lunes, 4 de junio de 2012

Sharbat Gula

Cuando se hizo famosa tenía doce años -o eso creía ella- era huérfana y mal vivía en una tienda de campaña de un campo de refugiados. Un buen día fue fotografiada por Steve McCurry. Era el mes de Junio de mil nuevecientos ochenta y cuatro. La pillo de sorpresa cuando le hizo la foto y a él le pillo de sorpresa encontrar una chica con esos ojos. Era el campamento de refugiados de Nasir Bagh en Pakistán. Por aquellas fechas la todapoderosa Unión Soviética estaba invadiendo Pakistán. Era una costumbre y sigue siéndolo que las grandes potencias invadan países pobres. Una especie de deporte nacional. Como los chinos con el Tibet. Pues de eso se trata. De joder al prójimo y de infringir dolor a sus gentes. Son ejemplos. Hay más.
Aquí no nos podemos desviar. En junio de mil nuevecientos ochenta y cinco -un año después de tomar la foto- fue publicada en la portada del National Geographic Society. Este expresivo rostro a modo de robado y con estos ojos verdes nos cautivó y pasó a formar parte de las portadas más famosas y representativas de todos los tiempos. Hoy es un icono de muchas cosas. Depende de a quién le preguntes o de quién la describa. Es una foto etnográficamente artística. El mundo detenido por unas milésimas de segundo. Es una cara inocente que conoce el sufrimiento. Su rostro me dice que le gusta cantar y danzar porque le gusta la música y contonear este cuerpo que se intuye bello para poder sentirse libre. Atesora virtud pero se reprime porque dónde vive le están prohibidas ciertas manifestaciones. Gran parte de la condición humana es así. Oprimida por otros y ella lo representa tan dignamente porque una cosa no lleva a la otra. Me gustaría ver sus manos y tocarlas -el tacto dice mucho de los sentimientos-. No es posible. De todas formas me cuesta acertar si es una niña de doce años, o una adolescente de doce años, o una joven de doce años, o una mujer adulta de doce años. Sea lo que sea, a través de su mirada, no se aprecia. En estos momentos sólo veo belleza, naturalidad e inocencia. Pero su rostro también muestra conflictos internos, injusticia social, discriminación por ser mujer y por ser de dónde es. Veo rabia contenida, dependencia total y absoluta. Falta de libertades, cansancio y aburrimiento, indefensión y preocupación. Cuando observo el rostro de la fotografía oigo una vos que me dice, "no me olvides". Hay una barrera infranqueable que nos separa. Quisiera ponerme en su piel y en su situación para sentir sus sentimientos verdaderos. No lo consigo. Soy incapaz. El conflicto interior que veo en su mirada es de tragedia. La suya y la de todo un pueblo. Pero aquí no nos llega. Incluso percibiendo incertidumbre, sumisión, extrañeza, desigualdad y marginalidad -incluso así- estoy hablando de una fotografía de ensayo. No quiero pensar que sea una pose estudiada y retocada.
En la tranquilidad que me ofrece el lugar dónde me encuentro ahora escribiendo estas lineas puedo llegar a observar, en el fondo, cierta felicidad. Se que no puede ser así porque vive en un campo de refugiados. No tiene casa ni padres. No creo que pueda haber felicidad así las cosas. Tengo otra fotografía de Sharbat Gula con once años más, un marido de conveniencia y tres hijos. Tal fue el impacto que causó en el fotógrafo Steve McCurry que volvió para saber más de ella. Le costó pero la encontró. Se aseguró de que era ella. Con el permiso de su marido de conveniencia consiguió que se quitara el Burka y la volvió a fotografiar. Tiene los mismos ojos que cautivan lo mismo que antes. Siguen siendo verdes. Su rostro está castigado por el tiempo. Expresa abatimiento, sumisión y está derrotada. No hay ganas de lucha. Está bien así. Veo escasez y penuria de un pueblo que sigue oprimido. Ella se acordaba del fotógrafo y se reconoció en la foto anterior cuando era una niña. Pero no esbozó ninguna sonrisa porque vive en un pueblo despoblado y en una casa en ruinas. Comparo las dos fotos y sigo viendo -en ambas- esclavitud física e intelectual porque todo lo que no sea trabajar de sol a sol le está prohibido. Escribo lo que veo. Podéis pinchar su nombre en Google y, si alguien ve otra cosa, que me lo haga saber. Salud.