Escribe el columnista como habitualmente lo hace. Desprendiendo olor a naftalina caducada. Pero es el director y escribe lo que quiere o hasta dónde su inteligencia llega. Alardea de lo que ha vivido. De lo que ha visto y oído. De con quién se ha codeado. La historia, en parte, la ha escrito él porque ha formado parte de los pasajes más importantes y más trascendentes. Vete a saber. Pero no seré yo quién le lleve la contraria. Que tiene una edad de ser respetada. Además es el director. Le gusta un libro que se ha publicado y dónde se biografía la historia de la primera dama española. "Mujer hermética, difícil de entender y calibrar, con sus luces y sus sombras, con sus vaivenes y sorpresas, cuyo objetivo ha sido el cumplimiento del deber. Personaje excepcional que conoció de niña la dureza del exilio, la incomprensión y que se ha convertido en una de las figuras más queridas de la vida española".
Una vez dicho esto alaba la figura de la autora del libro en cuestión. Dice de ella, "practica una belleza literaria y una maestría para la biografía histórica. Escribe como los ángeles. Su escritura parece traslúcida y se enciende en los ojos del lector. Ha entendido muy bien al personaje concluyendo con un extraordinario libro histórico repleto de grandes acontecimientos y acumulando pequeños detalles para recrear el clima de la época y del entorno de lo ocurrido. No es un libro anecdótico ni menor ni está salpicado de rumores ni de bulos. No se aprecian cursilerías, cuestiones insignificantes o juicios pueriles". Esta muy bien que diga esto y lo deje por escrito porque el resentimiento que acumula el columnista le impide distinguir lo bueno de lo malo y confunde lo bueno cuando está escrito por alguien afín y lo malo si viene de otros de cuyo nombre no suele acordarse ni yo tampoco.
Pero incluso siendo esto así como lo cuento, el columnista, a la vez que escritor mediocre y miembro de la RAE avalado por no se quién y cuyos pasajes oscuros de su vida me provocan repelús, tiene su punto de crítica de cloaca. Queda claro y así deja constancia de que por muy bien que se escriba o narre, por parte de esa autora-escritora, la biografía o la historia y por muy famoso que sea el personaje protagonista de lo narrado, "discrepo de muchas de las afirmaciones que se hacen en el libro. Creo que la autora no ha consultado suficientemente algunos de los estudios históricos de lo que narra porque no son precisos. Y no lo son porque el columnista los conoce de primera mano e incluso ha participado en algunos de estos pasajes historiados por lo que puede afirmar con rotundidad que la realidad fue muy diferente".
Lo dicho. El no ha escrito el libro que le ha gustado y da una de miel a la autora porque le agrada todo de ella y una de hiel por haberle quitado el privilegio de ser él quien narrara o historiara la biografía de la primera dama española. Sigue siendo un calamar que echa tinta para difuminarse y desaparecer. Que ya fue protagonista en este blog por lo mismo y en los mismos términos. Es que no escarmienta. Salud.