jueves, 1 de octubre de 2015

Formentor I

El mes pasado estuve en las Converses Literàries a Formentor. Escuché a los que tenían cosas que decir. Me relajó la proximidad del mar. Y escribí en torno a un café. El aire transitaba tranquilo en cualesquiera de los lugares del Barceló Formentor. Sus jardines y sus porches. Su escalinata y su Orfeo.
Esta podría ser la crónica de las Converses. Pero en todo caso no es la oficial ni es la autorizada. Es la mía. Es literatura de bloguero donde tienen cabida todos. Desde los clásicos hasta los más contemporáneos. Narrativa, poesía, ensayo, artículos de opinión, anécdotas y palabras rebuscadas. Importa el contenido como una historia paralela.
Nos quedó claro desde el primer día que hay más escritores que lectores. Eso parece. Se edita demasiado si nos comparamos con otros países de nuestro entorno. No se puede cambiar todo un escaparate cada dos semanas. El que escribe piensa que lo hace bien y debe ser leído. El que edita piensa en lo que la gente busca y en que sea beneficioso. Siempre la dificultad de encontrar la armonía.
Seguramente hay gente que miente cuando dice que lee mucho. O bastante. Que lee lo suficiente. En todo caso, si esto es cierto, los ciento diez mil nuevos títulos que se publican cada año son demasiados.
No podemos obviar el dato siguiente. Además de los libros hay revistas culturales semanales, quincenales, y mensuales que aportan artículos buenos. Algunos escritores y otra gente interesada en este mundo literario prefiere la revista.
Yo me apunto a eso. Un buen relato corto o un artículo de opinión. Quizá un ensayo breve. Algunas de esas cosas que se leen bien y dan mucho más qué pensar que un libro. A veces. Son cómodos de imprimir y contienen diversidad. Son accesibles a un gran público. Pocos gastos de producción y de distribución.
Creo que ha llegado la hora del blog. Escritos con inteligencia. Con letra entretenida y que no necesita diccionario. Que trasmite como un sirimiri y penetra profundo. Es un café que saboreas con calma y te deja con ganas de más. Siempre hay riesgos. Con la crisis hay más. Esto justifica mi exposición que vendría a ser la opinión de todos los implicados en el mundo de la literatura.
Si todo lo dicho resulta caro nos quedan las bibliotecas, las salas de espera, las cafeterías y lo último inventado que son las librerías donde tomas algo, contertulias y puedes leer cada vez que acudes porque una parte de los libros están al alcance como si de una biblioteca se tratara.
La educación desde una edad temprana a la cultura de la lectura. Los clásicos desde un profesorado selecto que no permita que se aborrezca la lectura. Y unos impuestos altos a esos libros basura que están escritos por los mismos que hacen la tele basura y demás tonteces de la vida.
A todo esto se hizo de noche y se entregó el premio Formentor a Ricardo Piglia. Mientras la brisa marina impregnaba el ambiente y entraba, sin darnos cuenta, el otoño. Sin lluvia, sin viento, sin frío. Luego compartimos la noche hasta las tantas. En buena compañía. Salud.