viernes, 12 de abril de 2013

A veces

Es de todos sabido que la vida -a veces- se comporta así. Como la vida misma. Como si -a veces- la vida fuera un mar en calma un ratito antes del amanecer o unos minutos después de la puesta de sol. Y como si este mar en calma llegara incansable a la orilla con pequeñas olas mansas sin hacer ruido ni espuma. Esas olas de ese mar recorren la arena de la playa y regresan como si tal cosa. Esta vida -a veces- se comporta como un mar embravecido que llega con fuerza a las rocas del acantilado. Esa ola que se eleva cuanto puede y se tira con fuerza contra las rocas para romperse en mil espumas y con todo el ruido posible. Sea de una forma o de otra -a veces- la vida se comporta así de extraña. Es cuestión de que te pille preparado para cualquiera de estas modalidades. Mirándole a la cara como hacen los valientes. Las consecuencias ya se verán. Será por cicatrices que te procura la vida.
Cada ola es una historia, un día de nuestra vida, un suceso o acontecido. Con su decorado, sus personajes y sus diálogos. Tiene un comienzo y un desenlace. Me dice un amigo que es carpintero y que hace imposibles con la madera que con la vida tendríamos que hacer lo mismo. Adaptarla a nosotros en lugar de que sea ella la que pueda moldearnos. Lo suyo con la madera lo veo claro. Lo de la vida, es otra cosa.
A veces me censuro actitudes cobardes para afrontar aspectos de la vida. Cobardía social o grupal y cobardía individual o privada. Esta falta de coraje. Esta situación de impotencia con uno mismo. He decidido que las personas tenemos un punto de fragilidad emocional en momentos puntuales. Un miedo que llevamos escondido por vergüenza. Miedo furtivo pero que al final acaba por florecer. Pues pienso que esto es bueno antes que malo y que no tiene porqué ser una fatalidad. La fatalidad es el conformismo ante injusticias de gran calado que la vida -a veces- nos presenta disfrazadas de personas o de cosas. Y somos incapaces de hacer algo. Llámalo miedo, cobardía o falta de coraje. Palabras malditas que tengo que erradicar de mi vocabulario y de mi persona. Vacilamos -a veces- de una valentía paradójica o anémica. Nos hacen falta momentos de esos de levantarse y dar un manotazo sobre la mesa. Decir basta. Gente sin trabajo. Gente sin casa. Jóvenes sin estudios. Justicia injusta. Gente sin patria. Dineros en lugares equivocados. Mentiras y demás cosas de esas. La vida -a veces- es así. Incomprensible. Y nosotros nos mostramos inválidos de ideas y de actos. El conformismo es una droga peligrosa que paraliza voluntades.
Quisiera desempeñar otro papel. Poder decir lo que pienso sin llegar a la crispación. Pero formo parte del reino animal. Y dentro de éste, en el grupo del animal racional. La razón es la que -a veces- nos detiene. Porque el instinto nos conduciría por otros caminos bien distintos. Hemos domesticado los instintos y nosotros con ellos. Pensar y razonar se ha convertido en un acto hipnótico cuando tendría que ser todo lo contrario. Esta vida no puede alimentarse, exclusivamente, de música clásica. A veces necesita Pop e incluso Rock Duro. Pero es muy ruidoso y puede alterarnos los nervios. Por tanto volvemos a poner el concierto de año nuevo y disfrutamos dando palmas cuando llega la Marcha Radetzky. Pido otro café descafeinado para que no me despierte del todo. Soy mejor persona si estoy un poco sedado y a no molestar.
Me entran ganas de acariciar mi rebeldía. Pero está obsoleta. No reacciona y le falta una puesta a punto. Soy consciente de que andamos bastante con la cabeza agachada y la mirada perdida. Con los ojos vendados -a veces-. He leído de un librepensador que hay que crispar al contrario pero sin molestar. Ahora mismo no sabría cómo se hace esto. Dice el librepensador que hay que darles con la almohada. No es una cuestión de hacer daño físico sino de pinchar la moral de forma continuada. Así se comporta la vida -a veces-. Creo que me ha faltado brillantez pero el tema no está para poesías. Pero la pluma -a veces- escribe sola. Hoy ha sido un día de estos. Salud.

lunes, 8 de abril de 2013

Esa primavera

Floreciendo primavera
allí dónde estés.
Lo veo en tu mirada
y en el color de tus ojos.
En tu retina de arena
dónde llegan las olas
de ese mar en calma.
Tengo pruebas de primavera
dondequiera que estés.
 
Se abrió paso entre los últimos días
 del invierno.
Casi no la oigo.
Pero veo su luz.
Arroyo de agua fresca.
Días tranquilos de niñez.
Ropa blanca.
Aroma a romero,
a menta y a brisa de mar.
Al aire tranquilo
que viene de la montaña.
Huele a ti
y lleva tus andares.
 
Aparece de día.
Se esconde de noche.
Lleva tu rostro.
Lo se por la luna.
La escucho cuando me hablas.
La veo en tu mirada.
La noto cuando te ríes.
Decora mis días.
Como alas de mariposa
y patas de saltamontes.
Revolotear de abejas
en la flor silvestre.
 
Los pájaros lo saben
y vuelan de otra manera.
El día lo sabe
y se hace más largo.
La palabra lo sabe
y calla para escucharla.
 
La tierra que huele a primavera.
Luz, agua, verde.
El árbol que florece
y saca hoja nueva.
Viento renovado
ahora nace en el mar
y se adentra en el bosque.
 
Esa primavera
que llevas en los labios.
Amanecer temprano.
Anochecer tardío.
Atrás quedó el invierno,
la nieve y el frío.
Abro puertas y ventanas
y que entre la primavera.
 

viernes, 5 de abril de 2013

Escritos al viento

Os autorizo a que no le hagáis mucho caso a esa entrada. Muchas de las cosas que me rondan la cabeza podrían ser descritas como escritos al viento. Pero también podría ser que no fuera así. Ya tenemos dilema porque, la verdad, es que no estoy muy seguro. Creo que en estos casos lo mejor es escribir y que sea el que lo lee quien decida sobre el particular. Pues eso estaba pensando yo.
Sé que esto es así de la misma manera que confieso mi ignorancia sobre el tema. Ahora mismo en lo único que estoy seguro, porque lo estoy viendo, es en la luz de la luna que entra por la ventana de mi cuarto sin ni siquiera rozar la cama que permanece en penumbra. Lo considero todo un detalle. Esta situación me permite entrever las cosas al tiempo que me mantiene en el anonimato. Ser reservado y distante en mis cosas previene mis emociones y sentimientos para que estén sobre aviso. Las cosas se insinúan, se susurran, se dejan entrever. Esas medio miradas o miradas furtivas. Esos silencios inacabados o no empezados todavía. Qué cosas. Incluso en este momento juraría que el aire que he respirado ya lo había respirado en otras ocasiones. No tengo la certeza pero apostaría. Es como el ruido del mar que ahora mismo entra por la puerta entreabierta. El sonido de unas olas que seguramente estuvieron aquí en otra ocasión. Hace algún tiempo. Que vienen de vez en cuando porque les gusta.
Todo esto que digo de la luz de la luna y su penumbra, del mismo aire respirado varias veces y del mismo sonido del mar escuchado otras veces, casi me atrevería a decir que la vida, posiblemente, no sea real y por el contrario forme parte de una imaginación mía. Esa certeza que a veces me falla o ese presentimiento que a veces doy por seguro. Las cosas de la vida son así. Con la vida cuento para muchas cosas pero también desconfío de ella porque sé de buena tinta que cuando menos te lo esperas, te falla y te deja. Seguridad, inseguridad. Luz, penumbra. Sonido, silencio. Cosas que te salen bien en esta vida y otras que no.
Todo lo que ahora escribo el otro día lo estaba hablando con Sebas. Me dijo que pensaba tonterías y que si lo escribía serían escritos al viento. Aquí están. Ya lo dije en otra ocasión. A veces escribo y no corrijo. De borrador para directamente a publicarse. Espontaneidad o cosas del directo. Mira el tronco del pino que lleva armadura. Pero el pino, en sí mismo, es extremadamente sensible. Si le golpeas o le haces daño enseguida llora resina. Como la ironía. Es fácil para el que la escribe y puede llegar a ser complicada para el que la lee y no la entiende.
Hoy cuando ha empezado el día he decidido andarlo con la dignidad que me caracteriza. Para caminarlo me he puesto los zapatos más cómodos que tengo. Te cansas mucho menos. Que hay días que la vida es como es. Como las lágrimas de los ojos. Son todas iguales y quien las ve no puede distinguir si estas lágrimas son de alegría o de tristeza. O como el viento que puede soplar desde distintos puntos y con varias intensidades, pero siempre se llama viento. Los gorriones también cantan igual los días de sol que los de lluvia y frío. Cuantas cosas parecen iguales y luego resulta que no lo son en cuanto conocemos el contexto. Es bueno que las lágrimas salgan . No se pueden acumular. Sean para algo bueno o malo hay que dejarlas salir.  Igual que digo esto también digo que los labios dibujan sonrisas. De las buenas y de las disimuladas. A simple vista no se distinguen y son contagiosas. Y sean de unas o de otras todas crean arrugas en la cara.
Pienso, pues, que las ideas que me rondan la cabeza a veces son complicadas pero sólo lo se yo y nadie más. Como esa justicia escrita y que se somete a interpretación de varios jueces. Automáticamente se convierte en justicias -plural-. Una misma justicia distinta para cada ocasión y para cada juez que la interprete sin descuidar a quién se le tengan que aplicar. Qué mala cosa es eso. Sensación de impunidad para unos y de indefensión para otros. Y para complicar más esta tarde tontorrona en la que sólo me rondan tonterías por la cabeza puedo leer que el jefe del estado también tiene cuentas y dineros en paraísos fiscales. Voy concluyendo con la brillante idea de un político que dice que los antidisturbios lucirán un número en la espalda que cambiará cada día. Justo lo contrario de lo que marca la ley. A esto lo llamo yo escritos al viento. Salud
 

lunes, 1 de abril de 2013

Lunes de Recuparación

Es día uno. Lunes de Pascua. De toda la vída. Esa trilogía perfecta incluso para los que nos mantenemos al margen de la religión. El Viernes de Pasión, el Domingo de Resurrección y el Lunes de Recuperación. Porque aquí, hoy es fiesta. Hay poca actividad en el pueblo. La gente duerme hasta tarde y cuando se levanta sale a comer por ahí para despedir este minipuente. He desayunado en el bar del pueblo. En uno de ellos. Doña Ángela vive en el piso de arriba. Es su casa de toda la vida porque ha nacido allí. Abajo, en la planta baja, está el bar que regenta su hijo con su mujer. Ellos viven en el segundo. A veces han hablado de mudarse para poder tener una escalera de acceso directo al bar. Doña Ángela no ha querido. Aquella es su casa de siempre y no se hable más del asunto. Es mayor y está impedida. Sólo puede moverse con ayuda. Casi no sale y pasa las horas sentada detrás de un gran ventanal que da a una calle y a la plaza de la iglesia. Se entretiene viendo la gente pasar y escribiendo. Lo de escribir le viene de hace tiempo. Empezó como un pasatiempo y publicó bastantes cuentos para niños. Literatura infantil. Cosechó éxitos y premios. Se vendía bien y era muy conocida y querida por todos. Siempre que podía contaba los cuentos en el mismo bar. En una especie de reservado. Ahora quedan los recuerdos. Enviudó pronto y el bar de la planta baja pasó a su hijo que es quién lo lleva ahora. Es un bar de barriada como otro cualquiera. Tiene dos hijos crecidos que le ayudan. Se atreven con menús diarios y económicos. Comida casera que elabora su mujer. Es buena. No se harán millonarios pero el negocio familiar da para todos que, tal cual están las cosas, se agradece y hay que conservarlo.
En las paredes poca cosa. Un par de posters y alguna fotografía de las primeras que se hicieron en el pueblo. Blanco y negro y el pueblo con cuatro casas y las calles sin asfaltar. Sin coches y alguna bicicleta. Un espejo en una pared lateral y en otra una foto grande del equipo local con bufanda por encima que resalta. Se trabaja mucho. Más que de sol a sol. Abre a las seis de la mañana y algunos días es más de medianoche cuando echa el cierre. Todo por mantener el negocio familiar. Doña Ángela, antes de que las piernas le fallaran, bajaba y se sentaba en una mesa al lado de la barra donde está la cafetera. Por las tardes venía su hermana y estaban horas hablando de sus cosas. Su hermana es maestra de escuela jubilada. Daba clases en primaria. Al final de sus conversaciones siempre terminaban hablando de lo mismo. Su hermana, la maestra, se quejaba de que no se sentía querida por sus alumnos. Doña Ángela, en cambio, era muy querida por su público infantil. ¿Dónde está la diferencia? A ti te han visto como una persona que imparte disciplina y conocimientos y que no les consiente hacer cualquier cosa que quisieran. Yo no les impongo nada y además les entretengo con mis cuentos y algunas golosinas. No te lo tomes a mal, mujer. Es normal que sea así.
Doña Ángela ya es mayor y casi no baja porque está impedida y es complicado de bajarla y luego subirla a su casa. Su hermana la sigue visitando en el piso de arriba donde vive. Su hijo se afana por atender el bar lo mejor posible con su mujer y sus hijos que empiezan a tener responsabilidades sobre el futuro del establecimiento. Quieren renovar un poco y cambiar cuatro cosas. De momento se han hecho con un piano y una guitarra de segunda mano a buen precio. Algunas noches tocan y cantan canciones de otros y las suyas que componen a ratos libres. No lo hacen mal. Incluso han conseguido llenar el local de jóvenes atraídos por la música en vivo. Algunos clientes también se atreven con la guitarra o el piano. Ha sido una buena iniciativa y cada día hay más clientela que abarrota el bar. Doña Ángela lo escucha desde el piso de arriba dónde vive. El padre ha comentado que le gustaría ampliar el local y sacar un dinero extra. Están en ello pero para eso hay que hacer muchos números y las cuentas no siempre salen. Los hijos ya se han posicionado al respecto y prefieren formar un grupo de música y dedicarse a ello por completo. Desligarse del bar en cuanto puedan. Hay un conflicto generacional, de gustos y de futuro. La cosa está incierta. Doña Ángela está al tanto de lo que ocurre y de lo que se decide. Ya se verá en qué termina todo y yo procuraré estar informado para dejar constancia por escrito.
De momento, hoy toca disfrutar del último día de las vacaciones de Pascua. Aquí en la Isla empiezan el Jueves Santo y terminan hoy que es Lunes de Recuparación. Mañana será otro día. Trabajo de siempre y colegio. Los jubilados y los ociosos en el bar del hijo de Doña Ángela. Salud.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Moldear las ideas

Escribir un ensayo es algo así como escribir una experiencia vital individual. Ese moldear una idea hasta convertirla en historia, nueva o recurrente, que deja huella y marca pautas de conducta. Que transmite desde la necesidad de decir y el coraje heroico de decirlo hasta el final del camino. A veces el camino es hostil pero con recodos de pensamiento positivo y relajante. Que se camina ágil y rápido. Ese gusto por la locura convencional transitoria que se cuela en la mente por alguna rendija del alma. Ese ensayo o pensamiento crítico y constructivo fluido, con tintes de humor y dramatismo. Que genera felicidad y desdicha. Tan sincero que a veces te ahoga. Como un andar sobre arenas movedizas y el temor de ser tragado por la conciencia de uno mismo.
Dice un poeta que ser nadie tiene su importancia por ser algo. O sea, nadie. Ser cualquiera no tiene mérito porque puede serlo cualquiera. Ser alguien es ser nada porque todos somos alguien. Ser original pone al descubierto la mediocridad de los demás. Bueno. Después de pensar lo suficiente he decidido que Descartes era un ensayísta dualista metafísico. Que nadie se sienta ofendido porque no era mi intención insultar. Descartes se mostró relevante cuando dijo algo así como: te verso, luego es que te quiero. Y si no lo dijo no pasa nada. Bien pudiera haberlo dicho porque queda bastante bien. Es la ventaja del ensayo metafísico. No tiene sombra porque está hecho de niebla de palabras. Cortina de letras. Poupurri de ideas. Ordenadas. Primero eso y luego lo otro. El ensayo aparece como pensamientos puros o impuros. Ideas buenas, inservibles o paradójicas. Utopías pasadas de moda que ya no se llevan y que tampoco se pueden reciclar. Verdades como puños que te hacen daño cuando las lees. Pensamientos que aparecen cuando los sentidos engañan a la razón y ésta se convierte en mala compañía. Pero que luego rectifica cuando se da cuenta. Porque es la razón.
Descubro con Descartes que, efectivamente, los mensajes vienen en una botella. Pero no debes buscar siempre un papel. Me explica el poeta que tienes que beberte el destilado o fermentado que contiene la botella hasta conseguir dos cosas; verla vacía y la condición de ebrio. Es el Dualismo Cartesiano. En este momento el mensaje se ve claro y doblemente. Te quitas las bifocales y lo sigues viendo igual de doble y de claro.
Este es el ensayo puro. Libre de ataduras, de sobornos y de cautelas. El ensayo nos hace libres y Cartesianos. No por un papel con mensaje en una botella. Por un destilado o un fermentado en una botella. Si te deprimes porque ves la botella vacía, luego significa que llevas el estómago lleno. El lugar natural para depositar el vino después de sacarlo de la bota. Todo huele a Descartes, a dualismo y a ensayo. Te verso, luego te he conocido y me gustas. Secuencia lógica y atrevida. No quiero volver a tener unas palabras con las palabras a propósito de un final desagradable. Ni estando ebrio que viene a ser como una locura transitoria con resaca y dolor de cabeza. Que cuando cierras los ojos todo te da vueltas y te mareas. Pero es la única forma de conseguir leer los mensajes que hay en las botellas.
Voy a escribir ensayo aprovechando la lucidez constructiva. La adaptación a un medio por entender. Antes de que la mente se convierta en ruinas. Un terremoto de pensamientos que no dejan ninguna idea en pie. Sólo sueños soñados que ya no sirven porque están usados, gastados y agotados. Como las suelas de los zapatos se gastan de tanto andar la vida. La conciencia se pule viviendo momentos. Estas vivencias se convierten en ensayo escrito con permiso de Descartes. Con pluma cara y afilada para la ocasión. Ensayos que dejan huella que no se puede borrar. Marcas en la piel que se confunden con cicatrices pero que aportan experiencia y belleza. Como ese mar que a ratos golpea las rocas con tanta fuerza que él mismo se rompe en espuma y que más tarde acaricia la misma roca con delicadeza. Dualismo puro. Esos versos que después de leerlos y llorarlos te reconfortan. Ese ensayo literario que vive en el bosque y duerme a la intemperie para sentir el viento. Que a veces duerme en las profundidades. Según le plazca porque no da explicaciones. Una calamitosa noche de sueños mientras la imaginación navega hacia el horizonte de los pensamientos. Noches de fantasmas que no puedes identificar porque llevan el rostro tapado con una sábana blanca y no tienen ojos. Así lo hago porque así lo aprendí. De lo contrario no hay ensayo. Como tampoco existe un circo sin payasos ni animales peligrosos. Lo he dicho siempre y hoy se lo he dicho a mi psiquiatra. Me ha contestado que tiene cura. Ha sido Cartesiano: te curo esta locura, luego no podrás volver a escribir ensayo atrevido. Sólo cursilerías de náufrago a la deriva en pleno océano. Si lo hago sé que lloraré la pérdida. Quiero ser un Quijote loco por sobredosis de cordura. Ensayos que también contienen espacios en blanco que representan aquellas ideas que no sé explicar. Estos complementos que no llevo porque no me complementan nada. Estorban al camino y me hacen sangre.
Soy la metáfora del perfecto farsante. Lee a Descartes, luego ponte a escribir ensayo absurdo. No hay distinción entre el dualismo y el trastorno bipolar. Los tienes, luego los aguantas. Salud.

domingo, 24 de marzo de 2013

Amanece primavera


Debajo de las cenizas,
raíces de tinta.
Para unos versos,
de pasión y fuego.
Respiración entrecortada
de un amor ilusionado.
Un amor de primavera.
 
Versos sin habla.
Mudos de palabras.
Espejo sin imagen.
Pulmón sin aliento.
Garganta sin voz.
Rosa sin espinas.
Árboles sin fruto.
Páginas sin versos,
pero amor ilusionado.
 
Una casa vacía.
Un grito sin eco.
Un andar sin rumbo.
Una busca desesperada
en un cielo nublado.
Ese primer amor
ilusionado y apasionado.
Pero inexperto.
Falto de horas y de días.
Necesitado de carícias
 y de miradas.
 
Primavera estrenada.
Despedida de invierno.
Amanece este amor
 estrenando sueños,
hasta el verano.
 
Aquí amanece.
Allí anochece.
Mañanas que despiertan
sorprendidas de sol
y por cada flor
que representan las letras.
Las noches huelen a montaña.
Las flores huelen a luna.
Son nuestras noches
y nuestras mañanas.
 
Amores inexpertos
que llegan con la primavera.
Que saltan la verja,
que entran por la ventana
y se meten en la cama.
Se fusionan en uno.
Semilla que germina,
que deja pasar el tiempo.
Una nueva vida
con la primavera.
 
Los vientos del norte
traen palabras y versos.
Traen vida
escrita con la tinta
que hay debajo las cenizas.

loreciendo primavera
allí dónde estés.
Lo veo en tu mirada
y en el color de tus ojos.
En tu retina de arena
dónde llegan las olas
de ese mar en calma.
Tengo pruebas de primavera
dondequiera que estés.
 
Se abrió paso entre los últimos días
 del invierno.
Casi no la oigo.
Pero veo su luz.
Arroyo de agua fresca.
Días tranquilos de niñez.
Ropa blanca.
Aroma a romero,
a menta y a brisa de mar.
Al aire tranquilo
que viene de la montaña.
Huele a ti
y lleva tus andares.
 
Aparece de día.
Se esconde de noche.
Lleva tu rostro.
Lo se por la luna.
La escucho cuando me hablas.
La veo en tu mirada.
La noto cuando te ríes.
Decora mis días.
Como alas de mariposa
y patas de saltamontes.
Revolotear de abejas
en la flor silvestre.
 
Los pájaros lo saben
y vuelan de otra manera.
El día lo sabe
y se hace más largo.
La palabra lo sabe
y calla para escucharla.
 
La tierra que huele a primavera.
Luz, agua, verde.
El árbol que florece
y saca hoja nueva.
Viento renovado
ahora nace en el mar
y se adentra en el bosque.
 
Esa primavera
que llevas en los labios.
Amanecer temprano.
Anochecer tardío.
Atrás quedó el invierno,
la nieve y el frío.
Abro puertas y ventanas
y que entre la primavera.
 
 

viernes, 22 de marzo de 2013

Olfato demagógico

Dice D. Antonio Muñoz a propósito de un artículo periodístico que: "En España existe un desprecio muy extendido, público y privado, hacia cualquier forma de trabajo intelectual o creativo. Que España tiene el yacimiento inagotable de la lengua. Que no contamina ni genera desgracias de corrupción como tal materia prima. La enseñanza del idioma y la industria del libro. Nuestros gobiernos llevan demostrando, incluso antes de la crisis, una mezcla de ineptitud y negligencia. El dinero se tira en nóminas de asesores enchufados mientras se cierran editoriales, revistas literarias, etc. y gravan con abusivos y letales impuestos a las industrias creativas y culturales ya debilitadas. Nuestros profesionales políticos con olfato demagógico desprecian el conocimiento y la imaginación creativa. Abandono y destrucción hacia la tradición literaria, artística, artes plásticas, música, cine y todo eso".
Se le nota molesto al Sr. Muñoz y no es para menos. Incluso tiene razón cuando dice que lideramos la piratería. Pero no analiza porqué. Yo pirateo D. Antonio. Me siento legitimado a hacerlo. Estoy pagando un canon digital por cualquier producto que soporte información. La mayoría de estos productos los he comprado para uso propio y privado y se utilizan con tal fín. Esta multa preventiva, pues, me legitima. Mire por dónde D. Antonio. A priori soy un delincuente y a posteriori también aunque demuestre lo contrario. Ya he pagado por ello. Estoy en paz con la justícia. 
Esto no le gustará al Sr. Muñoz que habrá visto, como todos, que las ventas de sus libros habrán bajado. Es lo que pasa con lo del castigo preventivo. Hay otra cosa que me tendría que explicar D. Antonio y que no menciona en su artículo. Algo que por mucho que pienso, no acierto con la respuesta. Esa cosa se llama precio. No sé dónde comprará el Sr. Muñoz los libros que lee, los cedés de música que escucha o las películas que mira. Lo que si sé es que en las tiendas destinadas a tal efecto están a precios abusivos. Uno mira con lupa estos precios para no favorecer la inflación y observo atónito como no bajan de los veinte y tantos euros. Estos precios rozan el insulto  cuando los firman los Aznares, los Bono, las Ana Rosas, los Ussias, los Dragós y demás fauna analfabeta o mediocre que dibuja garabatos insolentes manchando hojas sin saber muy bien porqué. D. Antonio firma libros a veinticinco euros. Ya ves. Pero esto no se critica. Otros que escriben igual de bien los venden a menos de un euro o poco más.
Este no es un relato cualquiera ni una pequeña historia sin más trascendencia que escribir con brillantez para agradar. Es la crítica de un conflicto. Es una entrada que seguramente no será muy leída ni comentada pero que tenía la obligación moral de escribir. Ni metáforas, ni eufemismos, ni demagogias. Cualquiera que entre en una de las pocas librerías que quedan verá que el mundo editorial, libreros y escritores también están en contra de la cultura. No sólo el gobierno D. Antonio. No entiendo que se critiquen ciertas políticas y se callen estos precios. Sr. Muñoz, esta burbuja pinchará como la del ladrillo. Entonces volveremos a intercambiar libros y revistas como hacíamos con los tebeos. Compraremos en digital y leeremos en digital aunque no sea lo mismo. Esto es la crítica de un abuso que el tiempo volverá a llevar a su cauce desbordado. Sr. Antonio Muñoz, cuando empiece un escrito procure terminarlo. El gobierno abusa de los impuestos y Uds. de los precios. Tenía que contarlo y así ha salido. Salud.

lunes, 18 de marzo de 2013

Aroma y textura

Te bebo en las tinieblas
mientras casi no te veo.
Controlas mis penas.
Comprendes mis carícias.
Destierras mis tristezas.
Recuperas mi memoria.
Acarícias mi desánimo.
 
Vino que entras en silencio,
que sabe expresarse
de forma callada
cuando entra en la boca.
 Estar cerca de lo lejano.
Estar lejos de lo cercano.
Porque el efecto del vino
me ciega la mente.
 
Ando el camino
siguiéndo tu aroma
en el regusto.
Hablarte como siempre.
Tú escuchando en la copa.
Respirando tus aromas.
Desnudando utopías
hasta hacerlas realidad.
Desnudando mi cionciencia
para ser libre a tu lado.
 
Eres criatura de deseo
en la soledad de la bota.
Arropando mis sentidos
en cuerpo y textura.
Soñar deseos
envueltos de pasión.
Olvidar sentimientos
que nunca serán.
Con la mente tocada
y el pensamiento nublado.

Guardo las cenizas
de lo que no fué.
Camino sobre ruínas
siguiendo tu aroma.
Te encontraré al final
entre silbidos del aire,
susurros de olas
y sorbos profundos.
 


viernes, 15 de marzo de 2013

Una mañana

Esta mañana la memoria no ha querido desayunar. Se ha notado a lo largo del día. No se pueden perder las buenas costumbres así de repente. Tengo encerrados bajo siete llaves mis miedos, mis errores y mis miserias. Para que no puedan salir. Que nadie las vea ni las conozca. A veces me dan mala vida, pero en la intimidad. Estas cosas hay que atarlas en corto para que no te den un disgusto. En todo esto he estado preocupado hoy bien de mañana. Cuando el sol manda esa luz antes de asomarse y ver qué pasa. Es orgulloso porque sabe que inaugura el día. No le tosas, aunque no tiene ni furia ni pena a esta hora. El viento, en cambio, no es así. Sopla con fuerza y levanta polvareda. Me ha metido algo en los ojos que me ha dejado ciego. Ese viento sin miramientos que incluso levanta las faldas a las mujeres. Unas lágrimas se han encargado de limpiar mis ojos y ahora veo bien. Tengo que estar alerta. Quienes no descansan son los pájaros. Juegan al pilla-pilla con gran escándalo. Van a lo suyo y presumen de libertad.
Me miro al espejo, como todas las mañanas, y me tranquiliza ver que soy yo mismo reflejado. No he cambiado nada desde la última vez que lo hice. Me dice una compañera que me ve más joven. No tengo esta sensación pero un piropo no se lo discuto a nadie. Yo no. He traicionado mis principios y le he dicho a Juan y a Sebas que me alegraba que los creyentes tuvieran un nuevo líder espiritual en activo, uno en el pasivo y muchos en la recámara. La verdad es que me mantengo al margen porque no va conmigo. No es mi pastor porque yo no soy una oveja. Ni como metáfora. Pero ellos sabrán.
He recibido los buenos días de mis amigos invisibles del otro lado de la pantalla. Mimos, besos, abrazos y algo virtual que llevarse a la boca. Se agradece. Está bien despertarse así. La radio, como siempre cada mañana, habla sola. Ella no lo sabe. Sólo la escucho cuando canta música de la buena. Luego viene el parte meteorológico que resulta ser publicidad engañosa. Es como leerte el horóscopo. A veces no se acierta y otras tampoco. Pero yo ya lo sé. A estas horas de la mañana ya no quedan estrellas en el firmamento. Se han ido a descansar. La última es la de Javi. La conozco porque el payaso me la enseñó cuando dejó de llorar y de tocar el saxo. Saludos Javi. 
A todo esto, y con lo que llevamos de mañana, me doy cuenta de que todavía no he utilizado la palabra. Tengo que afinar cuerdas igual que otros templan gaitas antes de salir de casa. Entro en la ducha y me pongo a cantar "Amores" de Mari Trini. No llueve, no. Mal pensados. Ese ruido que escuchas es el agua de la ducha. Mi vecino golpea la pared. Interpreto que no me oye bien y me pongo a cantar más alto. Oigo que golpea con fuerza la puerta de su casa y se va. Interpreto que no le gusta Mari Trini. Bueno. Cada uno con sus gustos.
Tengo un ramo de margaritas en el baño y empiezo a deshojar una de ellas. Meafeito-nomeafeito. Sale que me afeito. Pero no me afeito porque decido que una margarita no me marca mi agenda de cuidados faciales. Así me demuestro que tengo criterio, autoestima y que puedo ir por la vida con suficiencia. Destierro cualquier resto de la noche que ya es de día y no conviene mezclar los tiempos. Mientras le doy de comer al cuerpo alimento la mente con un poco de lectura y de pensamiento. A la noche escribiré que he quedado con la inspiración para tomar café.
El sol ya ha salido del agua y empieza a calentar cuando me toca. Yo ando con sombrero -ya lo he dicho-. Las calles se llenan de pisadas de gente que acude a su trabajo o en busca de él que ya son demasiados los que hacen lo segundo. Pero los del gobierno no lo saben. El cielo está quieto. Ni se inmuta. Quienes no se están quietas son las nubes que no paran ni un momento de dibujar extrañas formas a cada minuto que pasa. Entretiene mirarlas pero hoy no estoy ocioso y el reloj me hace la puñeta. Me quita un minuto cada sesenta segundos. Que lo tengo calculado. Se mueven rápidas las agujas. Pero a traición. Sólo se mueven cuando no las miras. 
Camino al lado del río y el agua cuando me ve me acompaña. Me habla con su monótono ruido. También apura el tiempo en busca del mar. Caminamos distancias. Cortas o largas. Estas que van de un lugar a otro. Si camino la distancia acompañado se me hace más corta. No ando distraído sino pensativo que la mente no para quieta ni un momento. ¿Has mirado qué hora es? Y qué pensabas. Has tardado menos en leer esto que yo en escribirlo. Te lo puedes creer. Es como la comida. Se tarda más en prepararla que en comerla. Y tantas cosas. Miro la agenda para ver los objetivos y los deseos para hoy. Madre mía. Se me fue la mano. Cierro la agenda. Se hará lo que se pueda. Es cuestión de disfrutar la vida no de tener el alma en pena, el corazón en un puño o el aliento con agujetas. Mira dónde pisas y no te pierdas. Salud.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Llega el alba

Los instintos al alba
se duermen en el pensamiento,
desnudo y prohibido.
 
Son las seis.
Me lo dicen las campanas.
Se va la luna.
Despido la noche.
Saludo al alba.
Despierto la conciencia.
Se esconde el sueño.
Soledad inofensiva.
 
Veo el bosque de versos y poesías.
Con la luz del alba.
Y llega la mañana
animada y arrogante
ocupando espacios oscuros.
Ya sólo quedan recuerdos.
Pienso ausencias
que llevo en la memoria.
Navegando en el pensamiento
cuando llega el alba.
 
Miro al vacio y saludo al aire.
Desnudo la mente y la veo tal cual.
Huracán de ideas, torbellino de palabras.
 
Mojados por la lluvia
los tejados brillan.
La noche ya es recuerdo
en el vientre de la memoria.
Recupero la palabra y la sensación de vida.
El espejo me devuelve la mirada.
La luz me devuelve la sombra.
Cuando llega el alba.
 
La casa queda callada.
El ruído lo ponen los pájaros
que vuelan entre las ramas
desnudas de invierno.
La pasión se asusta
con la vuelta a la vida.
Recupero los sentidos.
 
Son las siete.
Me lo dicen las campanas.
El tiempo es nómada
porque nunca se está quieto.
La duda me hace lento
por eso la dejo en casa.
Cuando llega el alba