domingo, 29 de abril de 2012

Enrique

Hoy me toca contertulio de los miercoles. Es un contertulio conversador. Le gusta hablar. Habla mucho. Habla por los codos. No para y esto me jode porque no me deja abrir la boca. A mi también me gusta hablar. Conversar es un hablar por hablar. No critica y le importa bien poco lo que la gente dice o escribe. Es un consumidor nato de libros. Un depredador de literatura. Me dice que la mejor novela es un cuento. El quiere que le cuenten cosas y escucha o lee con atención. Pero no critica. Conversa sobre lo que ha leído y da su opinión sin más. Cada uno tiene que ser libre para escribir lo que quiera sin estar sometido a censura, a ataduras morales ni a críticos literarios que no tienen ni pijotera idea de nada. Si te gusta lo lees y disfruta. Si no te gusta, lo dejas y te pasas a otro. Faltaría más. Todo esto conversando -como dice-. Esto, en realidad, significa que él habla y yo escucho. Es un foraster aunque, la verdad sea dicha, lleva mas años que yo en la isla. Defiende el castellano. Pues ya somos dos. Estamos tratando un tema cualquiera de forma casi acalorada para tratar de imponer nuetro punto de vista y nuestro criterio. En Es Comerç tienen la tele puesta y casi sin volumen. Levantamos la vista y aparece el ministro del deporte -y de cultura a ratos libres- gesticulando cosas que no entendemos. Nos miramos y empezamos con una sonrisa que termina con una risotada de descojone. No mediamos palabra porque está prohibido hablar de política y de minusválidos intelectuales hechos a sí mismos. Lo ignoramos y seguimos.
Anda cabizbajo y tristón. Está soltero y ha conocido a una señora que frecuenta un club de lectura al que él también pertenece y acude. El otro día la invitó a su casa a tomar algo. Han estrechado una amistad que quieren ampliar. Mas bien la que quiere ampliar la relación es ella. Esto es lo que realmente le preocupa esta mañana. Está repleto de malos vicios de soltero y su casa y su vida le pertenecen sólo a él. En su casa las cosas están como están porque él quiere que estén como están. El otro día, como digo, tomaron algo en su casa y cuando ella se fue ya había cambiado dos cosas de sitio y le había colocado algunos libros que tenía en la mesa de su escritorio en un hueco de la etantería. Y qué querías, le dije. A fín de cuentas es una mujer. Ves pensando bien las cosas porque esto es el principio de perder la libertad que disfrutas. Tendrás que dar explicaciones y andarás amargado. Que lo se. Mueve la cabeza de un lado a otro y de arriba abajo en estado pensativo y consulta una libreta que lleva y dónde anota todo. Momentos, fechas, situaciones, acontecimientos, frases, palabras, cosas y demás que luego dará utilidad en sus escritos. Tengo que reflexionar de forma seria y reposada sobre este particular. Tiene razón y se la doy. Piensa bien cada paso que vayas a dar. No te dejes influir. Sigue manteniendo una relación de cordialidad y algo más si quieres. Quedais cuando convenga. Haced lo que os venga en gana y luego de todo esto, cada cual a su casa. Es lo que se lleva ahora, por cierto.
No me gusta la indiferencia ni el conformismo y lo argumenta. No en la vida de cada uno ni en la literatura. Como dice Vargas Llosa en su último libro. El resultado de la indiferencia y del conformismo, en temas culturales, conducen al divertimento y a la banalización. En la vida de cada uno puede llegar a pasar lo mismo y estro puede llegar a ser nefasto. Dice Mario que ser un conformista en temas culturales forma seres sin espíritu crítico y eso puede desembocar, irremediablemente, en formas de totalitarismo porque sin imaginación o capacidad crítica en un mundo conformista es más fácil manipular a la sociedad. La cultura debe ser un movimiento creativo inquietante y entretenido como fuente de progreso e impulsador de cambios. Pero la mayoría lo ha querido así y en estas estamos. A la minoría no nos queda otra que luchar.
Enrique, el conversador de los miercoles, tiene un embotamiento mental. Diriamos que no es su día. Son demasiados frentes abiertos. Una mujer con la que quiere ampliar relaciones sin ceder terreno ni libertad. Sus cosas y sus vicios no se tocan y esto es incompatible con las relaciones de pareja. Complicado para un soltero que sobrepasa los cincuenta. El conformismo cultural que anula la crítica y fomenta la sociedad callada y sumisa. Joder con todo. Lo dejamos y quedamos en seguir otro día que una mente saturada es tan improductiva como una mente en blanco. Salud.