03 febrero 2025

              Mi vecino, cuando llega pronto del trabajo, se sienta en las escaleras que hay entre la acera y el portal del edificio. Por cortesía le pregunto que cómo está. Yo sé que está quebradizo por la edad y porque fuma mucho pero el me contesta que va tirando entre el sexo y la religión. Lo primero lo imagina y lo segundo lo practica. Es lo que tiene empeñarse en cumplir años porque cada uno es excéntrico de si mismo por aquello de los momentos adaptativos de la vida con la única finalidad de disfrutar de buena salud las más veces posible. 

         Los matices cambian sutilmente cada día y esto hace que los días sean diferentes. El rojo encendido del crepúsculo misterioso de la noche cuando el leve resplandor del mar incendia el horizonte como una gloriosa despedida para mudarse a otro lado y dejar paso a los sueños de la noche que son los propietarios de la oscuridad.

            Mucho se ha escrito de la vida y de la muerte. De la primera todo el mundo sabe cosas pero a la muerte nadie la ha visto y no se la conoce. No existe tener un mal día, le digo a mi vecino, igual que no existe un día horroroso de invierno porque nieva y hace frío. Está de acuerdo y entramos juntos en el portal. Por cierto, lee mi libro y le está gustando mucho.