En 1332 nace en Mallorca Ramón Llull o Raimundo Lulio como se le conocerá después. Se le considera uno de los primeros escritores en usar una lengua neolatina para expresar conocimientos filosóficos, científicos y técnicos. Se le atribuye la invención de la rosa de los vientos. Personaje longevo donde los haya y que sólo por esto ya suscita envidia ya que falleció en 1316 a la edad de 84 años de aquel entonces. Tiene mérito después de haber padecido múltiples enfermedades, naufragios, envenenamientos, torturas, encarcelaciones, dietas extravagantes en países exóticos y un sinfín de calamidades. Su vida se me antoja apasionante a la par que estresante y densa de contenidos.
Filósofo, poeta, místico, teólogo y misionero mallorquín. Casado, padre, esposo, tutor de un hijo de rey, viajante insaciable, mayordomo, anacoreta, escritor de ensayos y un largo etcétera que parece no tener fin. La vida contemplativa en la isla le proporciona el tiempo y el sosiego necesarios para la meditación y la escritura cuya lectura es todo un lujo para los sentidos.
En un momento de su ajetreada vida -y quizás por ello- sufre alucinaciones en forma de apariciones por las que decide dejar todo bien material y dedicarse a la conversión de los infieles. Esta fue la peor de las enfermedades que padeció y de la que no se curó. Es una lástima que una tontería de estas empañe un currículum. Este estado obsesivo y compulsivo por predicar las bondades del cristianismo a los no creyentes, pasando éstos de ser mentes libres a estar sometidos a unos mandamientos católicos. Fue una persona sabia e inteligente pero en este último punto se delató su debilidad mental en el aspecto de que todo se mueve o existe por la gracia de dios. Grave error con el que toparon muchos otros ilustres.
Pero no era de esto de lo que quería hablar. Yo quería aprovechar la genialidad de Llull para hablar de literatura, de ensayo y de humanidades. De expresarse a través de la escritura e incluso de la oratoria. Nuestro amigo Ramón Llull siempre sostuvo el convencimiento de que cada palabra, por sí misma, estaba dotada de una cierta belleza. Una belleza literaria por cómo suena una palabra al pronunciarla y por el significado real o ficticio que se le quiera dar puntualmente en un escrito. Además de una belleza estética que tiene una vez colocada en el punto adecuado de un escrito o de una oratoria. Ramón Llull descubrió esa disposición natural a la belleza de cada palabra, las colocó de forma estratégica en cada uno de sus escritos o discursos consiguiendo la excelencia de sus obras. Va más allá y afirma que la palabra hablada o escrita tiene un significado evidente pero que este significado no es lo más importante. La importancia radica en lo que una persona quiere dar a entender con la palabra. No tanto lo que significa en sí misma sino el significado que quieres darle según la coloques en un sitio o en otro y la pronuncies de una manera o de otra. Acertar en esto le cuesta años de trabajo. Entenderlo, en mi caso, me cuesta horas y días.
La excelencia de la escritura y la oratoria está en colocar las palabras en un lugar adecuado y estratégico para indicar o significar lo que él quiere y quién lea o escuche entienda el significado que él pretende. De esta forma nunca ha habido falsas interpretaciones y ha conseguido un efecto retórico envidiable. Lo fácil es lo que se quiere expresar. Lo difícil es saber cómo lo puedes expresar, que palabras puedes o debes utilizar y dónde colocarlas según el contexto y la finalidad.
La vida de Ramón Llull, en su época de Caballero y antes de cumplir los treinta según biografía escrita por él mismo transcurre plácidamente en palacio y rodeado de gente de mucho linaje aunque de poca letra. Sus escritos llevan el sello de esta situación y son, básicamente, historias más o menos adornadas de escaramuzas entre caballeros y de sus batallas en defensa de su rey y por aquello de aumentar su hacienda cueste lo que cueste y a quién le cueste que eso es lo de menos. Apunta maneras obsesivas por escribir bien y agradar sobre todo a las mozas de palacio por lo que estudia gramática, sintaxis y oratoria que le servirán, al principio, para ligar. Estudia otras disciplinas básicas y estrategia militar. Él mismo reconoce que tiene éxito con las mujeres. Su estilo marca tendencia en la corte. En prosa o en poesía. Sus escritos parecen elegantes porque están muy adornados y son ceremoniosos aunque la temática no es nada profunda, nada elaborada y en ocasiones roza la vulgaridad.
Tiene sus momentos de gloria y cierto esplendor con algunos duelos dialécticos que mantiene con caballeros destacados porque cuida la oratoria y cuando habla vence y convence y máxime cuando en palacio hay demasiadas mujeres necesitadas porque sus esposos están mucho tiempo entretenidos en el arte de la guerra. Es consciente de sus limitaciones porque los estudios universitarios y las disciplinas importantes por las que tiene cierta curiosidad sólo están al alcance del clero y él no está en esta órbita ni mucho menos. Su trabajo y estatus en la corte no le exige gran cultura ni formación excepto la militar. Acompaña como paje y escudero al mismísimo Jaume I -el genocida conquistador- y se le encomienda que escriba todo lo que ve y todo lo que escucha o se le manda. Con esto aprende política y diplomática y a relacionarse con príncipes y señores.
La importancia literaria vendrá a partir de que cumpla los treinta y pico. Le suceden cosas importantes que él describe pero sin profundizar en el porqué, en el cómo ni en sus consecuencias. Me parece pintoresco que un paje con inquietudes intelectuales vaya a tener apariciones de Jesús y que lleguen a perturbarlo tanto que le quiten el sueño. Es el momento de buscarse un fraile confesor y se entrega a la penitencia, a obras de caridad, a la plegaria en forma de meditación y reflexión. Antes de esto se desvincula de su mujer y de sus dos hijos con los que mantiene contactos esporádicos. Deja todo bien material y se produce la conversión con todas sus consecuencias. Conversión activa y militante. Lo primero es el estudio que hasta ahora le había sido vetado por no ser clérigo y se intelectualiza en todas las disciplinas conocidas y de su interés. Perfecciona lo que ya sabe o conoce y empieza a predicar el cristianismo a los mallorquines descendientes de los musulmanes que son muchos. Es tarea relativamente fácil porque los de aquí están sometidos y sus actividades controladas y vigiladas. Es lo que había en la edad media. Con la iglesia habíamos topado y D. Miguel de Cervantes todavía no había nacido. En esto entretenía el clero su ocio.
Hay aspectos confusos de su existencia. Al principio había interés por la estética de la palabra. Habló mucho y escribió mucho y todo lo hizo bien. Tampoco está muy claro lo que sucediera con su vida en palacio. Sus estudios primarios y básicos. Sus amoríos y sus relaciones con obispos, señores, alta burguesía, príncipes y reyes. No olvido sus contactos con el escalón más bajo de la sociedad que eran los propios musulmanes mallorquines a los que quería convertir al cristianismo. Su paso de señor burgués y acomodado a fraile franciscano lego. Su reclusión voluntaria en Randa y el monasterio de Cura para pensar, meditar y escribir. Sus largos y múltiples viajes para predicar las bondades de lo que él creía y la ampliación de sus estudios en todas las disciplinas del saber que eran muchas. En unas con más interés que en otras.
El primero de Octubre de mil trescientos once empieza el concilio de Viena que se alarga hasta el seis de Mayo de mil trescientos doce bajo el papado de Clemente V y en el que Ramón Llull destaca en muchas de las ponencias. Con tanto tiempo se trata de todo lo concerniente a la iglesia, a la doctrina, a la fe, a las bases morales e incluso a la separación de la comunidad franciscana en tres. Él se queda en la tercera orden regular que es la que actualmente hay en Mallorca. Un dato curioso es una resolución o disposición por la que se prohíben los fastos y los lujos entre los clérigos, frailes y representantes de la iglesia en general. Es evidente que esta es una de las miles de propuestas aprobadas y nunca llevadas a cabo. El mismo Ramón Llull la incumple sistemáticamente. Nuestro beato tiene servicio y la mayoría de sus criados son africanos reconvertidos del islam y a los que incluso llega a maltratar debido a su carácter agresivo que se forjó en su juventud entre caballeros y batallas. Siempre quiso cambiar pero no pudo por mucho que se empeñó y así consta en algunos escritos de la época aunque siempre terminaba pidiendo perdón.
En mil trescientos doce funda una escuela de estudios religiosos en el Puig de Randa con una gran actividad. Un año después hace testamento ante el notario Jaume d'Avinyó del que quiero resaltar la donación de todas sus obras y escritos al convento de los franciscanos de Mallorca. Los musulmanes en África se desesperan por los muchos ataques furibundos de Llull en contra del islam. Estuvieron a punto de lapidarlo. Aquí viene la confusión. Una versión de la historia dice que realmente murió lapidado y su cuerpo fallecido fue trasladado a Mallorca donde fue enterrado. Otra versión dice que resultó mal herido y murió durante la travesía desde Túnez a Mallorca. Hay otra que da detalles de sus lesiones pero que llegó vivo a la isla donde se recuperó y murió al año siguiente siendo incinerado y depositado en una capilla de la Basílica de San Francisco de Mallorca. No se cual es la verdadera y ni siquiera se si llegaremos a saberla.