El otro día pude ver una tele de las antíguas en un mercadillo de ocasión. Botón de encendido y apagado, pestaña deslizante de izquierda a derecha para añadir o quitar volumen según el nivel de hipoacusia de cada cual, botones del cero al nueve para cambiar del primer canal al UHF y viceversa y nada mas. Todo lo dicho tenías que hacerlo antes de sentarte. Tenías la posibilidad de levanterte y cambiar el canal o retocar el volumen. Cuando terminaba lo que estabas viendo o simplemente aparecía la cara del caudillo sobreimpresionada con la bandera nacional y el himno español de fondo con final de carta de ajuste y un pitido ensordecedor -era medianoche- te levantabas y a otra cosa. Esto era sencillo. No nos complicabamos las cosas ni la vida. Hoy, además de pantalla plana, disponemos de un dispositivo o mando a distancia con incontables botones de distintos colores que no utilizamos porque ciertamente desconocemos su utilidad. Utilizamos exactamente los mismos botoncitos de nuestro super mando a distancia por infrarrojos que antes, pero....sentados. Prosperidad ante todo que es la que nos proporciona la comodidad. ¡Que gilipollez! Hacemos lo mismo que siempre pero ahora sentados en el sofá y en lugar de dos canales tenemos doscientos dos que nunca vemos ni veremos por falta de tiempo. Nos hemos complicado la vida para vivirla de forma más cómoda.
Sonaba el teléfono, te levantabas para llegar hasta él, descolgabas, hablabas y colgabas. Si tenías que llamar descolgabas, marcabas los seis números haciendo rodar la ruedecita frontal, hablabas y colgabas. Esto se hacía estando de pie y nunca pasó nada que se sepa. Ahora disponemos de un móvil cargado de botones, menus y submenus, múltiples pantallas de colorines y un sin fín de posibilidades que no utilizamos porque no hay cristo que lo entienda. Eso sí...lo hacemos sentados. Al final resultará que la prosperidad del ser humano se reduce a una simple postura corporal. De pie -a la antígua-, poca prosperidad. Mal asunto. Postura de sentado -moderno-, evolucionamos adecuadamente. La postura corporal que adoptas para hacer ciertas cosas determina el grado de prosperidad que la humanidad ha conseguido. Por cierto, se que algunos miran la tele y hablan por teléfono simultaneamente y estando tumbados. ¡Esto es la óstia! No me puedo imaginar lo que llegaremos a ver.
Estaba viendo una peli de policías y malos en blanco y negro y me resultaba entretenida porque era fácil de entender. Se ha cometido un crimen. El cadáver está en el salón. Llega el detective con su borsalino, gabardina y puro habano. Mira. Piensa. Confisca el candelabro y el atizador de la chimenea y detiene al mayordomo y al heredero resentido que terminan por confesar. A comisaría a rellenar papeles y caso resuelto. Ahora llega el equipo de policía científica. Montan un perímetro de seguridad para que no entre nadie y no se contaminen las pruebas. Se enfundan en unos monos blancos, guantes, mascarilla y gafas especiales. Sacan fotos de todo. Recogen las pruebas -previa autorización judicial- en pinzas y las ponen en bolsitas estériles que llevan celosamente al laboratorio. Analizan todo con ordenadores de última generación y al final detienen al mayordomo y al heredero resentido pero con rasgos ezquizoides, paranoides y psicopáticos. Y cuando se celebra el juicio quedan en libertad porque el juez no tiene la seguridad de que las pruebas sean concluyentes. A comisaría a teclear el informe y vuelta a empezar.
Los expertos dicen que esto es prosperidad. Yo pienso que esto es complicarse la vida para que nos resulte más fácil vivirla. Se me antoja una segunda opinión a Kafka y a Groucho Marx a ver que dicen. Si alguien que lea esto quiere opinar sabe que también tiene licencia. No es por nada. Salud.