martes, 15 de junio de 2021

El anciano

El anciano fue recuperando la ilusión desde su vida sencilla, honesta y sabia. Las autoridades sanitarias y la comunidad científica han trabajado bien y el virus se bate en retirada. La cifras lo dicen y no mienten. El anciano, además de recuperar la ilusión volvió a ver el rostro de familiares y amigos. Redescubrió la sonrisa, el movimiento de los labios cuando hablan y cuando besan. Volvió a escuchar las voces de la gente querida sin el filtro de la mascarilla y se emocionó. En la tertulia dijo que el viento solamente silba pero lo puedo reconocer a cualquier hora y en cualquier sitio aunque esté oscuro por la noche. El virus sigue estando entre nosotros y sigue maltratando a la gente, pero ahora está más debilitado por las vacunas. 

Cada días que pasa estamos viendo más luz porque cada vez estamos más cerca del final del túnel. Justo cuando la electricidad está más cara, y es que se aprovechan de las circunstancias. Lo dulce y lo amargo siempre van de la mano. Personas enfermas y otras con secuelas y nosotros con este programa intentando hacer más llevaderos los minutos a quienes conviven con el sufrimiento. Por eso, aquí, lo damos todo. No conocemos la indiferencia. Algunos aprietan pero no dejamos que nos ahoguen porque hemos aprendido a secar la gota antes de que colme el vaso. 

La brutalidad de la vida real nos va forjando para el combate de otras adversidades que irán llegando. Y esto es bueno porque mañana, seguramente, el mundo no se acabará. Esto viene a ser el caos, o lo que es lo mismo, nadar en aguas turbulentas mientras luchamos por mantenernos a flote, vigilando la ropa y escuchando a Mari Trini. Todo a la vez. Tremendo. A veces pensando y a veces por intuición siempre que la luz no nos deslumbre. 

Algunos contertulios están apagados con todo lo ocurrido. Hay que volver a activar la rutina de todos los días. Las costumbres y los vicios. Pero a cierta edad cuesta más que en otras y el miedo también está en el túnel aunque no lo podamos ver ni siquiera con la luz. La vida en su torbellino vuelve a recuperar paisajes perdidos y el pensamiento lúcido y crítico. Eugeni dice que la armonía no está rota. Se encuentra un poco desordenada y necesita voluntad para que todo vuelva a su sitio. Veo sonrisas. Las primeras en mucho tiempo. El cuponero lo nota con el tono de voz, que dice mucho. Lo de tener fe está bien siempre que le pongamos ganas y pasión. Las nuevas emociones de la nueva normalidad harán que la vida, a partir de ahora, pueda narrarse de otra manera. 

El poeta interviene para decir que hay que darle un cierto relieve estético y poético a todo. La pesadumbre depositada en nuestro interior va aflorando. Nos hace bien la tertulia y yo voy tomando nota para contarlo a todos vosotros. Así vamos templando gaitas y atemperando la nueva normalidad. Como ya hemos desescalado somos muchos en la mesa y hay que moderar. Lo hace Eugeni y lo hace bien porque aquí se respeta el turno de palabra. Es la gran diferencia entre nuestras tertulias y las sesiones de control al gobierno. No hay color. La inteligencia convive con el respeto. Dice uno que de pequeño le gustaba la filosofía que la palabra es veloz pero las consecuencias son lentas y aparecen más tarde. La esencia del ser humano está en el respeto dentro de la especie. La cosa se pone metafísica y nos pilla desentrenados. 

Pausamos la tertulia y volvemos a las tomateras que todos tenemos. Volvemos a la importancia del tamaño. Entre tomates, pimientos y cebollas para una cena de trampó de verano hemos sacado lo peor de nosotros y le hemos deseado la muerte a un fulano que esta semana nos ha hecho llorar por su crueldad y brutalidad. No hay suficientes infiernos para algunos. Salud.

sábado, 12 de junio de 2021

Tierra

Pienso en infinito

para que la dicha dure.

Escribo mi vida

para repartir culpas y alegrías.

Prisionero resignado

de mis memorias humanas.

Cuando llegue la derrota definitiva

seré calma de cenizas

porque estaré donde empezó todo

y formaré parte de la tierra.

Mi cuerpo dormido

por caricias y bellezas

de la vida mía

aunque a veces despierto

con pesadillas mías. 

Me llevaré mar

adonde sea que vaya

para apaciguar temores

y remordimientos adultos.

El cuerpo ya se duerme

y se libera la conciencia

porque conoce la puerta de salida.

La vida dura lo justo

y quien pierda el tiempo

vivirá menos

y tendrá nostalgia de caricias,

amaneceres y noches en vela.   

La alegría siempre es salvaje

y el alma la convierte en melodía.

El porvenir está detrás de la puerta

pero a veces 

no encontramos la llave.

La lucha nunca termina

y el esfuerzo es permanente

para comprender el sentido

de todo y de todos.

Después de algo agotador

siempre necesitamos un descanso.

Pasión por sentir inquietudes

desde la serenidad del momento.

La conciencia se disfrazó de alma,

o fue al revés. No lo sé.

Porque la luz del alba me cegó. 

jueves, 3 de junio de 2021

Tiempo oculto

Se pregunta el poeta dónde se oculta el tiempo pasado.

Se transformará, seguramente en tiempo nuevo sin estrenar.

En eso tenía la mente ocupada cuando leo que Pizarnik escribe,

"morir es cerrar la memoria".

Pongo música de la mía y entran brujas 

que me cogen por la cintura 

y tengo que bailar con ellas.

No es la primera vez

que nos miramos a los ojos

y nos decimos palabras amables

hasta que amanece en el cielo

y la inocencia de la infancia vuelve a mi 

se apodera de mi voluntad.


Me refugié en las letras, en la música y en la radio.

Experimenté la felicidad y comprendí el amanecer

como un volver a la infancia.

Ya no maldije más los días aparentes y descuidados.

Dejó de molestarme el silencio y los días de viento y lluvia.

La poesía me aclara la mente y relaja mis minutos tensos.

El insomnio se convirtió en lucidez personal y pasional

y miles de hormigas me acariciaron el rostro

y los peores sentimientos infernales.

Descubrí gorriones volar de rama en rama inquietos

mientras las gaviotas 

sólo planean sobre el mar para calmarlo.


El aire sólo se mueve cuando está inquieto

y dibuja sombras con el sol en lo alto.

Me duele la noche

cuando no tengo sueño ni cansancio.

Los días de sol y moscas no siempre son los más felices.

Hay huecos en mi interior

y senderos torcidos y empinados

que algún día tendré que caminar.

La cima suele ser la calma y la piedra en la que me siento

siempre es mi compañera.

En el descenso los minutos son más rápidos.

Bordea un torrente miedoso y cristalino

que lleva el agua lenta hasta el mar.

Los árboles caídos siguen abrazados a la tierra

y a una densa niebla

como los días bajos y vacíos. 


La felicidad está en los ojos y la tristeza en las lágrimas.

Pero escribiré alegrías en la noche

hasta que el alba me avise

y el gallo insista como hace siempre.

Las olas me hablan igual que los pájaros

pero con distinto idioma.

O el viento que sólo sabe silbar.

Un árbol puede ocultarse en el bosque

igual que la noche se oculta en la oscuridad

y una ola se oculta en el mar.

El aire se oculta entre el viento.

La sabiduría y la mediocridad

se oculta en la mente y los gestos

de todas las personas.


miércoles, 2 de junio de 2021

A. Pozzi

Nacida en 1912 en Milán y de familia acomodada, aristocrática y culta. Estudió Filología, idiomas, música y artes plásticas. Le gustaba la equitación, la fotografía y viajar. Escribió poesía y otras cosas en forma de un diario porque no le dejaron hacer otra cosa. Las mujeres, por aquellas fechas, sólo debían estudiar un poco de todo y lo justo para parecer inteligentes. No debían escribir ni publicar, sólo hacer una vida social vacía de contenidos pero rica en gestos de acomodo. 

Un reconocido abogado que no arriesga porque es su padre. Una madre condesa que busca en su hija una sombra y un marido profesor de universidad cuyo ego sobresale ante todo y tampoco no la deja ser. Como ha dicho Miquel en su reflexión, si hubiera sido sirena la hubieran escondido en el bosque para protegerla. Así se fraguó todo un despropósito y se precipitó de mala manera. Sus mejores momentos los pasó, seguramente, en  Pasturo (Lombardía).

Con todo en contra, un divorcio, malas lenguas dicen que un aborto, un marido hecho de testosterona, unos padres que la coartaron en todo lo que quería ser y hacer, una sociedad patriarcal en la que las mujeres sólo podían aspirar a ser amas de casa y realizar labores sociales de bajo nivel, dejó de querer hacer cosas y dejó de disfrutar de todo lo que le gustaba hacer. Empezó a alternar altibajos en forma de nostalgias patológicas, tristezas de querer morirse, melancolías mal entendidas y depresiones con ideas auto líticas. 

Seguramente, el único que le entendiera, Vittorio Sereni no dio los pasos adecuados o también fue apartado por el inmenso poder del abogado Roberto Pozzi en connivencia con la condesa Lina Cavagna Sangiuliani di Gualdana. 

Viene a decir, Miguel Antón que la tristeza de Antonia Pozzi es un túnel hecho de primaveras sin color y de inviernos sin luz, de paisajes y recuerdos en blanco y negro que desembocan en un manantial seco y oscuro. 

"Dejad que yo me pierda, 

sombra en la sombra". 


Pareciera que la poeta italiana entrase en una completa negrura. Igual que hizo Borges, donde escribe;

"En este punto se deshace mi sueño, 

como agua en el agua".  

La misma agua en la que se hundió Virginia Wolf con los bolsillos llenos de piedras. o el agua del mar en el que se adentró para siempre Alfonsina Storni, después de anunciar su final en un famoso poema de despedida; 

"Voy a dormir, nodriza mía, 

acuéstame... 

si él llama le dices que no insista, 

que he salido..."  

Silvia Plath se durmió para siempre en su refugio de siempre repleto de gas y Anne Sexton hizo lo propio en un coche lleno de humo denso del tubo de escape. Alejandra Pizarnik, antes de tragarse más de cincuenta cápsulas de barbitúricos, dejó escritos tres versos en los que expresaba su último y desgarrado deseo; 

"No quiero ir 

nada más que hasta el fondo". 

Con la misma sustancia se envenenó y logró alcanzar el fondo de su vida una jovencísima Antonia Pozzi, de tan solo veintiséis años el 2 de diciembre de 1938 tras tomarse cierta cantidad de barbitúricos. Fue encontrada inconsciente en un lugar próximo a la abadía de Chiaravalle, un suburbio de Milán. Murió al día siguiente y fue enterrada en el pequeño y placentero cementerio de Pasturo. La familia se negó a admitir que fue un suicidio, atribuyendo su muerte a una supuesta neumonía. 

La voluntad de Antonia Pozzi fue destruida por su padre. A pesar de ello, sus poemas inéditos y escritos en libretas a modo de diario, fueron editados por su padre después de cambiar algunas palabras. 

"Déjenme, dejen que yo sea 

una cosa de nadie 

por estas viejas calles 

donde la noche se ahonda. 

Déjenme, dejen que me pierda, 

sombra en la sombra, 

dos cálices mis ojos que se elevan 

hacia la última luz. 

No me pregunten, qué es lo que quiero, 

qué es lo que soy, 

si para mi en la multitud está el vacío 

y el vacío es la arcana multitud de mis fantasmas. 

Y no busquen lo que busco 

si el más pálido cielo ilumina 

la puerta de esta iglesia y me hace entrar. 

No pregunten si rezo y a quién rezo y porqué rezo. 

Entro solamente para tener un respiro 

y un banco y el silencio 

donde las cosas hablen hermanadas. 

Porque soy una cosa, 

una cosa de nadie que vaga 

por las calles antiguas de su mundo, 

dos cálices mis ojos 

que se elevan hacia la última luz. 

Pienso esta noche en la leyenda del Pájaro de Fuego, 

en su aparición en la espesura, 

en su canto liberador. 

Y todos hablan del joven príncipe, 

y del sueño de sus enemigos, y de su salvación. 

Nadie piensa en el árbol oscuro 

donde apareció el pájaro la primera noche. 

Nadie piensa en la vida del árbol 

después de aquella noche, 

ya sin el fulgor de las alas mágicas. 

Sólo yo sé que el árbol vive 

de nostalgia y de espera, 

y que alrededor ve a la gente que pasa, 

pero que no hay vestimenta llamativa 

que para él valga 

lo que el esplendor del Pájaro desaparecido. 

El árbol no sabe ya para quién es su florecer, 

y por cada hoja que brota se retuerce 

en lo más íntimo de sus fibras. 

El árbol ya no sabe a quién ofrecer 

su sacrificio primaveral, 

y espera la noche, la noche negra sin estrellas, 

sin fuentes, la hora del oscuro silencio, 

cuando desde sus profundas raíces, 

en un fulgor extremo y cegador, 

le surgirá, le correrá por el tronco 

hasta la cima de sus frondas, 

su único bien: el recuerdo ardiente del Pájaro. 

Quien me saluda no sabe que he vivido otra vida, 

como quien narra una fábula o una parábola sagrada. 

Porque tu eres mi inocencia; 

tú como una ola blanca de tristeza 

cayendo sobre el rostro si te llamaba 

con labios impuros; 

tú como lágrimas dulces 

corriendo en lo profundo de los ojos 

si mirabas a lo alto y de ese modo te parecía más bella. 

Tú velo de mi juventud, mi vestido claro, 

verdad desvanecida o nudo reluciente 

de toda una vida que fue, quizá, soñada. 

Oh, por haberte soñado, mi vida querida, 

bendigo los días que quedan, 

las ramas muertas de todos los días 

que quedan que necesito para llorar por ti. 

Después del beso, 

salimos de la sombra del olmo 

para regresar sobra la calle; 

sonreíamos a la mañana como niños contentos. 

La unión de nuestras manos 

creaba una concha sólida 

que custodiaba la tranquilidad. 

Y yo lloraba como si fueras un santo 

que calma la absurda tormenta 

y camina sobre el lago. 

Yo era el alba en el cielo inmenso 

del verano sobre interminables 

extensiones de trigo. 

Y mi corazón, 

una alondra que conciliaba la serenidad 

con su canto. 

Si entiendo eso que quisiste decir, no verte más, 

creo que mi vida aquí se acabaría. 

Para mi la tierra es solamente este palmo que piso 

y el otro que pisas tú; 

el resto es aire en el cual navegan 

balsas dispersas para encontrarnos. 

De hecho, a veces surgen hilos de algodón 

en el cielo limpio 

o plumas de pequeñas nubes a la distancia, 

y quien mire desde allá, 

verá una nube sola que se aleja en un pequeño instante. 

Cuando te regalé mis recuerdos de niña, 

lo agradeciste; 

mencionaste que era como 

si quisiera comenzar de nuevo la vida 

para dártela entera. 

Ahora ya nadie extrae de las sombras 

a la pequeña y ligera persona que fue 

un alba breve, la muñequita. 

Ahora nadie se inclina a la orilla 

de mi cuna perdida. 

Alma, y tú has entrado en el camino de la muerte. 

Aseguraste que ibas a permanecer 

para eso que no fuimos, 

para aquello que fuimos y no seremos más.  

Que en ti podría fluir el agua sepultada, 

retornar los muertos y 

habitar los que no han nacido. 

Que la poesía, tan querida por nosotros 

pero nunca dispersa por el corazón, 

la ibas a cantar con gritos de niño. 

La única espiga entre dos cultivos difusos, 

eres tú, el retoño de nuestra inocencia 

bajo el sol. 

Pero te quedaste allá abajo, 

con los muertos, con los que no han nacido, 

con el agua sepultada. 

El alba ya se apagó 

con la luz de la últimas estrellas; 

ahora no necesita tierra, 

sino solamente el ataúd de tu corazón enterrado". 

Emitido en el programa #DondeFlorecenLosAlmendros el día 3 de junio de 2021. Un programa de @radioletrarium