En una conversación puedes hablar o escuchar. He llegado a la conclusión de que escuchándo se puede llegar a ser más sabio que hablándo. Reconozco que me ha costado mucho. He dicho en otras ocasiones que soy más del hablar y no parar que del escuchar. Dicho esto, añado: he escuchado atentamente a Alí Ahmad Said Esbe. Escritor y poeta Sirio nacido en mil nuevecientos treinta. No le gusta el mundo superficial actual. El de las prisas. El de lo quiero ahora mismo. Al final no conduce a nada. Y decía esto después de llegar tarde al Festival Internacional de Poesía y Prosa de México. Llegó tarde porque el autobús en el que viajaba se metió en un monumental atasco y estuvo literalmente parado durante varias horas. Estamos en los tiempos de la velocidad y las prisas. Los tiempos del AVE, los Gigas, la banda ancha, la fibra óptica, los mails y todas esas cosas que son tan rápidas que provocan vértigo y tiene que ser un vulgar atasco el que te paralice y de proporcione tiempo.
Siguió contando y yo escuchando. Cuando tenía doce años -en mil nuevecientos cuarenta y tres- vivía con su padre. Campesino de profesión y revolucionario e independentista en sus ideas y sus acciones. Alí se enteró de que el presidente Shukri al-Kuwait iba a pasar cerca de dónde vivía con su familia. Pensó en escribir un poema y a pedir permiso para leérselo al presidente. Una idea típica de una mente de doce años que no ha salido de su pueblo y que no conoce gente ni mundo. Al presidente le va a gustar -pensó-. Me llamará y me preguntará, ¿qué puedo hacer por tí?, y yo le voy a contestar que quiero ir a la escuela. Escribió los versos y se lo contó a su padre quien le advirtió de que no le acompañaría. Un independentista y un antisistema no quería tener que reirle las gracias al presidente. Alí Ahmad Said Esbe tuvo que ir solo. Fue toda una aventura complicada y repleta de problemas. Consiguió llegar al presidente y leerle el poema que había escrito. Al presidente le gustó mucho que incluso lo utilizó para improvisar un discurso. Cuenta que al terminar me llamó y me preguntó, hijo, ¿qué puedo hacer por tí?, y yo le contesté que me gustaría ir a la escuela. Pues irás. Y fuí. Gracias a esto pude estudiar filosofía en Damasco. Las cosas imaginadas, a veces suceden. Ahora es un pacifista y escribe poemas en contra de la violencia con el pseudónimo de Adonis.

Me dirá: si estudiar una carrera cuesta lo mismo que un cafetito cortado descafeinado cada tres o cuatro días. Ahora el que se va a descojonar de la risa seré yo. ¿No tienes dinero para esto? Yo le contestaré que eso es lo de menos. Que la cultura y la investigación deben de ser gratuitas siempre y para todos. Añadirá, cómprate una hucha y guarda dinero y cuando tengas para matriculaciones y libros me llamas que yo te enchufaré en la Universidad que quieras que esto sí puedo hacerlo sin permiso de nadie. Yo, entonces, me sentiré satisfecho por verme arropado por el ministro del Deporte y Cultura y le estaré eternamente agradecido. Las cosas imaginadas a veces suceden. Y a veces no.
Queridísimos lectortes de este humilde blog. Lo que habeis leído es fruto de vuestra imaginación y de la mía. La escuela pública desaparecerá y será más difícil estudiar porque será tremendamente caro. Es lo que tiene aplicar una política errática y equivocada. De todas formas nadie leería la entrada porque la clase dirigente no lee y cuando escriben no entienden su letra. Pues venga. A rascarse, porque esto pica. Salud.