14 noviembre 2025

                Hay una película que me gustó sobremanera. Hace tiempo de esto. Cualquier cinéfilo o no a buen seguro tiene que haberla visto. Un título original como "El burro que susurraba a las personas". O algo así quiero recordar. Gran película basada en hechos reales. El burro es una metáfora de la conciencia. Un Pepito Grillo que cada uno lleva dentro del oído y escucha, o no. Cada cual sabrá lo que le conviene. Ese burro de conciencia que a todas horas nos está diciendo lo que está bien o lo que está mal. Lo que se hace o no se hace. Este susurro que escuchamos continuamente y que nos pone en la disyuntiva de qué cosa es la mejor o peor a la hora de actuar. En el fondo no es ni más ni menos que un pasaje del Quijote en que éste le espeta a Sancho, "¡qué poco hemos evolucionado!". Casualidades de la vida, esta frase sigue igual de vigente que cuando fue escrita. Que sepáis que Sancho le daba la misma importancia a lo que decía Quijano que lo que le susurraba su burro. Por esto tenía buena conciencia. Los escuchaba con el mismo interés a ambos. Cervantes, a través del Quijote, formula el principio de igualdad entre ricos y pobres, nobles y plebeyos y se asocia con aquellas gentes de la sociedad que están en la categoría de virtuosos en su vida privada, diligentes en sus relaciones personales y emprendedores en su trabajo diario. Afea, en otros pasajes, a los holgazanes por su actitud estéril ante la vida. La armonía social se construye a diario y con esfuerzo a través de méritos propios y nunca en un estado de espera permanente mientras vienen otros a solucionar los problemas. Cervantes tiene un pensamiento humanista que lo deposita en el caballero D. Quijote y en el escudero Sancho. Tal para cual. No es, por tanto,  una simple novela de aventuras o de caballerías. Me refiero a un verdadero tratado sobre humanidades y justicia social. Igualdad frente a injusticia y libertad frente a la opresión. Entre aquellos tiempos y los actuales no hay diferencias.

           Son los mismos personajes aunque se llamen distinto. No hemos evolucionado porque han pasado casi quinientos años y estamos igual. Quizás peor. Cervantes deja claro que la nobleza y la honra de la gente no le viene por herencia sino por lo que a diario haga cada persona con su esfuerzo personal en favor de la sociedad. Estos son los verdaderos sentimientos que uno debe descubrir en esta obra maestra de todos los tiempos. Quienes no sepan ver estas enseñanzas no deben leer el Quijote porque no va dirigido a ellos. Simplemente no lo van a entender. La justicia social hacia los oprimidos, desvalidos, explotados, esclavizados, desahuciados, parados, sin papeles y sin patria. En frente están los despreciables, injustos, aprovechados, miserables e idiotas que, a menudo, ostentan el poder o eso creen algunos.
             Esta idea ha sido captada desde hace tiempo y se refleja en este blog de forma constante. Soy muy sensible a este tipo de cosas. Relatos breves que se refieren a personas de bien. Que las hay. Que  son muchas y que no se merecen estar siempre en el anonimato. Es literatura, no es ficción sino realidad. Son gente con hidalguía aunque hayan nacido entre penurias. A lo tonto y a lo loco el poderoso se mofa del humilde que, en definitiva, es el que soporta la actual sociedad del bienestar con su esfuerzo personal. Diríamos que son la columna vertebral de lo que queda del estado del bienestar. "En su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo y fue que le pareció conveniente y necesario no aguardar más tiempo en deshacer agravios, enderezar entuertos, enmendar sinrazones, evitar abusos, satisfacer deudas y para todo ello un caballero ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y, finalmente, mantenedor de la verdad aunque le cueste la vida el defenderla".
Toda una lección. Si señor. Un tratado a la seriedad, a la cordura y a la justicia social. He dicho en otras ocasiones y repito ahora que Cervantes se merece el Nobel de Humanidades a título póstumo

05 octubre 2025

    Viene el río a morir al mar, exhausto.

Reflejando paisajes,
recogiendo hojas
en su recorrido.
Le hablo de ti
para que lleve las palabras
en su agua transparente
y su fondo de piedras.
Baja rápido y se entretiene.
Como las nubes y el mar,
como el aire que respira,
como el pensamiento.
Llega a la noche de la nada.
Al garabato indescifrable.
A la palabra sin sentido.
Y se pierde
en la grandiosidad del mar.
Desaparecen los paisajes
las hojas y las piedras.
Hasta la ceguera infinita.
Ha recorrido mucho desde la montaña.
Se ha detenido en los recodos.
Día y noche sin parar.
Monotonía y desvelos.
Muere en el mar.
Resucita en el mar
pero ya es otra cosa.
Nosotros mismos.

Una mañana de estas. Creo que fue la penúltima antes de dejar de recordarlas. Me interesé por la poesía nada más salir el sol. Salí de casa tan rápido como una tortuga por senderos de tranquilidad. Esos que van del bosque a la playa. Mañana intensa como una llovizna de sirimiri. Recuerdo que amaneció prosa y calma. Por eso me interesé por la poesía.

Miré la vida por el ojo de una cerradura y no lo vi claro. No es la forma más adecuada de mirar las cosas de la vida. Luego, pues, abrí la ventana de par en par y extendí los brazos y respiré profundamente. Fue otra cosa. Y es que la vida es como un ensayo. Un libro de autor. Con trazos poéticos, párrafos de suspense, fantasía, puntos y aparte y hojas todavía sin escribir.

Narrativa simbólica con mucha plasticidad de luz y color. Acontecimientos históricos, ficción de subconsciente y leyendas de crear intriga. Las cosas de siempre. He empezado el día con compromiso. Con ganas ilusionadas de adolescente. Sorteando tonterías. Me he parado a beber agua y el corazón se ha desacelerado. Dice el poeta que la vida es una carrera de fondo con obstáculos. Y que algunos no los podrás saltar nunca.

La vida necesita sensatez para poder mirar por la ventana y entenderla. Hay que controlar más las adherencias sentimentales. Los apegos y los sueños. La rutina y las costumbres. Y la magia del camino embrujado por el mar. Las tormentas domesticadas para que los días sean adecuados. Puedo hablar con el mar y con el viento porque no me son desconocidos.

La lluvia de barro que ha caído durante la noche lo ha ensuciado todo y ha dejado el camino resbaladizo. Piso con cuidado para no perder el equilibrio. Casi todas las olas que llegan son las mismas que otros días. Algunas son nuevas y delicadas. No me supone un problema estar solo cuando tengo la cabeza llena de cosas en qué pensar. Igual que tampoco me supone un problema vivir rodeado de mar. Aunque no siempre lleve olas.  

He abierto un libro con un comienzo clásico. De esos de "Erase una vez un bosque tan grande que llegaba hasta el mar..." La verdad es que erase una vez un mar tan grande que llegaba hasta el horizonte. Y mira que éste está lejos. La cotidianidad te hace ser más ágil cuando estás en la edad adulta. El poeta, como siempre, observa lo cercano, le pone rima y lo escribe. A veces lo escribe sin rima.

Decía que llevo varias cornadas en el cuerpo. Gracias a ellas he descubierto los burladeros. Que la vida también tiene. Y cuando hay tormenta procuro no estar en el agua ni dentro del bosque. Que los rayos sólo quieren agradar y no entienden de destrozos. Ahora mismo lo que me llama la atención es la actitud de las olas. El sol seca la tierra y se vuelve polvorienta. Hace tiempo que no llueve y la tierra tiene sed. Todos tenemos sed pero no siempre tenemos agua fresca para beber.

Algunos días pasan como el sueño inocente de un niño. A medida que crece los sueños son más responsables y más comprometidos. Desde hace un tiempo hay un mirlo sobre una rama de laurel que le canta al amanecer. Antes de que salga el sol. Libré una batalla conmigo mismo. El ganador y el perdedor fueron el mismo. Mi parte ganadora estaba satisfecha y la perdedora también por lo que había aprendido. Y yo tan contento.


12 agosto 2025

           Acabo de abrir la libreta de todos los días para escribir algo. La que compagina literatura, imaginación, memoria, reflexiones, viajes e identidad personal. Esto dice el reverso de la libreta de una marca conocida y cara. Es muy funcional y versátil y te la puedes llevar a cualquier parte porque cabe en cualquier bolsillo con un lápiz incluido. Sólo de mirarla,  abrirla y olerla, la pluma se pone a escribir instintivamente. Pero ahora mismo me coge a cierta altura. Más de setecientos metros. He venido a ver la montaña o la tierra alta. Le hago compañía y ella a mi, mientras pasamos el día juntos. Pero creo que hoy no ha sido una buena idea. O quizá si. Un viento frío me empuja con fuerza y me quiere tirar. Resisto aunque me cuesta. Cuando el viento me da en la cara me cuesta respirar. Avanzo con pie sereno, seguro y casi a tientas. Al viento se le ha unido la lluvia y forman una ventisca exagerada para la época del año. Una lucha en las alturas y todo por querer visitar la montaña o tierra alta. La que tiene el aire limpio, el viento fresco y carece de ruido.  Aquí me desconecto de la otra vida de la tierra baja. La que estresa y crispa.

               Es la tierra alta. La cima de la montaña. La de todos los que venimos cuando tenemos necesidad de quietud y perspectiva. La que cuando llegas te tiene preparada una sombra en un recodo y una piedra donde sentarte. Pero hoy toca ventisca de la fuerte. Veo cumbres, nubes y una cortina de agua de lluvia sin casi levantar la vista. La naturaleza a partir de cierta altura no te proporciona demasiadas comodidades ni te pone las cosas fáciles. Pero yo ya lo se de otras veces. Es el precio a pagar por huir de la tierra baja de los ruidos y las prisas. De los agobios y esas cosas. Bien vale una ventisca y que te de en plena cara.

              Después de comer el sol se abre paso. La tierra alta tiene detalles. El cielo se despeja y el viento se lleva las nubes. La montaña se calienta en un momento y desprende una humedad que te hace sudar. Después de todo esto vuelvo a sacar la libreta y la pluma. Ahora quien me inspira es el olor a tierra mojada. Empiezo a escribir cosas pero noto que me cuesta. Enseguida me doy cuenta de dónde está el problema. Me quito las botas y la cosa cambia. No se puede escribir con los pies calzados. Unas letras para que experimentéis el sosiego. Un poco de fruta y un poco de agua. Antes de que el sol se ponga ya estaré de vuelta a la vida de la tierra baja. El tiempo pasa rápido y hay que aprovecharlo. 
           Cuando llegue a casa revisaré lo que he escrito. Añadiré o quitaré y corregiré sin demasiado interés. Que me pongo a corregir tanto que a veces la realidad se convierte en ficción. Y no se trata de esto. 

31 julio 2025

           Leo un artículo sobre Woody Allen. Me atrae su personalidad, su forma de expresarse, de hacer las cosas y todo eso. Supongo que no soy el único pero seguro que los habrá que piensen lo contrario. Pues muy bien. Cada uno a lo suyo. Dicen que decía al principio de ser él, "lo único que lamento es no ser otro". Menos mal de esto -pienso yo- porque nos habríamos perdido un genio.

          Ahora que ya es él y su currículum -que no es poco- ha dicho otra cosa. "Hace tiempo que desistí de leer lo que escriben de mi. No hay distracción a la que se le pueda sacar menos partido". Pues en esto estamos de acuerdo Woody. Entre otras cosas porque yo, a mis años, pienso y hago lo mismo. Tampoco me imagino una forma más absurda de perder el tiempo que estar constantemente preocupado de lo que puedan pensar o decir de mi. Renuncié a esto hace tiempo y recientemente a la crisis, a la política, a la religión y a muchas cosas más porque me enferma y me quita felicidad. Ya no admito la crisis porque vivo según mis posibilidades. Cosa que otros no hacen. Y no miro a nadie. Resulta evidente que las personas cambiamos y casi siempre es para mejorar el estado anterior. O no. Dentro de algunos miles de años o más los antropólogos no nos dedicarán ni un minuto de su tiempo ni de sus estudios porque estaremos descatalogados y sufriremos el olvido de la historia.
         Y estando yo concentrado en estas cavilaciones resulta que ha pasado la más ligera de las brisas por mi lado. Me ha despeinado un poco y ha movido una hoja del libro. Estoy sentado en la terraza del bar de Pepe y eso significa que estoy junto al mar en este pueblo costero que ya he descrito antes. Lo puedo ver y oler. Oigo sus olas. Y como digo, me seducen sus brisas al pasar junto a mi. Los pájaros están especialmente ruidosos esta mañana. Pero sé que no hablan de mi porque su inteligencia está por encima de estas cosas. El sol hace un rato que amaneció. Sube perezoso con la única intención de alcanzar el mediodía para luego entrar en decadencia. Un atardecer lento y vuelta a la calma del mar donde duerme. Y mientras el sol descansa el sosiego y el silencio se hacen patentes. Esto me permite pensar y escribir. Con los zapatos colocados a mi lado en posición de descanso. Y si viene Woody le invitaré a tomar una copa siempre que le sople al clarinete.
         Dejo el libro que tengo entre manos y cuyas letras se desparraman por mi mente. Toca mirar un poco de paisaje. Descubro que las barcas son algo más que esto. Los árboles son algo más que árboles. Digo lo mismo del aire. De la luz del día y de las sombras que genera. Mis ojos ven un conjunto de naturalezas y mi mente las interpreta como un bello paisaje. Son muchas cosas en una. Y cada una imprescindible. Abundancia de colores y de aromas. Hoy habrá viento racheado que moverá ramas y olas. Y formará remolinos de hojas caídas de otoño. La gente se quedará en casa a sus cosas. Los gorriones seguirán volando y haciendo ruido. Pero no hablarán de nosotros porque saben que no nos importa.    

06 julio 2025

             Hoy he desayunado con Sampedro. Bueno, con un libro suyo y una historia. De esas de leer y pensar. Y darle vueltas para volver a pensar. Sampedro es así cuando escribe. Al final ha sido un desayuno ameno. Agradable. Tranquilo. Una historia que engancha y emociona desde el primer capítulo. Cuando lees: "Todo empezó cando yo nací". Y ya no lo dejas hasta que terminas. Sé que sabéis a qué me refiero.

             Después he ido a caminar como cada día porque me lo ha dicho el médico. Yo estas cosas me las tomo muy en serio. Si me hubiera dicho de correr no le habría hecho caso. Pero caminar me gusta y me da tiempo para pensar. Que de eso se trata, además. Un paisano mío no le hace caso y va acumulando enfermedades. Ya está cansado de todo esto y de tomar pastillas. Que de cada vez son más. Llevaba una muleta en el lado derecho para curarse de una cojera. Ahora le han puesto un cabestrillo en este mismo brazo por una artrosis en el hombro. Resulta que ahora tiene que llevar la muleta en el lado izquierdo. Es casi gracioso. La pierna buena y la muleta contra la pierna mala. Así no se puede andar, dice. Tiene razón. Ha aborrecido las enfermedades, la cojera, la artrosis y las pastillas. Ha dicho a su familia que le lleven a urgencias a morirse. Todo por no hacerle caso al médico.

           Decía, antes de que interrumpiera mi paisano. Me fui a caminar por el bosque. Para no repetirme demasiado en los lugares aunque los pasos son los mismos. Los pensamientos también van cambiando según el lugar, la hora y el día que hace. Casi cualquier cosa me influye. He seguido la ruta de las hojas caídas en otoño. Es la única ruta posible porque no hay camino. Y si lo hay las mismas hojas secas se encargan de taparlo. No es que me guste en exceso pero tampoco me desagrada. Las hojas secas crepitan y las mojadas, que las hay, me mojan los zapatos y los pies. Como para coger una pulmonía. El otro día llovió fuerte y no bastó ni el paraguas. Ni el chubasquero ni las botas. Las nubes se explayaron y se ensañaron conmigo. Tampoco había motivo, la verdad.

          Casi a punto de llegar a casa y cruzo sin mirar. Una imprudencia que no hay que hacer. El susto monumental. Casi me atropella un coche fúnebre. De los de llevar los muertos de un sitio a otro. Un mercedes. Me ha entrado la risa de pensar los titulares. Creo haber visto a Kafka conduciendo. Que ya podría ser. Peatón despistado e imprudente atropellado por coche fúnebre. Se ha tenido que posponer el entierro. El susto de lo que no llegó a ser todavía lo llevo en el cuerpo. Bueno. Yo aquí largando con la pluma y tengo un montón de recados que hacer. Uno de ellos es ir a la plaza a comprar. Me encanta porque las señoras no se cortan. ¡Venga guapo llévate unas frutas que están buenas y son maduras! ¡Mira qué andares lleva desde que me compra la verdura! ¡Tengo pollo campero para caldo que espanta la gripe! Yo dando vueltas y mirando el género. Y rojo como un tomate. Eso son señoras. Con delantal y ganas. Atrevidas y educadas. Las miro y se me va la imaginación tanto como para pecar de pensamiento. A veces he comprado para verlas de cerca y hablar con ellas. Con los morros pintados del color de mis mejillas.

         Esas compras las hago cuando llego de caminar. Con cara saludable y color subido. Esas caminatas por esas rutas inexistentes por culpa de las hojas caídas. Ahora en casa toca ponerse cómodo. Batín y calcetines gruesos. Descalzo. Butaca de mirar al jardín y pensar en Sampedro y el desayuno. El aire pasa rápido. Va y vuelve y mueve las ramas. Te dejas conquistar por el sosiego. Mañana seguiré otra ruta. Salud.

01 julio 2025

                                                                      Es invierno aún.

Frío y nieve.
Lluvia y viento.
Amanecer tardío.
Atardecer interminable.
Con libros y papeles.
Compañeros fieles
 del frío invierno.
Me acompaña la hierba
tapada por la nieve.
 
Escritos de aficionado.
Reflexiones al fín.
Arrastrando cada sílaba.
Componiendo cada verso.
Con un cielo de chatarra
que escribo de azul.
Con un mar de plomo
que escribo de verde.
Pero el agua está fría
y eso, no lo puedo pintar.
 
El sol está cobarde.
Preso del tiempo.
Anhelo de primavera.
De flores y vida nueva.
Resplandor ficticio.
Huella del frío.
Porque es invierno aún.
 
Los días se repiten
y el invierno agoniza.
Las olas se amansan.
La nieve se derrite.
Este frío invierno
es cuestión de tiempo.
 
El brillo de la memoria.
La agilidad de la pluma.
Las ganas del papel.
El influjo del frío.
 El aroma del café.
El calor de las brasas
que anticipan primavera.
 
Grita el invierno
con voz de trueno.
Cada relámpago
es espejismo de sol.
 El sendero lleva a la primavera.
Pero es invierno aún.

27 junio 2025


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04 junio 2025

                                                               

                                                                

Letras ordenadas
en palabras,
párrafos y páginas.
Sediento de versos
que hablen de ti.
 
Tus ojos y tu mirada.
Tu perfume a mar.
Tus labios ahora reposados.
Tu rostro
en mi tiempo.
En mi memoria.
En mi vida.
Nuestro tiempo,
nuestra memoria 
y nuestra vida.
 
Callas.
Entiendo tu silencio.
Ganas de noche
que borra las sombras.
Ganas de luna
de pasión y fuego.
Hasta el amanecer.
Ardiente mirada
de sueños desterrados.
Aquí, ahora, tú.
 
Amaneciendo sudado.
Sábanas blancas revueltas.
Sentimientos encontrados.
Furia apagada
de mar en calma.
Resplandor de sol.
Una taza de café
sobre la mesa.
Eres música y día.
Eres la prolongación de mi
y yo de ti.
Eres mi poesía.

20 mayo 2025

                                                                                                      









EL 23 DE MAYO A LAS 19 H. EN BAR SA CABANETA

EL 24 DE MAYO (TODO EL DÍA) Y EL 25 (MAÑANA)

EN LA FIRA DE LA PEDRA DE BINISSALEM

¡OS ESPERAMOS!

          Había una vez una niña que el tiempo convirtió en una bella joven y que, como en tantos cuentos o leyendas, terminó sus días de una forma trágica. Empezaré con una aproximación a Umbral cuando dice que ha revisado su vida y ha descubierto que ya es mucha aunque las pruebas médicas dicen que está bien y el médico así lo ha firmado. A mi me pasa lo mismo y como quiera que esto es así intento aprovechar el tiempo al máximo. Casi hasta la esclavitud. Mientras el tiempo sea mi aliado y me favorezca quiero aprender y conocer mundo y culturas.

        Antes de la dichosa pandemia en la cual estamos inmersos estuve por unos lugares fríos próximos al norte de Europa. Para contar una leyenda o una historia no importa tanto el lugar dónde ocurrió sino lo que realmente dice la gente qué pasó o que supuestamente pasó. 

     Vladimir es un lugareño atento y vestido de negro con una gorra incluida. Mano temblorosa y voz potente de fumador de toda la vida. Buena memoria que suele ser imprescindible para esos menesteres de guiar a los turistas. Niveles de cerveza en sangre adecuados para la ocasión.
Dice Vladimir que en uno de esos lugares al norte de Europa había dos pueblos con sus respectivos reyes, señores con sus feudos y vasallos y el pueblo. Rivalidad típica de la época y un  ejército y un pueblo deprimido por todo tipo de carencias típicas de la edad media. Opulencias y carencias. Hambre y enfermedades. 
       Un día parece ser que hubo un mal entendido. Y decidieron invadirse mutuamente para aclararlo todo y cambiar el curso de la historia a través de las armas y la sangre ajena. Reunieron a sus generales y a su ejército. Prepararon la tropa. Entrenaron a los jóvenes para la lucha pero no para la muerte. Y consultaron a sus dioses para ser bendecidos.
Buscaron un lugar adecuado para hacer una guerra como dios manda y decidieron los días más propicios. Los dos se sabían vencedores pero ninguno fue a pensar que el que gana también pierde mucho.
        Fue un día cualquiera como cualquier otro día, dice Vladimir, que decidieron dar voz a las armas. Día gris con viento y nieve que habitualmente suele darse por esos lugares del norte de Europa. La guerra sólo duró unos meses porque no había hombres para más tiempo. Entre batallas y descansos retiraron los muertos y los heridos. Prendieron fuego a las casas y a los sembrados. Hubo pánico entre el pueblo sufridor y perdedor y el pueblo sufridor y superviviente.
Al final, como siempre, el ganador quedó totalmente diezmado y sometió a los pocos que quedaban del otro pueblo. Una mañana el rey vencedor se paseaba por entre cadáveres y heridos que gritaban su dolor y lloraban su pena entre la niebla impregnada de humo y olor a sangre seca. Se escuchó el llanto incesante de una niña que seguía cogida con los brazos de su madre muerta. La cogió como pudo y se la llevó a su castillo. No tenía descendencia y adoptó a la niña como a su hija legítima.
Fue educada como se merecía una princesa. Creció y se convirtió en una bella joven. Admirada por todos y pretendida por muchos. Ella entregó su corazón a un joven aprendiz de jardinero de palacio. Los dos llevaron esa relación con gran secreto. La joven princesa rescatada de los brazos de su madre muerta en la plaza de un pueblo en llamas fue bautizada con el nombre de Turaida.
Un influyente general la pretendía para convertirla en su esposa. Solicitó la aprobación de un rey muy mayor, enfermo y en decadencia que dio su consentimiento. 
       Turaida le comunicó al general que la pretendía que su corazón ya estaba comprometido. Esto desató las iras del militar. Un día el general le hizo llegar una nota a Turaida mientras se hacía pasar por el joven aprendiz de jardinero citándola en una pequeña casa de madera de un bosque cercano a palacio.
Una trampa de la que la princesa no se percató. El general se vistió de jardinero para pasar inadvertido. De lo contrario la petición de la cita hubiera sido rechazada. Cuando Turaida llegó advirtió el engaño. Era tarde. Antes de ser deshonrada se quitó la vida.
          Las historias que no gustan son convertidas en leyendas por el mismo pueblo lo que hizo posible que un amigo del joven jardinero fuera testigo de todo lo que allí pasó alertado por los gritos que el eco esparcía por el bosque. Fue el propio general el que procuró que todos supieran del caso y de que el autor de tan horrible crimen había sido el discreto pretendiente y aprendiz de jardinero.
Inmediatamente fue apresado y juzgado. Murió inútilmente cuando una afilada hacha le separó la cabeza del resto del cuerpo y su cabeza estuvo expuesta como advertencia en la entrada de la fortaleza.
La mente puede esclavizarte y el general quedó atrapado por los remordimientos y dejó el ejército. Entró de obispo después de pagar una buena suma de dinero a la iglesia. Dice Vladimir que es lo que hacía en aquellos tiempos y quizá también en estos aunque no lo puede afirmar pero lo puede imaginar.
Pasó a vivir de forma holgada y con servidumbre en un pequeño palacete para obispos anexo al castillo y destinado a esos menesteres de confesar y decir misa. De vez en cuando daba consuelo al rey que murió al poco tiempo de la enfermedad de la pena. El obispo empezó a pasar demasiadas noches en vela atrapado en sus recuerdos. Formaba parte de un tribunal eclesiástico y sus decisiones valían la vida o la muerte.
        Ya he dicho que cuando la historia no es buena lleva aparejada una leyenda. Bendita leyenda. Vladimir la conoce bien y nos la hizo saber. El amigo del joven aprendiz de jardinero ejecutado siguió todos los pasos del general convertido en obispo. Le siguió día y noche. Memorizó todos sus pasos. Cuando, cómo, porqué y con quién hacía todo. Conocía bien el castillo, el palacete de los obispos y el bosque. Un día el obispo se ausentó de su casa para unos trabajos que requerían su presencia. El amigo que había presenciado todo le siguió.
           Se apostó en el bosque casi al anochecer. Una luz tenue debido a los grandes árboles y una niebla que iba a más. Iba disfrazado con los vestidos de Turaida. El obispo iba rápido sobre su montura cuando la luz de un rayo lo iluminó de forma fugaz. El obispo se percató de ello y se alteró de tal forma que perdió el control de su caballo y cayeron muriendo aplastado. 
        Por la noche, en la cena, un amigo de Vladimir me dijo en voz baja que conocía la verdadera historia y que era de otra manera. Le dije que no me la contara porque no quería saberla pero después de la tercera cerveza la contó. Desde aquellos tiempos incuantificables el pueblo rinde, una vez al año, un sentido homenaje a Turaida. La que estaba llamada a ser reina. El bosque lleva su nombre y han sembrado un robusto y hermoso árbol en su memoria.
He dado esta historia o su leyenda por buena. No quise saber más y no contaré más. Me ha parecido de un romanticismo que ya no se lleva. Algo poético para recordar y contar. La literatura se nutre también de la imaginación. 

27 abril 2025

 

SOL DE FEBRERO

Poemario 4


30. 

Después de mis paseos

escribo esto

y te pienso.

Mis letras rellenan tu ausencia.

Por cierto,

me sobran los motivos.

Cerré los ojos y te soñé.


37. 

Hacer eternos

los instantes breves.

Concentrar la belleza

de la puesta de sol.

Ser ingenuo

en los ratos malos.

Inspirarse en la felicidad.

Ver la vida con ojos infantiles

llevando una conciencia adulta.

Continuo convaleciente

de mi nacimiento

aprendiendo a morir.

Buscando la libertad absoluta.

Dignamente.

04 abril 2025

                                                      

 Domingo, 6 de abril de 2025 en Casa de Cultura de Santanyí.
Pasión por la cultura. Pasión por los libros. 
Este mes de abril repleto de ferias del libro.


                              


Próximo domingo, 13 de abril de 2025 en Plaça Major de Consell.


                   Estaba pensando y me estaba preguntando, ¿puede una vaca viajar en metro? Pistas. Vaca de raza portentosa originaria de algún lugar sin determinar. Inmensas ubres, inmenso culo y, sobre todo, grandes y fornidos brazos. Morritos pintados a juego y pelo recogido en cola de caballo. No habla. Respira hondo y empuja. Vaya si empuja. La respuesta es, ¡si! siempre que la vaca pase por la puerta del metro de Madrid. Entonces afirmo. Las puertas del metro de Madrid son suficientemente anchas como para que una vaca portentosa de fornidos brazos pueda entrar en un vagón repleto de gente. A saber, que entre persona y persona no cabe un papel de fumar. Y que con dos empujones es capaz de hacerse con un sitio acomodado.

                   Es una experiencia suficientemente desagradable como para que no pueda olvidarla jamás. Del primer empujón mi persona física se vio transportado, sin ningún esfuerzo, desde la entrada del vagón de metro hasta quedar depositado -maleta de viaje incluida- justo al otro lado del vagón. Debo insistir, para una mayor comprensión de la historia, que entre medias había una masa compacta e impenetrable de gente. Del segundo empujón intentó lo mismo con un jubilado octogenario. No lo consiguió. 
      
               Todavía recuerdo la mirada agonizante en busca de ayuda que no le pude prestar por más que quise. El representante de la tercera edad avanzada se quedó en medio del vagón literalmente empotrado contra una barra vertical que hace las veces de agarradera. La vaca portentosa de fornidos brazos, ubres grandes, culo inmenso y cola de caballo en el pelo empujaba con fuerza. Sin sudar y sin despeinarse. Hasta conseguir que el abuelo octogenario y la barra vertical se fundieran en una misma cosa a modo de pintxo de cocina de autor. Su mirada me persigue a cualquier sitio y a todas horas. No puedo olvidarla. Por las noches incluso, me provoca pesadillas. No he sabido más de él.

               La vaca portentosa pastó sólo un trayecto. De Nuevos Ministerios a Gregorio Marañón de la línea diez del metro de Madrid. Su efecto fue devastador. No había forma de que nadie pudiera agarrarse por falta de espacio lo que provocaba que estuviéramos a merced del vaivén caprichoso del metro. La vaca portentosa encontró una agarradera en lo alto del vagón y la cogió. A partir de este momento todo me resulta confuso. Mi nivel de conciencia fue disminuyendo lentamente. Me estaba mareando al tiempo que llegaba a mis narices un olor de sobaco de temporada alta estival.

             Estuve unos días en fase de recuperación. Ahora estoy mejor, gracias. Estoy en casa y quiero olvidar esta terrible experiencia y ese olor que apareció cuando la vaca portentosa de labios pintados levantó el brazo para agarrarse. Ya he pedido hora a mi psicoterapeuta para recibir tratamiento. Si alguien pudiera aportarme datos de lo que sucedió con el jubilado lo agradecería. Lo dejé agonizante contra la barra vertical. Con sus estertores de antes de morir  y los ojos en blanco. Tomaros en serio lo de viajar en metro. 

20 marzo 2025

Calendario de Ferias en Mallorca 
donde estaré presente firmando libros.






ESPACIO PARA COMPARTIR LA PASIÓN POR LOS LIBROS





 

15 marzo 2025

                   En mi condición humana hay un poco de todo. Virtudes virtuosas sin demasía y algo de mala leche en cantidad suficiente. De cada una de ellas acostumbro sacar a relucir la que convenga en cada caso u ocasión para que todo quede muy claro y sin malentendidos. Según me amanezca el día o según me haya acostado la noche anterior.

            Pero también tengo la capacidad de atenazar y amordazar algunos de mis instintos más primarios. Qué si no. Soy un insumiso social por naturaleza y lo que me callo con la boca lo escribe mi pluma que para esto la tengo. Cuando digo que soy o tengo incluyo siempre la fecha de caducidad. Que otro día diré que ya no soy ni tengo. 

                  He oído decir que el ensotanado de mi pueblo ha dicho -hace poco- en la homilía dominical para los jubilados concentrados que, "estamos en la tierra de paso". Como si esto fuera un albergue de estudiantes o el tercer turno de una colonia de verano. Con las maletas preparadas para partir en cualquier momento. No estaban los ánimos para este tipo de citas porque uno de ellos había dejado la plaza y había devuelto el alma a quien se la prestara cuando nació. Los jubilados son muy vulnerables y sensibles con los amigos y les da por llorar cuando alguno se va. Son gente que le tiene apego a la vida y el capellán les ha pinchado la moral.

                 A todo esto, en el autocar que cada domingo les lleva de excursión, hoy no han cantado. Se han limitado a saltarse todo lo que el médico les tiene prohibido. Que es mucho o demasiado, según se mire. Para esto sirven las excursiones que los domingos hacen los jubilados después de misa.
Este día en cuestión el autocar parecía una unidad de cuidados paliativos. Se tomaron las biodraminas de noche y permanecieron sedados. Hasta que llegó la hora de comer. A esta hora, con hambre y bufet juntos, no hay sermones que valgan. 
Con los años he perdido capacidades, virtudes y un poco de mala leche. Habré ganado en otras cosas que ahora no vienen al caso. Seguro. Ahora escucho menos y hablo más. Será que tengo más cosas de qué hablar y menos ganas de escuchar novedades, reposiciones o gilipolleces. Vete a saber, pero es así. La literatura me llena más que antes. Por lo menos el rato de recreo.
             
               El momento de librarme de las cadenas laborales. Amansado como un perro rabioso que no ladra lo que quisiera porque está afónico. Y me suelta Martín que el párroco hubiera podido decir que Dios les ha dado una plaza interina en la tierra. Pero no lo ha dicho. Lo hubieran entendido mejor y hubieran cantado en el autocar. Hay que cuidar las palabras que se dicen desde un púlpito y más aún si van dirigidas a jubilados de la tercera edad avanzada. A medio camino sube un fulano a venderles ropa de bebé para sus nietos porque sus hijos no tienen dinero para comprarla. Pero están sedados y no se enteran. No vende nada. Si hoy hubiera ofertado ataúdes hubiera hecho negocio.
Puestos a pensar creo que los días desgastan con la misma intensidad que llena el cuerpo de colesterol del malo y de recuerdos que construyen razonamientos absurdamente reales y acongojantes. Por eso creo que los domingos no es bueno escuchar a los que llevan sotana, casulla y bonete. Estrategias de supervivencia.

          Los jubilados no paran de contar que yo voy anotando en mi libreta de bloguero. El olvido empuja y va abriendo paso en las mentes de los mayores. Es lo que les pasa a los afiliados a la tercera edad avanzada o adulta. Hay demasiado eco de tiempos pasados. Andan entre sombras y penumbras. Pero todos son iguales y por eso no se les nota.
Este paso fugaz por la tierra les ha convertido en peregrinos de andar caminos que conducen a ninguna parte. O al mismo sitio. Algunos piensan que esto es bueno y que lo mejor está por venir en otro sitio más grande dónde cabremos todos y seremos más felices que las perdices porque no habrá sufrimientos ni amenazas de tener que coger las maletas.

                 Estoy por ir un domingo a escuchar al capellán y luego salir de excursión a ponerme las botas con el bufet y dejar afónica la garganta. Pero no escarmientan ni aunque lo diga el médico porque uno de ellos ha acumulado mucho colesterol del malo y la artrosis lo tiene postrado. Toma muchas pastillas para poder regresar a la actividad dominical habitual. El del bonete no pierde ocasión para darles caña y dice que lo que le pasa es que ya no tiene voluntad de vivir. Querer es poder ha dicho micrófono en mano dentro del autocar. No se pueden permitir bajas. O se llena el autocar o se suspenden las excursiones. Vaya dilema les ha metido en el cuerpo. Este lunes el médico los castigará innecesariamente. Son expertos en librar batallas y contarlas después. Faltaba el guía para poner la guinda y lo ha bordado. Dice cuando ya están de regreso que el futuro es incierto. Se han reído a carcajadas porque les ha hecho gracia. A su edad lo más predecible es el futuro y para demostrarlo se han puesto a cantar para que el guía no pudiera seguir con su particular discurso.
Nadie quiere salir en prensa y se han hecho expertos en escaquearse de los obituarios. En los vergonzantes coches fúnebres sólo viajan los desertores. Ellos, no. 

10 marzo 2025

                                                                        4

Quedé citado con ellos; no podría decir muy bien con quién. Las instrucciones estaban claras: justo encima de la línea del horizonte del mar en calma y justo debajo del arcoíris. Allí estaba, pues, según lo convenido. Se acercaron hacia mí y eran algo así como sombras espectrales. No pude reconocerlos porque no tenían rostro y me tiré un buen rato para poder entenderles porque me hablaban sin voz. Grandes gestos con brazos que no tenían. Yo, con mi voz, y ellos, con la suya silenciada. Yo, de carne y hueso, y ellos, de nada: siluetas a medio terminar. Espesa niebla que cambiaba con el aire. Medias sombras. Querían conocer a los habitantes de tierra firme. Ellos viven en ningún sitio más allá del horizonte del mar en calma. Lejos de mi casa. Cosas de fantasmas del pasado.

Se mostraron respetuosos, consecuentes, ilustrados, interesantes. Han conseguido, con el tiempo, acumular inteligencia en algo que se asemeja a un cerebro del que carecen. Es lo más parecido a una idea o una energía. Quizá, una conciencia desnuda. No llevan una vida fácil de opulencia y despilfarro. No pueden. Sus esfuerzos se concentran en otras cosas. Nada de vida regalada. Pura dedicación para conseguir memoria de otros a través de historias, leyendas y cuentos.

Son la nada del universo. Los que llenan los agujeros negros. Los que habitan en las mentes de las personas. Pueden traspasar el tiempo en cualquier sentido. También las paredes y las puertas cerradas. Son los protagonistas de una historia que no ha sido. Nadie los ha visto, pero están. Los percibo, según ya he contado, y no me pueden generar miedo: no existen.

Acuden puntuales a la cita y vestidos sin ropa porque no tienen cuerpo, pero con una agilidad de movimientos que impresiona. Yo, inquieto e inmóvil en mi barco de papel, justo encima del horizonte del mar en calma y debajo del arcoíris, según lo acordado. Las olas me llevaron allí y luego desaparecieron.

Nos comunicamos sin utilizar palabras. Sin prisas. Era importante para ellos. Con buenas intenciones, me dijeron que llevan toda una vida sin dormir porque nadie les cuenta cuentos o historias antes de acostarse. Yo, con los pelos de punta. Tanto misterio, para pedirme un poco de memoria llena de cuentos. Por un momento, confieso que me dieron lástima. Nosotros podemos recordar todas las etapas de nuestra vida y otras cosas, incluso sin verlas. El sol, la tierra, la lluvia, el viento y el mar. Los sentimientos. La razón, la verdad y la libertad. La memoria no excluye ni pone condiciones. Recordamos nuestra existencia y nuestro significado. Ellos son seres hechos de niebla densa que empapa el cuerpo. Siluetas a medio hacer. Sombras de nada. Inteligentes, pero sin memoria para recordar cuentos. Tampoco pueden dormir.

Decidí cederles un trozo de lo que atesora mi cabeza, repleta de historias y cuentos, para que puedan contarlos por las noches hasta quedar dormidos. Cuando sus ojos sin color y sin pupilas me miraron, vi agradecimiento. Es un trastorno típico de estos fantasmas del pasado. Sin cuerpo. Sin voz. Sin mirada. Habitan al otro lado del horizonte del mar en calma, pasado el arcoíris. Quedaron satisfechos y nos citamos para otras ocasiones. La intención era intercambiar nuevos retazos de memoria con cuentos y leyendas también nuevas. Estaban emocionados. Ellos son todo y nada, dependientes de la imaginación de aquellos con quienes se encuentran. Son una idea. Fragmentos de una historia pasada. Sin embargo, a partir de este instante, podrán reproducir textos literarios por las noches. Ahora, por las noches, podrán dormir e incluso soñar.

Otra vez aparecieron las olas de debajo del mar en calma y llevaron el barquito de papel en el que me encontraba hasta la orilla. Ellos se dispersaron como hace la niebla al salir el sol. El arcoíris también desapareció. Volví a pisar la arena. A mi alrededor estaba la vida de siempre, la rutina reconfortante de cada día. Ahora no sé si contarlo porque no me van a creer. Solo podrán hacerlo quienes tengan imaginación. Todavía, cuando cierro los ojos, siento ese lenguaje diferente, aquellas ideas, formas, sonidos de mar en calma que me decían cosas confusas. Como la niebla, cuando el poeta la quiere atrapar con las manos. Especie de dibujos al carboncillo. Confusos.

Les entregué cuentos rescatados de mi subconsciente. Se los llevaron donde el azul del mar se confunde con el azul del cielo. No tienen horizonte. Son nómadas de otra vida, formas en el aire y nobles como el oro. Se les intuye. Son intensos. Son de todas partes y de ninguna, proyectos de nada. Cenizas de lo que fueron.

Ahora estas cenizas no cuentan con memoria alguna ni se acuerdan de ningún cuento. Son simples en apariencia y complejos en cuanto a su inteligencia.

Ahora, con la porción de recuerdos que les di, podrán volver a dormir en esa eternidad que les queda por vivir.

 

Mi emotivo y cariñoso recuerdo a todas aquellas personas que padecen de Alzheimer.

Estuve un buen rato mirando

el árbol eterno

cuyos frutos son los recuerdos.

Voces, rumores y sombras del pasado

y refugio del presente.

La poesía me salva de desaparecer.

Días blancos

hasta que el corazón se desata.

Pero llega el día

en el que cierras la memoria

y abres los recuerdos a los demás.

Te conviertes en niebla diurna

y sombra nocturna que vaga por las calles.

Nos quedan silencios por escuchar

desde la melancolía de los jardines.

La esperanza, a veces, comete errores

y se equivoca.

Pero siempre hay una luz, una voz,

una palabra, un paisaje y una música.

Todos hemos sido amantes de medianoche.

En la oscuridad y en el silencio.

Un día se rompieron todos mis espejos

y me quedé sin saber quién soy.

Quizá, solo un poeta. 

27 febrero 2025

                   Mi contertulio de esta mañana es una persona madura, pausada y con un oficio envidiable. Se gana la vida leyendo mucho. Luego de leer escribe crítica literaria, pero esto implica una vida casi sedentaria y unos cuantos achuchones que tiene que cuidar. El médico  ha tenido a bien enumerarlos y asustarlo. El café corto y descafeinado con sacarina, media ensaimada y un montón de pastillas de distintos tamaños y colores. Los años no padecen del olvido y ahora se lo recuerdan. Se cuida porque le tiene apego a la vida, a sus amigos y a su rutina. Incluso al trabajo y al ocio. 

                   Cuando terminemos se irá a caminar una hora. Callejear sin rumbo. Qué más da. Es sólo una hora que el médico también le ha recetado. Viene acompañado de Cicerón que es el nombre de su perro pastor. Estatura media de perro. También tiene un andar pausado y un carácter tranquilo. Su única preocupación es cuidar  y lo hace bien. No toma pastillas pero también anda una hora cada día aunque su veterinario no se lo ha recetado. Es así. Se cuidan el uno al otro y se hacen compañía. Es lo que toca. Esos día de otoño son largos y con muchos momentos de penumbra. Amanece tarde y anochece pronto. Él lee sin parar y luego escribe su crítica literaria. Cicerón anda ocioso por la casa y se acomoda a los pies de mi amigo contertulio que, por cierto se llama Sebas. 

                     Muchas mañanas compartimos desayuno y tertulia. Siempre hablamos de literatura porque es su oficio y mi pasión. El resto de temas de actualidad no se tocan porque carecen de interés. Por lo menos a nosotros no nos importan. Tampoco lee biografías, política, religión, economía y fantasmadas varias. Me dice que esto no es literatura. Son libros escritos con la intención de adoctrinar o influir en mentes poco hechas. Sin comentarios de los libros de autoayuda. 

                   Se explaya conmigo pero vive con su madre que es mayor y con una salud envidiable que se dedica a labores del hogar. Con ella no habla de su trabajo ni de literatura. A mi me da poco margen. No para. Es orador nato y convincente. Cicerón descansa a los pies cuando escucha su voz. Le da la mitad de la ensaimada porque no está a régimen. Bien que le gusta. Es un consentido. Es su perro. El que le hace compañía. El que anda una hora cada día porque no consentiría que Sebas caminara solo. Le acaricio la cara y él me lame la mano. Es un perro agradecido.

             Anda metido en la lectura de un drama ambientado en la post guerra civil española. Una comunidad de vecinos y sus familias. Vencedores y vencidos. Rencores y apariencias. Engreídos y agradecidos. Es la herencia de una guerra. Pobres. Pobreza material y de espíritu. Sin trabajo y sin poder mendigar. Al lado de la comunidad hay un bar. Coinciden y aparentan llevarse bien. No quieren más castigos de la vida. Estar porque sí. Porque no hay otra cosa. Demostrar una habilidad especial para hacer durar un café varias horas. Hablar por hablar. Un criticar disimulado y en voz baja. Personas abatidas, grises, descoloridas. No tienen estado de ánimo porque también lo perdieron en la guerra como la sonrisa y las ganas de lo que sea. Su trabajo diario es sobrevivir y es complicado en estas situaciones. Es lo que lee Sebas. La historia de un pasado imperfecto y reciente que supura por las muchas heridas que tiene.

            Me cuenta Sebas que el escritor es el responsable del color que tienen las letras. De la conciencia de la palabra. Del sentimiento de una frase. De la ética del párrafo. Del propósito del relato. De su moral y su sensatez. Las palabras deben tener pocos instintos y mucha razón. El libro tiene que poder ser debatido con lógica y significación de conjunto. Se ha escrito que el tirano se propuso ser el último hombre. El superviviente al final de todo. Por eso fue tirano. Su historia está escrita y encerrada en las páginas del libro. Antes de escribir la crítica explora la conciencia de los personajes. Mide mucho sus palabras conocedor de la influencia que pueden tener en el potencial lector.

               Me convence de que su trabajo es complicado. Le digo que quiero relajar el ambiente y leo unas líneas sobre un sueño que dice, "Nada más cerrar los ojos mi mundo de fantasía se inició caminando por una senda en busca de un instante de emoción. Aquella piedra en el camino y la intensa niebla me hizo reaccionar. Estuve a punto de caer pero una imagen salida de la sombra me sostuvo entre sus brazos. Un fuerte viento disipó la niebla. Eras tú y mi corazón latió con fuerza". Le gustó mucho a Sebas y lo anotó. Sensible y transparente.

               La tertulia literaria volvió al Gran Café de Gijón con Umbral. Evidentemente el maestro no estuvo presente desde que nos dejara en 2007. Presidía una gran fotografía y se habló de él. Quién lo conocía comentó cómo era, qué hacía, de que le gustaba escribir y alguna anécdota más. Quienes apenas le conocieron o le trataron, simplemente leyeron algunos fragmentos seleccionados de su obra. 

               Los tertulianos volvieron a ocupar sus espacios en el Gijón y rememoraron al Umbral mítico, al periodista, al ensayista, al narrador, al novelista y al humanista. Se le rindió merecido homenaje para evitar el olvido y se aprovechó para sacar a la luz las facetas casi ocultas y poco conocidas del Umbral bohemio y trasnochado de Madrid. Se destacó la valentía de, además de otras cosas, sacar una columna diaria y la facilidad de palabra y comunicación que supone hacerlo. El irrepetible estilo literario que ejercía fue la base del coloquio -el saber mezclar la palabra de la calle con la palabra académica-. En otoño volverán a ello. 

                María España, su viuda, aprovechó la ocasión para anunciar la creación de la fundación que lleva su nombre y donde se reúnen enseres personales, fotografías, cartas manuscritas, más de 1.630 libros de los que la mayoría están firmados o dedicados por sus autores. Están buscando una casa museo y ya tienen ofertas. Los nuevos patronos aceptaron el envite con responsabilidad indescriptible. Se anunció la firma con el Instituto Cervantes para dar a conocer la obra de Francisco Umbral en todo el mundo. Está en proceso la digitalización de los documentos manuscritos, cartas, libros, cuadernos, fotografías, etc. y unos cursos de verano en la Universidad de el Escorial que girarán en torno a su obra y sobre su figura en relación con el periodismo.

             Lo bueno que tiene esto es que se hace cuando el protagonista ya está muerto y entonces hay lo que hay y nada más. En el caso de Camilo José Cela, la fundación la montó él mismo en vida -malas lenguas dicen que obligado por su viuda "la Castaño" y todo el legado estaba equilibrado para contentar a todos y si faltaba una dedicatoria, pues se buscaba, igual que una firma o lo que fuera. El patronato que dirige su viuda ya lo ha echado todo por la borda y ya nadie se cree nada porque está incapacitada para dirigir este tipo de fundaciones aunque ella parece ser que no se ha enterado. 
    
         Saramago también tiene su fundación y así una larga lista de personalidades varias que han destacado en algo. Es una buena forma de mantener junta una obra y darla a conocer. Pero que sea de interés general acreditado. 

20 febrero 2025

                 Hoy, en la tertulia de las mañanas, los presentes no nos poníamos de acuerdo en quién era el más antiguo. No usamos la palabra viejo. Si acaso, senior. El poeta ha mediado y ha puesto orden mientras pedía seriedad para que nadie mintiera. Todos hemos dado la palabra y eso ha bastado. Ha decidido que el más antiguo será aquel que tome más pastillas y que, además, tenga más cosas prohibidas por el médico.

             Nos hemos reído un rato hasta que hemos empezado a contar pastillas y prohibiciones por orden facultativa y al rato ha salido el más antiguo. Un honor y un choteo para el que ha salido elegido. Hemos tenido que repetir café porque la cosa se ha alargado. No había mucha diferencia entre todos. Ya sabéis, la tensión, el azúcar, la reuma, la próstata, dolores articulares, el corazón, los pulmones, los riñones y poco más. De las prohibiciones y recomendaciones había pocas y algunas repetidas. Comer poco y bien y andar mucho. Lo típico.
                Hoy, que el invierno está muy avanzado, es cuando pisamos más hojas secas en las aceras. Y es que este año todavía no han caído todas y los árboles y plantas ya insinúan las nuevas. El más antiguo ha dicho que son cosas del tiempo. El cambio climático. Si lo ha dicho el más antiguo es que será verdad.
              Ha amanecido un día con tonos rojizos y amarillos. Adecuado para vivir un día intenso. Que por mucho que te pases te morirás el día que te haya tocado en suerte. Con los ojos cerrados y sin derramar una lágrima porque será una muerte consentida. Como todas. 
               Los días como hoy existe la misma calma en el fondo del mar que en la cima de la montaña. Y el mar no te chilla. Te habla flojito o te susurra. El aire de la cima de la montaña hace lo mismo. Los despojos de la noche se los ha llevado el amanecer sin hacer ruido. Sin casi darnos cuenta. Como debe ser. El día ha llegado con conocimientos, sabidurías y algunos descuidos. También han vuelto algunas carencias. Pero bueno, las expectativas del mar, hoy, es llegar a todas las costas. Yo procuraré estar en alguna de ellas.
              Una parte del día será doméstico, de andar por casa. Recuerdo que el más antiguo de los contertulios ha dicho que cuando se jubiló abolió la rigidez de los horarios. Ahora no lleva reloj y vive mejor que antes y también ha dicho que el médico le tiene en la lista de las personas más sanas del pueblo. El poeta ha salido al paso y le ha espetado que no le extraña con tanta pastilla que toma y con tanta cosa que ya no puede hacer. Ha habido tensión y ha quedado claro que irá al médico para pedirle explicaciones.
           Tengo una amiga de esas de hacer senderismo y hacer cima en las montañas de la Isla. La llamamos María Aspirina cuando realmente se llama Dolores. Lleva vividos más de setenta y se viste "vintage style". Llega a la cima como si la hubieran subido a hombros. El resto va dejando el alma por el camino para quitar lastre. Su médica le ha dicho que todas las pruebas han salido bien. Que no tiene nada malo, sólo años acumulados. Lleva unos días angustiada pensando que si no llega a tener nada nunca se morirá y esto le preocupa sobremanera.

19 febrero 2025

              RELATO 33

          El profesor de literatura entró en el aula de clase y escribió un poema en la pizarra, como cada mañana desde siempre. Algunos días, un alumno escogido al azar tenía la agradable responsabilidad de anotar su poema.

       La inseguridad del principio fue dando paso a la confianza en el manejo de la tiza y en la improvisación de los versos. Todos anotaban los poemas en sus libretas y llegaron a formar una generación de escritores.

             Cuando el profesor se jubiló, los alumnos le regalaron un libro con todos los poemas escritos en la pizarra a lo largo de su vida profesional y, en su recuerdo, siguieron escribiendo un poema en la pizarra cada día.

              Ahora sigo con la tradición y escribo un poema en las paredes de los lavabos públicos para deleite de los usuarios.  

👉https://shre.ink/bscb 

                                                                   



Arriba tenéis el enlace para escuchar la entrevista coloquio 
que se pudo escuchar en Radio Calviá 
entre Jaime Roig de Diego y Xisco Barceló Martínez con Antoni Negre Colmillo.
Tratamos de poesía, de filosofía de cuidados sanitarios 
y de narrativa a propósito del último libro publicado 
y que lleva por título Recuerdos en la intimidad.  
Relatos que reflejan la diversidad y la complejidad de la naturaleza humana 
y que permiten entender las emociones y los sentimientos de nuestra existencia.
Con un estilo ágil y una prosa cuidada, 
para ofrecer una mirada lúcida y profunda sobre temas como 
el amor, la soledad, la esperanza, el miedo, el sufrimiento y la felicidad.
Los relatos van desde el realismo hasta la ficción
pasando por el humor, la ironía, el drama o la fantasía.
Cada uno nos transporta a un mundo distinto, pero también nos conecta 
con nuestras propias emociones.
Es fácil que podamos vernos reflejados en cualquiera de ellos.
La experiencia de los años propicia este tipo de reflexiones 
sobre la condición humana para evadir la indiferencia.
De todas mis vidas he aprendido cosas y he tenido vivencias singulares
que han quedado plasmadas en este libro.



11 febrero 2025

     #MartesDeTuitsAMano 


                                         


 














Siempre escucho una música leve para tranquilizar las emociones.
Reflexiones sobre nuestra fragilidad
y la importancia de vivir lo cotidiano como si fuera lo único.