Estuve un buen rato mirando
el árbol eterno
cuyos frutos son los recuerdos.
Voces, rumores y sombras del pasado
y refugio del presente.
La poesía me salva de desaparecer.
Días blancos
hasta que el corazón se desata.
Pero llega el día
en el que cierras la memoria
y abres los recuerdos a los demás.
Te conviertes en niebla diurna
y sombra nocturna que vaga por las calles.
Nos quedan silencios por escuchar
desde la melancolía de los jardines.
La esperanza, a veces, comete errores
y se equivoca.
Pero siempre hay una luz, una voz,
una palabra, un paisaje y una música.
Todos hemos sido amantes de medianoche.
En la oscuridad y en el silencio.
Un día se rompieron todos mis espejos
y me quedé sin saber quién soy.
Quizá, solo un poeta.