Los japoneses son muy suyos. Irradian una inteligencia forjada en siglos. Gracias a ella son capaces de mantener templados los nervios, las emociones y los sentimientos. Esto está bien en momentos de máxima tensión o en situaciones de extrema gravedad. En sus relaciones interpersonales les perjudica. Pero no voy a ser yo quien critique este comportamiento humano que es fruto de la evolución natural. Ellos conocen el bambú. Tienen mucho. Bosques enteros de cañas de bambú. Esta especie vegetal tiene una gran capacidad de adaptación al medio. Por esta razón, sobrevive a adversidades y catástrofes naturales. Decía que los japoneses son muy suyos porque tienen la capacidad de imitar a la naturaleza y lo hacen. La caña de bambú se deja acariciar por el fuerte viento de un huracán o las inclemencias de un tornado. No contradicen al viento o a la ventisca. Se dejan llevar con la única intención natural de sobrevivir. Sabia decisión que los japoneses han observado y que imitan cuando la ocasión lo requiere. Yo no he estado en Japón y no conozco a los japoneses pero se lo que digo porque me lo han contado, lo he leído y lo he visto en documentales de rigor.
Yo presumo de ser paciente, realista y perseverante. Procuro escribir en ambientes creativos. Percibo una evolución del blog en el fondo y en la forma desde sus inicios. Soy exigente conmigo mismo para despertar el interés en quien quiera leerme. Tampoco se trata de despertar demasiado las conciencias para no ser catalogado de agitador. Las entradas siguen un ritual y una estructura cultural y literaria. Literariamente ya estoy emancipado. Es una trama sencilla para un blog casi familiar. No me gusta jugar con el puritanismo caduco y me esmero en controlar el vocabulario. No tengo ataduras de ningún tipo ni creo en los matrimonios de conveniencia. Es lo que hay.
En otras partes del mundo viven unos homínidos contemporáneos que sí conozco y en los que no aprecio evolución alguna. Son una paradoja de los japoneses y del bambú. Viven anteriores al Homo Hábilis y posteriores al Homo Erectus. Son lo más parecido al Homo Antecesor del Pliopleistoceno. Es pura realidad y por ello es preocupante. A simple vista no se nota pero al poco que los tratas y conoces te das cuenta de que el talento no guarda ninguna relación con el tamaño y peso del cerebro. De estos homínidos bípedos no emana ninguna expresión cultural o creativa. Sólo desprenden rutina bananera y sumisión incondicional al mando superior. Es un perfil común y compatible con mucha gente. Hacen todo lo contrario de lo que haría una caña de bambú. Funcionan contra corriente. Al final -más pronto que tarde- se rompen y son reemplazados por otros.
Tengo un amigo que a este tipo de personas los llama "socarbunculocolínfugas". No se qué significa ni de dónde ha sacado tal vocablo pero, cuando te mira fijamente a los ojos con semblante serio y pone cara de pocos amigos...acojona de verdad. Vaya que sí. Y es lo que yo digo. Que la soberanía radica en el pueblo y que el pueblo somos mayoría. Y si la mayoría quiere una cosa la debe poder expresar públicamente al no evolucionado de turno con cargo y mando y éste, ceder. Pero no lo hace. El bambú, aún siendo una planta, es más inteligente. Darwin ya lo observó y dejó constancia por escrito de todo esto de la evolución de las especies y de su adaptación al medio. Pero se le olvidó hablar de los socarbunculocolínfugas. Estos que nunca han leído a Darwin. Esto me trae a la memoria aquel pasaje televisivo tan visto en su tiempo. Fue un momentazo. Señor de negro. Bigote a juego. Enfoque de primer plano. Lágrimas de cocodrilo en sus ojos. Decía aquello de..."españoles...(sniff, sniff)...la democracia...(pausa)...y la libertad de expresión...(sniff, sniff) ...han muerto". Creo que era algo así. Si me he equivocado pido disculpas y me rectificáis.
Este Homo Contemporáneo del que me he referido no sabe lo que es el bambú y no ha leído a Darwin. Todavía tiene cargo y poder. Es cuestión de tiempo que no tenga ni una cosa ni otra. Bueno pues a cuidarse que son dos días y uno de ellos con mal tiempo. Salud.