Hace unos días estuve en el Gran Cafe de Gijón acompañado de mi cuñado Pepe. Nos sentamos al fondo. Debajo del espejo y con vistas a las mesas. Enfrente nuestro toda la belleza del Gijón. Era temprano, hacía un frío de un par de cojones y toda la Villa estaba nevada. Pedimos unos cafés con churros, hablamos de nuestras cosas, respiramos cultura, miramos unos libros. conversamos, comentamos y nos hicimos unas fotos para inmortalizar. Es lo que toca.
En el paseo de recoletos, entre Neptuno y la Cibeles se encuentra uno de los centros culturales mas importantes de la villa de Madrid. El Gran Cafe de Gijón tuvo su qué en la postquerra y realizó la función de lugar de encuentro y creación. La cultura pasaba por allí antes de ver la luz. Si querías ser alguien en el submundo de los artistas tenías que pasar el noviciado en el Gijón.
En sus tiempos de esplendor y bien de mañana los camareros se afanaban preparando las mesas, tazas de café, jarras de agua, etc. Algunos funcionarios desayunaban a pié de barra. El cerillas organizaba sus tabacos, aspirinas, loterías y demás cosas. Sobre las once empezaban a nutrirse las tertulias de escritores, pintores, periodistas, escultores, músicos, actores y demás gente. Trozo de papel en mano y lápiz. Los consagrados o de familia bien usaban estilográfica. La cuestión era tomar nota de todo lo que se decía y quién lo decía. Las tertulias eran varias y variadas. La tertulia de los actores en una de las mesas de la entrada. Los escultores más al fondo. Los pintores, entre jarras de agua y cafés, en las mesas de al lado de las ventanas para aprovechar los matices de la luz. Sus tertulias eran de dibujar y terminar sus trabajos al carboncillo. De escritores había varias tertulias. Casi siempre por la tarde porque eran vagos de despertar y escribían hasta muy tarde. O hasta muy pronto. Depende de cómo se organiza el día.
Aparte de esta marea humana de contertulios estaban los náufragos del Gran Café de Gijón que se dejaban llevar de mesa en mesa, vaso de agua en mano, en busca de una aventura literaria para poder iniciarse. Estaban los exitosos que se dejaban alabar después de un premio. Los nostálgicos acudían para no ser olvidados. Los novatos tomaban apuntes a pie de obra en espera de tiempos mejores o de algún milagro.
Nosotros estuvimos pendientes de escuchar la voz ronca de Paco Rabal o a Fdo. Fernán Gómez puliendo la sintaxis, o Cela, y Umbral, pero ya no estaban.
Ya he vuelto de vacaciones. Bien. Gracias por preguntar. El 15 de Junio la tertulia literaria volvió al grán café de Gijón con Umbral. Evidentemente el maestro no estuvo presente desde que nos dejara en 2007. Presidía una grán fotografía y se habló de él. Quién lo conocía comentó cómo era, qué hacía, de que le gustaba escribir y alguna anécdota más. Quienes apenas le conocieron o le trataron, simplemente leyeron algunos fragmentos seleccionados de su obra.
Ya he vuelto de vacaciones. Bien. Gracias por preguntar. El 15 de Junio la tertulia literaria volvió al grán café de Gijón con Umbral. Evidentemente el maestro no estuvo presente desde que nos dejara en 2007. Presidía una grán fotografía y se habló de él. Quién lo conocía comentó cómo era, qué hacía, de que le gustaba escribir y alguna anécdota más. Quienes apenas le conocieron o le trataron, simplemente leyeron algunos fragmentos seleccionados de su obra.
Los tertulianos volvieron a ocupar sus espacios en el Gijón y rememoraron al Umbral mítico, al periodista, al ensaista, al narrador, al novelista y al humanista. Se le rindió merecido homenaje para evitar el olvido y se aprovechó para sacar a la luz las facetas casi ocultas y poco conocidas del Umbral bohemio y trasnochado de Madrid. Se destacó la valentía de, además de otras cosas, sacar una columna diaria y la facilidad de palabra y comunicación que supone hacerlo. El irrepetible estilo literario que ejercía fué la base del coloquio -el saber mezclar la palabra de la calle con la palabra académica-. El próximo otoño volverán a ello.
María España, su viuda, aprovechó la ocasión para anunciar la creación de la fundación que lleva su nombre y donde se reunen enseres personales, fotografías, cartas manuscritas, más de 1.630 libros de los que la mayoría están firmados o dedicados por sus autores. Están buscando una casa museo y ya tienen ofertas. Los nuevos patronos aceptaron el envite con responsabilidad indescriptible. Se anunció la firma con el Instituto Cerventes para dar a conocer la obra de Francisco Umbral en todo el mundo. Está en proceso la digitalización de los documentos manuscritos, cartas, libros, cuadernos, fotografías, etc. y unos cursos de verano en la Universidad de el Escorial que girará en torno a su obra y sobre su figura en relación con el periodismo.
Lo bueno que tiene esto es que se hace cuando el protagonista ya está muerto y entonces hay lo que hay y nada más. En el caso de Camilo José Cela, la fundación la montó él mismo en vida -malas lenguas dicen que obligado por su viuda "la Castaño"- y todo el legado estaba equilibrado para contentar a todos y si faltaba una dedicatoria, pues se buscaba, igual que una firma o lo que fuera. El patronato que dirije su viuda ya lo ha echado todo por la borda y ya nadie se cree nada porque está incapacitada para dirigir este tipo de fundaciones aunque ella parece ser que no se ha enterado.
Saramago también tiene su fundación y así una larga lista de personalidades varias que han destacado en algo. Es una buena forma de mantener junta una obra y darla a conocer. Pero que sea de interés general acreditado. Salud.