Pienso en infinito
para que la dicha dure.
Escribo mi vida
para repartir culpas y alegrías.
Prisionero resignado
de mis memorias humanas.
Cuando llegue la derrota definitiva
seré calma de cenizas
porque estaré donde empezó todo
y formaré parte de la tierra.
Mi cuerpo dormido
por caricias y bellezas
de la vida mía
aunque a veces despierto
con pesadillas mías.
Me llevaré mar
adonde sea que vaya
para apaciguar temores
y remordimientos adultos.
El cuerpo ya se duerme
y se libera la conciencia
porque conoce la puerta de salida.
La vida dura lo justo
y quien pierda el tiempo
vivirá menos
y tendrá nostalgia de caricias,
amaneceres y noches en vela.
La alegría siempre es salvaje
y el alma la convierte en melodía.
El porvenir está detrás de la puerta
pero a veces
no encontramos la llave.
La lucha nunca termina
y el esfuerzo es permanente
para comprender el sentido
de todo y de todos.
Después de algo agotador
siempre necesitamos un descanso.
Pasión por sentir inquietudes
desde la serenidad del momento.
La conciencia se disfrazó de alma,
o fue al revés. No lo sé.
Porque la luz del alba me cegó.