lunes, 4 de junio de 2012

Sharbat Gula

Cuando se hizo famosa tenía doce años -o eso creía ella- era huérfana y mal vivía en una tienda de campaña de un campo de refugiados. Un buen día fue fotografiada por Steve McCurry. Era el mes de Junio de mil nuevecientos ochenta y cuatro. La pillo de sorpresa cuando le hizo la foto y a él le pillo de sorpresa encontrar una chica con esos ojos. Era el campamento de refugiados de Nasir Bagh en Pakistán. Por aquellas fechas la todapoderosa Unión Soviética estaba invadiendo Pakistán. Era una costumbre y sigue siéndolo que las grandes potencias invadan países pobres. Una especie de deporte nacional. Como los chinos con el Tibet. Pues de eso se trata. De joder al prójimo y de infringir dolor a sus gentes. Son ejemplos. Hay más.
Aquí no nos podemos desviar. En junio de mil nuevecientos ochenta y cinco -un año después de tomar la foto- fue publicada en la portada del National Geographic Society. Este expresivo rostro a modo de robado y con estos ojos verdes nos cautivó y pasó a formar parte de las portadas más famosas y representativas de todos los tiempos. Hoy es un icono de muchas cosas. Depende de a quién le preguntes o de quién la describa. Es una foto etnográficamente artística. El mundo detenido por unas milésimas de segundo. Es una cara inocente que conoce el sufrimiento. Su rostro me dice que le gusta cantar y danzar porque le gusta la música y contonear este cuerpo que se intuye bello para poder sentirse libre. Atesora virtud pero se reprime porque dónde vive le están prohibidas ciertas manifestaciones. Gran parte de la condición humana es así. Oprimida por otros y ella lo representa tan dignamente porque una cosa no lleva a la otra. Me gustaría ver sus manos y tocarlas -el tacto dice mucho de los sentimientos-. No es posible. De todas formas me cuesta acertar si es una niña de doce años, o una adolescente de doce años, o una joven de doce años, o una mujer adulta de doce años. Sea lo que sea, a través de su mirada, no se aprecia. En estos momentos sólo veo belleza, naturalidad e inocencia. Pero su rostro también muestra conflictos internos, injusticia social, discriminación por ser mujer y por ser de dónde es. Veo rabia contenida, dependencia total y absoluta. Falta de libertades, cansancio y aburrimiento, indefensión y preocupación. Cuando observo el rostro de la fotografía oigo una vos que me dice, "no me olvides". Hay una barrera infranqueable que nos separa. Quisiera ponerme en su piel y en su situación para sentir sus sentimientos verdaderos. No lo consigo. Soy incapaz. El conflicto interior que veo en su mirada es de tragedia. La suya y la de todo un pueblo. Pero aquí no nos llega. Incluso percibiendo incertidumbre, sumisión, extrañeza, desigualdad y marginalidad -incluso así- estoy hablando de una fotografía de ensayo. No quiero pensar que sea una pose estudiada y retocada.
En la tranquilidad que me ofrece el lugar dónde me encuentro ahora escribiendo estas lineas puedo llegar a observar, en el fondo, cierta felicidad. Se que no puede ser así porque vive en un campo de refugiados. No tiene casa ni padres. No creo que pueda haber felicidad así las cosas. Tengo otra fotografía de Sharbat Gula con once años más, un marido de conveniencia y tres hijos. Tal fue el impacto que causó en el fotógrafo Steve McCurry que volvió para saber más de ella. Le costó pero la encontró. Se aseguró de que era ella. Con el permiso de su marido de conveniencia consiguió que se quitara el Burka y la volvió a fotografiar. Tiene los mismos ojos que cautivan lo mismo que antes. Siguen siendo verdes. Su rostro está castigado por el tiempo. Expresa abatimiento, sumisión y está derrotada. No hay ganas de lucha. Está bien así. Veo escasez y penuria de un pueblo que sigue oprimido. Ella se acordaba del fotógrafo y se reconoció en la foto anterior cuando era una niña. Pero no esbozó ninguna sonrisa porque vive en un pueblo despoblado y en una casa en ruinas. Comparo las dos fotos y sigo viendo -en ambas- esclavitud física e intelectual porque todo lo que no sea trabajar de sol a sol le está prohibido. Escribo lo que veo. Podéis pinchar su nombre en Google y, si alguien ve otra cosa, que me lo haga saber. Salud.  

sábado, 2 de junio de 2012

La portera

Hay un filosofo que, como tal, no hace otra cosa que preguntarse constantemente cosas cotidianas en clave existencialista   y con puntos de vista metafísicos intercalados. Están las cosas para filosofar. O quizás sí. Si filosofas sufres menos la realidad adversa y esto es bueno. Como decía Don Quijote, "filosófico estás, Sancho. Es que paso hambre". No es el caso. Ahora con la crisis lo que importa preguntarse es cómo salir de ella sin morir en el intento y cuándo los que rigen nuestros destinos se pondrán de acuerdo para sacarnos de ella. Se llama voluntad política. Es un bien escaso. El tal filósofo es el marido de la portera de una finca dónde vive un amigo mío que es quien me cuenta estas cosas. Una portera que hace de portera porque tiene vocación de portera. Le va. Habladurías y chismorreos a todas horas con los vecinos. Juntos y por separado y sin pedir cita previa. Es la mejor manera de ver cómo cambian las consideraciones. Algún ratito de limpieza consistente en coger el plumero y cambiar el polvo de sitio. Es decir, quitarlo de dónde se ve y dejarlo unos días en suspensión hasta que vuelve a depositarse sobre algo en cuyo caso repite la faena. Sin molestar a nadie y sin perjudicarse la salud que es importante. Reparto diario de correspondencia y mucha butaca con telebasura enriquecedora. A todo esto y de forma inexplicable la portera está felizmente casada con el filósofo mencionado que no para casi nunca en casa porque da clases en la universidad y que a ratos libres escribe libros que se publican y venden bien con las respuestas a las preguntas trascendentales que se hace y que se las dicta su esposa la portera.
Ha manifestado, recientemente, en una entrevista, que la mayor fuente de inspiración de las cosas que se cuestiona como temas vitales y a los que busca una respuesta, es su mujer. Se inspira en los chismes que su mujer le comenta que los inquilinos le han comentado en los momentos escalera. El verdadero sentir del pueblo reside en la finca y en cada uno de los vecinos que la habitan. Todos aportan su versión a la portera que a su vez los hace llegar a su marido que es el famoso filósofo que da clases en la universidad. Tener una mujer portera con mucho tiempo desocupado y tratando con inquilinos con demasiado tiempo de ocio y unas ganas tremendas de largar por la boca grande y pequeña es fuente inagotable, ha dicho el filósofo. Yo le creo. Si no fuera por las porteras. 
Anda preocupado y entretenido con la presentación de su último libro dónde se cuestiona cosas como, ¿Qué queda de la política? ¿Y de la literatura y la cultura? ¿Puede el pasado ser un referente para afrontar el futuro más incierto en años? ¿Nos podemos fiar del futuro tal cual está el presente? ¿La vida se vive realmente o es simplemente un cúmulo de efectos especiales? Hay más pero tampoco seré yo quién vaya a desvelar en contenido del libro en cuestión. Las respuestas que da son aceptables porque han salido directamente del pueblo que es quién sufre las consecuencias - o sea, de los inquilinos de la escalera donde vive mi amigo-. Consigue un efecto agridulce porque es un buen filósofo que ya lo he dicho antes. A cada respuesta que da genera una duda en el lector de la que sale una nueva pregunta. Pero como el lector no es un filósofo no sabe manejar su entendimiento para llegar a conclusiones positivas. En algunos momentos te entran ganas de cortarte las venas. En otros te da un subidón de positivismo y sueñas con tantos brotes verdes que los pisas sin darte cuenta. Es lo que yo digo. Hazte preguntas raras pero procura respuestas entendibles y que puedan ser asumidas por todos. Si las respuestas generan dudas y más preguntas es porque no te explicas bien y esto no vende, le ha dicho el editor. El filósofo marido de la portera y eminente profesor de universidad que escribe libros ha entendido el mensaje y ahora prepara otro en plan segunda parte para aclarar todo. En clase habla como un filósofo y en los libros habla como un inquilino más que chismorrea como la portera y ve telebasura. Es que los gustos cambian con la edad pero también con el estatus social y la cuenta corriente, con el trabajo que tienes, con el que tenías y con el que siempre has soñado tener y nunca tendrás.
En algunos momentos de la lectura del libro uno tiene la sensación de que el autor filósofo famoso profesor de universidad y marido de una portera que trata con vecinos ociosos y que ve programas basura ha tirado el manuscrito al aire y ha recogido las hojas según iban cayendo y tal cual han quedado se han publicado. Haceros una idea. Es lo más parecido a un jeroglífico. No lo entiende ni Dios. Otros pasajes recogen fielmente lo que se ha dicho en los momentos escalera. El libro simboliza la ciudadanía. Describe el perfil más limitado del ser humano y el más liberal. Es lo que uno puede leer en cualquier momento en el Facebook. Estamos aprendiendo a vivir en crisis y cuando ya no estemos no sabremos qué hacer. Acostumbrarse a una crisis es una mala costumbre a la que no hay que acostumbrarse.
El filósofo que vive en una portería porque está felizmente casado con la portera y que es profesor de universidad y que escribe libros de éxito ha presentado ante editores, libreros y periodistas del ramo su último engendro titulado "La política vista desde una portería". Ha sido brillante como siempre. Ha utilizado un lenguaje llano y con ejemplos entendibles. Al final ha aceptado preguntas en contra de lo que hacen nuestros políticos. Escribe a un nivel que está entre la tierra y el cielo. Queda recomendado para cuando lleguen las navidades. Salud. 

viernes, 1 de junio de 2012

Miedo, sangre y muerte.

Por Rafael Espino.Esta es otra entrada de la Memoria Histórica que el periodo Público mantiene gracias a la colaboración de todo aquel que tenga idea, memoria y ganas de contarla. Como todas, es un corta y pega y como todas es espeluznante. Dedicado a mis amigos de la cuneta.
Es la madrugada del día 20 de agosto de 1936, y un calor sofocante presagia las altas temperaturas de un verano muy caluroso, como el que ya nadie recuerda. El ensordecedor motor de una camioneta, se detiene, el ruido deja paso al primer canto de los pájaros de la mañana. El sol comienza a apuntar en el horizonte. Un horizonte rojizo, deslumbrante, que presagia la tragedia venidera. Se oyen voces, risas … e insultos. A golpe de punta de pistola diez hombres bajan atropelladamente de la camioneta. Uno de estos hombres es Francisco Antonio Jiménez García, de apenas 33 años de edad, jornalero de profesión como su padre, ha sido hasta este mismo día el tesorero del Centro obrero El porvenir en el Trabajo, socialista hasta la médula y miembro de la Comisión Gestora Municipal del Frente Popular.
Los diez hombres han sido conducidos desde los calabozos del municipio cordobés de Monturque, donde todos ellos llevan varias semanas detenidos a las puertas del cementerio municipal de Aguilar de la Frontera. Apenas han sido 10 kilómetros los recorridos en el trayecto, interminable e incierto. Casi una hora de miedo, de recuerdos, de angustia, de ver pasar toda una vida a medida que trascurren los minutos. Con lágrimas en los ojos no han podido ninguno de ellos dejar que la emoción y el sentimiento les acerque por última vez a sus seres queridos.
Francisco Antonio, piensa en su esposa Maria Antonia y a sus tres hijos,( la mayor una niña de 6 años y el menor un varón que no ha cumplido todavía el año de vida), lleva demasiados días sin saber nada de ellos. Recuerda con nostalgia a su padre Antonio y a su madre Emilia. Un nudo en la garganta hace que los sentimientos a flor de piel se conserven muy adentro. El recuerdo … el último recuerdo.
Un fuerte culatazo de un fusil mauser le hace volver de nuevo a la realidad. Empujado y encañonado, es conducido junto a los demás a las tapias exteriores del campo santo, las de la zona sur. Al caminar junto a las mismas, puede observar el reguero de sangre existente en todo el trayecto y que se pierde al final de las mismas. ¡Vamos¡ ¡Vamos¡, de nuevo más empujones.
Al volver la esquina de la tapia frontal, donde la sangre apenas era perceptible, un fuerte escalofrío recorre toda su espina dorsal. La visión es dantesca, desoladora. Los cuerpos de seis hombres yacen sin vida en el suelo junto a las tapias agujereadas por el impacto de las balas. Cuatro camilleros se aferran en colocar los cuerpos sobre improvisadas carretillas, mientras un grupo de unos ocho a diez hombres permanecen sentados en el suelo, alejados y absortos en sus juegos. Beben algún licor, cantan y ríen entre gritos de ¡arriba España¡. Dos hombres, que visten camisas azules, con bordados de colores y boina se prestan al registro y saqueo de las pertenencias de los cuerpos sin vida. Todo les vale, un reloj, una cartera, una sortija … Despojan como aves carroñeras los cuerpos sin vida. Requisan pertenencias que puedan delatar y revelar la identidad de los asesinados. Se afanan en completar un trabajo bien hecho. El verdugo suele cobrar. El asesino pretende ocultar.
Maniatados a una cuerda, los diez hombres son conducidos delante de la tapia, donde momentos antes yacían los cuerpos sin vida. Son alineados sistemáticamente una al lado de otro. Sabedores de su suerte, de su fatal destino, comienzan a despedirse entre ellos.
¡Socialistas¡ ¿No queríais tierras? El grupo de hombres que permanecía sentado, comienza a incorporarse a la orden del que parece tener el mando. Ordena formación e instantes después ¡fuego¡ al que sigue una ráfaga de disparos.
Uno a uno los cuerpos de los diez vecinos de Monturque, caen al suelo. Silencio, lamento, quejidos. Diez disparos más. Esta vez de pistola. Diez tiros de gracia, sobre diez cuerpos sin vida. Es algo más de las ocho de la mañana. El sol ha salido por completo.
El motor, aún caliente de la camioneta, vuelve a ponerse en marcha. Se aleja lentamente a la par que se oyen canciones de guerra, risas y disparos al aire.
Francisco Antonio, es recogido, trasladado y arrojado a una fosa común existente en el interior del cementerio. Una de las tres que para este menester han sido cavadas hace algunos días. Cientos de cuerpos sin vida se apelmazan en su interior. En menos de un mes han llenado la primera de las fosas de más de dos metros de profundidad.
Huele a cuerpo humano, a cal, a miedo, a muerte, a injusticia.
El sol abrasa y cae verticalmente sobre las calles desoladas. A pesar de ello, Josefa aviva el paso, sabe muy bien que el camino andado no puede volverse a andar. Es treinta de junio del 2008 y Josefa Jiménez Ramos ha realizado el mismo trayecto que su padre Francisco Antonio Jiménez García realizó hace 72 años. Ha venido de Monturque a Aguilar de la Frontera. Esta vez ha sido al juzgado. Sus casi ochenta años dificultan su andar, su lento y pesado andar. Bajo el brazo porta unos documentos. En uno de ellos se puede leer:
(…) la que suscribe Josefa Jiménez Ramos, vecina de Monturque (Córdoba) con el debido respeto y consideración expone:
“Que con motivo de la pasada guerra civil española, mi difunto padre, Francisco Antonio Jiménez García, fue fusilado el día 20 de agosto de 1936, en el cementerio de Aguilar de la Frontera, pero la defunción del mismo nunca llegó a inscribirse.
Teniendo conocimiento de que alguna de las personas que fusilaron en idénticas circunstancias que mi padre, posteriormente fue inscrita su defunción, es por lo que solicito a Vd., se sirva dar las ordenes oportunas para que se proceda a la inscripción de la muerte del mismo …”
No es la primera vez que la familia acude al juzgado a realizar esta petición. Ella lo sabe muy bien. Su madre María Antonia Ramos Capote, viuda de Francisco Antonio Jiménez García, lo hizo por vez primera en 1979 (cuarenta y tres años después de la desaparición de su esposo), con motivo de la recién estrenada Ley de Pensiones de Guerra aprobada en plena transición. A pesar del tiempo …, de todo el tiempo transcurrido incomprensiblemente le fue denegada a pesar del informe favorable de la Audiencia Provincial de Córdoba que instaba en el expediente que fue tramitado a que dicha inscripción se llevase a efecto.
Casi treinta años más tarde su hija vuelve a intentarlo. La viuda no pudo ver cumplido su deseo al fallecer en 1992. Es, ha sido una larga espera.
Lamentablemente este caso no es una excepción. Solo uno del grupo de los diez fusilados de Monturque de ese día, obtuvo la inscripción, fuera de plazo legal, en 1947 (once años más tarde) y después de distintos intentos y suplicas por parte de los familiares, no sin antes haber asistido a la humillación de ver denegada la inscripción otras tantas veces. ¿Puede caber más crueldad?
Vencer el miedo y el temer de presentarse de forma repetida y reiterada ante los funcionarios del Nuevo Estado, solicitando primero la búsqueda y después la inscripción o alguna noticia de un familiar rojo denota la valentía y el grado de compromiso, el arrojo y el coraje de estas gentes.
En cualquier caso, nada o casi nada pudieron averiguar con exactitud, pues la historia falsificada envolvió a las víctimas y los hizo desaparecer física y documentalmente de una forma planificada, meditada y calculada. Los crímenes cometidos alejaron las sombras y trajeron el olvido, silenciaron los nombres y sembraron la tierra de ignominia y vergüenza. Desaparecidos, sin poder nombrarlos. Sin poder inscribir su desaparición. Por siempre buscados y queridos. Desaparecidos …
El funcionario de correos, ha entregado hoy tres de septiembre del 2008 a Josefa una carta del Juzgado de Aguilar de la Frontera. Ha sido entregada en mano, por que en mano son entregadas las cosas importantes. Y esta para Josefa, sin duda lo es. Lee y devora con impaciencia, una impaciencia acumulada día tras día, año tras año. Por fin setenta y dos años y cuarenta y tres días después, su promesa de no desistir en el empeño, de recoger el testigo y seguir luchado y denunciando una injusticia demasiado tiempo prolongada llega a su fin y la democracia y el país por el que tanto lucho y defendió su padre a tenido a bien inscribir su asesinato en el Registro Civil, no sin antes tener que ofrecer pruebas documentales (72 años después) y testificales para la comprobación del hecho y haber tenido que contar con el informe favorable del Ministerio Fiscal.
Francisco Antonio Jiménez García, recuperó su nombre, su muerte y dejó de ser un desaparecido documental, que no físico, algo que todavía incomprensiblemente no ha ocurrido con Antonio Expósito Cruz, José Julián Flores Molina, Pablo López León, Camilo Enrique Rojas Molina, Severo Rojas Rojas, Manuel Sánchez Aguilera Y Manuel Sánchez Osuna y varios cientos de personas más que en esta localidad fueron pasadas por las armas en pocos días, republicanos, civiles, cuyos cuerpos sin vida fueron apilados en montones, rociados con gasolina y quemados en el cementerio municipal, obviándose su identificación y su registro y quedando en consecuencia legalmente desaparecidos, por que el derecho a la memoria, a su memoria, en este país no ha sido reconocido suficientemente todavía, si no se inscriben sus muertes lo seguirán siendo de forma permanente e indefinida.

miércoles, 30 de mayo de 2012

La lectura

El mundo de las letras es grande. Casi ilimitado. Soberbio y comparable con una droga de diseño que una vez has probado ya no la puedes dejar. Estamos en la feria del libro de Madrid y este año han invitado a escritores italianos. He estado. En una de las casetas de libros estaba uno de los grandes. Erri de Luca. Nacido en Nápoles en mil nuevecientos cincuenta. Lleva vividos los suyos. Salvando las distancias que cualquiera puede entender, de Luca y yo tenemos similitudes y puntos de encuentro. La primera, por supuesto, la pasión por la lectura. Leer y escribir. Se levanta muy de mañana, como yo. Cuando el sol todavía no ha salido y por lo tanto sigue siendo de noche. Se inspira. A mi me pasa lo mismo tan de mañana cuando todavía es de noche. Coge la libreta y el bolígrafo y se pone a escribir en la soledad de su cocina mientras espera que salga el café. También es un Quijote del siglo veintiuno porque se acuesta tarde vencido por el trabajo bien hecho. Antes de que salga el sol es la hora del embrujo. Es la hora de las ideas. De las reflexiones. De no dar a basto con el bolígrafo que va llenando páginas que luego serán corregidas, tachadas, recicladas, eliminadas o cambiadas de sitio. Se define como un obrero del periodismo y de la narrativa. También del ensayo. Un literato completo. Su trabajo consiste en traducir la poesía en prosa lo que, según él, la hace más bella. Algunos poetas no opinan igual.
Dicen que Erri de Luca escribe como habla o habla como escribe que para el caso es lo mismo. Lo hace con voz sosegada y con dominio de la palabra. Dos cosas que van juntas porque son inseparables. Cuando habla mira intensamente a su interlocutor para entenderle. Sólo cuando se siente comprendido habla de forma brillante y fluida. Razona sus pensamientos porque sabe cómo hacerlo y está convencido de que debe hacerlo. De hablar por hablar, nada. Pone una idea o un pensamiento sobre la mesa y lo disecciona con mano firme razonando cada cosa para evitar malos entendidos. El contertulio, entonces, se siente cómodo. En la caseta de libros hay una foto suya sentado en la cocina de su casa cuando acaba de levantarse y cuando todavía es de noche y cuando se está haciendo el café y, mientras él, escribe en su libreta. Es una foto muy bonita. Tamaño grande y en blanco y negro. En la foto se aprecia que en la pared de la cocina que hay detrás de él hay gran cantidad de etiquetas de botellas de vino. Se ríe cuando se lo mencionas y advierte que él bebe para recordar. No como otros que beben para olvidar. El olvido viene solo, con el tiempo. Está contento con los nuevos escritores. Son muchos y buenos. Algunos le han decepcionado porque han escrito un solo libro y se han quedado vacíos. Son incapaces de escribir un segundo libro porque ya no tienen ideas.
El día antes estaba invitado a una charla coloquio en un lugar céntrico de Madrid invitado por una editorial. Empezó a leer uno de sus relatos. O un trozo. Qué mas da. Demostró una gran capacidad para dramatizar sus propios escritos. El público se lo pasó en grande. Disfrutó. Son relatos pensados para gente ajetreada que sólo dispone de media hora al día para leer. Por tanto, breve pero intenso. Le preocupa que haya escritores jóvenes muy válidos que se cansan de escribir y de visitar editoriales para nada. Dejan el manuscrito y ya le avisaremos. No avisan. Los jóvenes escritores también quieren publicar. No pueden. No les dejan. No hay dinero, dicen. Son malos tiempos. Prefieren apostar por los escritores consagrados que venden. Incluso con novelas malas. Pero estos se terminarán y no habrá cantera. Estos escritores nuevos y buenos -que los hay- han buscado alternativas. Tienen su trabajo. Mantienen una vida laboral y social que les llena. Vida familiar completa. Van al gimnasio y luego leen y escriben un rato. Entonces publican lo que escriben en foros literarios o en algún blog de tantos. Para quién quiera leerlos. Se sienten queridos, leídos y admirados. De repente un buen día una llamada telefónica les cita para una entrevista con la intención de publicar. Cuando escuchan lo que va a costar el libro en la librería y lo que van a cobrar ellos por escribirlo se derrumban. No quieren. Prefieren seguir escribiendo para su público de gratis en los foros literarios adecuados. Son precios que rozan el delito. No quieren que se especule con ellos. Erri de Luca no tiene este problema pero le preocupa y lo dice en voz alta. Mi apoyo incondicional. Salud.  

lunes, 28 de mayo de 2012

Privatizar

Un dieciocho de Mayo del año pasado -dos mil once- publiqué una entrada titulada "Fantasías". Era de esas que a veces me salen breves pero intensas. Un formato reducido que versaba sobre la posibilidad de fantasear con algo. Es gratis. Resulta gratificante y nadie se da cuenta. Fantasear es un acto consciente aunque improbable o imposible. Pero ayuda. Te cambia el humor y la autoestima. Puede proporcionar una satisfacción infinita. Nos mantiene a todos de igual a igual y te codeas con quien te da la gana. Incluso sirve de ensayo para poder enfrentarnos a problemas reales. Fantasear genera una especie de positivismo vital porque puedes vivir una situación a la que le tenías ganas -por poner un ejemplo-. Nos ayuda a domesticar nuestras emociones. Conseguimos poderes infinitos que de otra forma sería del todo imposible. Tu mente, durante la fantasía, se siente liberada de ataduras y realizada. Fantasear es bueno para la salud.
El otro día he fantaseado. Os pediréis de qué. Lo sabía. Lo cuento. Ni más ni menos que el presidente del gobierno perdía el juicio -bueno, mas que una fantasía podría decirse que era una realidad- era destituido rápidamente y entraba un tecnócrata con un gobierno de concentración. Un representante de cada grupo político. La primera decisión a tomar de forma urgente y con la vista puesta en la crisis interminable que nos están vendiendo para liquidar el estado del bienestar era la de privatizar el Congreso de los Diputados. Esa obsesión por privatizarlo todo. Una señoría por cada provincia. El salario mínimo interprofesional que ellos mismos han fijado. Complementos como cualquier otro español. Nada de dietas. Se fichaba a la entrada y a la salida. Si al final del mes las horas no salen te lo descuentan del sueldo -como en cualquier parte-. Las bajas no se cubren. Un mes de vacaciones y como están interinos -por cuatro años- el mes de vacaciones no se cobra. Como estamos en crisis el sueldo queda congelado y desaparecen coches oficiales y escoltas. No te regalan el iPad, ni el iPhone ni el portátil ni la cesta de navidad. Temporalmente, como nos dicen. Sin pagas dobles. Dos extras, como todo el mundo y consistente en el sueldo base a secas. Se cancelan los seguros médicos privados que la cámara pagaba hasta ahora a sus señorías y las becas para estudios en centros privados para sus hijos. Queda abolida la pensión vitalicia. La jubilación se cobrará según la legislación vigente para todos los españoles. Según los años cotizados. Si no eres reelegido te vas al paro como otros y en las mismas condiciones. Hay que dar ejemplo por encima de todo. No puedes cobrar dos sueldos. Si no rindes no cobras productividad y te pueden despedir de forma procedente aplicándote la legislación vigente de la última reforma laboral.
En cualquier momento, y si conviene, el edificio del Congreso de los Diputados se podrá alquilar para congresos, reuniones de trabajo de otras empresas, exposiciones itinerantes, foros de cultura, actos oficiales como entrega de premios o galardones, etc. Esto proporcionará una entrada de dinero extra que se dedicará a desarrollar un estado de bienestar. Si coincide con alguna sesión ésta se realizará por vídeo conferencia. Cada cual en su casa y en su despacho . Se pondrán en alquiler los despachos que tienen ahora. El senado queda suprimido por ineficaz y el edificio alquilado para oficinas y para lo mismo que he mencionado antes del Congreso. Se promulga una ley por la que queda abolido el aforamiento. Por fín todos seremos iguales ante la ley. ¡Por fin! El que delinque va a la justicia ordinaria como cualquier otra persona. El programa electoral de cada uno se entrega ante notario y si se incumple queda tipificado como falta grave o incluso delito y contemplado en el código penal con penas de cárcel. Se acabaron los privilegios, los mangoneos y los mamoneos. Todos habrán jurado por imperativo legal dedicar todo su tiempo y esfuerzo a proporcionar a la ciudadanía un estado del bienestar. El ejército pasa a ser un tema residual y más decorativo que otra cosa. Esto importa un ahorro muy importante que se dedicaría -en su totalidad- a I+D+I. Un único banco público y para todos donde fluya el crédito para generar empresas y empleo. Un banco que busque la eficacia y la excelencia antes que la rentabilidad, la especulación y el desperdicio.
Tengo que confesar que esta fantasía me ha producido un placer no comparable con nada. Es una utopía y por tanto sólo se entiende en el campo de las fantasías. Bien pensado sería cosa de ponernos de acuerdo y hacer como describía Saramago en uno de sus libros. O esto o nadie va a votar porque nadie me puede representar. El pueblo somos la mayoría y el poder reside en el pueblo -por tanto en la mayoría-. Los políticos que tenemos ahora son "activos tóxicos" de los que hay que desprenderse. Ya me siento mejor y más liberado. Tengo que hacerlo más a menudo. Sin duda alguna vale la pena. Salud. 

sábado, 26 de mayo de 2012

El regalo

Llamaron por la mañana. Hice lo que nunca hago. Cogí el teléfono. Me pillaron. ¡Buenos días Antonio y enhorabuena! Gracias. Somos de la editorial "nosgustatocarlaspelotasadomicilio". ¿Se acuerda de nosotros? ¡NO! Claro. Nos hemos cambiado el nombre. ¡AH! Ud. nos recuerda como ediciones "noleatantoquesecansalavista". ¡NO, insistí categórico! Ud. es cliente nuestro. Desde hace muchos años. Si hace memoria lo recordará. Nos ha comprado muchos libros. Ha acumulado muchos puntos. ¡Que digo muchos puntos!...Ud. en estos momentos tiene el máximo de puntos posibles. ¿A que está contento? Creo que no. Creo que estoy enajenado. No les conozco de nada. Ni antes ni ahora. Yo sólo he comprado libros al "Círculo de Lectores" cuando era mas joven. ¡Venga Antonio que se nota con la voz que está contento! Ahora mismo casi que me da envidia. Tiene Ud. acumulados cinco mil puntos. Es Ud. un cliente fiel y queremos entregarle un regalo en mano. La jefa de comerciales vendrá personalmente a su casa. ¿Cuando podemos encontrarlo? Nunca. Siempre estoy trabajando. Ahora mismo he venido a ducharme y me marcho enseguida. Seguro que encontraremos un momento. Iremos pasando, no se preocupe. Mire señorita, tengo un trabajo complicado. Estoy pasando por un divorcio complicado. Mi hijo tiene una enfermedad complicada que requiere cuidados complicados y complejos... Un cliente como Ud. requiere nuestra máxima atención. Somos competentes. Serios. Tenemos capacidad de trabajo. Ponemos entusiasmo en lo que hacemos. No es ninguna molestia pasar las veces que haga falta. Ud. no se va a quedar sin su regalo. Le informo que tan sólo tendrá que abonar tres euros del desplazamiento. El regalo es un libro exclusivo. Enhorabuena.
¡Cristo bendito! ¡Mecagondena! ¡La madre que parió a todo lo que tenga patas, cerebro y no piense! Esto me pasa por coger el teléfono. Cosa que nunca hago. Mira. Vinieron, llamaron y yo no abrí. Volvieron a llamar y no contesté. Los vi apostados en la puerta y entré por el garaje. Hice lo imposible por esquivarlos y lo conseguí. Esta mañana he llegado y la calle estaba llena de papas, mamas y niños que entran y salen de un colegio próximo. He mirado al horizonte y no estaban los de la editorial. Abro la puerta de casa y escucho una voz detrás mio. ¡Buenos días Antonio y enhorabuena! Por fín le encontramos. Ha sido difícil. Es evidente que tiene Ud. una vida complicada. La constancia es nuestro lema. Es que ahora mismo...¿Me permite que pase un minuto para entregarle el regalo a su fidelidad? Es que...Ud. siempre tan amable. ¿Tiene una mesa? Esta misma me sirve. Nos apañamos con cualquier cosa. Perdone pero...Tiene una casa preciosa. No le enrredaré más allá de lo necesario. Vamoa a ver Toni -me digo para mis adentros- esto no me puede pasar. Respiro hondo intentando subirme la autoestima y me doy ánimos porque yo puedo. Intento digerir la primera derrota de la batalla final. Tengo al enemigo en casa. Estoy en mi casa pero ahora mismo es tierra hostil. ¡Que calor! ¿Tiene un vaso de agua? Chica rubia. Primera juventud con cara de no haber superado la adolescencia. Hiperactiva con un grán déficit de atención y muy bien entrenada. ¡Que suerte Antonio, aquí tiene su regalo! Libro atribuído a Emilia Pardo Bazán. ¡Que despiste, con los nervios! Soy Marilú Piruchi. Me gusta ver la cara de satisfacción de nuestros clientes. Los años no pasan para Ud. Cinco mil puntos, nada menos. Y como premio a su fidelidad le voy a ofrecer tres premios o regalos a elegir de entre estos tres lotes. Saca un grán libro de una grán maleta repleta de grandes folletos. ¡Venga mire bien y dígame cual es el que más le gusta! Mire señorita es que...¡Lo sabía! No se decide y para eso estoy yo aquí. Se queda con esta mini cadena para su hijo. Del segundo lote -va girando páginas interminables- ¿qué? La verdad, yo...¡Bueno, no se preocupe. Es normal. Le adjudico este reloj de pulsera para su mujer. Es exclusivo y lo anuncia Fernando Alonso en persona! Vale pero...¡Del tercer lote se queda un regalo para Ud. Una colección de veinte tomos del "Capitán Trueno"!
Bueno. Voy a tomar nota de los regalos que ud. mismo ha elegido y los recibirá en veinticuatro horas. Ahora sólo tiene que decirme cómo lo quiere pagar y el número de su cuenta corriente. Adrenalina. Taquicardia. Sudor. Elevación de los niveles de mala leche. Sonrrojo. ¡Ud. me ha dicho que son regalos y ahora me dice que los tengo que pagar! Mire Antonio, son regalos porque al precio que están Ud. no los puede encontrar en ningún sitio. ¡Son precios de regalo! Treinta y tres euros a pagar en treinta y seis meses. ¿Me dirá que no es un regalo? ¡Afirmo que no es un regalo. No me interesa. Quiero que me dé de baja como cliente y que me borren de sus ficheros y que no vuelvan a llamar! No me puedo creer Antonio que deje pasar una oportunidad comom esta. ¡Créalo. No me interesa. Deje el libro. Aquí tiene los tres euros. Recoja sus cosas y váyase! Me tendrá que firmar este papel de renuncia de los regalos y de los puntos. Firmo y se va. De mis ojos caen unas lágrimas de satisfacción de haber ganado la batalla final y la guerra. Demasiada tensión acumulada en compañía de una mujer que no paró de hablar ni un puto momento. Su hiperactividad con su grán déficit de atención era excesivo. Cuando se fue necesité un poco de aporte químico para relajarme. Cuando escribí el borrador también y cuando he escrito la entrada, lo mismo. Mas o menos ocurrió así y más o menos lo he contado como ocurrió. Juro que ocurrió y casi como lo he contado porque seguro que me he quedado corto. Un libro que no leeré a cambio de tres euros. Un monumental enfado. La entrada puede parecer larga pero nada comparado con lo largo que se hizo este encuentro. O sea que, a callar y a joderse que la vida, a veces, no es fácil y siempre habrá alguien que te joderá el día. Salud.

jueves, 24 de mayo de 2012

El bambú y el perfil

Los japoneses son muy suyos. Irradian una inteligencia forjada en siglos. Gracias a ella son capaces de mantener templados los nervios, las emociones y los sentimientos. Esto está bien en momentos de máxima tensión o en situaciones de extrema gravedad. En sus relaciones interpersonales les perjudica. Pero no voy a ser yo quien critique este comportamiento humano que es fruto de la evolución natural. Ellos conocen el bambú. Tienen mucho. Bosques enteros de cañas de bambú. Esta especie vegetal tiene una gran capacidad de adaptación al medio. Por esta razón, sobrevive a adversidades y catástrofes naturales. Decía que los japoneses son muy suyos porque tienen la capacidad de imitar a la naturaleza y lo hacen. La caña de bambú se deja acariciar por el fuerte viento de un huracán o las inclemencias de un tornado. No contradicen al viento o a la ventisca. Se dejan llevar con la única intención natural de sobrevivir. Sabia decisión que los japoneses han observado y que imitan cuando la ocasión lo requiere. Yo no he estado en Japón y no conozco a los japoneses pero se lo que digo porque me lo han contado, lo he leído y lo he visto en documentales de rigor.
Yo presumo de ser paciente, realista y perseverante. Procuro escribir en ambientes creativos. Percibo una evolución del blog en el fondo y en la forma desde sus inicios. Soy exigente conmigo mismo para despertar el interés en quien quiera leerme. Tampoco se trata de despertar demasiado las conciencias para no ser catalogado de agitador. Las entradas siguen un ritual y una estructura cultural y literaria. Literariamente ya estoy emancipado. Es una trama sencilla para un blog casi familiar. No me gusta jugar con el puritanismo caduco y me esmero en controlar el vocabulario. No tengo ataduras de ningún tipo ni creo en los matrimonios de conveniencia. Es lo que hay.
En otras partes del mundo viven unos homínidos contemporáneos que sí conozco y en los que no aprecio evolución alguna. Son una paradoja de los japoneses y del bambú. Viven anteriores al Homo Hábilis y posteriores al Homo Erectus. Son lo más parecido al Homo Antecesor del Pliopleistoceno. Es pura realidad y por ello es preocupante. A simple vista no se nota pero al poco que los tratas y conoces te das cuenta de que el talento no guarda ninguna relación con el tamaño y peso del cerebro. De estos homínidos bípedos no emana ninguna expresión cultural o creativa. Sólo desprenden rutina bananera y sumisión incondicional al mando superior. Es un perfil común y compatible con mucha gente. Hacen todo lo contrario de lo que haría una caña de bambú. Funcionan contra corriente. Al final -más pronto que tarde- se rompen y son reemplazados por otros.
Tengo un amigo que a este tipo de personas los llama "socarbunculocolínfugas". No se qué significa ni de dónde ha sacado tal vocablo pero, cuando te mira fijamente a los ojos con semblante serio y pone cara de  pocos amigos...acojona de verdad. Vaya que sí. Y es lo que yo digo. Que la soberanía radica en el pueblo y que el pueblo somos mayoría. Y si la mayoría quiere una cosa la debe poder expresar públicamente al no evolucionado de turno con cargo y mando y éste, ceder. Pero no lo hace. El bambú, aún siendo una planta, es más inteligente. Darwin ya lo observó y dejó constancia por escrito de todo esto de la evolución de las especies y de su adaptación al medio. Pero se le olvidó hablar de los socarbunculocolínfugas. Estos que nunca han leído a Darwin. Esto me trae a la memoria aquel pasaje televisivo tan visto en su tiempo. Fue un momentazo. Señor de negro. Bigote a juego. Enfoque de primer plano. Lágrimas de cocodrilo en sus ojos. Decía aquello de..."españoles...(sniff, sniff)...la democracia...(pausa)...y la libertad de expresión...(sniff, sniff) ...han muerto". Creo que era algo así. Si me he equivocado pido disculpas y me rectificáis.
Este Homo Contemporáneo del que me he referido no sabe lo que es el bambú y no ha leído a Darwin. Todavía tiene cargo y poder. Es cuestión de tiempo que no tenga ni una cosa ni otra. Bueno pues a cuidarse que son dos días y uno de ellos con mal tiempo. Salud.

martes, 22 de mayo de 2012

La carretera de la muerte

Mi compromiso con la Memoria Histórica es ilimitada y siempre habra espacio para alguna entrada que tenga relación directa con los de las cunetas. Este es otro corta y pega de Rafael Espino. No podemos olvidar la historia porque, a buen seguro, la repetiriamos.
“… nos lo robaron todo, las palabras, los nombres, los cuerpos, el dolor, el luto, el deseo de vivir, la crítica, la historia, pero no consiguieron robarnos la memoria .”                                   José José María Tubino Montesinos, fue ejecutado, como tantas otras personas inocentes, por las hordas de asesinos, que desinhibidos , exaltados y excitados por el poder que sobre la vida y la muerte, les confirieron los famosos bandos de guerra publicados en los primeros días del alzamiento militar, convirtiendo las noches y el alba de los días de aquel caluroso verano de 1936, en un aquelarre de sangre. Asesinos, gente que mataba por el placer de matar, entregada con servil entusiasmo a la abyecta tarea de hacer desaparecer a sus vecinos y paisanos, por el solo hecho de no poder soportar que la localidad fuera gobernada por partidos y personas con proyectos y sueños de progreso, de justicia e igualación social, de convivencia y de un mejor reparto de lo mucho o lo poco que era necesario para no morir de hambre y también como no portadores de sueños de revolución.
José María Tubino Montesinos, sin militancia política ni sindical alguna conocida, fue detenido en la fábrica de “Las Puentes”, de la cual era apoderado algunos días antes de su asesinato. Sería encarcelado en la cárcel local y sacado de la misma en una cuerda de presos al alba del día 16 de agosto de 1936. Todos ellos serían reunidos en la curva de la antigua bascula, junto al río en dirección a Montilla a otro grupo de presos procedentes de las localidades vecinas de Montemayor y Fernán Núñez para ser asesinados en ese mismo día.
Todos ellos, diez y siete personas de la saca de ese día, entre los que se encontraban dos mujeres (una de ellas embarazada de cinco meses) trasladados en un camión, requisado en la misma fábrica algunos días antes al cementerio municipal de Aguilar de la Frontera.
Arrojados, todos ellos caerían a la gran fosa común de la ignominia española, abierta por la guerra y ampliada por la victoria. Una gran fosa común mandada excavar por una gran parte de la sociedad, para albergar, sin nombre, sin vida, los restos de las personas asesinadas, convirtiendo a este país en general y a esta localidad en particular en un campo sembrado de sepulturas secretas, sin permitir durante más de tres cuartos de siglo recobrar su nombre, recobrar su dignidad.
Para la familia de José María, su viuda, sus hijos/as, sus nietos/as, el tiempo detuvo su reloj vital, un día 16 de agosto de 1936. Las circunstancias de su desaparición física, significó, al igual que para otras muchas familias,no volver a verlo jamás, por lo que en su interior comenzaron a regañadientes a entender que ya nunca más se produciría un reencuentro.
Pero nunca, nunca pudieron entender ni aceptar el imposible atemperamiento de la memoria, la imposición social y política del olvido, por que el derecho a la memoria, al contrarío de lo que la justicia española nos dice de estos delitos … jamás … jamás prescribe.
Hoy. los restos mortales de José María Tubino Montesinos y los de su hija Carmen Tubino Tubino , han sido trasladados por la familia y miembros de AREMEHISA al Cementerio Municipal de Villafranca de Córdoba, donde han sido inhumados junto a los de su viuda y madre política.
El camino ha sido largo, con tiempo para la reflexión y el recuerdo para muchas personas que no han podido hoy estar aquí, pero que han contribuido con su trabajo y pleno compromiso a que de nuevo se restituya la reparación de unos acontecimientos que jamás debieron de ocurrir. Y la reflexión profunda de saber que con este nuevo acto de hoy volvemos a cerrar otra página de la historia de esta localidad, donde nos hemos atrevido a tomar decisiones que otros no se atreven todavía a tomar, por miedo aún o recelos del pasado. Una localidad, Aguilar, que cierra páginas hasta ahora desconocidas, y lo hace de acuerdo con la normalidad que se supone ha de ser hoy, enterrar de una vez a todos los muertos y “desaparecidos”, victimas de la represión del franquismo.
Sus frágiles cuerpos han sido inhumados en un espacio rodeado de muros de piedra, junto a los suyos, como siempre debió de ser. He de decir que contemplando su inhumación los olores me han traído aromas del tiempo y el pasado lejos ya de un posible futuro de dolor, sin nadie a quien llorar ni enterrar.
José María Tubino Montesinos y su hija Carmen Tubino Tubino, descansan por fin en paz.

El letrado

Pasaban unos minutos del mediodía. La sala de juicios estaba llena a rebosar. Ni un asiento vacío. Al fondo gente de pie que escuchaba con atención y seguía el discurrir de lo que acontecía. El letrado, con permiso de su señoría -el juez-, se levantó de forma parsimoniosa y se quitó las gafas con la mano derecha. Anduvo unos pasos. Miró al juez. Desvió la mirada al auditorio y luego hacia el jurado que parmenecía sentado y que le observaba con interés y con paciencia. A medio camino se paró. Colocó dos dedos de la mano izquierda entre la frente y las sienes. Bajó la cabeza. Cerró los ojos. Se masajeó las sienes pensativo. El silencio era absoluto. Levantó la cabeza y se puso las gafas. Dio media vuelta para dirigirse con cierta rapidez hacia su mesa. Su ayudante y el acusado se miraron. Removió unos papeles y consultó unas notas. Con el índice de la mano derecha seguía unas líneas que parecía querer memorizar. Era el  referente. Todas las miradas eran para él y lo sabía. Era su juego. No había margen de error. Se quitó nuevamente las gafas y se dirigió con paso firme hacia el jurado. Delante de ellos. Apoyado sobre un pasamanos de madera. Miró fijamente a los ojos de cada uno. Hombres y mujeres que tenían la obligación de impartir justicia. En breve, tendrían que emitir un veredicto.
Miró al juez y dijo; Señoría. Miró otra vez al jurado en su conjunto y dijo; Señoras y Señores del jurado. Esta mañana cuando venía he estado pensando qué podría decirles y de qué manera para conseguir doblegar sus voluntades para que, al final, digan que mi cliente es no culpable. Una hora de camino no ha sido suficiente para poner mis ideas en claro sobre qué decir y de cómo decirlo. El cuerpo terrenal y mortal de mi cliente como el de todos nosotros tiene unas facultades que llamamos sentidos y que utilizamos más o menos según nos convenga en cada momento. Otras facultades son la memoria, la inteligencia y la voluntad sobre las que tenemos menos poder de gobernabilidad y que a veces no responden según nos gustaría. Seguía el silencio y la atención sobre el letrado y su alegato final. Dijo un pensador griego -y con verdad- que con frecuencia hasta un loco dice la verdad. A eso voy. Creo que me he vuelto loco porque voy a decir la verdad de lo que pienso de todo esto. Mi cliente tiene las facultades espirituales y del alma en buenas condiciones ya que asiste e misa todos los días y reza a menudo. Sus facultades de la inteligencia y de la voluntad están seriamente mermadas. Quiere amar y hacer el bien pero no puede. Por mucho que lo intenta, no puede. Dios, en su infinita bondad, le negó la posibilidad de dominar estas facultades y ahora actúa en su nombre y dice hacer el bien. Parece que es piadoso pero es vulgar y malo. Por esto se ha convertido en un asesino. Murmullos en la sala.
Como persona y como letrado siempre he querido ser justo y actuar con rectitud. Quiero, pues, que nunca se cuestione mi sentido ético y de luchador para la justicia. Tengo sobradas razones para pensar, y así lo digo ante ustedes, que mi cliente es culpable de todos los cargos que se le imputan incluido el de asesinato. Revuelo en la sala. Susurros. Miradas de desconcierto y esas cosas. No suele ser normal que el abogado defensor admita la culpabilidad de su defendido. El juez mandó guardar silencio. El letrado prosiguió. No se confundan. Lo hizo, pero porque le faltó voluntad para oponerse a sí mismo. Una persona en su sano juicio y en pleno uso de sus facultades mentales no habría hecho esto nunca. Es imposible. Aunque sea su abogado defensor tengo la obligación de decir públicamente que hizo lo que se le imputa y todas las pruebas aportadas por la policía lo incriminan. No hay nada que discutir al respecto. Afirmo, no obstante, que tengo la certeza de que no sabe porqué lo hizo. De que en ningún momento pudo no haberlo hecho porque carece de este sentimiento que es el de apiadarse de alguien. Lo hizo y con premeditación pero no fue consciente de lo que hizo y tampoco lo es ahora. Digo lo que he dicho siempre pero hoy utilizo otro lenguaje. He cambiado el adjetivo de enajenación por el de ausencia de voluntad para no hacerlo.
El juez interrumpió. Explíquese mejor letrado y no intente confundirnos. No quiero ni deseo malos entendidos. No le exculpo. Lo inculpo de lo que hizo y así lo digo porque es la verdad y para que todos lo sepan. Digo que mi cliente está privado de voluntad y de inteligencia y que por tanto nunca fue consciente de lo que realmente hizo y por lo que está hoy aquí. Nunca dispuso de su voluntad.
Les toca a ustedes emitir un veredicto para hacer justicia y no me dan envidia. Lo mio ha sido fácil. Ustedes, en cambio, tienen  un problema. Deben de aclarar a la sociedad hasta dónde llegó su responsabilidad en los hechos que aquí se juzgan. Yo he hecho mi trabajo. He expuesto el asunto de la manera y forma más clara posible. Disponen de todos los datos y con todo tipo y lujo de detalles. Lo que se puede probar ha sido probado porque es lo material. Lo que yo digo ahora sobre su capacidad cognitiva y volitiva no se puede probar porque es inmaterial. Lo tienen que creer o no. Si después de lo que han oído siguen pensando que están capacitados y en condiciones para emitir un veredicto, háganlo. Respiró profundamente. Se quitó las gafas con la mano derecha y se fue a su mesa. Recogió los papeles y levantó la mirada hacia las personas que estaban de pié al final de la sala. Allí se encontraba su asesor de imagen y contenidos que levantó el pulgar en el sentido de aprobación y de que había conseguido inocular la duda razonable en el jurado, en el juez y en los presentes y los había dejado en un limbo mental dónde es muy difícil tomar una decisión. El acusado le susurró algo al oído. El juez, en voz alta, se limitó a decir: visto para sentencia. Salud.

domingo, 20 de mayo de 2012

Las Trinitarias

El mundo de la cultura y la literatura anda revuelto estos días y con sobrados motivos. Los expertos estan alterados y parece que hayan perdido el rumbo. No es para menos. En el Convento de las Trinitarias situado en el Barrio de las Letras de Madrid se están llevando a cabo unas obras de remodelación y adecuación de espacios. Los obreros, en unas dependencias no habitadas desde no se sabe cuándo, han encontrado unos folios antiguos manuscritos. Expertos, estudiosos y las mismas monjas se han puesto a analizar el material encontrado. Se trata de unos cincuenta folios de papel bien conservado pero muy antiguo escritos a pluma. Estaban en un arcón bien colocados como si alguien los hubiera puesto así aposta para guardarlos. A primera vista, después de una inspección ocular y de leerlos detenidamente, parece que hay pocas dudas de que este manuscrito podría ser obra del mismísimo Cervantes. Los intelectuales se frotan las manos porque esto puede dar mucho de sí y podría desvelar algo más sobre nuestro insigne escritor, pensador y humanista. Ahora es el turno de los que restauran, copian, fotografían, microfilman, estudian detenidamente y luego de todo esto nos dirán de que va la cosa. Hay buenas vibraciones y mejores perspectivas.
Se desprende que Don Miguel de Cervantes vendría mal herido o enfermo de algún punto del norte de África -sin especificar- que incluso podría cambiar la historia que todos conocemos. Digo que vendría mal herido o muy enfermo, que no queda claro y mucho menos después de haber empezado a analizar estos escritos a los que hago alusión. Antes de partir habría escrito a su hija que por aquel entonces era la madre superiora del Convento que las Trinitarias tenían en Madrid. Como quiera que se trataba de un convento de clausura y no teniendo Don Miguel a dónde ir cuando llegara a Madrid y dado que su hija era la madre superiora del convento, habría pedido licencia al obispo -que tenía y sigue teniendo potestad en estas cosas- para que su padre pudiera albergarse en el convento al cuidado de las monjas y de su hija lo que le quedara de vida. Estamos hablando de una persona mayor y herida o enferma que viene de estar preso unos años por hacer la guerra. El obispo en cuestión habría accedido y convenido en que así fuera y que estuviera atendido por su hija y es resto de las monjas hasta su muerte. No queda claro -por lo leído- que fuera manco, que sufriera una parálisis de su mano izquierda como consecuencia de heridas de guerra y una afectación del nervio o que en realidad hubiera padecido un tromboembolismo que le hubiera provocado una hemiplejia izquierda que le provocara una severa minusvalía en el movimiento aunque no en su intelecto. Queda medianamente claro que desembarcó en algún punto del levante español y que fue trasladado por monjes trinitarios -que se dedicaban a estos menesteres- hasta Madrid y en cuyo viaje hubieran invertido poco más de dos semanas.
Los primeros expertos en hablar han dicho que la escritura está hecha con mano temblorosa y que habría escrito estos folios poco antes de morir y después de haber sido confesado y haber recibido la extrema unción. Es una especie de ensayo autobiográfico escueto en el que resalta sus ideas y sus pensamientos con momentos de gran lucidez y brillante en el fondo y en la forma y otros pasajes algo confusos producto de su deterioro físico y de su sufrimiento. Estaría Don Miguel en su mundo y su universo atemporal donde la necesidad le obligaría a coger la pluma y plasmar sus vivencias y sus creencias. El escrito es asombroso y versiona los últimos momentos de su vida. Mantiene su creatividad habitual y sugiere anécdotas inéditas de su vida que los historiadores datarán y pondrán en su sitio. Un documento de enorme importancia y trascendencia para las letras españolas y para conocer un poco más sobre su vida y sus padecimientos; "pronto ha de llegar la noche que borre mi memoria y se haga la oscuridad más absoluta. Tengo la  certeza porque la presiento y porque es ley de vida y mientras pueda ver mi sombra seguiré escribiendo lo que piense. Estoy preparado para partir. Tengo ya, un pie en el estribo". Podría parecer impreciso pero puntualiza algunos pasajes de su vida de forma breve pero intensa. Da gracias a Dios porque le ha procurado este final y no otro peor. La edad y sus sufrimientos delatan angustia vital, tristeza y confortamiento. Es un escrito muy personal y apasionado. El momento lo requiere. Es un biografiado a modo de ensayo o viceversa. No escribe para un público. Escribe para él como si de una confesión se tratara.
Esta construcción literaria se restaurará y se guardará celosamente en algún sitio donde cualquiera de nosotros podamos contemplarla. Será lectura obligada y los críticos harán versiones para todos los gustos. Sin duda alguna se trata de un gran hallazgo después de que las mismas monjas perdieran sus huesos en otra remodelación anterior del convento. Salud.