miércoles, 21 de marzo de 2012

Desayuno con amigos

Es un desayuno pero no uno cualquiera. No es Breakfast at Tiffany's de Blake Edwards. No estaban Audrey Hepburn ni George Peppard. Pero había diamantes. No los convencionales sino de carne y hueso. Me explico. Ya empiezo a estar aburrido de la crisis y de la palabra crisis. Algo está haciendo mella en mí y es el hartazgo de tener que desayunar todas las mañanas con clases de economía. Todos los días lo mismo. Los mercados. La crisis. Los recortes. La mala leche y todo esto que ya empieza a molestar y a ser grosero. Basta. No quiero seguirles la corriente a los políticos, banqueros y vividores a costa de mi sueldo. Ya no me estimula ni la prima de Riesgo. Es un agobio y necesito aire puro para poder respirar hondo. Estoy viviendo en un equívoco del que necesito salir urgentemente. He tomado la decisión de que esto no es bueno para mi salud y a partir de ahora lo voy a catalogar como Spam para que no me llegue.
Bien. Esto ya es otra cosa y para celebrar este paso tan importante que acabo de dar en mi vida he invitado a desayunar conmigo a algunos de mis amigos como Sinforoso, Ángel, Catalina, Cosme, Oswaldo, Palmaditas, Gonzalo y otros que ya conocéis por mis entradas. El lugar de encuentro no podía ser otro que Es Comerç. Han venido todos y han sido puntuales. Ninguno tiene problemas de agenda y ninguno tiene problemas económicos porque se han acostumbrado a vivir con su pensión mínima y sus posibilidades son las que son. No se permiten caprichos pero tampoco esto les quita el sueño. A ver. Están en su ocaso y sólo se plantean objetivos a corto plazo y cumplibles. Este desayuno ha sido oportuno porque ha cambiado el enfoque de las cosas. Con ellos la vida se ve desde un punto de vista más humanista y menos pesetera. Son amigos valiosos en estos tiempos que corren y recuerdos del pasado que resultan gratificantes. Testimonios enriquecedores de antes. De otros tiempos que seguramente no fueron mejores pero que no eran tan crispantes. Practican el compañerismo en lugar del egoísmo. Su actitud es pegadiza. Hablan de forma pausada y nadie interrumpe. No están molestos con nada ni con nadie sino agradecidos por lo que tienen. Su felicidad radica en el conformarse. Es así. Insisto en que ha sido una buena idea lo del desayuno y un momentazo en mi vida indescriptible y que quiero repetir. Palmaditas dice que la próxima vez paga él. Es el que tiene mas pasta de todos. Quizás le dejemos que nos invite. Total.
Sinforoso ha venido con el traje negro que llevó el día de su boda y con el que ha sido retratado. Está feliz por la cantidad de gente que ha ido a verle. Nunca llegó a pensar que se haría tan famoso. Gonzalo está encantada de haber hecho amigos después del programa de televisión. Ahora sale y se comunica y se relaciona. Escribe sus memorias y tiene un blog con más seguidores de los que tengo yo. Cada intervención de quien sea es seguida por los demás con atención. Nunca antes se habían conocido. Sus vidas llevan un ritmo pausado y sencillo pero seguro. Constato que la estupidez humana termina a cierta edad. En este desayuno y con estos invitados no la percibo, todo lo contrario. Y esto me gusta. Han conseguido ser felices a su manera y me contagian. Su ternura los hace distintos y fuertes frente a las adversidades del momento. La edad les ha regalado una sabiduría popular que envidio. No pretenden grandes aventuras sino sobrevivir sin sobresaltos. Viven un realismo natural. Sin complementos. No se pueden permitir otra cosa y esta es su grandeza porque les va bien y están agradecidos por lo vivido. De lo contrario tampoco iban a arreglar nada y lo saben. Hablan de sus cosas y se hacen confidencias para ser mas fuertes y poder aguantar las tropelías. Ángel sigue convencido de que algún día vendrán de su planeta a rescatarlo más pronto que tarde. Cosme sigue soñando y representando cada noche su obra preferida. Palmaditas y Catalina hacen manitas debajo de la mesa y yo hago como que no lo veo. Cada uno a lo suyo y procurando no molestar sino agradar.
He conseguido lo que buscaba desde hacía algún tiempo. Desayunar con mis personajes de ficción. Faltaban porque son muchos. Vendrán otro día. Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre hasta que aprenda a hablar. Ellos son mis mejores amigos y hablan y me dejan hablar. Me siento bien conmigo mismo y bien acompañado. Repetiré esto por si alguien quiere venir. Estais avisados. Salud. 

lunes, 19 de marzo de 2012

Moradas, cuatro

Otra vez de vuelta a la Villa y Corte a la vez que Capital empezamos a andar tranquilamente por el barrio de las letras. De día no demasiado activo pero de noche se convierte en un bullicio intransitable. Tabernas, comedores, terrazas, restaurantes, bares, teatros y lugares de ocio. Todo lleno y con lista de espera escrita. Todos los sitios son buenos por lo que no cabe aconsejar ninguno en particular para no equivocarme. Ve. Pasea y descubrelo tu mismo que cuando el hambre aprieta cualquier sitio o lugar es bueno o mejor y satisface con creces las expectativas. Al fin y al cabo estás en el centro de Madrid.
Una cosa tengo que añadir. Tienes que visitar el mercado de Antón Martín que luce medio al aire libre haciendo esquina con Atocha y el Pasaje de Doré. Justo en esta esquina esta Casa Viñas. "Viñas, el perfumista de Atocha 62". Hay mil letreros que explican las bondades de los perfumes, jabones, cuchillos, tijeras y navajas de Albacete. Todos de acero inoxidable y a los mejores precios. A la tienda se entra por orden facultativa y así lo reza un letrero luminoso. "Millones de clientes en toda España acreditan el valor de los artículos que se venden en Casa Viñas". No quiero malos entendidos y por tanto huyo de engaños. La tienda en cuestión no pertenece a ninguna multinacional ni tiene la envergadura de una gran superficie. Es una tienda pequeñita de las de antes. La mesa de enseñar los productos y de vender los artículos abarca todo lo largo del establecimiento regentado por la hija de quien fundara todo esto. El perfumista Viñas. La dueña pasea sesenta y siete años encima y no los aparenta. Doy fe. Pelo corto y canoso al natural. Cara sin arrugas que es una envidia. De carácter hiperactivo que para tranquilizarse se toma un café y vuelve enseguida. Está acompañada del inútil de su marido y de un dependiente incapaz. No quiero ofender pero estas palabras no han salido de mi boca sino de la suya.  Dentro de la tiendecita caben cuatro clientes y digo bien porque no exagero. El resto espera turno en la calle. Hay género en todas partes. En los que debe de haber y en cualquier otro sitio que pueda molestar y molesta. Pero a la dueña, que es voluntariosa, le da igual y te mima.
Todo con moderación no entraña peligro y procura experiencias que gratifican la existencia terrenal. Quedáis aconsejados de lo que hacer y de dónde ir. Cada cual obre a partir de ahora según le plazca. Andar mucho tiempo por estas calles del barrio de las letras llega a cansar y esto lo remediamos haciendo paradas intermitentes para degustar una tapa y una caña -o una clara de limón-. Que hay muchas tapas y muy variadas y todas buenas. Según la época que vayas puedes encontrar colas de gente ociosa y con ganas de venerar. ¿A quién? Hasta una semana esperando al raso para besarle los pies a la imagen del Cristo de Medinacelli. Si buscas remedio para tu alma hay múltiples lugares de culto. Si buscas remedio para tu cuerpo ya te he contado dónde debes de acudir. No por mucho mover los labios se mejora la oración y no por mucho mover la boca se come mejor. La dependencia gastronómica en este tipo de viajes empieza a ser una esclavitud pero se convierte en aventura y es buena y a ella nos hemos encomendado. Desocuparse de la rutina para ocuparse del ocio es recomendación aconsejada porque así está escrito en los libros.
Si las cosas no salen a la primera es cuestión de repetir y en esto estamos hasta que nos salga bien. No queráis saber mas porque aquí lo dejo. Ni una palabra demás. Dios Nuestro Señor nos ha acompañado y bien que otras ocasiones habrá y lo contaré con todo detalle. El estilo saldrá de una u otra manera según el libro de cabecera que tenga a bien llevarme. Se admiten consejos. Esta vez, insisto, han sido las Moradas de Teresa. Pues así queda escrito y troceado en cuatro partes para mejor lectura. Leedlo con atención para fomentar la cultura. Salud.

domingo, 18 de marzo de 2012

Moradas, tres

Llegados a este punto tengo que parar. Que hoy es día principal para una dama fermosa y apañada que viene en celebrar que cumple años porque vino a nacer tal día como hoy del día del Señor de mil nuevecientos cincuenta y ocho. Felicidades pues. Y nosotros a seguir por tierras de Segovia y en la Morada de Cándido que esto es historia escrita y por tanto historia verdadera que nuestras generaciones venideras deberán de conocer.
Cuando el comedor está lleno aparece el primer cocinero y deja un cochinillo de los de verdad sobre una bandeja de barro justo en el centro del salón. Viene Alberto Cándido, el primogénito del verdadero Cándido, que ahora ostenta el título de Mesonero Mayor de Castilla. Título que tuvo por primera vez su abuelo y luego su padre. Ataviado con las distinciones pertinentes para la ocasión se dispone a la ceremonia de trinchado del cochinillo -o troceado que dicen algunos-. Lee una alocución en un papel de gran formato y letra grande. Dice así: "Hoy aquí y en ocasión de vuestra visita a nuestra muy noble y muy leal ciudad de Segovia procedemos a trinchar el cochinillo asado. Antigua celebración que se hace en este Mesón desde los tiempos de Nuestro Señor Rey Don Enrique IV de Castilla. Siempre fue necesario obtener un permiso real. Permiso real que tienen ustedes hoy aquí. Dice el permiso: Concejos, justicia, regidores, damas, caballeros, escuderos, oficiales e homes buenos, sabed que muy alto y que muy esclarecido Señor, Nuestro Señor el Rey Don Enrique, que por facer el bien e merced a Perez de Cuellar su aposentador real, fundador de este Mesón, y a cuantos le sucedieren, otorgo privilegio para que con el tribunal debido pudiesen facer el trinchado del lenchoncillo a la manera ruda y patriarcal como durante siglos lo facieron remotos pobladores de estas tierras y por ende y por el privilegio de su esmentado, yo hijo de Cándido, que fue Mesonero Mayor de Castilla y que fuera refrendado por su Majestad el Rey Nuestro Señor Don Juan Carlos I de España, lo hago para vuestras señorías".
Ahora levanta la mano con la que sostiene un plato de la vajilla. Golpea con fuerza sobre el cochinillo y lo trocea en unas seis partes que luego serán servidas. Esto se hace para demostrar que la corteza del animal está en su justo punto crujiente. Luego de esto, tira el plato al suelo que se rompe en muchos pedazos y la clientela se afana para recoger algunos de los trozos donde anotarán el nombre de Casa Cándido y la fecha para llevarse un recuerdo a su tierra. Fotos y demás y a seguir comiendo que no degustando. Así queda reflejado de mi puño y letra para vuestro conocimiento y entendimiento. Y ahora que lo he contado ya sabéis lo que se hace, lo que se dice y como se hace. Advertidos estáis de dónde no tenéis que ir si queréis comer bien. Una cosa es cuidar la herencia y otra muy distinta descuidarla para hacer caja de las rentas. Que a la larga se despersonaliza y pierde el encanto y la clientela. Que la gente va dónde se come bien al margen de la fama que uno tenga. La cocina castellana bien elaborada quita el sentido por si misma y la razón si se acompaña del mejor vino del lugar.
Hablamos de la tradición y me comenta Alberto Cándido que hay dos momentos importantes que marcan un antes y un después en este Mesón. En el año del Señor de mil nuevecientos cuarenta y dos su padre se dispone a trocear un cochinillo con un cuchillo de carnicero como siempre se había hecho porque así lo mandaba la tradición. Se da cuenta que no lo lleva justo en el momento de la ceremonia y con el comedor abarrotado de gente. Se gira hacia su amigo y primer cocinero Faustino que también se ha percatado de lo que ocurre y tampoco lleva el cuchillo. Le pone un plato de la vajilla en la mano y le dice: "Con el plato, jefe. Con el plato". Así se hace y el público aplaude a rabiar. Cándido se siente satisfecho y le dice a Faustino, "hoy habremos ganado mucha fama". Otro día la misma ceremonia. Cuando termina, y como es costumbre en él, levanta los brazos en cruz para brindar un saludo a los comensales y el plato se escurre de su mano y va a parar al suelo rompiéndose en mil pedazos. La gente no para de aplaudir y  hasta hay empujones para hacerse con un trozo de vajilla. Cándido no sale de su asombro y mira fijamente a Faustino que esta detrás, como siempre. "Faustino, hoy hemos rematado la faena". Desde entonces no se ha vuelto a utilizar cuchillo alguno en la ceremonia de trinchado del lechoncillo. Se trocea con un plato que luego se tira para que se rompa. Y así se sigue haciéndo y es una imagen que ha dado la vuelta al mundo.

sábado, 17 de marzo de 2012

Moradas, dos

Y llegados al hotel nos aposentamos y descansamos para salir, luego de un tiempo, a que nos diera el aire contaminado de la capital. Callejeamos tanto como pudimos y nuestros pies, rodillas y caderas aguantaron. Siempre procuramos alcanzar el gozo en nuestros viajes de ocio y comunicarnos con otros turistas y autóctonos que esto hace bien a la hora de encontrar lugares de interés que te alegran la vista y otras cosas. La gastronomía esconde grandezas al igual que edificios, tabernas y teatros. Que son placer para los sentidos de quién sabe disfrutarlos.
El Mercado de San Miguel es un clásico lugar de peregrinación y concentración en el acto del buen comer y del buen beber. Del todo variado y apetecible. Punto de encuentro de razas y culturas y mayormente nipones e ingleses. Aquí el cuerpo se pone a punto y el ánima adquiere otra dimensión cuando vas por la segunda debida caída del mismo cielo y que llaman Vermut de Grifo Dulce acompañado de unas olivas. De camino a este Mercado de comer tienes la obligación de realizar parada en Casa Labra. Bacalao y croquetas, dos de cada por persona, y una caña o clara o vermut. Que cada cual sabrá lo que le gusta y lo que le traspone lo justo para sentir placer.
A otro día de buena mañana y con el estomago ocupado y entretenido con un desayuno fugaz según tradición cristiana nos desplazamos a la noble villa de Segovia para degustación, en hora del mediodía y un rato más, de algo de cochinillo y algo de lechazo a partes iguales. Vino de la tierra en su justa medida para no perder la razón ni el entendimiento. Este día toca un caldo de Hacienda de Monasterio del dos mil ocho que quita el sentido. Que todo esto que cuento y escribo es cierto y así consta en el libro de visitas nuestra presencia física al viejo Mesón de la antigua plaza del Azoguejo a los tres días andados del mes de Marzo del año del Señor de dos mil doce. Segovia, villa histórica desde los romanos y famosa en décadas por su ganadería, su industria lanera y muchas cosas más, todas ellas importantes y principales. La Plaza Mayor que una jornada vio coronarse reina a la Infanta Isabel la Católica como Reina de Castilla y ahora es famosa por lo que cuesta dos refrescos y una bolsa de patatilla. El patio de armas de su Alcázar que vivió la boda real de Felipe II. Su acueducto romano en la antigua plaza del Azoguejo donde fue construido este Mesón o casa de vinos y comidas que es cómo se llamaba antes. Único que queda de todos los construidos con fachada de entramado de ladrillo y con soportales de arquería de orden toscano.
Nos recibe Alberto, el hijo de Cándido, que sigue en el negocio familiar con esfuerzo, empeño, sacrificio y dediocación para que, los que hacemos parada en este lugar, tengamos la acogida deseada. Pero la cosa ya no es así. No es lo que era ni lo que debería de ser. Ahora es todo negocio y no hay trato y en este tipo de establecimientos esto no ha de ser bueno. Las mesas son demasiadas y no te puedes mover ni con dificultad. El jamón que debes pedir para hacer boca y estimular los sentidos ya no se corta a mano sino a máquina y de una finura extrema que se transparenta. El pan no se sirve caliente. No hay olivas para entretener la espera ni tampoco ensalada. Aparte y si lo pides. La rapidez es lo que importa. Cuanto más rápidos más clientes por jornada. Definitivamente, no. El cochinillo ha pasado en mucho los veintiún días y los cinco kilos. Esta hecho a prueba de dentadura joven o nueva. Del lechazo mejor no hablar porque resulta un insulto al viajero y al comensal que a fín de cuentas es la misma persona. Así tal cual no hay futuro. No se puede vivir de rentas de forma infinita. Comer rápido y desalojar que hay cola para entrar. Con el café entra la cuenta y un mantel limpio que pondrán tan pronto hayas ahuecado. Pues así es y así lo cuento para que no caigas en la tentación de acudir. Avisado está y no seré yo quien lo repita. Salud.

viernes, 16 de marzo de 2012

Moradas, uno

He estado un buen rato suplicando a Nuestro Señor que hable por mi a través de la escritura. Yo no consigo atinar cómo comenzar y cómo seguir cumpliendo con el deseo de contar las cosas. Será que me falta fundamento espiritual para edificar el acto literario de la narración de los acontecimientos o cúmulo de sucedidos que pasan en la vida terrenal y en los que yo esté implicado directa o indirectamente o simplemente no tenga nada que ver. Todo para deleite de mi ego al escribir y al vuestro al leer, que no es poca cosa. Aquí sigo sin hallar las palabras para describir las bondades y la hermosura de lo que me ocurre porque me falta capacidad de entendimiento. Así es cómo es y que no hay necesidad de explicarme mucho porque ya me conocéis y sabéis de sobra cómo soy y lo que verdaderamente hago y cómo lo hago por lo que tendréis idea formada.
Lo que si vengo a decir y a diferencia de otras veces que algo parecido ha sucedido es que el uno de Marzo de este año del Señor he llegado a Madrid, que es capital, y he dispuesto todo para llegar desde el aeropuerto hasta el hotel en un tren subterráneo que han venido en llamar "metro". Ya veis lo que son las cosas y qué forma más extraña tienen algunos en poner nombre a las cosas. Pero es así y cualquiera podrá comprobarlo cuando quiera que yo no miento. Tal es así que sabiendo cómo soy y lo que hago vengo a decir y a firmar que el día citado, este metro, circulaba casi vacío. Irreconocible. Sobraba sitio para moverse con facilidad y asientos dónde reposar y descansar del ajetreado viaje y del transportar maletas. Si mi memoria no me engaña ni me falla pude contar, en un mismo vagón, hasta seis jubilados, cinco turistas, cuatro parados y un becario currante subvencionado intentando hacer un recado so pena de que se le aplique la nueva reforma electoral vigente. Me refiero, literalmente, a darle una patada en el culo de forma justificada y perdonadme la expresión pero me viene de inspiración divina. Os será de gran consuelo tener esta información y alabareis mi bondad al considerarlo por si queréis seguir mis pasos. Era un día laborable de Jueves y sobre la hora décima del mismo día.
Otra cosa que he constatado y de la que quiero dejar referencia escrita es que estamos en fecha aún lejana a San Jorge y por este motivo la gente todavía no lleva libros de vacilar ni de hacer que lee concentrado. Practican el ocio del transporte mirando a ninguna parte mientras el metro te lleva al lugar de destino. ¿Todos? No. Todos, no. Una señora bien fermosa originaria de Sa Roqueta o El Pedrusco -según se quiera mirar- saca un libro de su bolso y casi llego a creerme que lo lee con la concentración suficiente. Yo, en un sin querer, he cogido para este viaje y como libro de cabecera y de tiempo de ocio Las Moradas de Teresa. Me estoy dando cuenta, y seguro que tu también lo habrás notado, de que algo pegadizo es y se me habrá contagiado porque mi escritura resulta peculiar o particularmente extraña. Como de antiguo. Que digo yo que tenemos alma en el cuerpo y que nos dice cosas bonitas a las que hay que hacer caso para tener el favor del Todopoderoso que habita en nosotros -que somos su morada en la tierra- y lo digo yo que soy practicante del ateísmo verdadero aunque me encuentre en las propiedades de Rouco. O sea, en Madrid. Salud.
 

miércoles, 14 de marzo de 2012

Palmaditas

Ha salido publicado un libro. Pura narrativa y de la buena. Estructura literaria y sintaxis impecables. A las pocas semanas se ha convertido en número uno de ventas en varios países y traducido en varios idiomas. Es la obra de estreno de un autor entrado en años y que ha dado el paso definitivo de publicar. Aspiración de todos. Primero va el deleite de la escritura y luego la recompensa al esfuerzo en forma de verse respaldado por un público que te compra la obra para leerla.
Todo esto viene a cuento porque el protagonista de la novela es un octogenario que está en la misma residencia que Catalina M.J. de quien ya hice mención en alguna entrada anterior. A este octogenario lo conocen como el "Palmaditas". Es un revolucionario con ideario republicano que tiene, a su edad, un punto de lucidez permanente que explota para disfrute de su jubilación. Tiene familia pero poca. Son años. Palmaditas pasa de talleres de reestructuración o recuperación cognitiva y de adiestramiento en habilidades sociales, manuales, mentales y todas estas mandangas que algunos psicoterapeutas han puesto de moda para conservar un puesto de trabajo fijo aunque esto suponga tontear a los mayores. Como quiera que sea, Palmaditas tiene inquietudes y ningunas ganas de perder el tiempo sino todo lo contrario. Aprovechar cada minuto de su vida se ha convertido en una obsesión. No se siente cómodo y decide escaparse de la residencia de ancianos donde está alojado. Prepara una mochila con los útiles de supervivencia o subsistencia -según se quiera- y una noche salta por la ventana y se va.
Todo un mundo por delante. Todo el tiempo del mundo. El mundo a sus pies. Demasiadas ganas de ser libre y la convicción de que nadie le creará problemas. El cambio radical que le ha dado a su vida le sienta bien.  El octogenario Palmaditas está sentado en una estación de autobuses y observa como un trajeado se aparta de sus pertenencias. Nunca ha delinquido pero la adrenalina le puede. Necesita esa dosis de morbo en su rutinaria vida. En los baños de la estación abre el maletín que acaba de coger al descuido y observa atónito una gran cantidad de dinero que seguramente nunca podrá gastar. Todo seguro que no. Libre y con pasta podría ser el título del libro. Busca un hostal y una habitación con baño. Aseado. Peluquería. Tienda de moda y ropa nueva con la que parecer un pimpollo. Irreconocible. Parece más joven, más guapo, es más rico y es más libre. Se hace amigo de algunos jubilados que pasan el tiempo -o lo matan- sentados en un bar. Hablan, ríen y se cuentan historias de su vida. No le asusta la novedad ni la soledad del momento. Pasará. Vive a tope y ya le falta tiempo. Se mueve y pasea. Compra cosas para él y sus amigos. Asiste a conciertos. Va al teatro y al cine. Lee las novedades editoriales. Compra un lote de libros y los empaqueta para mandarlos a Catalina M.J. junto con un ramo de flores. Lo que sea porque será lo último. Hasta que el cuerpo aguante o el dinero se termine.
Una mañana aparece la policía. Buscan a alguien que gaste mucho. Los jubilados no saben y no contestan. Nadie sospecha de Palmaditas porque es octogenario. El dinero está guardado donde debe. En un calcetín y debajo del colchón del hostal donde se hospeda. A los bancos ni se entra. Cada día una locura. Cada locura un subidón de vitalidad. Cada subidón un motivo para seguir viviendo en libertad. Esta no es la jubilación que se había imaginado pero no le hace ascos a lo que le ha tocado. Una llamada de teléfono y habla con Catalina M.J. Se citan en una cafetería céntrica. Se alegran de volver a verse y a sus ochenta y tantos años deciden planificar su futuro libres de las ataduras que el sistema ha planificado para los mayores. Qué cosas. La mejor historia de amor está por escribir. Salud.  

domingo, 11 de marzo de 2012

Prima matina

Fray Luis María está sentado en una sillería de cedro con elementos manieristas y con la eñe grabada en la parte superior. Toca la primera oración de la mañana y todavía no ha amanecido. Mientras su mirada parece estar perdida esboza una sonrisa de carácter irónico y cargada de cinismo. Su cabeza está llena de ideas que tiene que domar, dar forma y pulir y esto pesa por lo que apoya la mano izquierda en su barbilla y con dos dedos apretando el moflete que lo hace desviar hacia adelante. Tiene que pensar lo que luego va a escribir y cómo lo va a escribir. Siempre con la iluminación divina que en su infinita bondad guiará su pluma con rectitud hasta conformar un texto envenenado contra lo que sea -se mueva o no-. Esta mañana plomiza y fría toca Educación para la Ciudadanía. Cree Fray Luis María que Don Francisco no estuvo del todo acertado con su Formación del Espíritu Nacional. Entiende, desde su ignorancia, que Don Francisco fue un dictador emergido de una guerra civil. Hay que rezar mas. Es evidente que Dios no inspira suficientemente a Fray Luis María porque en realidad, el dictador, emergió antes y luego fue cuando montó su guerra civil para deleite de su ego y el de sus generales. Todavía hoy, setenta y cinco años después, muchos de los que no compartieron su ideario -los contrarios, los malos, los enemigos, los rojillos- tienen sus huesos abandonados en las cunetas.
Cuenta Fray Luis María con muy mala leche y en un entrecomillado que cuando hay socialismo el poder reside en el pueblo y no en sus gobernantes y se da un régimen de igualdad y libertades colectivas. Que es cosa de gente sensata y moderada y que es la única solución que tiene la gente de evolucionar adecuadamente en lo que respecta a la acción social. Lo escribe con mofa, con ironía e incluso rebaña pan porque piensa todo lo contrario. Parece ser que su Dios, en su magnífica providencia, hoy lo tiene un poco descuidado y así le va. También podría ser un problema de concentración porque tan de mañana y aún sin amanecer el cerebro descansa. Para mí, y sin ánimo de ofender, creo que necesita que se le aplique un programa de reestructuración cognitiva y entrenamiento en habilidades sociales y culturales además de un soporte farmacológico. Todo lo contrario que mi amiga Catalina M.J. de una de las entradas anteriores. Echa mano de la estadística y anuncia que cincuenta y cinco mil familias han solicitado, mediante denuncia, que vuelvan a poner religión. Que Educación para la Ciudadanía y el parchís no deben estar en las aulas.
Sigue en su entrecomillado para destacar que la victoria democrática del partido azul ya ha puesto remedio a este desmadre gracias a la competencia del Ministro de Deporte. Y lo escribe así de sencillo como si las victorias del partido rojo no hubieran sido democráticas. Ya al final de la primera oración y cuando Fray Luis María todavía sigue en babia ve un rayo de luz que emana del mismo universo y que al tocarle le obsequia con un punto de lucidez que no sabe aprovechar. Vuelve a entrecomillar para escribir que Educación para la Ciudadanía es un cáncer que hay que estirpar antes de que haga metástasis. Los autores de esta tropelía han sido desenmascarados y sus encubridores también. La asignatura de adoctrinamiento totalitario ha sido sustituída de forma fulminante. Por fín nuestros jóvenes podrán pensar libremente. Las ideas de Fray Luis María han sido como una premonición. Los jóvenes han empezado a pensar libremente y han decidido salir a la calle a pedir lo que es suyo. Lo que les toca. Alguna delegada del Gobierno que no aprobó Educación para la Ciudadanía  y no sabe pensar libremente se ha cabreado y ha actuado de forma inculta sacando a los nacionales a la calle.. El ministro de Deporte cree que los estudiantes y universitarios tienen más de lo que necesitan y ha empezado a recortar que es lo único que ha demostrado saber hacer. Así andamos estos días. Pero nos queda Fray Luis María que dice que sería bueno una asignatura de Educación para la Salud. Que nuestros jóvenes están obesos y no saben comer. Con esta nueva asignatura aprenderían patologías, prevención y tratamientos y en lo que dura la enseñanza obligatoria más los tres años de bachillerato ya saldrían con la carrera de medicina. Pues si es así, sea. Salud.

jueves, 8 de marzo de 2012

Crítica literaria

Quería leer. Tenía la necesidad de leer con la ilusión que uno pone en aquellas cosas que de verdad le interesan. Pero no podía. En la terraza no cabía nadie mas. El tiempo, cuando acompaña, invita a la gente a salir de sus casas, a quedar para tomar algo y a charlar de lo que sea. Simple excusa pero válida. El paseo marítimo en el que está la cafetería también está repleto de gente en un ir y venir a un ritmo ocioso y más preocupados por sus mascotas que por otra cosa. Al final conseguí abstraerme de todo y conseguí leer algo de un suplemento a modo de revista y con crítica literaria incluida. Cada página un autor con su foto. Foto de la tapa del libro. Número de páginas. Editorial y precio desorbitado. Luego todo un escrito sobre la obra, el autor, el autor con su obra, la obra en el conjunto, el autor en el conjunto de lo demás y la crítica literaria del libro en cuestión. Buena o mala según el crítico y su estado de ánimo en el momento de escribir.
No tengo por costumbre dejarme influir para nada de lo que escriba un crítico sobre un libro. Aunque suelo leerlo pero siempre a cierta distancia porque no son imparciales. He podido comprobar a menudo que sus opiniones distan mucho de lo que yo pueda pensar. Esta bien otro punto de vista pero nada más que esto. El crítico lee por obligación y no por devoción. Cobra para hacer este trabajo. Si el escritor es del agrado del crítico el resultado suele ser un gran libro con una construcción literaria excelente y un tema innovador llevado con maestría. El lado contrario puede ser una crítica feroz y un ataque frontal que puede dejar tocado al autor y a su obra. Por este motivo no es bueno leer a los críticos salvo aquellas personas que tengan criterio suficiente para no dejarse avasallar.
Cuando quiero leer algo busco un tema de mi interés. Narrativa, novela, ensayo, poesía, etc. Autor conocido que ya me ha gustado y cuyo estilo se adapta a mis necesidades. Otras veces no es así pero leo con la misma pasión aunque luego tenga que reconocer que no me ha gustado. Al final siempre soy yo el que decide y lo digo sin intencionalidad de influir ni de interferir. Justo tengo enfrente la crítica literaria del último libro de una autora consagrada al que el crítico de turno pone a parir de malas maneras. Que no es su estilo habitual. Que va a menos y no suscita el más mínimo interés. Que se extiende en algunas cosas y no llega en otras. Que utiliza terminología inadecuada o inapropiada para el estilo al que se ha apuntado y que no es el suyo. Que para escribir esto mejor haberlo dejado para otra ocasión con un mínimo de inspiración. Resulta que yo he leído este libro. Es el estilo que me gusta. La sintaxis que me gusta. El tema es de mi agrado y está equilibrado en sus momentos y en su desarrollo. Es decir, si yo hubiera sido el crítico literario responsable hubiera dicho todo lo contrario que el tal MECV.
Ser crítico literario no es bueno. No son gente de fiar. Cada uno debe comprar y leer con libertad y si luego quiere comentar lo hace opinando y sin intención de influir. Es lo que debería de ser. Salud.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Anti-Disturbios

Grupo de elementos que con la excusa de evitar un presunto disturbio generan uno mayor y de consecuencias importantes. Al mando, seguramente un descerebrado con bigotito franquista que calienta a estos elementos y los incita a la brutalidad. En un despacho, al estilo Barby, la delegada del gobierno de turno con resentimiento caciquil porque nunca consiguió terminar una carrera por sí misma y si lo hizo fue por las influencias de sus progenitores. Está donde está porque tiene carné que ha heredado de su papa.
Andan con paso firme porque se sienten protagonistas de una novela de terror o novela negra. Ninguno de ellos leerá esta entrada porque sólo aprendieron tres vocales y cinco consonantes. Aquí hay más y están mezcladas. Putada pues. Disfrazados como robots son pura anécdota de la historia, de la vida y de la realidad. Son pinceladas abstractas que reflejan un momento. Sus movimientos son aleatorios y sin orden. Lo repugnante es que dicen ser los defensores del estado del bienestar.
De pensamiento nulo y desconocedores de la palabra intelectualidad, sentido común o libro. Su vida se resume en una recopilación de anécdotas que no interesan a nadie. Sin biografía destacable y sin expectativas de futuro. No aportan nada a la cultura del país. Pura colección de sucedidos. Patético. Los instintos más básicos cuando se mezclan con las emociones y los sentimientos primitivos generan problemas de carácter ético. Atacan en grupo porque un adolescente estudiante con un libro en la mano resulta un peligro y es considerado un enemigo. Saben que hay una ley contra el maltrato pero la ignoran. No controlan su adrenalina y pierden las formas.
Puedo imaginar cuando llegan a casa después de un día agotador en la universidad o delante de un colegio tratando con estudiantes cultos. Huelen a testosterona y a buen seguro someterán a su mujer en la cama para luego quedarse dormidos. Es lo segundo que mejor se les da. Salud.

lunes, 5 de marzo de 2012

La baja

A los ochenta y siete años uno ya es mayor y que no se interprete como "viejo". Catalina se conserva muy bien pero es mayor y se ha dado cuenta. Dice que se ha caído y que le duele un brazo y una pierna. Le duelen tanto que casi no puede andar y a duras penas puede coger ciertas cosas. 
No apreciamos nada en la exploración y no se aprecian lesiones en las radiografías. Seguramente no tiene nada. Ella insiste que con tanto dolor que sufre no veamos nada y pensemos que todo es normal. Le indicamos un poco de reposo durante unos días y analgesia si procede. Catalina insiste en que deberíamos de ingresarla o por lo menos firmar una baja laboral. A ver Catalina, que esto no es posible. La baja laboral sólo se da a quien está en edad de trabajar y tiene un trabajo. Tu tienes ochenta y siete años cumplidos y llevas muchos años jubilada. No te podemos firmar una baja. Ella no lo entiende. Necesita la baja para poder justificar que no podrá realizar las actividades habituales durante un tiempo. Hasta que esté bien.
En el universo de su memoria y su razón no entiende la situación en la que vive. Su conciencia no encuentra respuesta. En su vida ya no percibe la armonía que busca y esto le genera inquietud, ansiedad y desasosiego. Pues si soy mayor y no estoy en edad de trabajar es porque debo descansar y hacer lo que quiera mientras mi cuerpo aguante. Lo has comprendido bien. Disfruta tanto como puedas. Vale, pues no es así. Un rato de conversación nos permite descubrir y entender lo que la inquieta. No puedo hacer lo que me gusta porque no tengo tiempo. Tienes todo el tiempo del mundo. No es así, espeta. La rigidez de los horarios en la residencia de ancianos donde vive no le dejan. Hay un equipo de asistentes sociales, personal de apoyo y un grupo de voluntariado para entretener que la mantienen ocupada y agobiada todo el día y cada día.
Nunca me hubiera imaginado una vejez metida en talleres de recuperación cognitiva y de la conducta. En entrenamientos de estrategias terapéuticas no farmacológicas y haciéndome un seguimiento especializado y una valoración de resultados en los que no se me consulta. Rodeada de ancianos que no colaboran y otros que son hipercinéticos y con tendencia a la distracción. Los que más son los sumisos que hacen lo que les dicen porque no tienen cosas mejores que hacer o simplemente no piensan. Catalina demuestra ser muy inteligente y muy culta. No se muestra complaciente con este tipo de terapias que intentan una atención sostenida para favorecer las relaciones interpersonales aunque al final la cohesión del grupo cae por culpa de alguno de sus miembros. Ella ha pedido que su terapia ocupacional e instrumental sea la lectura, la escritura, el ganchillo y ver la tele a ratos. Los terapeutas no le dejan porque esto no está contemplado en los programas que se aplican en el centro.
Aquí es cuando Catalina pierde el interés, se desmotiva y empieza a desarrollar una sintomatología ansiosa que roza la rebeldía a base de excusas para recuperar su libertad como persona dentro de la institución. Se muestra muy agobiada. No tengo tiempo para leer los libros que mi familia me trae. Ni escribir en unas cuartillas que tiene guardadas en su mesita de noche. Quiere hablar con sus amigas y a duras penas tiene un ratito en tiempo de comidas. Tiene las visitas restringidas para desarrollar los talleres. A mi edad tengo que hacer lo que ellos quieren y no tengo tiempo para hacer lo que a mi me gusta, me satisface y me llena. Catalina trasmite una cálida humanidad que inspira ternura. Queremos hacernos cómplices de ella. La agobiante severidad de los programas asfixia su libertad y la convierten en esclava del sistema y de todos los pseudocientíficos y terapeutas que se mantienen alejados de la moral entendida como el respeto hacia la gente mayor. A mis años esto es un sin vivir.
Se lo explico mirándola a los ojos y casi de forma clandestina. Voy a dejar constancia en el informe que tienes que reposar durante un tiempo largo hasta que vuelvas a vernos para un control y que durante este tiempo no podrás realizar las actividades habituales. Catalina busca mi mano, la coge y la aprieta y la besa como si yo fuera un obispo. Me obsequia con una sonrisa que me alegra el día. Salud.