Esta entrada no tiene relación ninguna con la anterior. Es que estoy haciendo un cursillo de genealogía, archivística, Onomástica, cronología, história, diplomática, heráldica, nobiliaria, demografía, biología y genética y sociología. Todo esto para poder representar en un gráfico el árbol genealógico de mis linajes.
Aprendo mucho. Que anteriormente, para ser sacerdote, tenías que presentar un aval -dinero o bienes- que demostrara que podías mantenerte y que no le costarías un duro al obispado. Que no había seminarios. Cada uno estudiaba una carrera y despues de una entrevista personal con el obispo éste decidía si eras apto o no para ejercer el sacerdocio. Que las plazas de párroco se cubrían por oposición y éste cobraba del obispado. Cada párroco pagaba de su bolsillo al vicario o a tantos como tuviese y que éstos eran unos "corre-ve-y-dile-y-vuelve-enseguida-o-te-voy-a-dar-de-collejas-hasta-que-digas-basta". Que para poder confesar necesitaban una licencia que el mismo obispo otorgaba según viera tenían que empezar confesando hombres, luego niños, despues niñas, según adquirían experiencia podían confesar mujeres y por último -lo más complicado- confesar monjas. Que no podían confesarse entre ellos siempre que hubieran compartido pecado. Que había "curas agónicos", muy mayores que sólo se dedicaban a dar la extrema unción. Los curas "tasadores de muertos" que decidían cuantas misas necesitaba cada muerto, en función de su riqueza, y cuanto debía pagar la familia por estas misas.
¿Y que puedo contar más? A, sí. Que vivían como curas.