En una entrada anterior titulaba "Cádiz 1810". Era un repaso en clave de humor negro de cómo celebran ciertos acontecimientos nuestra clase política. Hoy es otra historia. Es algo serio. Mucho se está hablando estos días sobre este tema con motivo de su bicentenario. Me refiero a la proclamación de la que fuera primera Constitución Política de la Monarquía Española. En el oratorio de San Felipe Neri y después de varias mudanzas, contratiempos y sobresaltos, vio la luz. Me parece muy bien que se hable, se escriba, se emitan documentales, se invite a prestigiosos historiadores y conocedores del tema a tertulias y muchas cosas mas. Lo realmente importante es que la ciudadanía la conozca y la entienda en su contexto. Sepa cómo se gestó. Lo que suponía tener una Constitución en España y su repercusión en otros territorios. Cómo ha influido en la redacción de otras Cartas Magnas de otros países e incluso en la redacción de la nuestra de mil nuevecientos setenta y ocho. Esto es historia y cultura de la buena y el pueblo debe de conocerla. Incluso algunas señorías de la actualidad harían bien en leer un poco más de estas cosas y profundizar en su conocimiento.
Sea como fuese han pasado doscientos años y leyendo alguno de sus artículos uno se da cuenta de que el tiempo pasa y no lo hace en balde. Fue un punto de partida que unió. No era perfecta según se mire hoy pero supuso un paso importante en aquellos tiempos del absolutismo real para la consecución de libertades. Insisto en que fue un comienzo y posiblemente un buen comienzo dadas las circunstancias. Cádiz sitiada. España en manos de los franceses y con grupos de resistencia muy activos que dieron su vida para liberarla. Provincias en cuatro continentes. Con más de diez millones de habitantes y casi el noventa por cien campesinos y analfabetos y sometidos a alguna de las mil familias adineradas que eran dueñas de la mitad del territorio español. El resto era de la iglesia y de la monarquía o del estado. Una sociedad feudal en toda regla. La nobleza nombraba a jueces, alcaldes y obispos y promovía leyes en su favor. La iglesia bendecía todo esto también en su beneficio y favor. Los pobres pagaban tributos para toda actividad productiva o no. El poder de la iglesia y de la Inquisición era ilimitada. El Borbón Carlos IV no tuvo arrestos y dejó todo en manos de su esposa Mª. Luisa de Parma y de su primer ministro Godoy. Un gran desaguisado para luego dejar España y abdicar en su hijo Fernando VII. Las guerras con Portugal, Gran Bretaña y Francia mermaron la hacienda pública y el empobrecimiento de la ciudadanía hasta la hambruna. Napoleón aprovechó la coyuntura para meter a su hermano José I a mandar lo que pudiese que no fue mucho. Los españoles no lo toleraron y se levantaron en armas contra los franceses ocupantes en la denominada guerra de la Independencia. La población sufrió muchas bajas y el estado quedó literalmente en banca rota. No había una cabeza visible o un líder a quién seguir y esto empeoró las cosas. La guerra de la independencia unió a los españoles en lugar de dividirlos que es lo que estaba previsto. Pero había provincias en otros lugares de la geografía muy lejanos a la madre patria y aquellos también miraban para lo suyo que era tener ciertas libertades y autonomías. En España todavía no se ponía el sol. Estabamos invadidos y muy separados fisicamente. Nadie gobernaba ni lideraba. Un caos.
Con todo esto que no es poco, unos trescientos diputados recluidos en varios lugares de Cádiz y durante unos años estuvieron trabajando para redactar la Constitución conocida como La Pepa porque fue promulgada el diecinueve de Marzo, festividad de San José. Cádiz se convirtió en centro cultural, político y mercantil a pesar de estar sitiada por los franceses y superpoblada por refugiados de otros lugares. La cultura dio un paso importante estableciéndose unas veintiocho librerías y publicándose medio centenar de periódicos con una población mayoritariamente analfabeta como he mencionado. José I fracasó y los franceses se marcharon. Sin guerra, sin ejército opresor y con una constitución que les devolvía libertades. Volvió Fernando VII -se dice que de tal palo tal astilla- que lo primero que hizo, en mil ochocientos catorce, fue derogar la Constitución que prácticamente no había empezado ni a gatear y volver al absolutismo real o monárquico.
Quiero destacar algunos artículos por su curiosidad. El que dice que los españoles son todos hombres libres si han nacido en España o están avecindados. Cualquier extranjero pasa a ser español después de diez años de vecindad en España. Se exige amar a la patria y a ser justos y benéficos y a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del estado. La calidad de ciudadano español se perdía por permitir un empleo de un gobierno extranjero o por residir fuera de España cinco años consecutivos sin permiso. Quedaban privados de derechos de ciudadanía los que no tenían empleo, oficio o modo de vivir conocido. Por su deuda a los caudales públicos, por hallarse procesado criminalmente o por pertenecer al servicio doméstico. La religión era la católica, apostólica y romana y no cabía otra opción ya que esta debería de perpetuarse en el tiempo.
Cada dos años se renovaban los representantes a las Cortes mediante las juntas electorales de parroquia, de partido y de provincia. Las mujeres no podían ser apuntadas ni podían participar en el proceso de elección al igual que los hombres hasta que hubieran cumplido veinticinco años. El poder residía en el pueblo y no en el rey quien tendría una asignación definida por los diputados. El articulo trescientos sesenta y seis recoge que en todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras en los que se enseñaría a leer a escribir y a contar, además del catecismo y las obligaciones civiles. Se establecen universidades o establecimientos de instrucción para el estudio de las ciencias, la literatura y las bellas artes.
Evidentemente no era la panacea. Era "La Pepa". La primera Constitución. La que daba libertad al pueblo y lo culturizaba. Todo un revulsivo en aquellos tiempos de señores feudales y de una iglesia inquisitorial que perdían todo su poder y se resistían como podían. Por fin España tenía una ley de leyes que nos hizo un poco más libres dentro del contexto de la época y de la cultura existente. Desde este blog nuestro recuerdo cariñoso. Salud.