Se le ocurrió crear el mundo en seis días. Descansó el séptimo. Al día siguiente empezó la historia. Y esta mañana he descubierto que el tiempo pasa. Y con él la historia que toma nota de todo. También me he dado cuenta de que las horas, los minutos y los segundos son muy resbaladizos. Esta sensación de que te vas quedando sin tiempo casi sin enterarte. Sin enterarte quería decir. Y con todo esto y la que está cayendo he descubierto que cada mañana amanece. De una forma u otra. Pero amanece. Concluyo que el tiempo y la historia pasan para todos y por todas partes. Que no se diga.
Cuando uno llega a cierta edad empieza a entender el valor del sosiego que produce el mar en calma. Que el sonido del viento va cambiando con los días y te relaja porque te da a entender que no estás solo. Puedes distinguir un olivo, una encina o una higuera por su sombra. Pero me sigue asombrando un amanecer y un atardecer. Me emocionan las puestas de sol. Los andares se vuelven tranquilos. De funcionario veterano que le teme a las prisas y le ha perdido el miedo a lo demás. Cuando el sol se mete en el mar me siento más libre. Porque la noche y sus pensamientos me pertenecen. Le abro la puerta al sueño y a los sueños. La noche es más llevadera si sueñas. En la penumbra. Y si a la mañana los sueños siguen los dejas en la cama y te vas sin hacer ruido. Reconozco que alguna noche el insomnio me tontea y me vacila. Depende de lo que haya pasado en las trincheras. Pero sólo alguna noche. Cuando las cosas te dan vueltas por la cabeza.
Llega un momento en que cumplir años resulta un incordio. Cuando ya son muchos no sabes muy bien dónde ponerlos. Coges la barca y te pones a remar rumbo al horizonte. Y si hace viento despliegas las velas. Luego dejas los años sobre esa línea lejana a la que nunca se llega y regresas a tierra firme. Es el momento adecuado de convertirse en un repertorio de cosas. De sucedidos y acontecidos. De recuerdos y dudas (ya lo dije). Te conviertes en un trozo de historia. De esa que pasa con el tiempo y toma nota de todo. Ya no puedes mirar atrás porque te entra vértigo. Que con lo que tienes por delante es suficiente. De todas formas ya no hay nada que corregir ni retocar. Todo lo importante importa y lo que no, también.
He leído en unas viñetas que a partir de cierta edad el viaje es inverso. Y borroso. Un volver a la infancia. No te valen las previsiones. Simplemente, a lo que venga. Y dice Bonald que el premio por haber vivido es la muerte. Lo saben los vecinos de As Neves en Pontevedra. Es igual cómo hayas vivido porque el premio es el mismo para todos. Profesiones y confesiones a parte. Sin distinciones. Lo que haya después, si lo hay, es un complemento de fe. Reconozco que algunos autores cuando se inspiran te joden la moral. Pero bueno. Hay que elegir la literatura. Y la piedra en la que te sentarás para leer. Nunca podrás ser un vividor furtivo porque la historia toma nota. Y queda. Recuerda que cuando el mar te coge confianza ya puedes vacilar de veterano.
Hay que procurar ser discreto y pasar casi desapercibido. Como en la mili de antes. Hay que evitar ser absurdo. Luego todo se sabe y yo no digo nada. Y a todo esto resulta que el verano de Agosto ya se ha instalado. Pero hoy se ha levantado tontorrón y despistado. Los días son calurosos y alguna noche viene con bochorno que no te deja dormir. Es lo que tiene el verano. No todo es porche ni tumbona. Ni mojito en el bar de Pepe. Que me han pedido dónde está el bar de Pepe. Está en es Port d'es Canonge. Algún día toca arreglar desperfectos. Ver llegar olas depresivas o caminar por bosques inanimados. Para hacer todo lo contrario al día siguiente. Por eso soy cómplice de la historia. Que las horas residuales son tan dignas como las primeras. No puedes perder la voluntad por cualquier tontería.
Y van llegando las primeras barcas con las luces encendidas. Me apresuro hasta el muelle que hoy toca pescado. A estas horas la sombra todavía no me sigue. Estará por algún sitio. Me dice Raúl el pescador que salió ayer y regresa hoy. Que el ayer lo ha dejado en el mar. Lejos de la costa. A partir de hoy habrá que ir con cuidado cuando nos hagamos a la mar. No tropecemos con el ayer y tengamos que repetirlo. O nos pida explicaciones. Salud.