El último "Premio Principe de Asturias" de las ciencias ha sido otorgado a tres ilustres neurobiólogos cuyo nombre recuerdo perfectamente y escribiré porque toca. El premio no ha sido gratuito. Ha sido merecido. El cerebro humano es tremendamente complejo y su funcionamiento no se puede simplificar con teorías ocurrentes ni mediáticas. Esto es ciencia amigos.
Sabíamos que teníamos cerebro. Desde siempre. Conocemos la ubicación, el tamaño y el peso. Me consta que algunos homínidos lo tienen ubicado en otro sitio del que dicen los científicos. No daré detalles. Incluso ceo que el peso podría ser negociable. Sabemos que algunos personajes son unos descerebrados. No tenemos la certeza de que todos utilicen el cerebro o lo hagan de forma adecuada. Algunos llevan activado el limitador. Ahora sabemos algo más que se nos antoja espectacular. Estos neurobiólogos han descubierto que el cerebro humano sigue creando neuronas constantemente, incluso en la edad adulta. Es un grán avance científico porque se abre una linea de investigación en el tratamiento de enfermedades -agudas o crónicas- pero siempre neurodegenerativas. Y esto bien merece un premio.
Altman constata de la existencia de neurogénesis en el cerebro adulto en contra de lo defendido hasta ahora. Rizzolatti descubre las neuronas espejo. Estas que se activan cuando un individuo observa a otro realizar una acción. Son la clave de la empatía, ya que su papel es fundamental para entender los sentimientos del prójimo. Algunos bípedos no tienen ni tendrán neuronas espejo en su vida. Es una opción de vida. Les importa un carajo empatizar con nadie. Pues nada. Álvarez-Buylla nos permite conocer mejor cómo se forman, migran y se diferencias las neuronas en el cerebro jóven y adulto. Ha dado con la clave para saber cómo se regeneran, lo que abre la posibilidad a futuras terapias reparadoras. Hace falta investigar si todas las personas son susceptibles de que se les pueda aplicar este tipo de terapia reparadora o es mejor dejarlo e invertir en otras cosas. Cada cual opine.
Un lúcido análisis de la situación en modo filosófico, metafísico, esotérico y cosas así nos dice que muchos homínidos bípedos de la era del homo requetesapiens y del homo sabelotodo nunca llegan a utilizar sus neuronas ni siquiera las de leche. ¿Para qué necesitan más, pues?
Todas las personas tendrían que pasar un corte. Exigirles un mínimo. Damos por buena las teorías de que tenemos cerebro, neuronas, neurotransmisores y pensamiento racional. Quien no aproveche esto de forma deliberada que se les nomine para ser expulsados de la humanidad como en un Gran Hermano. Si alguien montó todo el tinglado del cosmos, la tierra, un tio y una tia y una jodida manzana en siete días y de la nada, nosotros en el siglo veintiuno, con todos los recursos imaginables y tanta tecnología podemos demostrrar que estos premios están bien dados porque las teorías son verídicas. "Yes, we can". Salud.