Cuando escucho lo que dicen o leo lo que escriben los científicos puedo llegar a quedarme con la boca abierta. Soy consciente de la complejidad del ser humano. Pero es que el ser humano es mucho y yo me quiero referir sólo a la parte bioquímica de éste. Como todos los años Santiago Grisolía ha vuelto a los cursos de verano de El Escorial. No para con casi sus noventa años. Está hecho un pimpollo y su cerebro sigue acumulando sabiduría que comparte. Sigue trabajando, estudiando, descubriendo y publicando. Aprovecha los veranos en El Escorial para presentar sus últimas novedades científicas. Este año ha ido de prolongar la juventud. Quiero llamar la atención de que no ha mencionado para nada lo de retrasar la vejez sino de prolongar la juventud. Trabaja en un laboratorio y luego, para no aburrir, hace una versión veraz pero entretenida y sociológica de las conclusiones. La mujer trabaja fuera de casa y esto la libera de ciertas tensiones que se acumulaban por el hecho de estar encerradas en casa además de conocer a gente y hacer amigos. Según Grisolía y a nivel bioquímico, bien llevado, las moléculas y las proteínas contenidas en el ADN y ARN varían y determinan la prolongación de la juventud. Al utilizar avances tecnológicos útiles ha dejado de hacer algunos de los trabajos que le provocaban un envejecimiento, a veces precoz. Al no hacer estos trabajos ha conseguido prolongar la juventud por la producción de moléculas y proteínas y por el bloqueo de otras que no eran eficaces a este respecto.
Y sigue y da por buena una versión de la maternidad que otros profesionales daban como peligrosa o de riesgo. Se refiere al retraso de la maternidad como un proceso muy complejo y que genera ciertas áreas de envejecimiento bioquímico. Si retrasan esta edad también se retrasan estos procesos bioquímicos fatales y prolongan la juventud además de los beneficios psicológicos de disfrutar de los hijos en la madurez. Tampoco hay tanto riesgo en los embarazos tardíos -esto es comprobable sin estudios- aunque les pese a algunos ginecólogos y otros profesionales desfasados del ramo.
Escuchando a Santiago Grisolía no gana uno para sustos porque te rompe los esquemas y te convence sin tener que explicarte cómo funcionan las moléculas, las proteínas y los ácidos nucleicos. Le preguntan por la eterna juventud y contesta que por ahí no pasa. No cree en ella. No existe y no es bueno que existiera. La gente tiene una vida para hacer lo que tenga a bien hacer. Cuanto más alarguemos la vida más cosas se podrán hacer. Pero llega un punto que hay que parar porque es ley de vida que algún día tenemos que morir. Se intentará que sea lo más tarde posible pero no imposible. No nacemos para vivir siempre. Ojo a este dato, desde la revolución francesa la esperanza real de vida se ha triplicado. Está hablando de un espacio muy corto de tiempo.
En el laboratorio ha reducido un treinta por ciento el aporte calórico a sus ratones, cobayas, moscas e incluso gusanos. Ha descubierto una relación directa entre la reducción del aporte calórico y la longevidad de estos animales. Viven más tiempo. Advierte de no interpretar mal sus datos. La malnutrición acorta la vida y mata. Algunos excesos de grasa se depositan en lugares que no se ven a simple vista pero él si los ve a través de un microscópio electrónico. Uno de estos sitios es el cerebro lo que provoca demencias y envejecimiento precoz por la lentitud en los circuitos neuronales bloqueados por la grasa. El Premio Principe de Asturias de Investigación no se corta. Hay una nueva disciplina con futuro que se llama "Nutrigenómica" que ha descubierto que los genes dependen de lo que comemos. Mucho de lo que nos quieren vender como avances en alimentación son simples fraudes. Prefiero volver a la dieta de mis abuelos. Salud.