martes, 25 de septiembre de 2012

La cultura

Escribe el golpista de pluma despuntada, pensamiento mediocre y mirada depredadora antes de abordarte. Escribe que le preocupa la cultura. Ya ves. Él que se comporta como un corcho en aguas turbulentas y tormentosas y que siestea acomodado en la ñ mientras los académicos debaten. Reconoce el golpista, nacido un año antes de nuestra gran guerra, que el idioma castellano es importante. Al teatro acuden un millón de espectadores más que a los estadios de los cuatro mejores equipos de fútbol de primera división juntos. Es importante pues el teatro y la cultura. Reconoce el golpista de pluma despuntada y pensamiento mediocre que crear un ministerio de cultura fue un acierto por parte de primer presidente socialista de la era democrática post franquista. Dice que España es una de las cuatro potencias culturales del mundo y podría convertirse en la primera gracias a nuestros escritores, pintores, arquitectos, cineastas, músicos, científicos, etc. que se mueven en la élite mundial de la cultura. Es cierto. Tiene razón. Incluso yo se lo reconozco porque no soy rencoroso con el corcho que siestea en la ñ.
Escribe que le escribió a Don Mariano diciéndole que no quería darle consejos porque había demostrado sobradamente que sabía equivocarse él solito sin ayuda. Pero que sería importante un ministerio de cultura fuerte. Cuanto más, mejor. No le ha hecho caso el presidente porque ha montado un chiringuito de playa y del deporte y, de paso, le ha añadido algo de cultura para que no se diga. Les importa menos que un pimiento. Le ha devuelto cierto favor al amiguete que en el congreso siempre pone cara de traspuesto como si se hubiera chutado algo prohibído. Con perdón. Este amiguete, en su inmensa incultura, está desmantelando el chiringuito que ya no sirve ni para desguace. No le inspira ni a su mujer. Que tampoco es novedad. Impuestos desbordados y agobiantes. Aumento de tasas para los que quieren aprender cosas. Supresión de becas y ayudas. Un sinfín de despropósitos encaminados a que la cultura española pase a ser una anécdota y quede al nivel de lo que desentierran en Atapuerca. Termina el de la mirada depredadora antes de coger carrerilla para tirarse sobre ti y morderte en el cuello que, dentro de unos siglos, nadie se acordará de los ministros de cultura pero seguirán leyendo a Cervantes y admirando a Velázquez y a Picasso.
Y para los que hablan de la generación perdida. Generación irrecuperable. Generación ni-ni. Pues que puede ser que algo haya. No quiero hablar de generación sino de personas. Hay muchas personas si-si. Gente que "sí" escribe o se dedica a la cultura y a la intelectualidad en cualquiera de sus facetas y "sí" triunfan en lo que están haciendo. Hay que tener ganas. Desperezarse a tiempo. Instinto luchador y faltos de miedo para afrontar el futuro. Hablar de generación perdida es ningunear a muchas personas. No es bueno generalizar en esto de la cultura. El dueño del chiringuito no les facilita el trabajo en modo alguno porque no le importan. Su mujer sí porque de lo contrario, no moja. El trabajo en caída libre hacia la esclavitud. Buscando alternativas y aportando ideas para salir adelante y los del gobierno pisoteando. No escribo una crítica. Escribo la realidad.
A nadie se le escapa que las expresiones culturales -sean las que sean- son connaturales a la existencia humana. Algunos siempre lo hemos entendido así y otros todavía no lo han descubierto. Lo cierto es que las personas tenemos una irreprimible tendencia a la cultura. Nunca antes ha habido tanta gente leyendo y escribiendo. Ambas cosas están al alcance de cualquiera. Incluso a mi se me está permitido, de momento, escribir en este blog. Ahora mismo que me siento inspirado noto como las palabras se expanden por sí solas. Tenemos sensibilidad y tenemos la obligación de decir estas cosas para que el chiringuito del deporte y la cultura no termine por los suelos. No lo tirará nadie en particular. Se caerá solo por falta de mantenimiento y dedicación. Se me ocurre la abolición inmediata del senado y su conversión en un auditorio de música clásica. Todos ganaríamos porque se le daría una utilidad que ahora no tiene. Algunas personas son capaces de destruir cualquier cosa incluso a ellos mismos. Pero no podrán destruir las estrellas. (Si algún pelele lee esto y no lo entiende sepa que es un eufemismo). Me refiero a todas aquellas personas que brillan con luz propia y que triunfan porque juegan en la primera división mundial de la ciencia y la cultura.
No hay dinero. Claro. Ya lo sabíamos. Lo primero es un aeropuerto con estatua oxidada en Castellón. Necesitamos con urgencia una carrera de "administrador de dineros públicos honesto". De momento tenemos que tragar con estos que calientan butacas en el congreso y sillas en el bar. No me olvido del golpista de pluma despuntada. Mentalidad mediocre. Escritura imperfecta e impertinente que a medida que cumple años parece que se haga de izquierdas. Ya ves lo que son las cosas. Este es un cambio positivo dentro de su propia evolución. Salud.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Un premio merecido

El último "Premio Principe de Asturias" de las ciencias ha sido otorgado a tres ilustres neurobiólogos cuyo nombre recuerdo perfectamente y escribiré porque toca. El premio no ha sido gratuito. Ha sido merecido. El cerebro humano es tremendamente complejo y su funcionamiento no se puede simplificar con teorías ocurrentes ni mediáticas. Esto es ciencia amigos.
Sabíamos que teníamos cerebro. Desde siempre. Conocemos la ubicación, el tamaño y el peso. Me consta que algunos homínidos lo tienen ubicado en otro sitio del que dicen los científicos. No daré detalles. Incluso ceo que el peso podría ser negociable. Sabemos que algunos personajes son unos descerebrados. No tenemos la certeza de que todos utilicen el cerebro o lo hagan de forma adecuada. Algunos llevan activado el limitador. Ahora sabemos algo más que se nos antoja espectacular. Estos neurobiólogos han descubierto que el cerebro humano sigue creando neuronas constantemente, incluso en la edad adulta. Es un grán avance científico porque se abre una linea de investigación en el tratamiento de enfermedades -agudas o crónicas- pero siempre neurodegenerativas. Y esto bien merece un premio.
Altman constata de la existencia de neurogénesis en el cerebro adulto en contra de lo defendido hasta ahora. Rizzolatti descubre las neuronas espejo. Estas que se activan cuando un individuo observa a otro realizar una acción. Son la clave de la empatía, ya que su papel es fundamental para entender los sentimientos del prójimo. Algunos bípedos no tienen ni tendrán neuronas espejo en su vida. Es una opción de vida. Les importa un carajo empatizar con nadie. Pues nada. Álvarez-Buylla nos permite conocer mejor cómo se forman, migran y se diferencias las neuronas en el cerebro jóven y adulto. Ha dado con la clave para saber cómo se regeneran, lo que abre la posibilidad a futuras terapias reparadoras. Hace falta investigar si todas las personas son susceptibles de que se les pueda aplicar este tipo de terapia reparadora o es mejor dejarlo e invertir en otras cosas. Cada cual opine.
Un lúcido análisis de la situación en modo filosófico, metafísico, esotérico y cosas así nos dice que muchos homínidos bípedos de la era del homo requetesapiens y del homo sabelotodo nunca llegan a utilizar sus neuronas ni siquiera las de leche. ¿Para qué necesitan más, pues?
Todas las personas tendrían que pasar un corte. Exigirles un mínimo. Damos por buena las teorías de que tenemos cerebro, neuronas, neurotransmisores y pensamiento racional. Quien no aproveche esto de forma deliberada que se les nomine para ser expulsados de la humanidad como en un Gran Hermano. Si alguien montó todo el tinglado del cosmos, la tierra, un tio y una tia y una jodida manzana en siete días y de la nada, nosotros en el siglo veintiuno, con todos los recursos imaginables y tanta tecnología podemos demostrrar que estos premios están bien dados porque las teorías son verídicas. "Yes, we can". Salud.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Aburrimiento

Amaneció antes que el sol. Nunca permitiría que fuera al contrario. Estiramientos deportivos profesionalizados y personalizados dentro de la cama antes de poner los pies en el suelo. Organización mental del día. Nada significativo. Nada de interés. Lo de siempre, como siempre. Un rato para despejar la mente y aclarar las ideas. Respirar aire limpio después de abrir las ventanas. Desintoxicarse de la noche aunque todavía es de noche. O es de día pero sin haber amanecido. Qué más da. Cuando salga el sol él le estará esperando. Como cada día.
Destino trabajo. Callejear los últimos metros para relajar músculos  y tensiones. Cuando entra en la oficina el conserje le saluda y le ofrece el parte meteorológico que la noche anterior memorizó del telediario. ¡Buenos días. Hoy tendremos temperaturas suaves similares a las de ayer. Nubes y claros. Dónde haya nubes habrá posibilidad de que llueva. Dónde haya claros lucirá el sol! Gracias. No hay como un buen parte meteorológico antes de empezar la jornada laboral. Es imprescindible sobre todo si no piensas abandonar la oficina en todo el día. Mas que un trabajo rutinario parece un tratado filosófico sobre el aburrimiento. La fosilización de las ideas para que perduren intactas para los tiempos eternamente. Después del conserje viene el momento secretaria. Señora amable y educada donde las haya. Eficaz en el trabajo. Señora que lleva años detrás del contrato fijo y que no ha perdido la esperanza. Una aspiración de siempre y de muchos. Sonrisa amplia y buenos días sonoros. Que no haya dudas. Café solo, largo, descafeinado y con un terrón de azúcar. 
Cuando cierra la puerta del despacho empieza la desazón. La experiencia de la soledad. Andar y desandar sobre la moqueta sin zapatos porque resulta relajante. Nunca imaginó un trabajo así. Leer rápido y mal lo que otros han leído rápido y mal. Cuanto más mejor. Es asesor de una editorial y ésta publicará lo que él diga. El resto se devolverá. Se comprarán los derechos a algunos no fuera que con el tiempo cogieran nombre. La editorial tiene que estar preparada y tener algo escrito del tal escritor que tiene prisa por publicar. De vez en cuando hay que parar. Se quita las gafas y masajea sus sienes. Un vaso de agua fresca. Acomodar la vejiga. Lavarse las manos. Estiramientos deportivos profesionales y personalizados. Adecuados al despacho. Vuelta a seguir. La gente lee por placer. Él antes era uno de ellos. Ahora lee por obligación. Es su trabajo. Un trabajo de responsabilidad. Una edición que no se vende bien son pérdidas y los mandamases te lo recuerdan a cada momento. Hay que leer más y mejor. Esto no se tiene que repetir. Las alegrías sólo vienen cuando hay que reeditar. ¡Buen trabajo! Con autores consagrados ya ni lees. Editas directamente porque más pronto que tarde estará todo vendido. Los noveles siempre son una incógnita. La suerte no siempre acompaña. No te sirven de nada todos los sentidos porque no te enteras por falta de tiempo.
Ha conseguido tener éxito porque tiene truco. El éxito le ha proporcionado despacho propio. Conserje con parte meteorológico y secretaria con sonrisa y café en busca de contrato fijo. Hay que mantenerlo. Tiene varias cuentas en una red social. Sigue a cualquiera que se ponga en el camino. Retwittea algunas cosas de los que sigue para mantenerlos al tanto. Algunas menciones y otros tantos favoritos. El trabajo consiste en poner frases sueltas y cogidas al azar de los manuscritos que tiene que leer y opinar. Copia y pulsa tweet. A esperar. Algunos programas informáticos le ayudan. Se trata de contabilizar favoritos, retweets, menciones y seguidores. Vuelve a copiar frases cortas de sus manuscritos y pulsa tweet. Hace un seguimiento diario y pormenorizado de todo. Mantiene viva la cuenta con varios manuscritos al mismo tiempo. Recuento final y a la reunión del consejo asesor de la editorial. Lo que recomienda se vende bien. Ha publicitado el libro antes -tweet a tweet- y sabe los resultados antes que los demás.
Termina su rutina acogedora y a casa. Hace tiempo que le ronda por la cabeza ir a trabajar a otro país. Conocer culturas, gentes, paisajes y demás. Los compañeros le alimentan la fantasía para que no se vaya. Un día cogió y se fue. Al principio se puso en contacto para decir que escribía por placer y necesidad y tenía éxito. Luego dejó de comunicarse y no se supo más. Nadie ha vuelto a saber nada más de él. Si lee esto que sepa que le recuerdo con cariño. Salud 

lunes, 17 de septiembre de 2012

Pitonisa

¿Lo viste? No. No lo vi. No me interesan este tipo de cosas. Hace tiempo que me di de baja de todo esto. He dicho en otras ocasiones que me aburre la política, los políticos y la interminable crisis que han inventado para recortarnos cosas.
Me importan un carajo los invisibles brotes verdes -esos que nunca nadie ha visto-. Formo parte de un pueblo daltónico que confunde el verde con cualquier otro color. Sobre todo el marrón. Los ojos de los políticos son los únicos que distinguen el verde.
No tengo por costumbre conversar con gente que miente cada vez que abre la boca. No les entiendo bien porque con la nariz larga no vocalizan lo que debieran. No quiero saber nada de todo este tinglado. Mucho menos si no puedo opinar en el momento y en directo. No lo vi.
Pues ha sido el programa más visto en su franja horaria. Así nos va. Reírle las gracias al cretino de turno no desgrava ni puedes incluirlo en el currículum. En esto estaba antes de empezar una sesión con una Pitonisa de las buenas. De las de pago. Clausuraban unas jornadas y por ser el último día montaron unas casetas a modo de consultas.
Era mi primera vez y me hacía ilusión a la par que sentía un hormigueo en el estómago. Estas también mienten pero no aburren. Pueden llegar a ser de lo más divertido. Son obvias. Me dijo que no era mi día de suerte para comprar lotería. Que no me molestara. Ya la he comprado bien de mañana. Pues no vuelva a comprar. ¡Oiga que yo no soy de comprar lotería a todas horas ni en cada esquina! Esto está bien. Le ayudará a ahorrar.
En ningún momento me miró a los ojos. Tenía su mirada puesta en un espejo que había colocado sobre una mesita camilla. Movía las manos en un  vaivén incontrolado. Como epiléptico y diera calambres. Hoy le consultarán cosas trascendentes. Cuide bien lo que dice. Al llegar a casa llamaron del CIS para una encuesta. Trascendental. Me preguntaron que si lo vi y qué me pareció. Colgué el teléfono.
Veo que tiene usted una fobia. Ve mal. Tengo varias y cada día aparece alguna nueva. El espejo no me dice a qué. Es igual. No se esfuerce ni fuerce al espejo. Yo se a qué tengo fobia y a quién. Siga mirando que me tiene intrigado. Eso de que te digan el futuro impone. Te tiene en tensión por lo que te puedan decir y que tu no sepas.
Perdone que la interrumpa pero en lugar de mirar el espejo y decirme esas cosas que no me importan ¿no podría yo preguntar?  Usted mira y me contesta. Como si fuera una entrevista. Ahorraremos tiempo y podré saber lo que verdaderamente me interesa. ¡Ah, esto no funciona así! Yo sólo digo lo que veo. Seguirá siendo así pero sólo tendrá que mirar aquello que yo pregunte por interés personal. Le advierto que yo nunca he trabajado así. Es contrario a las normas que precisamente se han debatido en estas jornadas. ¡Pruebe!
¿Viviré hasta los cien años? No me sale. No está en el espejo. Busque por vivir, por cien, o por años. Tiene que estar. Aquí levantó los ojos y me miró. Nuestras miradas se cruzaron. Se la veía inteligente pero enseguida comprendí que se dedicaba a esto para sobrevivir a la crisis. Estos datos tan exactos no se aprecian en el espejo. Puede que sí y puede que no.
De todas formas no se lo recomiendo. Cien años son muchos y llegan a cansar. Sobre todo las impertinencias de la vida. A los centenarios que vienen a consultarme les digo que tendrán salud y vivirán mucho. Se van reconfortados. Están desarmados y lo único que hacen es jugar al escondite con la muerte sin pensar que ella terminará por encontrarlos. Muchos no vuelven.
Me ha ido bien esta sesión casi espiritual con un final muy material. Cincuenta euros y la voluntad por conversar. Los amigos no cobran por conversar. Pues le ha salido barato. Hoy ponemos precios especiales porque clausuramos las jornadas. 
Queremos que esto sea una carrera profesional de grado medio y poder trabajar como autónomos. Mi amiga la Puri no sabe leer pero entiende los espejos. Pues cuando yo era pequeño teníamos una clase de lectura. La echo de menos. Leer algo que nos gustara a todos. No sólo lo que le gustaba al profesor. Algunos aburrieron la lectura por esto. La consecuencia es que la gente acude poco a las bibliotecas.
La gente acude mucho a consultas en las que tiene que esperar y no hay libros. Hay que llevar los libros al lector para que entretengan el tiempo. Es cosa de las librerías. Me da igual quién sea el responsable. Sería una forma de promocionar la lectura. A estas alturas tendría que ser normal acudir a una consulta y encontrar libros en lugar de revistas de cotilleo.
Tenemos que implicarnos e intentar elevar el nivel cultural de la gente. A la pitonisa que cobra por hablar y escuchar y que dice lo que supuestamente ve en el espejo le parece buena idea. Salud.  

viernes, 14 de septiembre de 2012

Madre soltera

Hay un escritor al que me gusta leer porque escribe bien. Le sigo. Me refiero a sus escritos. No somos amigos de tomar café juntos porque hay tierra y mar de por medio. Pero intercambiamos frases. Escribe desde la contemporaneidad pero se basa en los clásicos porque nunca mueren. Les cita cuando toca. Son buenos los clásicos y él. Anda ocupado en escribir su última novela. Todavía le falta pero lleva buen ritmo.
No es de madrugar. Utiliza sábanas pegadizas pero una vez que se ha desprendido de ellas ya no para. Es un argumento sencillo. Una madre soltera que trabaja fuera de casa, cuida a su hijo, trabaja de ama de casa y escribe su opera prima. El trabajo fuera de casa le lleva tiempo y dedicación. Cuidar a su hijo le lleva tiempo y dedicación. La casa le lleva tiempo y dedicación. Escribir su primer libro le lleva tiempo y dedicación. Todo junto representa una responsabilidad casi agobiante. Le he dicho a mi amigo de intercambiar frases que son demasiadas cargas para su protagonista. Demasiadas cosas para tan poco tiempo.
A este ritmo, su protagonista, no llegará a terminar el libro. Que la ponga en el paro. Que le libere del hijo. Que la una a alguien para compartir tareas. En definitiva, que le dé tiempo. Nada que hacer. Le debe esta novela a una amiga suya que vive esta misma situación. Va sobrado de energías, desborda vitalidad y sigue con el empeño. Lo hace bien. Es un homenaje a estas personas que luchan en la vida por buscarse un hueco. Un puesto digno en la sociedad. Cada tropiezo una experiencia. Cada caída una perspectiva. Los objetivos están claros porque sabe dónde está la meta y conoce sus posibilidades. El horizonte está lejos. Pues no perdamos tiempo.
Mi amigo de intercambiar frases visita regularmente a un psicoterapéuta de pago. Se tumba en el diván y larga gasta la afonía. El especialista toma notas y pregunta. A veces hasta pone pegas. ¿Tú te crees que el otro día me dijo que le dibujara lo que pienso? Yo no soy dibujante de ideas ni de emociones, ni de estados de ánimo y mucho menos de sentimientos. Yo escribo sobre estas cosas, no las dibujo. Soy de letras y se lo puedo escribir. Quiere dibujos. ¿Tú crees que en los dibujos verá mi estado de ánimo? Yo creo que me está vacilando para sacarme más dinero. Le digo, dibuja cualquier cosa que se te ocurra y a ver lo que te dice. Incluso puede que sea divertido y luego escribes lo que te diga del dibujo de tus emociones. Me contesta que el psicoterapéuta le ha comentado que lo ve hiperactivo pero que es normal a su edad. 
El otro día tuvimos un twitterencuentro y me puso al día. La novela sigue bien. Diríamos que está encarando la recta final pero ha tenido que parar temporalmente. El psicoterapéuta, al ver uno de los dibujos de las emociones, se ha deprimido. Cuando voy a la consulta él se tumba en el diván y me larga hasta la afonía. Yo le tomo notas y se las entrego para que las consulte. Me tiene absorbido por completo pero me encuentro mucho mejor. Cómo cambian las cosas según estés tumbado o sentado. Me dice cosas profundas y divertidas al mismo tiempo. Aprovecho para poner añadidos a las notas. Cosas que se me ocurren y lo tengo despistado. Interpretar el papel de aprendiz de terapeuta da mucho juego y me entretiene. Le he puesto a prueba y le he dicho que me dibuje sus emociones y sus sentimientos. Me ha pintado un esqueleto con un cráneo muy grande y desproporcionado. He preguntado a Google y me ha remitido a una www de Freud. He llegado a la conclusión de que quiere morirse. El caso se nos ha ido de las manos. Necesita a un psiquiatra de verdad.
Mi amigo de intercambiar frases ha retomado la novela. Me ha hecho caso y le ha buscado una pareja estable a la protagonista. La novela resulta menos agobiante y más reflexiva. Está satisfecho con los resultados. La novela tiene dos partes bien diferenciadas. Cuando se publique sabrá si ha acertado o no. El lector no se equivoca y emitirá un veredicto. Ahora no tiene psicoterapéuta. En los ratos ociosos dibuja emociones, sentimientos y estados de ánimo. Luego mira los dibujos, se inspira y escribe sobre ellos. Estoy convencido de que está loco pero no se lo he dicho. Salud

martes, 11 de septiembre de 2012

Interactuar

Se anuncia para finales de mes una conferencia sobre "fenomenología literaria". Quieren dar fuerza a ciertas ideas y retirar otras que no funcionan. Cuanto más interactúa el escritor con su público, más vende. El que mejor puede promocionar un libro es el propio escritor. A eso quieren llegar y por eso esa conferencia. Aproximar el escritor a sus lectores para que exista una relación distinta a la que conocemos hasta ahora. Las tertulias literarias han sido famosas desde siempre. Los propios contertulios se han dado a conocer a través de ellas y se han promocionado tanto como han podido. Los lugares de la tertulia también se han hecho famosos. Pero eran tertulias o conversaciones cerradas. Muy cerradas. Sin acceso a los demás. Al gran público. Sólo para el círculo de amigos más allegados o cercanos al escritor. Eran otros tiempos y otros escritores. Llegaron a formar generaciones de autores que hicieron fama por sus tertulias, sus escritos y porque todos los hemos estudiado en la escuela. Hemos leído sus obras por obligación y a veces por convicción. Vivían de espaldas a los lectores para los cuales decían escribir. Lo más cercano o próximo a ellos era alguna entrevista en televisión.
Las cosas, ahora, no son así. Por suerte para todos. Las redes sociales han cambiado la forma de ver y hacer las cosas y el escritor ya no se aparece lejano. Puedes seguirle en su cuenta literaria. Puedes preguntar, opinar, decir, leer e incluso mantener una conversación. Ahora el escritor al que sigues, al que lees y que te gusta por lo que dice y por cómo lo dice está al alcance de la mano. Incluso una buena mañana te levantas y al abrir el ordenador percibes, entre extrañado e incrédulo, que te sigue. Le dices algo y te contesta. Lo que pagaría por poder hacer esto con Umbral, Delibes o Saramago. Por poner un ejemplo. Los lees con más interés porque los conoces. Su perfil. Lo que les gusta o no. Lo han descubierto o lo han inventado y se ha puesto de moda. Funciona. Para hablar de ello, limar asperezas y potenciar el asunto van a reunirse la gente que se mueve en el universo de las letras en esta conferencia de la "fenomenología literaria". Debatir, buscar mejores cauces de comunicación. Algo que convenga a todos. Va de eso. Espero que tenga éxito. Es como una feria del libro en el que podamos interactuar con los escritores que nos han cautivado en algún momento o con alguno de sus libros. Seguirá habiendo ferias para conseguir dedicatorias y fotos. Esto es otra cosa. Tiene que ser bueno para todos. El escritor que cuida su imagen pública vende más porque el que vende es él.
Es un ejercicio continuo de autorreflexión por ambas partes. El autor va publicando reseñas que se comentan públicamente. El lector hace lo propio de lo que le ha dejado huella. El autor toma nota y potencia aquellos conceptos que agradan. Los desarrolla desde distintos puntos de vista. Hace ensayo con ellos. Es una especie de test. El escritor puede conocer de primera mano el grado de satisfacción que genera entre su público. Los editores están al acecho. Observan desde la distancia y saben quién vende y quien no. Cómo escribe cada uno y si agrada más o menos. Miden los riesgos de editar en papel. Quieren asegurar ventas porque estamos en crisis. Las tertulias, ahora, son abiertas. Quien publicita mejor es el escritor y sus propios seguidores vía redes sociales.
Yo, mientras, en "Es Comerç". Apurando el café con leche con una dosis de colesterol a modo de ensaimada mallorquina. Bollería casera de la buena. Las temperaturas ya no agobian. Los componentes de la tercera edad han entrado dentro del bar y ocupan su lugar. Las terrazas son para el verano. Un resfriado a esta edad puede ser mortal. No tienen prisa para vérselas con San Pedro. Estamos en crisis pero se hará un esfuerzo. San Pedro puede esperar. Los resfriados a cierta edad son traicioneros. Su tertulia va por otros caminos que no son los literarios. Cada uno a lo suyo. Yo les escucho a ratos. Salud.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Ha refrescado

El tiempo ha cambiado. Lo noto en el ambiente y en las personas. Llevan una rebeca de buena mañana. Yo también para que no se me vea la carne de gallina. Los termómetros empezaron a bajar hace unos días cuando empezó a llover. Perdón, quería decir a diluviar. Lapsus. Que cuando tenga un minuto terminaré el "Arca de Noe II" y abriré un hotelito rural en el jardín de mi casa. Di buena cuenta de ello en Twitter. Si no te enteraste en porque no me sigues. Tu verás.  Las primeras lluvias de final de verano siempre son relajantes porque limpian el aire. El olor a tierra mojada provoca inspiración. Poesía. Pone los sentidos en estado de alerta. ¡Aaah! Pero a los dos días de diluviar de forma ininterrumpida ya no era lo mismo. Volvió la crispación habitual de los que no saben vivir. Huele a charco y a tierra inundada. Huele a delito ecológico que quedará impune porque los cauces de los torrentes estaban sin limpiar. Los que nos gestionan la vida no saben gestionarnos las desgracias. Pero mandan. Las temperaturas siguen bajas y esto es bueno. Las nubes se han retirado hasta el horizonte y se han quedado a la espera. Me dicen que el horizonte está lejos. Me dicen que el horizonte está cerca. Creo que el horizonte está donde uno quiere que esté. El sol vuelve a ganar espacio y tiempo pero no es el mismo de antes. Casi no molesta. Ahora se deja acariciar cuando hace unos días nos escondíamos de él.
Y como quien no quiere las cosas ha llegado Septiembre. Ya lo advertí, "llegará Septiembre", aunque me refería a otras cosas. Ahora somos más pobres. Empezaré a recortar en cosas supérfluas. Nunca en cosas importantes como hacen nuestros gobernantes. Una buena política doméstica de ajustes. Caiga quién caiga. Yo sé quién caerá. Aunque seamos más pobres nuestro espíritu sigue inalterable y el estado de ánimo y la autoestima suben a la par que la prima de riesgo. Aunque no se parecen en nada. Los amigos que escriben cosas interesantes siguen igual que antes de que empezara Septiembre. Lectura obligada. Un conocido prejubilado a veces conversa conmigo. Sabe que escribo cosas y le recomiendo cosas mías y de otros. Lee con ganas. Es intelectualmente modesto y hay escritos que no los entiende. Se parecen más a una tesis doctoral que a una novela. Está cansado de tener que recurrir al diccionario en cada párrafo. Se queja. Es un depredador de libros y me sugiere que escribamos de forma llana y didáctica. Que se entienda a la primera. Tiene razón. No podemos marginar ni despreciar a estos lectores. No los podemos echar fuera del circuito a la primera curva. Autor, escritor, libro, lector, satisfacción, etc. Hay que esmerarse porque si se aburren lo dejan. Poder leer es un derecho. Una boca sin dientes no puede comer de todo por mucha hambre que tenga. Pues igual. A veces somos elitistas. Ya hay muchos. Empezaremos a contrarrestar y a equilibrar. Ordenar las ideas  y la escritura para que mi conocido y sus amigos nos puedan leer.
Y mientras el tiempo ha refrescado. El calor volverá pero ya no será como antes. El verano agoniza. Otoñea. Los escolares preparan sus mochilas. El nuevo curso está a la vuelta de la esquina. Nosotros volveremos a la playa a refrescarnos y a relajarnos. A leer un libro sobre la arena. Ha chapotear. A lucir barriga cervecera. No a matar el tiempo sino a hacer tiempo. Es más estético. A hacer tiempo y conseguir que los días tengan más de veinticuatro horas. Ahora trabajo más horas. Ahora tengo menos tiempo para ocio. Pero las twittertertulias seguirán inexorablemente. El blog verá nuevas entradas. Habrá que hacerlo con menos tiempo. La larga y aburrida crisis que los políticos nos han montado no nos doblegará.
Leo un artículo sobre los abuelos. Esos imprescindibles desconocidos. También se han echado a la calle. Protestan y reivindican sus pensiones y sus medicinas. También se han echado a los parques porque están pluriempleados. Canguros de los nietos y padres de sus hijos. Sus hijos trabajan precariamente o trabajan buscando trabajo. Son incluso protagonistas destacados de buenas novelas de ahora mismo. Algunos se han echado a la calle porque les han quitado la casa. ¡Joder con la justícia social! Los bancos recibiendo rescates y no tienen narices de rescatar a los ancianos. Nunca nuestros ahorros a ningún banco que practica el desahucio. Me he desviado y eso último que he escrito no es literatura. Es basura de actualidad. Decía que ha refrescado porque se nota en el ambiente y en lo que escribo. El las rebecas y en el sol que sale más tarde. Y como el sol sale más tarde el verano ha decidido marcharse a otro lado. La alternancia es buena. Siempre. Cuando recogen a sus hijos, los abuelos recuperan su tiempo. La jubilación implica un grado de sabiduría. La perspectiva es mayor y eso ayuda. Voy a ir cerrando para no mezclar. Los abuelos viven inteligentemente con un punto de diversión y de ingenio. Eso hablan entre ellos y será verdad. Sólo mienten en el tamaño de los peces que pescan y en el número de tordos que han cazado. En esto no son de fiar. Salud.
 

lunes, 3 de septiembre de 2012

Don Fulanito

Uno no gana para sobresaltos. De buena mañana una emisora de radio alterna la música con las tonterías de sus tres presentadores que entre canción y canción te dan una noticia y luego te la comentan. A su manera, claro. Lo de comentar no llega ni a eufemismo. Es un decir. Un hablar. Sueltan una gilipollez disfrazada de tontería porque quieren ser graciosos. Luego ellos mismos se ríen mientras la audiencia cambia de emisora de radio. No son los únicos. Pillo una que parece seria. Anuncian una entrevista con Don Fulanito. Es el seudónimo de un libre pensador. De un escritor célebre. Un virtuoso de la pluma y de las letras. Entrado en años y falto de sentido común. Con un déficit de neurotransmisores que resulta preocupante. Se le nota por lo que dice.
Consigue romper la entrevista en mil pedazos. Casi consigue romperle los nervios a la presentadora que hace esfuerzos para parecer educada. A los que escuchamos se nos pone a prueba. Don Fulanito (que es un seudónimo) contesta lo que le da la gana sea cual sea la pregunta formulada por la presentadora. Lo importante no es la pregunta que se formula. Lo que verdaderamente importa es la respuesta que él da. Puro descaro. Es lo que le interesa a él y a cierto público -que lo tiene-. Después de estas entrevistas para tontos e idiotas varios uno ya no sabe qué pensar ni qué emisora escuchar. Parece que haya tomado alguna sustancia prohibida o que se haya pasado de medicación con efectos adversos sin controlar. Lo que ha tomado interfiere las sinápsis y las bloquea. Sea como fuere la entrevista sigue muy a pesar mio y de la presentadora que sigue haciendo esfuerzos para controlarse. La conciencia que tiene Don Fulanito (que es un seudónimo) como escritor empieza a dañar su imagen.
Dice que a día de hoy ya no se puede escribir porque no hay nada novedoso que decir. Está todo dicho y escrito. No hay nada nuevo salvo copiar de uno y de otro. Reconvertir lo viejo en nuevo. Provoca una y otra vez. La gente no tiene ideas. La escritura actual es superficial y carente de calidad. Por este motivo él ha tomado la iniciativa de dejar de escribir y espera que le sigan muchos más. Se trata de no aburrir y no dañar su imagen de virtuoso de las letras. La presentadora ya no sigue el guión. Lo aparca y entra con todo. Es su momento para subir en audiencia y en reconocimiento profesional. Los años no lo han hecho más sabio a Don Fulanito (que es un seudónimo). No parece que haya aprendido mucho de la vida -le dice la presentadora-. Hay mucha gente que escribe cosas interesantes y de forma magistral. Yo leo cosas de esas cada día. Hay escritores noveles con ganas y muchas cosas que decir. Además saben cómo hacerlo. Don Fulanito (que es un seudónimo) no atiende a razones e insiste una y otra vez que no hay ideas. Que lo que se escribe ahora es malo de narices. No lo pienso leer. Todo lo que pasa por mis manos no tiene ni pies ni cabeza. Sólo con ojear un libro se si es bueno o malo. He decidido releer a los clásicos. Pues muy bien. Nos alegra.
Así transcurre la entrevista que resulta monótona y deprimente. Lo poco de bueno e interesante que se escucha lo aporta la presentadora. Estoy tentado de cambiar de emisora pero me mueve el morbo de saber en qué termina todo. Es un esperpento y un despropósito juntos. Se posiciona como un intelectual y un artista. La entrevista entra en un círculo vicioso cansino y sin trascendencia. La periodista insiste. ¿No será que usted se ha quedado sin ideas y generaliza su problema? ¡De ninguna manera, señorita! Coja cualquier cosa de las que se publican ahora mismo y perderá el interés en el mismo prólogo. Son burdas copias de los clásicos. Les cambian nombres, fechas y decorados. No me puedo creer lo que escucho. Es inverosímil. No puede ser que Don Fulanito (que es un seudónimo) diga esto. La entrevista es real y el entrevistado no se llama Kafka. La sociedad no quiere consumir basura a precio de cosa buena. ¡Yo por lo menos no lo haré!
La presentadora le indica que se escribe bien y se consume. Que las editoriales no publican a noveles por falta de presupuesto y no de calidad. Que hay editores jóvenes con olfato que publican. La presentadora concluye que ha sido un error traerlo al programa y da por concluía la entrevista. ¡Pierde usted el tiempo añade Don Fulanito! Aparece la música para dar un respiro. Templar ánimos y nervios. Después de la música, y como si no hubiera pasado nada, el programa termina como siempre. Unos versos y alguna frase para reflexionar y pensar. A partir del próximo programa pasarán escritores que opinen de forma creativa sobre literatura y cultura en general. Salud.

jueves, 30 de agosto de 2012

En el metro

Hace poco que he llegado de Madrid. En la capital me muevo en metro. Hora punta. Entre los pasajeros no cabe un alfiler ni un papel de fumar. No puedes hablar. A duras penas, respirar. ¡Ding, dong, dang, ding! Voz de hombre, "próxima parada...". Voz de mujer, "Nuevos Ministerios" ¡Ding, dang, dong, ding! El metro desacelera de forma brusca pero nadie se desplaza porque doblamos el aforo permitido y aquella cosa llamada inercia no puede actuar. Desde la ventanilla observo un bulto en el arcén. El bulto se vuelve más grande a medida que nos vamos acercando. Preocupante. Bueno, no. No subirá porque no cabe. ¡Briiiii! Sonido chirriante que hacen las ruedas del metro cuando se frenan. ¡Zasssss! Se abren las puertas. El bulto enorme del arcén resulta ser una señora de raza portentosa. Inmensas tetas. Inmenso culo. Grandes y fornidos brazos. Enfundada en unos vaqueros imitación D&G con dibujo de lentejuelas a juego en los bolsillos traseros. Morritos pintados color rojo pasión. Pelo recojido y bolsito en bandolera al gusto. Zapatos deportivos para la ocasión. ¡Es imposible que suba! Estaba esperanzado. Error. La señora de raza portentosa y última versión del Homo Hábilis entra con dificultad por tamaño y por espacio. No bajó nadie pero entró ella. ¡Por Dios!
Del primer empujón mi persona física se vio transportado desde la entrada del vagón hasta el lado opuesto. Maleta de viaje incluida. Éramos una masa compacta de gente impenetrable. Como sardinas en lata. Del segundo empujón intentó lo mismo con un abuelo octogenario. No lo consiguió. Todavía recuerdo la mirada agonizante en busca de ayuda que no le pude prestar por más que quise. El representante de la tercera edad avanzada se quedó en medio del vagón literalmente empotrado contra una barra vertical que hace las veces de agarradera. La señora de raza portentosa de grandes tetas y culo inmenso. Brazos y manos fornidas y morritos pintados color rojo pasión siguió empujando con fuerza hasta conseguir que el octogenario agonizante -casi en fase terminal- y la barra vertical se fundieran en una misma cosa a modo de pintxo de cocina de autor. No puedo olvidar su mirada. Me persigue a todas partes y a todas horas. No puedo cerrar los ojos porque me aparece una y otra vez hasta provocarme pesadillas. No he sabido más de él.
Ella sólo estuvo un trayecto. De Nuevos Ministerios a Gregorio Marañón de la línea diez del metro de Madrid. Su efecto fue devastador. He buscado aproximaciones literarias para mejor entendimiento y comprensión de la mujer que describo. La mejor referencia es la que aparece en el Quijote cuando traza el perfil de Aldonza Lorenzo. Hija de Lorenzo Corchuelo. Señora del universo. Tan forzuda como el mejor zagal del pueblo. Moza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante que la tuviera por señora. Qué rejo que tiene y qué voz. Nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana, con todos se burla, y de todo hace mueca y donaire. Gastada la faz de andar por el campo, el sol y el aire. Toda una princesa. A esto me refería. Calcada a Aldonza Lorenzo que igual grita encima del campanario, rastrilla lino en las eras o viaja en el metro de Madrid.
Nadie podía agarrarse por falta de espacio lo que provocaba que estuviéramos a merced del vaivén caprichoso y monótono. En un descuido, la señora de raza portentosa. De manos y brazos fornidos levantó uno de ellos para agarrarse a una barra horizontal puesta en lo alto del vagón. Se cogió a ella. A partir de este momento todo me resulta confuso y lo escribiré más o menos como creo que ocurrió. Mi nivel de conciencia y el del resto de pasajeros fue disminuyendo hasta marearnos. Era un olor hipnótico y sedante de sobaco de temporada alta estival. Casi mejor así. Con las facultades mentales mermadas y un punto de semi inconsciencia el sufrimiento fue menor. Me estoy recuperando. Gracias.
Estoy en casa y quiero olvidar esta terrible experiencia y este olor anestésico que desprendía. Ya he pedido hora a mi psicoterapeuta para empezar el tratamiento cuanto antes. Los privilegiados que viajaban sentados en lugares destinados a minusválidos y que tenían libro abierto para leer...lo cerraron al tiempo que los ojos y se obnubilaron.
¡Ding, dong, dang, ding! Voz de hombre, "próxima estación...". Voz de mujer, "Gregorio Marañón". ¡Ding, dang, dong, ding! El metro vuelve a desacelerar bruscamente y otra vez la inercia no puede con la masa de gente y no actúa. Nadie se mueve. Ni siquiera te puedes caer desmayado por falta de espacio. Te tienes que desmayar de pié. ¡Briiiii! El vagón se para. ¡Zasssss! Se abren las puertas y la señora de raza portentosa. Grandes tetas. Culo inmenso. Cabello recogido. Brazos fornidos. Morritos pintados color rojo pasión y zapatos deportivos...¡bajó! Más de la mitad de los pasajeros hicieron lo propio con la mirada perdida. Alguno bajaría por necesidad, otros por equivocación y otros seguirían trayecto por no estar recuperados del todo. Desde el arcén pude ver al octogenario representante de la tercera edad avanzada que seguía empotrado en la barra vertical. Pobre hombre. A su edad. A partir de ahora me desplazaré a pié. Callejear será bueno y, de paso, a mirar escaparates. Salud.

lunes, 27 de agosto de 2012

De la brisa

El tiempo pasa irremediablemente. El verano caluroso y bochornoso que hemos tenido se bate en retirada. Va ahuecando como se dice en círculos preadolescentes. Pero lo hace con ganas. Muere matando. Ha dejado los días de peor calor para el final. Esos que te obligan a esconderte en las horas centrales del día. El tiempo pasa distinto según las circunstancias y por eso busco las más favorables. A veces, pero, no las encuentro. Me refugio en la literatura. Bien de mañana o al atardecer que es cuando el tiempo nos da un respiro en forma de brisa. Brisa refrescante. Con la humedad del mar. Es lo que hay. La literatura y la cultura en general actúan como espejo de la sociedad. Queda reflejada tan real como la vida misma. No se qué pensar. Diría que hay cosas de la sociedad que están enfermas.
Hoy desayuno en "Es Comerç" como de costumbre y aparece un contertulio ocasional que ha estado un tiempo sin venir. Sin aparecer ni salir de su casa. Ha estado enfermo de desamor. Me dice que lo ha pasado mal. Es complicado enfrentarse a lo inimaginable. Lo mio era inimaginable, me ha dicho. Se repondrá. Está más tiempo callado que conversando. ¿Qué le debe pasar por su mente cuando tiene la mirada perdida en el infinito? Me resulta complicado volver a ganarme su confianza. Está pasando un duelo patológico. Me comenta que necesita encontrarle un nombre a su patología aunque los otros no lo entiendan. No es bueno tener una cosa que no tiene nombre. No le puedes encontrar un remedio. Él escribía y lo hacía bien. Se sentía privilegiado porque era leído. Ahora no escribe. Me dice que volverá a coger la pluma porque tiene necesidad de escribir lo que ha pasado. Contar lo sucedido. Pero ahora mismo desde la subjetividad que percibe las cosas no sería objetivo. Percibe las cosas distorsionadas. Necesita tiempo. Parece mayor. Se ha vuelto mayor. Es mayor. Es una persona rendida a la tenacidad. Como yo. Volverá a escribir lo que piensa. Como yo. Tiene conciencia de que sólo se puede escribir desde la intelectualidad. El lector lee inteligentemente y nos debemos los unos a los otros.
Pongo cara de tonto y hablo sin parar para provocarlo. Siempre que hago esto alguien lo advierte enseguida. Él lo ha hecho. No conviertas tu vida en un caos. La vida puede ser caótica en sí misma. Hay que poner orden. No es una cuestión de educación sino de ser sincero con uno mismo. También con los demás. Me explica que tuvo una indecisión en el camino y que lo llevó por un sitio equivocado. Se dio cuenta y ha vuelto al camino correcto. Ahora le ha quedado una cicatriz que a ratos le molesta. Le escuece y le pica al mismo tiempo. Sus palabras dan paso a los gestos. Algunos no se interpretarlos. ¡Qué lástima! Dice. Había preparado una cena. Había montado una mesa con complementos para la ocasión. Había encendido dos velas. Pero no se presentó. Eso determinó su futuro. Hizo la maleta y salió de casa dejando las velas encendidas. Ni siquiera cerró la puerta. Compró un billete de tren y esperó en el andén. No se acuerda de cuanto tiempo estuvo. El jefe de estación le advirtió de que había dejado pasar varios trenes. Volvió a casa. Las velas seguían encendidas en la mesa. Había depositado esperanzas en una relación que había durado poco, o no. A veces el tiempo no se puede medir. La misma razón que le llevó a comprar los billetes le llevó a dejar pasar los trenes. Se acostó. No podía dormir. Necesitaba una señal. Un indicio. Dejó una nota. Avísame cuando llegues. No me falles. Es una necesidad. Cuando llegues despiértame. No llegó. Al día siguiente tampoco. Ahora mismo se está reponiendo de una mala experiencia mientras se lame las heridas.
Cuando era pequeño era como mi madre, me dijo. ¡Cómo! Atrevido. Ahora no lo soy. Cada vez me cuesta hacer ciertas cosas. El desayuno con mi contertulio ocasional me está dejando un mal sabor de boca. Hace un tiempo lo vi en unos grandes almacenes. Yo bajaba y él subía y por la disposición de las escaleras nos cruzamos. Creo que nos miramos de reojo. Nadie dijo nada. Su cara inexpresiva. Su rostro reflejaba las pocas palabras que pronunciaba. Yo le tenía ganas a una buena conversación pero no la tuvimos. Sigue herido. El tiempo pasado que no ha sido bueno es mejor no removerlo demasiado. Llegarán nuevos tiempos que nos dejarán respirar. Terminamos el desayuno con un apretón de manos y cada uno a lo suyo. La experiencia nos protege de estas cosas y de otras. Después de esto no tengo ganas de sentarme y escribir. Así que no lo haré. Daré un paseo. Salud.