lunes, 20 de septiembre de 2010

Domingo, día 5

El día era el domingo día 5 de Septiembre a las 7 de la tarde. El lugar, este día, era mágico por muchos motivos. Ni más ni menos que la sala grande del Teatro Principal de Palma. La obra era "Pigmalió", galardonada en el XXII Certamen de Teatro Amateur de Consell y del Teatro Principal. En escena el grupo Lacom.unitaT. Los espectadores abarrotándo una platea de 400 butacas y todos los palcos del primer piso. Público entregado y fiel que interrumpió en repetidas ocasiones la función con sus aplausos y tambien al final con 5 minutos de gloria. Toda una noche para recordar y toda una noche para no olvidar.
En el teatro no debe haber ni estílos ni géneros. El teatro es teatro siempre y en cualquier parte. Un grupo de actores sobre un escenario puestos en la piel de otro para interpretarlo. Tampoco debe de haber momentos mejores ni peores. Es una obra que se desarrolla de forma grupal en unos tiempos perfectamente definidos para que tenga un significado. El espectador pone el resto y cada uno reacciona de distinta manera según la situación o la frase, etc.
Al teatro se tiene que ir con pasión, tanto el actor como el espectador. Es entonces cuando el teatro tiene vida. Estoy hablando de una obra aparentemente divertida pero con fondo suficiente para la reflexión. Adaptación imaginativa hacia nuestra tierra y costumbres. Dos amigos que convierten su casa en un laboratorio para llevar a cabo un experimento consistente en cambiar el comportamiento social de una persona. El experimento tiene éxito y repercusión mediática, pero al mismo tiempo es un solemne fracaso dependiendo del prisma con en el que se mire.
Experimento, por cierto, que hace años ya se llevó a cabo en EEUU pero en la vida real. Niños nacidos en cunas de clases sociales muy altas eran separados de su entorno y educados en entornos de familias de clase muy baja y viceversa. Se trataba de saber o conocer si el comportamiento social del ser humano venía determinado por la genética o por el aprendizaje. El citado experimento fue catalogado de abominable cuando se hizo público. Los resultados no contentaron a nadie y no fueron concluyentes, pero el daño estaba hecho. Una vez más se pone de manifiesto de lo que es capaz la clase pseudocientífica para demostrar teorías.
Absurdos de la vida que por suerte casi nunca nos enteramos. Salud.