Una vez escuche decir que seguramente el talento consiste, en general, en descubrir la belleza.
Del vuelo de los pájaros. De las risas de un niño. Del amanecer primaveral. De caminar el sendero de un bosque donde las ramas dejan pasar el aire y un poco de sol. Escuchar el murmullo del agua de un arroyo. Del silencio de la puesta de sol. De un rato de reflexión. De cuando el agua del mar invade la playa. Y esas cosas.
Así empezó Eugeni la tertulia del otro día. Luego se hizo el silencio durante un rato mientras intercambiábamos miradas cómplices. A la sucesión de momentos espléndidos vienen desequilibrios junto al vacío que producen vértigo emocional. La oscuridad, por muy sedosa que sea, impone serenidad para sobrellevarla. Todo depende de dónde viene el viento. De la hora del día y de con quién te acompañas en cada momento.
Así son los diálogos de la mañana. Del amanecer. Las conversaciones de los jubilados. Las tertulias del primer café. Se nos va la imaginación. Si Platón estuviera con nosotros hubiera escrito otros diálogos. O no. Mejor así. Diversificar para comparar.
Parece mentira pero ya estamos en Navidad. Pasará enseguida entre días de sol, lluvia y comidas. Y nos meteremos en cuaresma para purgar los pecados y poder escaparse el puente de Pascua libres de pecado. Cambiaremos los villancicos por las saetas antes de que llegue la Eurovisión y quedemos los últimos. Ya veis que a cierta edad el tiempo va muy rápido. Demasiado. Los días serán más largos y tendremos mejor tiempo.
Nos comenta Lorenzo que pasó unos días en una casa de un pueblecito costero en Irlanda. Una casa anfibia. Construida en tierra firme y rodeada de agua de lluvia todos los días. Allí llaman buen tiempo a lo que aquí llamamos un tiempo horrible. Comenta que cuando llega el cartero, que siempre viene de lejos, le dan merienda. Pan con alguna cosa y un vaso de vino para entrar en calor. Allí el tiempo no pasa tan rápido. Nos ha gustado escuchar eso. Nuestros carteros no son así. Los de allí tienen más tiempo.
He dejado transcurrir unos instantes largos desde el último párrafo. He mirado por la ventana mientras pensaba. Hoy las nubes se desplazan rápido hacia el Este. Es importante ordenar las ideas de la mente. El silencio lo ocupa todo o no existe. Y la oscuridad de la noche me hace descubrir cosas de mi.
Hace unos días de los míos que he leído un libro de M. Barbery en el que se da por hecho que el mundo es más antiguo que el hombre. Deduzco, pues, que el hombre no vino de otro sitio y que por tanto es autóctono de la tierra. Así de simple lo entiendo y no pienso complicarlo. En la tertulia se ha dado por cierto y no se volverá hablar del tema.
Por estas fechas toca escuchar el canto de la Sibila. Algo tan hermoso que sólo puede compararse al canto de algunos pájaros. En el bosque, parece que el viento también canta cuando pasa entre las ramas y entre las hojas. En el mar, es la vela la que silba melodías de Navidad. Esta es una parte de mi percepción del mundo y de estas fechas.
Siempre alegra ver un remolino desplazarse en el agua mansa de un estanque al aire libre. Se trata de romper rutinas y mantener costumbres al mismo tiempo.
Desde hace algún tiempo el párroco de mi pueblo dice la misa en latín una vez a la semana. Se ha corrido la voz y la iglesia se ha quedado pequeña. La nostalgia sobrevuela y la gente tiene la sensación de que todo lo que se pronuncia es majestuoso. Muchos no entienden lo que dice, pero dicho en latín tiene que ser más importante que las misas del resto de la semana. La sección femenina del club de la tercera edad ha montado un coro con canciones de misa en latín. Un nuevo renacimiento de lo clásico. De lo que no pasa de moda.
Al final de la tertulia Eugeni nos ha felicitado la Navidad y nos ha deseado un feliz año nuevo. Ha pagado los cafés y los cortados con leche natural y sacarina. Y ha dicho; Antes del año uno ¿Qué celebraba la gente? Jesús no había nacido y por tanto no había Navidad. Ni Papa Noel, ni Reyes Magos, ni turrón, ni amigo invisible, ni paga extra... hay que joderse! Pues menos mal que nos ha tocado vivir ahora. Pobre gente la de antes. Eugeni es un retórico meticuloso que habrá fastidiado la mañana a más de uno con sus teorías.
La naturaleza nos une a personas, animales y cosas con el lugar. Y por estas fechas más que nunca. Me acordé de una lógica frase del Lazarillo de Tormes en la que dice, "En este tiempo dio el reloj la una después de mediodía". Aplastante. Hoy día sigue en vigor. Yo no quiero ser menos y aprovecho esta entrada titulada "Talento y Navidad" para desearos FELICIDAD Y SALUD.