susurran al oído nuestras historias de siempre.
Alimentadas desde el abismo de la vivencia y la reflexión.
 
Gritos desde la Isla que cruzan el mar.
Letras que llegan al otro lado del horizonte
 pasando por debajo del arcoíris.
A veces en barca y otras con el plumaje de alguna ave.
Letras que llaman a la puerta y alivian la soledad.
Que llenan vacíos y que muerden la indiferencia.
Que se acomodan en cualquier rincón donde llegue el aire.

A ti amigo que gustas de la lectura
va dedicada esta entrada cuatrocientas.
Salud.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Como siempre

"Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros. Del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro y vino a perder el juicio por todo aquello que leía en los libros". 
Esto escribía el poeta y escritor, el sociólogo y humanista, el artesano de las letras, el conocedor del ser humano, de sus ilusiones y sus desdichas.
Esto lo escribiría entre las paredes de su habitación. En su mesa de madera sin pulir. Sentado en su silla sin comodidad. Con la tenue luz de unas velas o la poca luz natural que entraría por unas ventanas dirigidas al oeste. Con hambre acumulada en su estómago y sueño acumulado en sus pestañas. Cansancio en todo su cuerpo y la cama sin hacer. Algo de lumbre en la chimenea. Un poco de vino a medio fermentar en una jarra y su vaso ennegrecido.
Una gran imaginación mientras va deslizando su pluma sobre un papel rústico. Con elegancia en sus trazados y en lo que la tinta deja escrito que de otra forma no se escribía en aquellos tiempos. Escritos divertidos, poéticos, intensos, breves, densos en humanidades y esas cosas tan variadas que tienen los escritos de Don Miguel. La estética siempre por delante. Escritura sosegada y tranquila de rumiar mucho para entenderla y digerirla mejor.
Y escribía otro poeta en otra ocasión que no cae la hoja del árbol en otoño porque se rinda. Lo hace porque ha terminado su ciclo vital. Cae para posarse junto a la taza de café mientras escribo en la terraza o en el porche. Tanto tiempo oliendo su aroma que termina por enamorarse y al final busca su contacto. Bien podría ser. La naturaleza anda por unos derroteros difíciles de entender. 
Le pidieron al escritor que escribiera algo. No se lo pensó dos veces. Abrió el cajón de su mesa y empezó a buscar letras con las que formar palabras. Luego las ordenó en el papel para que fueran leídas. El libro, al final, está hecho de letras, de sílabas, de palabras, de frases, de párrafos. Sin letras no hay libro y sin ideas, tampoco. Lo peor, como siempre, la indiferencia del lector. Hay que generar inquietud, reflexión, pensamiento crítico, duda. Esto que ya hizo el escritor antes de coger la pluma y escribir.
Han invitado al escritor a una presentación. A un acto de promoción. Sala acogedora y tan grande como uno quiera pensarla porque siempre se queda pequeña. Gente inquieta con el libro en la mano. Silencio deseoso de escuchar al escritor. Hojeando al azar y ojeando algún párrafo que impulse su lectura o provoque una pregunta. El escritor dijo pocas palabras. Era más del escuchar y conversar. Tenemos que empezar a entender el lenguaje de los silencios de un escritor. Si no entendemos nuestros silencios nunca entenderemos nuestras palabras, añadió. Qué no pagaría por estar en una cola esperando que Don Miguel me dedicara y firmara su Quijote. Con una foto de móvil incluida. 
Pero era otra presentación y mientras esperaba se me fue la imaginación. Todo en unas horas de un día cualquiera. Luego de todo el barullo se sentó en una butaca de comodidad y se puso a conversar con los rezagados de siempre.
Un vaso de agua para aclarar la voz. Que la palabra de uno tiene tanta importancia como la letra escrita. Cuantas veces habría contestado que él había nacido escritor y poeta. Que escribía por necesidad. Que ya no es como antes. Tiene sus años y lo próximo llegará cuando toque. No sabe de qué tratará. Algo saldrá si pienso bien y reflexiono lo adecuado. Se hizo tarde y apareció el desasosiego en el autor y en el lector. Los años acumulan saber, ganas y pereza, necesidad y cansancio. Haremos noche aquí y mañana, con la tranquilidad de la luz llegaremos a casa. Un pueblecito con encanto que le inspira. Todas las mañanas le despierta el silencio que se produce entre una ola y la otra, entre una brisa y un viento y el contacto de su perro cuando lame su mano. La costumbre es una rutina que no se puede perder. A su edad es vulnerable y se emociona cuando escribe. Incluso cuando piensa. Y piensa mientras camina y camina para mantenerse a salvo y se mantiene a salvo porque piensa, duda y escribe.
Luego vienen las tertulias de la mañana. Aprovecha para conversar y expresar opinión. Siempre con otros jubilados dispuestos a escuchar y opinar. El mismo camino que ellos recorren el perro lo hace tres o cuatro veces. Es inquieto porque es joven. Le habla al perro y éste le escucha y le sigue la corriente. La cultura nos pertenece a todos. El que no quiera compartirla que no escriba. Que no pinte. Que no haga cine. Que no escriba partituras. Y todas esas cosas que forman parte de la intelectualidad. 
Mayo. Primavera acomodada. Desmadre de la naturaleza. Todo acompaña y nada sobra. Literatura poderosa y elegante. Flores y algún día de lluvia para dar de beber al campo y al bosque y limpiar el aire. La imaginación del que escribe se mezcla con la imaginación del que lee. Algunos días se camina junto al mar. La brisa te da en los ojos y hace que lloren. Ese día las lágrimas saben a sal. Sé que en estos momentos no puedes verme. Tengo la pluma entre los dedos de la mano derecha y juego con ella. Estoy pensando. Ten paciencia. Me mueve la conciencia de saber que lo hago lo mejor posible. Aunque el resultado, a veces, no es el esperado.
Terminaré como empecé. "La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo". Cosas de Don Miguel y cosas mías. Salud.   

domingo, 28 de abril de 2013

Tal vez

Debo advertir a quien en este preciso momento tenga a bien empezar a leer esto que no se trata de literatura. Ni mucho menos algo poético. Es un escrito que quedaría englobado en el subgrupo de cosas que me rondan la cabeza y que debo de escribir antes de que me estalle. Escritos barriobajeros o de cloaca. Una especie de experimento. Una forma de explayarme cuando mi órgano de pensar acumula tonteces varias y se satura.  Tal vez me equivoque. Sólo tal vez. Pero tampoco me importa demasiado. Diríamos que casi nada. Tengo que confesar en mi contra, y no lo digáis muy alto no vayamos a liarla, que desde hace algún tiempo estoy afianzando la idea de que la ñ es de izquierdas. Ssssss. Ya se que lo que acabo de afirmar roza la locura y el esperpento. Pero tal vez lleve razón. Podría ser que la ñ hubiera renegado de la derecha. Yo ya soy mayor y no creo en las utopías y ni siquiera en los Reyes Magos. Pero observo que la ñ, semana tras semana, se está escorando hacia la izquierda moderada, debilitada, ineficaz y pueril. A lo mejor es una simulación y yo me dejo engañar. Podría ser. Los golpistas que van de intelectuales no son de fiar. Estoy advertido y te advierto. Pues, ojo.
Es que últimamente no hace otra cosa que dar bofetadas a la mejilla cultural del presidente que, como todo el mundo sabe, la tiene dispuesta entre los dos glúteos. Le reprocha que mantenga a un intelectual de la tontería y los despropósitos al frente del chiringuito de la cultura, de las artes y de las revistas porno. O lo que quede de todo ello. De llevar un collar tan largo que llega hasta Bruselas. De los abusivos impuestos para entontecer más al pueblo soberano y esas cosas. De presentarse al mundo escondido en una pantalla plana de plasma para no tener que dar explicaciones aunque tenga la delicadeza de hacerlo en color. Insisto en que lo de la ñ no se explica pero tiene mi apoyo. Que siga.
Esta pasión que pone en desprestigiar al Presidente y al del chiringuito es sólo comparable a la pasión de un amor de juventud. De adolescencia e incluso casi de niñez. Esta pasión que te quita el sueño y te hace hacer tonterías mientras te comportas como un lolailo. Escandalosamente pasional y bello. Como la misma ñ dice, "es sincero incluso cuando miente". Un experimentar nuevas sensaciones. El debutar de emociones fuertes y de raíces profundas capaces de aguantar las peores tormentas. Esta pasión en ideas obsesivas de una imagen, un perfume, una mirada, una voz, un cogerse de la mano. ¡Qué recuerdos! Quedar para estar y hablar de cosas. Pero sobretodo para estar. Esa cosa química que ataca los sentimientos más puros y en el caso de la ñ los pervierte debido a la senectud. Voy a reconocer en privado que quizá sea uno de los mejores descubrimientos. Tal vez sea así y yo lleve razón.
Hay bases científicas para explicar todo esto. Se llama resentimiento. Afán desmesurado de cartera. Deseo descontrolado del poder de la cultura. Y del poder controlar la cultura y el arte. Ahora lo empiezo a ver claro. La ñ tiene sillón y quiere cartera. Vale pues. Leer la ñ no provoca pesadillas pero provoca náuseas y vómitos y el consiguiente malestar. Recojo escritos míos en forma de ideas, pensamientos y reflexiones. Los ordeno medianamente bien y empiezo a pasarlos a limpio de forma ordenada para que tengan sentido.
Pues nada. No alargo más porque esto, como he dicho al principio, no es literatura ni cultura. Es crítica de explayarse en domingo a mediodía cuando el sol te derrite el órgano de pensar. Habrá que abreviar y seguir la ñ de cerca para ver en qué termina todo este vendaval capaz de levantar las faldas a las mujeres. Aunque sé por experiencia que después vendrá la calma. Quedarán hojas esparcidas por el suelo y algunos charcos donde jugar. Salud

jueves, 25 de abril de 2013

El traductor

Es mayor. Está jubilado de su profesión. Toda su vida traduciendo libros que le ha permitido leer mucho y de gratis. De todos los géneros. De tanto leer ha acumulado conocimientos y otro tipo de experiencias. Ahora que es mayor y que se ha jubilado de su profesión por imperativo legal, ha decidido escribir. Demasiadas experiencias retenidas y muchas ganas de darles salida. En esto está y por mucho tiempo del que disponga, el día se queda corto. Las ideas se escriben a buen ritmo. Pero con la sensación de que no basta.
Resulta lógico que su primer libro se titule "Diario de un traductor". Tampoco ha tenido ningún problema para editar. Se ha movido en ese mundo y lo conoce. Ahora una llamada al contacto de referencia. Ha tocado muchos manuscritos con sus manos y los ha ojeado suficientemente. Ahora es el momento de dejar constancia por escrito de pensamientos e ideas que ha conservado con tantos años de profesión.
La primera historia se refiere a un prisionero de Auschwitz. Éste se entretuvo a escribir en la clandestinidad todo cuando acontecía en el campo de exterminio. Lo que veía, lo que pasaba, lo que le contaban. Todo quedo registrado como documentos valiosísimos. Estuvo meses haciendo este tipo de cosas y luego escondía los folios en un lugar seguro. Tendría unos treinta años y había publicado cosas.
La profesión anterior a su detención había sido criador de perros y adiestrador. Era buen conocedor del mejor amigo del hombre. En el campo de exterminio de Auschwitz se hizo amigo de ellos. Había muchos y llegó a conocerlos a todos. Un atardecer de niebla espesa se acercó a la alambrada y cortó un trozo de ella. Los perros no ladraron. Se fue tranquilamente. Incluso se llevo un perro para que le guiara y le hiciera compañía en su huida.
Tardó varias semanas en llegar a su casa. Una pequeña aldea en Austria donde permaneció escondido hasta el final de la guerra. Se reencontró con lo que quedaba de su familia. Contó todo lo sucedido y cómo lo había vivido. Las cosas se fueron normalizando y esperó la ocasión de volver al campo reconvertido en museo del horror. Su obsesión era recuperar  los papeles escritos años atrás. Eran importantes. Lista de nombres, fechas, cosas acontecidas, dibujos de planos, etc.
Fue acompañado por sus nietos y protegido con mucho valor. Volver a pisar Auschwits no sería fácil. Los recuerdos en los papeles no le dejaron pensar en otras cosas. Este traductor vio estos papeles y los tradujo por encargo de una editorial que quería darles máxima difusión para evitar que la historia se repitiera.
Ahora es mayor, está jubilado y tiene tiempo. Hace memoria y escribe todo con lujo de detalles de cuanto recuerda. Estaciones repletas de gente hacinada esperando un tren blindado que les conduciría al campo de exterminio. Algunos no bajarían con vida del tren. Los vagones repletos según sexo y edad. Niños, adolescentes, mujeres, adultos y ancianos. A veces meses esperando que llegara el tren. Al final todos hacia el mismo sitio y con el mismo final. La muerte de frente pero con distinta cara. Hambre, gas, experimentos, fusilados, causas naturales. Enterrados en fosas comunes o quemados. La consigna era acabar con ellos y que no se reproduzcan. Pero no se puede luchar contra la naturaleza.
Recuerda el traductor que quien escribió aquello llevaba tinta en las venas. Escritura impecable. La sensibilidad que usaba para hablar de los perros. Especialmente el que se llevó para que le guiara. La curiosidad pudo con el traductor que antes de publicar su primer libro de jubilado anduvo los mismos caminos. Quería comprender mejor la historia y darle la sensibilidad adecuada a la situación. Estuvo en las estaciones. Viajó en tren. Visitó el campo de exterminio de Auschwitz. Entró en sus barracones. Se sentó en las literas. Paseó por el campo y se acercó a las alambradas.
Escuchó ladrar los perros menos a uno. La tierra todavía con olor a humedad, a orina, a sudor de fiebre, a lágrimas, a adrenalina, a miedo y terror, a ilusiones, a derrota y a ganas de luchar, a incertidumbre y a certeza, a gas y a muerte. A odio, a horror. A carne quemada.
Detuvo el tiempo. La madera de las literas crujía. Cogió un puñado de tierra y se impregnó las manos. Grabó esta sensación para escribirla estremecido en su despacho. Este señor mayor jubilado y que ahora escribe lo hace sentado en un sillón de despacho. Delante de un ventanal amplio que da al jardín repleto de árboles que él mismo ha plantado. Defiende Erri y así lo deja escrito que alguien que se dedica a la escritura debe de restituir a la naturaleza la madera abatida que se ha utilizado para imprimir sus libros. Escribe a mano con su pluma de siempre y con la dignidad de la impotencia de lo que sucedió.
Tengo este libro en las manos, "Diario de un traductor". Voy a leerlo cómodamente. Como todos los días voy a procurarme una lectura nocturna facilona pero con contenido. Luego hay que dormir bien y sin pesadillas -a ser posible-. He abierto las cristaleras del salón de par en par. Hoy huele a tierra mojada porque ha llovido y a brisa marina porque tengo el mar enfrente. La luz de la luna llega hasta dónde empieza la luz de la lámpara. Acomodado en un sillón de estos con orejas y que por lo viejo que es sólo te permite una postura. La más cómoda de las posibles. Abro el libro y empiezo la lectura. Luego vendrán las reflexiones. Salud.

 

domingo, 21 de abril de 2013

Cariño

Veo cariño verdadero
 
En tu mirada.
Que derrite el hielo.
En tu caricia.
Que me eriza el vello.
En tu compañía.
Que relaja mis sentidos.
En el tacto.
Que calienta mi mejilla.
En el beso.
Que me deja sin aliento.
En tu silencio.
Que me provoca desvelo.
En tus labios.
Que descubren mi cuerpo.
En tu voz.
Que me habla bonito.
En tus ojos.
Que me enamoran.
En la lluvia.
Que moja nuestros cuerpos.
En la tempestad.
Que atrona mis oídos.
En el mar.
Que llega a oleadas.
En el bosque.
Que cobija los sueños.
En la memoria.
Que guarda mis recuerdos.
En el sol.
Que amanece del agua.
En la luna.
Que guarda mis insomnios.
En el viento.
Que aleja mis pesares.
En tus dedos.
Que escriben en la piel.
En la brisa.
Que me recuerda el mar.
En el silencio.
Que me cuenta cosas.
En la primavera.
Que florece el jardín.
En los pájaros.
Que acompañan mi lectura.
En el fuego.
Que consume pesadillas.
En el calor.
Que enciende mis deseos.
En el arcoíris.
Que me indica el camino.
En el relámpago.
Que ilumina la noche.
 
 
En todos ellos
y en muchas cosas más.
Veo cariño verdadero.

jueves, 18 de abril de 2013

Controvertida vejez

En algún momento de nuestra vida descubrimos que somos mortales. Que algún día nos tendremos que morir. Vale. Parece ser que no queda otro remedio. Pues vale. Entre una cosa y otra habrá que vivir la vida a tope, al máximo y lo mejor que podamos. Sin excesos. Lo malo del asunto es no saber cuando ni de qué manera. A partir de eso uno tiene la esperanza de poder morir de viejo, cuando uno sea realmente viejo y cuando se sienta viejo. Pero sin perder ni un punto de vitalidad, dinamismo y cordura hasta el día anterior. Sin molestar pero sin que nos molesten. Una muerte digna, para entendernos. Pensad que seremos viejecitos y desearemos cierta tranquilidad y cierta intimidad. Nuestro espacio vital, vaya.
Los jóvenes, por propia naturaleza, viven en constante controversia sobre su existencia. Planes de futuro. Cómo sobrevivir el presente. Las hormonas que les someten a cierta dictadura natural. El amor, la amistad, los estudios, el trabajo, las relaciones, el ocio, la convivencia, el desempleo, la propia existencia, la hipoteca, la movilidad exterior y todas esas cosas que les quita el sueño a los adolescentes. Es normal. Todos lo hemos vivido y no pasa nada. Tener este tipo de problemas existenciales a partir de los ochenta y pico llama la atención. No tendría que pasar pero no siempre es así.
Ahora resulta que un anciano de ochenta y tantos ha matado a su mujer y a su perro y luego se ha quitado la vida. Este es el gran interrogante de la mente humana. No se cómo se llega a esta situación. Me preocupa no saberlo y me preocupa que se pueda llegar. Como decía al principio uno entiende que cuando llegue a viejo tendrá que morir, pero que te maten o que te pegues un tiro no entra, supuestamente, en los planes de nadie. Ni siquiera en la controversia de la adolescencia, de la madurez o de la vejez. Es una ironía que a cierta edad uno se vea desprovisto de las habilidades sociales que te impiden afrontar la vida sin tirar la toalla de esta manera. Problemas existenciales cuando sólo te quedan dos páginas de tu vida para escribir o para vivir. Es que no lo entiendo y me pone los pelos de punta el pensarlo. No hablo del perro porque como se corra la voz dejará de ser el mejor amigo del hombre. A ver.
El objetivo y la meta es vivir lo más dignamente posible y morir de la misma manera. Sin sobresaltos. La vida te genera muchas cosas. Entre ellas hay problemas que intentas superar o resolver lo mejor posible y de la manera menos traumática. Lo que no te esperas es que tu pareja te mate por ser viejo. O porque la quería, como dicen otros. Habrá que elegir bien a la pareja. La Eutanasia bien entendida para por una ligera sedación en el momento puntual. Si no va a ser así, por lo menos que la pareja de uno tenga buena puntería. Salud.

martes, 16 de abril de 2013

A media voz

Estos desayunos de estas mañanas de estos días de primavera. Hoy con contertulio de lujo, Tomeu. De profesión sus lecturas, sus escritos y sus tertulias con café incluido. De estos de conversar mucho. Como yo. Por la boca y por los codos. La boca que no para y los codos que no se están quietos. Ninguno cede y nos pisamos las palabras y las frases. Es un conversar a dos bocas y a cuatro codos. Pero no nos interrumpimos porque es de mala educación. Tantas cosas que decirnos en el tiempo que dura un desayuno. El café con leche y la ensaimada que se enfrían porque alargamos el periodo o momento desayuno y tener más tiempo de hablar. Nosotros a lo nuestro y la tele muda a lo suyo que a estas alturas ya ni acompaña. Siempre hablan de lo mismo y mienten. Mueven los labios con desespero pero no se comunican con nadie. Mi contertulio Tomeu y yo compartimos mesa y tema de conversación. Me dice que lo único que funciona en este país es la crisis. Creo que tiene razón.
La conversación se desarrolla pausada como un suave murmullo de riachuelo que no molesta. Una especie de chismorreo a media voz entre dos vecinos que se llevan bien porque nunca han tenido una reunión de vecinos de escalera. Unos dimes y no me digas entre personas anónimas que esperan pacientemente haciendo cola en la caja del supermercado. De estos de cajera afectada de verborrea sin tratar. Los dos somos conocedores de la vida y hablamos de ella. Ponemos encima de la mesa nuestro punto de vista. O lo tiramos al aire y quien quiera que lo coja. De forma amistosa, inofensiva y profesional. La sangre no llega al río pero la tinta llega a la hoja en blanco que es su destino natural. La conversación es tan completa que hasta los gestos dicen tanto o más que la voz. La verdad es que no tenemos prisa y echamos mano de la parsimonia. La pluma se desliza rápido sobre el papel. A veces lo rasga un poco por culpa de la rapidez. Hay mucho que escribir y el tiempo es limitado. Lo que nos dura el desayuno. Hablamos inteligentemente por lo que no hay necesidad de palabrotas mal sonantes ni de insultos a terceros que no están presentes. Bueno, algún político o ensotanado. Pero de buen rollo. Me doy cuenta de que mis puntos de vista pueden cambiar con el estómago vacío o cuando ya lo llevo a rebosar. Las cosas se ven diferentes. Diríamos que tengo un punto de vista cambiante.
Tomeu también es funcionario. Me pregunta si los del Constitucional también lo son y también han sufrido recortes escandalosos de sueldos y subidas escandalosas de impuestos. La verdad es que no lo se. Pues sería bueno que fuera así y les copiaran la sentencia a sus colegas de Portugal. Los de Bruselas se darían cuenta de que las economías pueden funcionar de forma distinta a como ellos se la imaginan. Mi contertulio Tomeu me comenta que ayer se fue a la cama leyendo un poco a Santa Teresa. Tenía necesidad de letras clásicas. Letras con alas y alma que siempre están volando. Libres y sin ataduras. Como si las palabras de Teresa se alimentaran de la contemplación. Es lo que tiene leer a ciertos clásicos. Pero no tuvo una vida de primavera. Su vida siempre fue otoñal y tormentosa con algunos días claros de sol. Ella con su silencio y su vida interior a través de la contemplación. Esa fe patológica. Esas alucinaciones en la intimidad. Ese ver al Creador a todas horas, en todas partes y en todas las personas y cosas.
Yo suelo cambiar de contertulio para enriquecimiento personal, me decía Tomeu. Ella siempre con el mismo. Un hablar e imaginar respuestas. Un decidir que la vida es un penar continuo. Con miedos, temores y esperanzas. Y sin embargo ser feliz con sólo esto. Un susurrar continuo a media voz con quien fuera que ocupaba su imaginación. Me dice Tomeu que si en aquellos tiempos la lectura y la escritura hubieran estado al alcance de todos -como ahora- los escritos de Santa Teresa habrían sido Best-Sellers. Y con una cuenta de twitter con cientos de miles de seguidores. No se lo pienso discutir. Cada uno puede pensar lo que quiera de lo que pudo ser y no fue ni será. Para mi que le pilló la lectura en este momento limbo de la noche. Cuando estás en trance. Cuando Morfeo empieza a socavar la lucidez. Este trozo de camino que te lleva del estupor a la inconsciencia del sueño. Pero hoy ha venido inspirado y con ganas. Voy a aprovecharme tanto como pueda. Por cierto que el limonero de mi jardín está repleto de flores. No me cabe la menor duda de que estamos en primavera. No tengo noticias del verano, pero seguro que viene. Salud.

viernes, 12 de abril de 2013

A veces

Es de todos sabido que la vida -a veces- se comporta así. Como la vida misma. Como si -a veces- la vida fuera un mar en calma un ratito antes del amanecer o unos minutos después de la puesta de sol. Y como si este mar en calma llegara incansable a la orilla con pequeñas olas mansas sin hacer ruido ni espuma. Esas olas de ese mar recorren la arena de la playa y regresan como si tal cosa. Esta vida -a veces- se comporta como un mar embravecido que llega con fuerza a las rocas del acantilado. Esa ola que se eleva cuanto puede y se tira con fuerza contra las rocas para romperse en mil espumas y con todo el ruido posible. Sea de una forma o de otra -a veces- la vida se comporta así de extraña. Es cuestión de que te pille preparado para cualquiera de estas modalidades. Mirándole a la cara como hacen los valientes. Las consecuencias ya se verán. Será por cicatrices que te procura la vida.
Cada ola es una historia, un día de nuestra vida, un suceso o acontecido. Con su decorado, sus personajes y sus diálogos. Tiene un comienzo y un desenlace. Me dice un amigo que es carpintero y que hace imposibles con la madera que con la vida tendríamos que hacer lo mismo. Adaptarla a nosotros en lugar de que sea ella la que pueda moldearnos. Lo suyo con la madera lo veo claro. Lo de la vida, es otra cosa.
A veces me censuro actitudes cobardes para afrontar aspectos de la vida. Cobardía social o grupal y cobardía individual o privada. Esta falta de coraje. Esta situación de impotencia con uno mismo. He decidido que las personas tenemos un punto de fragilidad emocional en momentos puntuales. Un miedo que llevamos escondido por vergüenza. Miedo furtivo pero que al final acaba por florecer. Pues pienso que esto es bueno antes que malo y que no tiene porqué ser una fatalidad. La fatalidad es el conformismo ante injusticias de gran calado que la vida -a veces- nos presenta disfrazadas de personas o de cosas. Y somos incapaces de hacer algo. Llámalo miedo, cobardía o falta de coraje. Palabras malditas que tengo que erradicar de mi vocabulario y de mi persona. Vacilamos -a veces- de una valentía paradójica o anémica. Nos hacen falta momentos de esos de levantarse y dar un manotazo sobre la mesa. Decir basta. Gente sin trabajo. Gente sin casa. Jóvenes sin estudios. Justicia injusta. Gente sin patria. Dineros en lugares equivocados. Mentiras y demás cosas de esas. La vida -a veces- es así. Incomprensible. Y nosotros nos mostramos inválidos de ideas y de actos. El conformismo es una droga peligrosa que paraliza voluntades.
Quisiera desempeñar otro papel. Poder decir lo que pienso sin llegar a la crispación. Pero formo parte del reino animal. Y dentro de éste, en el grupo del animal racional. La razón es la que -a veces- nos detiene. Porque el instinto nos conduciría por otros caminos bien distintos. Hemos domesticado los instintos y nosotros con ellos. Pensar y razonar se ha convertido en un acto hipnótico cuando tendría que ser todo lo contrario. Esta vida no puede alimentarse, exclusivamente, de música clásica. A veces necesita Pop e incluso Rock Duro. Pero es muy ruidoso y puede alterarnos los nervios. Por tanto volvemos a poner el concierto de año nuevo y disfrutamos dando palmas cuando llega la Marcha Radetzky. Pido otro café descafeinado para que no me despierte del todo. Soy mejor persona si estoy un poco sedado y a no molestar.
Me entran ganas de acariciar mi rebeldía. Pero está obsoleta. No reacciona y le falta una puesta a punto. Soy consciente de que andamos bastante con la cabeza agachada y la mirada perdida. Con los ojos vendados -a veces-. He leído de un librepensador que hay que crispar al contrario pero sin molestar. Ahora mismo no sabría cómo se hace esto. Dice el librepensador que hay que darles con la almohada. No es una cuestión de hacer daño físico sino de pinchar la moral de forma continuada. Así se comporta la vida -a veces-. Creo que me ha faltado brillantez pero el tema no está para poesías. Pero la pluma -a veces- escribe sola. Hoy ha sido un día de estos. Salud.

lunes, 8 de abril de 2013

Esa primavera

Floreciendo primavera
allí dónde estés.
Lo veo en tu mirada
y en el color de tus ojos.
En tu retina de arena
dónde llegan las olas
de ese mar en calma.
Tengo pruebas de primavera
dondequiera que estés.
 
Se abrió paso entre los últimos días
 del invierno.
Casi no la oigo.
Pero veo su luz.
Arroyo de agua fresca.
Días tranquilos de niñez.
Ropa blanca.
Aroma a romero,
a menta y a brisa de mar.
Al aire tranquilo
que viene de la montaña.
Huele a ti
y lleva tus andares.
 
Aparece de día.
Se esconde de noche.
Lleva tu rostro.
Lo se por la luna.
La escucho cuando me hablas.
La veo en tu mirada.
La noto cuando te ríes.
Decora mis días.
Como alas de mariposa
y patas de saltamontes.
Revolotear de abejas
en la flor silvestre.
 
Los pájaros lo saben
y vuelan de otra manera.
El día lo sabe
y se hace más largo.
La palabra lo sabe
y calla para escucharla.
 
La tierra que huele a primavera.
Luz, agua, verde.
El árbol que florece
y saca hoja nueva.
Viento renovado
ahora nace en el mar
y se adentra en el bosque.
 
Esa primavera
que llevas en los labios.
Amanecer temprano.
Anochecer tardío.
Atrás quedó el invierno,
la nieve y el frío.
Abro puertas y ventanas
y que entre la primavera.
 

viernes, 5 de abril de 2013

Escritos al viento

Os autorizo a que no le hagáis mucho caso a esa entrada. Muchas de las cosas que me rondan la cabeza podrían ser descritas como escritos al viento. Pero también podría ser que no fuera así. Ya tenemos dilema porque, la verdad, es que no estoy muy seguro. Creo que en estos casos lo mejor es escribir y que sea el que lo lee quien decida sobre el particular. Pues eso estaba pensando yo.
Sé que esto es así de la misma manera que confieso mi ignorancia sobre el tema. Ahora mismo en lo único que estoy seguro, porque lo estoy viendo, es en la luz de la luna que entra por la ventana de mi cuarto sin ni siquiera rozar la cama que permanece en penumbra. Lo considero todo un detalle. Esta situación me permite entrever las cosas al tiempo que me mantiene en el anonimato. Ser reservado y distante en mis cosas previene mis emociones y sentimientos para que estén sobre aviso. Las cosas se insinúan, se susurran, se dejan entrever. Esas medio miradas o miradas furtivas. Esos silencios inacabados o no empezados todavía. Qué cosas. Incluso en este momento juraría que el aire que he respirado ya lo había respirado en otras ocasiones. No tengo la certeza pero apostaría. Es como el ruido del mar que ahora mismo entra por la puerta entreabierta. El sonido de unas olas que seguramente estuvieron aquí en otra ocasión. Hace algún tiempo. Que vienen de vez en cuando porque les gusta.
Todo esto que digo de la luz de la luna y su penumbra, del mismo aire respirado varias veces y del mismo sonido del mar escuchado otras veces, casi me atrevería a decir que la vida, posiblemente, no sea real y por el contrario forme parte de una imaginación mía. Esa certeza que a veces me falla o ese presentimiento que a veces doy por seguro. Las cosas de la vida son así. Con la vida cuento para muchas cosas pero también desconfío de ella porque sé de buena tinta que cuando menos te lo esperas, te falla y te deja. Seguridad, inseguridad. Luz, penumbra. Sonido, silencio. Cosas que te salen bien en esta vida y otras que no.
Todo lo que ahora escribo el otro día lo estaba hablando con Sebas. Me dijo que pensaba tonterías y que si lo escribía serían escritos al viento. Aquí están. Ya lo dije en otra ocasión. A veces escribo y no corrijo. De borrador para directamente a publicarse. Espontaneidad o cosas del directo. Mira el tronco del pino que lleva armadura. Pero el pino, en sí mismo, es extremadamente sensible. Si le golpeas o le haces daño enseguida llora resina. Como la ironía. Es fácil para el que la escribe y puede llegar a ser complicada para el que la lee y no la entiende.
Hoy cuando ha empezado el día he decidido andarlo con la dignidad que me caracteriza. Para caminarlo me he puesto los zapatos más cómodos que tengo. Te cansas mucho menos. Que hay días que la vida es como es. Como las lágrimas de los ojos. Son todas iguales y quien las ve no puede distinguir si estas lágrimas son de alegría o de tristeza. O como el viento que puede soplar desde distintos puntos y con varias intensidades, pero siempre se llama viento. Los gorriones también cantan igual los días de sol que los de lluvia y frío. Cuantas cosas parecen iguales y luego resulta que no lo son en cuanto conocemos el contexto. Es bueno que las lágrimas salgan . No se pueden acumular. Sean para algo bueno o malo hay que dejarlas salir.  Igual que digo esto también digo que los labios dibujan sonrisas. De las buenas y de las disimuladas. A simple vista no se distinguen y son contagiosas. Y sean de unas o de otras todas crean arrugas en la cara.
Pienso, pues, que las ideas que me rondan la cabeza a veces son complicadas pero sólo lo se yo y nadie más. Como esa justicia escrita y que se somete a interpretación de varios jueces. Automáticamente se convierte en justicias -plural-. Una misma justicia distinta para cada ocasión y para cada juez que la interprete sin descuidar a quién se le tengan que aplicar. Qué mala cosa es eso. Sensación de impunidad para unos y de indefensión para otros. Y para complicar más esta tarde tontorrona en la que sólo me rondan tonterías por la cabeza puedo leer que el jefe del estado también tiene cuentas y dineros en paraísos fiscales. Voy concluyendo con la brillante idea de un político que dice que los antidisturbios lucirán un número en la espalda que cambiará cada día. Justo lo contrario de lo que marca la ley. A esto lo llamo yo escritos al viento. Salud
 

lunes, 1 de abril de 2013

Lunes de Recuparación

Es día uno. Lunes de Pascua. De toda la vída. Esa trilogía perfecta incluso para los que nos mantenemos al margen de la religión. El Viernes de Pasión, el Domingo de Resurrección y el Lunes de Recuperación. Porque aquí, hoy es fiesta. Hay poca actividad en el pueblo. La gente duerme hasta tarde y cuando se levanta sale a comer por ahí para despedir este minipuente. He desayunado en el bar del pueblo. En uno de ellos. Doña Ángela vive en el piso de arriba. Es su casa de toda la vida porque ha nacido allí. Abajo, en la planta baja, está el bar que regenta su hijo con su mujer. Ellos viven en el segundo. A veces han hablado de mudarse para poder tener una escalera de acceso directo al bar. Doña Ángela no ha querido. Aquella es su casa de siempre y no se hable más del asunto. Es mayor y está impedida. Sólo puede moverse con ayuda. Casi no sale y pasa las horas sentada detrás de un gran ventanal que da a una calle y a la plaza de la iglesia. Se entretiene viendo la gente pasar y escribiendo. Lo de escribir le viene de hace tiempo. Empezó como un pasatiempo y publicó bastantes cuentos para niños. Literatura infantil. Cosechó éxitos y premios. Se vendía bien y era muy conocida y querida por todos. Siempre que podía contaba los cuentos en el mismo bar. En una especie de reservado. Ahora quedan los recuerdos. Enviudó pronto y el bar de la planta baja pasó a su hijo que es quién lo lleva ahora. Es un bar de barriada como otro cualquiera. Tiene dos hijos crecidos que le ayudan. Se atreven con menús diarios y económicos. Comida casera que elabora su mujer. Es buena. No se harán millonarios pero el negocio familiar da para todos que, tal cual están las cosas, se agradece y hay que conservarlo.
En las paredes poca cosa. Un par de posters y alguna fotografía de las primeras que se hicieron en el pueblo. Blanco y negro y el pueblo con cuatro casas y las calles sin asfaltar. Sin coches y alguna bicicleta. Un espejo en una pared lateral y en otra una foto grande del equipo local con bufanda por encima que resalta. Se trabaja mucho. Más que de sol a sol. Abre a las seis de la mañana y algunos días es más de medianoche cuando echa el cierre. Todo por mantener el negocio familiar. Doña Ángela, antes de que las piernas le fallaran, bajaba y se sentaba en una mesa al lado de la barra donde está la cafetera. Por las tardes venía su hermana y estaban horas hablando de sus cosas. Su hermana es maestra de escuela jubilada. Daba clases en primaria. Al final de sus conversaciones siempre terminaban hablando de lo mismo. Su hermana, la maestra, se quejaba de que no se sentía querida por sus alumnos. Doña Ángela, en cambio, era muy querida por su público infantil. ¿Dónde está la diferencia? A ti te han visto como una persona que imparte disciplina y conocimientos y que no les consiente hacer cualquier cosa que quisieran. Yo no les impongo nada y además les entretengo con mis cuentos y algunas golosinas. No te lo tomes a mal, mujer. Es normal que sea así.
Doña Ángela ya es mayor y casi no baja porque está impedida y es complicado de bajarla y luego subirla a su casa. Su hermana la sigue visitando en el piso de arriba donde vive. Su hijo se afana por atender el bar lo mejor posible con su mujer y sus hijos que empiezan a tener responsabilidades sobre el futuro del establecimiento. Quieren renovar un poco y cambiar cuatro cosas. De momento se han hecho con un piano y una guitarra de segunda mano a buen precio. Algunas noches tocan y cantan canciones de otros y las suyas que componen a ratos libres. No lo hacen mal. Incluso han conseguido llenar el local de jóvenes atraídos por la música en vivo. Algunos clientes también se atreven con la guitarra o el piano. Ha sido una buena iniciativa y cada día hay más clientela que abarrota el bar. Doña Ángela lo escucha desde el piso de arriba dónde vive. El padre ha comentado que le gustaría ampliar el local y sacar un dinero extra. Están en ello pero para eso hay que hacer muchos números y las cuentas no siempre salen. Los hijos ya se han posicionado al respecto y prefieren formar un grupo de música y dedicarse a ello por completo. Desligarse del bar en cuanto puedan. Hay un conflicto generacional, de gustos y de futuro. La cosa está incierta. Doña Ángela está al tanto de lo que ocurre y de lo que se decide. Ya se verá en qué termina todo y yo procuraré estar informado para dejar constancia por escrito.
De momento, hoy toca disfrutar del último día de las vacaciones de Pascua. Aquí en la Isla empiezan el Jueves Santo y terminan hoy que es Lunes de Recuparación. Mañana será otro día. Trabajo de siempre y colegio. Los jubilados y los ociosos en el bar del hijo de Doña Ángela. Salud.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Moldear las ideas

Escribir un ensayo es algo así como escribir una experiencia vital individual. Ese moldear una idea hasta convertirla en historia, nueva o recurrente, que deja huella y marca pautas de conducta. Que transmite desde la necesidad de decir y el coraje heroico de decirlo hasta el final del camino. A veces el camino es hostil pero con recodos de pensamiento positivo y relajante. Que se camina ágil y rápido. Ese gusto por la locura convencional transitoria que se cuela en la mente por alguna rendija del alma. Ese ensayo o pensamiento crítico y constructivo fluido, con tintes de humor y dramatismo. Que genera felicidad y desdicha. Tan sincero que a veces te ahoga. Como un andar sobre arenas movedizas y el temor de ser tragado por la conciencia de uno mismo.
Dice un poeta que ser nadie tiene su importancia por ser algo. O sea, nadie. Ser cualquiera no tiene mérito porque puede serlo cualquiera. Ser alguien es ser nada porque todos somos alguien. Ser original pone al descubierto la mediocridad de los demás. Bueno. Después de pensar lo suficiente he decidido que Descartes era un ensayísta dualista metafísico. Que nadie se sienta ofendido porque no era mi intención insultar. Descartes se mostró relevante cuando dijo algo así como: te verso, luego es que te quiero. Y si no lo dijo no pasa nada. Bien pudiera haberlo dicho porque queda bastante bien. Es la ventaja del ensayo metafísico. No tiene sombra porque está hecho de niebla de palabras. Cortina de letras. Poupurri de ideas. Ordenadas. Primero eso y luego lo otro. El ensayo aparece como pensamientos puros o impuros. Ideas buenas, inservibles o paradójicas. Utopías pasadas de moda que ya no se llevan y que tampoco se pueden reciclar. Verdades como puños que te hacen daño cuando las lees. Pensamientos que aparecen cuando los sentidos engañan a la razón y ésta se convierte en mala compañía. Pero que luego rectifica cuando se da cuenta. Porque es la razón.
Descubro con Descartes que, efectivamente, los mensajes vienen en una botella. Pero no debes buscar siempre un papel. Me explica el poeta que tienes que beberte el destilado o fermentado que contiene la botella hasta conseguir dos cosas; verla vacía y la condición de ebrio. Es el Dualismo Cartesiano. En este momento el mensaje se ve claro y doblemente. Te quitas las bifocales y lo sigues viendo igual de doble y de claro.
Este es el ensayo puro. Libre de ataduras, de sobornos y de cautelas. El ensayo nos hace libres y Cartesianos. No por un papel con mensaje en una botella. Por un destilado o un fermentado en una botella. Si te deprimes porque ves la botella vacía, luego significa que llevas el estómago lleno. El lugar natural para depositar el vino después de sacarlo de la bota. Todo huele a Descartes, a dualismo y a ensayo. Te verso, luego te he conocido y me gustas. Secuencia lógica y atrevida. No quiero volver a tener unas palabras con las palabras a propósito de un final desagradable. Ni estando ebrio que viene a ser como una locura transitoria con resaca y dolor de cabeza. Que cuando cierras los ojos todo te da vueltas y te mareas. Pero es la única forma de conseguir leer los mensajes que hay en las botellas.
Voy a escribir ensayo aprovechando la lucidez constructiva. La adaptación a un medio por entender. Antes de que la mente se convierta en ruinas. Un terremoto de pensamientos que no dejan ninguna idea en pie. Sólo sueños soñados que ya no sirven porque están usados, gastados y agotados. Como las suelas de los zapatos se gastan de tanto andar la vida. La conciencia se pule viviendo momentos. Estas vivencias se convierten en ensayo escrito con permiso de Descartes. Con pluma cara y afilada para la ocasión. Ensayos que dejan huella que no se puede borrar. Marcas en la piel que se confunden con cicatrices pero que aportan experiencia y belleza. Como ese mar que a ratos golpea las rocas con tanta fuerza que él mismo se rompe en espuma y que más tarde acaricia la misma roca con delicadeza. Dualismo puro. Esos versos que después de leerlos y llorarlos te reconfortan. Ese ensayo literario que vive en el bosque y duerme a la intemperie para sentir el viento. Que a veces duerme en las profundidades. Según le plazca porque no da explicaciones. Una calamitosa noche de sueños mientras la imaginación navega hacia el horizonte de los pensamientos. Noches de fantasmas que no puedes identificar porque llevan el rostro tapado con una sábana blanca y no tienen ojos. Así lo hago porque así lo aprendí. De lo contrario no hay ensayo. Como tampoco existe un circo sin payasos ni animales peligrosos. Lo he dicho siempre y hoy se lo he dicho a mi psiquiatra. Me ha contestado que tiene cura. Ha sido Cartesiano: te curo esta locura, luego no podrás volver a escribir ensayo atrevido. Sólo cursilerías de náufrago a la deriva en pleno océano. Si lo hago sé que lloraré la pérdida. Quiero ser un Quijote loco por sobredosis de cordura. Ensayos que también contienen espacios en blanco que representan aquellas ideas que no sé explicar. Estos complementos que no llevo porque no me complementan nada. Estorban al camino y me hacen sangre.
Soy la metáfora del perfecto farsante. Lee a Descartes, luego ponte a escribir ensayo absurdo. No hay distinción entre el dualismo y el trastorno bipolar. Los tienes, luego los aguantas. Salud.