El enfado se describe como una reacción emocional del todo normal e incluso necesaria -a veces- que tiene el ser humano. Al igual que pasa con la ira. Esto está bien y tener estas emociones no deben de ser un problema en sí mismas. El problema aparecerá si no sabemos gestionar bien este tipo de emociones. Como si uno tampoco supiera gestionar bien el tiempo libre y de ocio. Saber manejar de forma adecuada el enfado y la ira puede ser, incluso, un punto de partida y una motivación para afrontar con garantías de éxito una situación que consideramos injusta. Estas dos emociones -y otras- manejadas de forma constructiva son el germen de la justicia social. Forman parte de la inteligencia emocional o del mundo de las emociones inteligentes a las que muchos profesionales dedican horas de estudio para entenderlas mejor mientras otros no tienen ni emociones ni inteligencia. Esta era la parte buena. La parte mala es que muchos adultos no saben actual de forma constructiva cuando manifiestan enfado o ira. Los niños pequeños manejan mal estas emociones. De forma primitiva y poco eficaz. Las padecen muy a menudo y algunos no han aprendido. Se enfadan fácilmente y en vez de aplicar el principio de justicia social pierden el tiempo y la oportunidad en insultos, descalificaciones y pataletas hacia quién les ha causado dicho enfado. Es una lástima. Son oportunidades únicas. Pero tiene remedio. Puestos en manos expertas se puede aprender mucho de cómo afrontar adecuadamente este tipo de situaciones y emociones "a priori" adversas. Algunos expertos entendidos en la materia y estudiosos del tema creen que estas emociones se originan en el subconsciente. Sería por esto que conscientemente no podemos hacer nada para evitar las reacciones indeseables. Pero resulta que hay gente que sí. Algunos no las pueden controlar y otros si. Habrá que mirar el porqué. Queda pues pendiente de demostrar exactamente dónde se originan y cómo podemos dominarlas.
Otra cuestión que aborda un profesional del ramo en un libro destacado que ha salido publicado recientemente es que para un buen control de estas emociones es imprescindible una madurez emocional, intelectual y cultural. Viene a decir que muchos adultos son inmaduros en estos temas de manejar emociones y sólo lo harán cuando maduren si es que llegan a hacerlo. Un hombre o una mujer se comportarán como tales en función de cómo hayan sido de niños. Es la evolución. Son escalones que hay que subir y de uno en uno. No te puedes saltar ninguno. Son periodos que hay que pasar. Cuanto mejor se pasan, más garantías hay de éxito para una buena maduración de las emociones y de su manejo inteligente. Esto es aprendizaje del bueno sin mas.
Todo esto está bien y seguro que os ha gustado leerlo porque se entiende bien. Dicho esto sigo diciendo que hay un grupo de sociólogos preocupados en la generación ni-ni. Los que ni les dejan trabajar ni les dejan estudiar porque las tasas universitarias están prohibitivas. Esta generación está perdida porque al no estudiar ni trabajar se pierden los hábitos de estudio, los conocimientos y las capacidades aprendidas en la escuela. No podrán afrontar un futuro incierto con garantías porque se habrán saltado unos o más escalones de la evolución y del aprendizaje. Esto provoca una ruptura social. Esta situación no la entienden ellos ni tampoco yo que me considero maduro en muchas cosas. Ellos sin nada y otros en la opulencia y jubilándose a una edad temprana con demasiados millones. Vuelvo al principio. Esto provoca, evidentemente, enfado, ira y frustación. Me da por decir que esto sale de la parte más consciente de nuestro cerebro y de nuestros pensamientos. Uno ya no sabe si no puede o no quiere y no le da la gana someterse a este tipo de cosas y reacciona con cabreo. Estamos a la espera de próximas convocatorias electorales municipales, autonómicas y generales y es cuestión de ir con la lección bien aprendida para no repetir errores. Lo digo como quien no quiere la cosa.