sábado, 29 de marzo de 2014

Con encanto

Últimamente leer la prensa resulta aburrido. Nada nuevo. Más de lo mismo cada día que pasa. Pasan cosas porque la vida sigue. Pero no pasa nada. Uno de los contertulios que están a mi lado habla. Les dice a sus amigos que eso es cosa del frío de la primavera. El tópico de los más viejos del lugar. Todas las primaveras son invernales cuando empiezan. Pero a ellos ya les cuesta recordar. Yo pienso que seguramente será esto. Sí. Seguro que será el frío de invierno que cuando aparece en primavera aletarga. Este comentario sólo lo puede hacer alguien que vive en un mundo metafísico. Es una forma de vida cautelar. Como si las cosas no fueran con ellos ni con nosotros. Esto nos protege. Evitamos sufrimientos absurdos en forma de cabreos. Es bueno. Si te tomas las cosas demasiado en serio es un sin vivir. Sólo interesa aquello que afecta directamente. Nada más. Con esto se consigue una felicidad relativa y a tiempo parcial. Pero mejor eso que nada.
Todo viene a raíz de una publicación sobre la longevidad y la felicidad. También pueden ir por separado. Hay un pueblo donde la gente vive muchos años y con salud. Llevan una vida ecológica. Son pocos. Se dedican a la agricultura y a la ganadería. También al turismo rural. Las dos primeras actividades les ayuda a ser autónomos. Han restaurado todo el pueblo con ilusión y ganas y materiales, claro. El pueblo tiene encanto y ellos simpatía. Han puesto de moda lo del turismo con encanto. Ofrecen lo que tienen. Buena comida. Compañía. Senderismo. Tertulias. Callejear. Tranquilidad. Simpatía. Y esas cosas. Nada de cobertura. Sólo productos de la tierra. Es lo que hacen ellos y así les va. Su concepción de vivir es simple a primera vista pero complicada de entender para los que nos la hemos complicado. Ellos viven para disfrutar de la vida y pasarlo bien. Qué remedio. No como otros que nos complicamos la vida para sobrevivir medianamente bien. Con felicidad artificial.
Son libres en todos los sentidos. No tienen ataduras. No necesitan aparentar. Sólo importa lo de cada día. Se afanan para quedar bien con los visitantes porque son su fuente de ingresos. Son inteligentes porque han conseguido eso sin modificar nada del pueblo. Ni siquiera sus costumbres. Si vas te adaptas fácilmente. Dan envidia, qué quieres. Te contagian. Su existencia es estética, funcional, ecológica, elegante, inteligente, con experiencia y todas esas cosas. Te propones hacer como ellos y funciona mientras estas allí con ellos. Te vas y vuelves a complicarte la vida para ser feliz. A vivir permanentemente cabreado. Si es que no aprendemos. A nuestra inteligencia compleja y densa se une el frío invernal de primavera. Será eso. Salud.