viernes, 28 de diciembre de 2012

Hechizo de mar.

Sueños que duermen en el bosque.
Sueños de silencio.
De niebla densa.
Sueños sin tiempo.
Sin puertas ni ventanas. Libres.
Luna que pinta las hojas de otoño.
Noche que pinta las hojas de invierno.
Con la luz, la escarcha y la nieve.

Universos distantes que se acercan.
Comparten gravedad y horizonte.
 Manto estelar y arcoiris.
Sueños que cambian la realidad.
Realidades que cambian los sueños.
Letras que dan rítmo al corazón.
Corazón que se acelera.
En la intimidad del silencio.
En la oscuridad de la noche.
Entre el ruído de la tempestad.

Amor que llega navegando.
Con revolución de carícias.
Sobre una hoja,
 o un barco de papel.
Momento romántico eterno.
Fuego que no se apaga,
 aunque lo cubra el hielo.

En un mar en calma. 
El silencio habla y comparte.
Las carícias hablan y callan.
Miradas hechizadas,
 por los sueños.
Fuego de pasión encendido.
Toda la noche.
Sobre el mar.

La música esconde el silencio. 
Respiración sosegada.
Latidos desbocados.
Instintos agitados,
 rompiendo ataduras.
Torbellino de sensaciones.
 Desenfreno de motivos.
Superados por las ganas.
Decididos a lo irreversible.
Tentados a lo salvaje.
Amor sin normas. 
Entrega sin condiciones.
Amor en el horizonte.
Amor en el mar.

@antoninegre  @CAMILAyelmar

viernes, 21 de diciembre de 2012

Feliz Navidad 2012

Tengo una sobrina que se llama María Antonia. Mi sobrina María Antonia tiene diez años, un buen nivel de estudios y una nota media de nueve con dos. No está mal, pues.
Tiene una maestra de Ciencias Naturales que les está enseñando el aparato reproductor de los animales y de las plantas. Resulta que el ovario de las plantas se convierte en fruto, ha dicho. Que este ovario, para llegar a ser fruto, ha tenido que ser polinizado. Hablamos. Ha dicho la maestra que son los insectos o el mismo viento quién poliniza este ovario que tienen las plantas para que se convierta en fruto. Nada menos.
Tiene otra maestra que le explica Religión. Es asignatura necesaria e imprescindible para alumnos que viven en un estado aconfesional. No es bueno que se adoctrine en las aulas. Para colmo de males estoy hablando de una escuela pública. En fin. A lo qué íbamos.
Parece ser que las maestras han preparado el temario de forma conjunta para evitar equívocos entre los alumnos y mosqueo entre los padres. Aunque no lo creáis algunos son ateos y republicanos. Me dice mi sobrina María Antonia, que tiene diez años, que ha dicho la maestra de Religión que con la maternidad empieza la vida. Hay que reconocerle el mérito a la maestra que tiene que explicar este tipo de cosas a sus alumnos de forma tan romántica, poética y a la vez científica y entendible.
Pues será así si lo dice la maestra. Yo, chitón.
Que la maternidad es exclusiva del cuerpo femenino porque así lo ha querido Dios que es quién lo ha creado. La naturaleza, aquí, no pinta nada. Parece ser que la Virgen María sólo se llamaba María a secas. Lo de virgen viene a cuento de que no fue polinizada por ningún hombre. Fue cosa de Dios que le introdujo la semilla de la vida a través del viento del Norte que un buen día la rodeó por la cintura. Lo hizo nueve meses antes de finales de Diciembre. Casualidad o no. Con la cosecha del trigo.
Queda clara la explicación y la damos por buena. María, a todo esto, se enteró porque se lo dijo un ángel. Quedó turbada con tal noticia. No era para menos, y más cuando pensó en decírselo a su esposo José. Pero Dios, en su grandeza, y para no comprometer a María, tuvo a bien ser él personalmente quien diera la noticia al carpintero. Pues así todos contentos. A buen seguro se evitaron malos entendidos.
Han dicho las maestras de Religión y de Ciencias Naturales, en una clase conjunta, que poco antes del parto María tuvo que desplazarse con su esposo a Belén para arreglar un asunto de papeles de esos de empadronarse. Fue un embarazo de riesgo. Estando a punto de parir -ya sabe mi sobrina María Antonia de diez años lo que es esto- tuvo que viajar a lomos de un burro por caminos difíciles y pedregosos con el consiguiente peligro.
Llegado el momento, el hijo de Dios, vino al mundo en un establo dónde sólo había el burro con el que se habían desplazado. No había buey porque nunca lo ha habido en un establo. Ni ningún otro tipo de animal. Tampoco estaba el carpintero porque no era costumbre que los hombres estuvieran al lado de sus esposas en momentos como este. 
Tienen mérito estas maestras cuando tienen que contestar preguntas comprometidas que alumnos de diez años como mi sobrina María Antonia hacen. ¿Porqué las mujeres tienen la exclusividad de la maternidad? Y me pregunta a mí. Yo no soy la maestra de Ciencias Naturales y mucho menos la de Religión. ¿No sería mejor algo compartido. Indistintamente el hombre o la mujer? Me gusta la idea pero no puedo contestar lo que pienso para no confundir a una mentalidad en periodo de formación.
María era una mujer prometida a su esposo José y comprometida con el matrimonio vitalicio. Por eso sus labios se quedaron mudos cuando se supo polinizada con la semilla que el viento del Norte le dejó al rodearla por la cintura. No menos inquieto estaba José cuando supo lo que pasaba. Se quedó con el rostro perdido o extraviado en busca de un refugio de calma. En estos momentos cualquier cosa hubiera servido para protegerse de la situación. Un coma inducido por algo destilado o fermentado, por ejemplo. Pero era hombre serio y responsable y cuidó de María durante todo el embarazo y después de él.
Ya en Belén, el carpintero se mostraba contracturado por las circunstancias. Preocupado en buscar un establo adecuado para el acontecimiento del año. Tuvo que ser un momento difícil para todos piensa mi sobrina María Antonia porque la maestra así lo ha dicho. Yo también lo pienso. Me mira muy atenta mi sobrina de diez años. Observa con cuidado mis reacciones, mis gestos y mis palabras. Yo mantengo la compostura con cara neutra o de esas de estar de acuerdo en todo. No se puede contradecir a una maestra cuando explica la historia verdadera.
Mientras he escrito esta entrada y mientras la he corregido no he parado de cantar villancicos. Doy mi palabra de que estoy afónico. Los he cantado para todos vosotros que leéis mi Blog. Digo pues que os deseo una MUY  FELIZ  NAVIDAD a todos. Salud.

martes, 18 de diciembre de 2012

Recuerdos

Este reencuentro no dejó de ser apasionado. Pero traicionero a la vez. Deseaba rescatar un trozo de mi vida. Formaba parte de mi pasado imperfecto. Volvimos a vernos después de haberlo dejado y la seguí con los ojos cerrados. Quizás fue por eso. Por hacer las cosas con los ojos cerrados. Antes una ausencia y una añoranza. Ahora un mundo interior en ruinas. Completamente destruido.
Después de eso me siento atrapado en un vendaval de ideas que tengo que organizar. Necesito poner orden en mi caos interior y plasmar en hojas blancas mis sentimientos o lo que quede de ellos. Hace tiempo se lo encomendé todo al olvido y éste lo aceptó. Ahora, un encuentro, la memoria, una fecha y un lugar me han jugado una mala pasada. Pero sé el camino de salida. Lo seguiré sin mirar atrás.
Como forma de terapia me encuentro sentado a la orilla del mar. En la misma playa. Llevo tiempo así. He mantenido una conversación con el mar, con el viento, con el sol, con la lluvia y las estrellas. Todos me hablan de lo mismo. Me hablan de ella. Pero yo no he venido a eso. He venido a calmar mi ánimo.
El mar se comunica con las olas cuando golpean mis pies descalzos. Comprendo lo que me dice. Quiero escribir el libro de mi vida. El libro de nuestra vida antes del desespero. Hay párrafos que los dejo en blanco porque son privados. Íntimos. Secretos. El resto lo dibuja la pluma de forma certera en la hoja. Así estoy. A cada duda pregunto al mar. Lo sabe todo. Nuestros mejores momentos han sido junto a él. También lo sabe el viento que me dice cosas a ráfagas en pleno rostro. El sol cuando me ilumina, la lluvia cuando me moja y las estrellas con su silencio. También fueron testigos.
Hablan y hablan guardando turno. Los escucho. Quieren que estemos juntos. Pero de lo nuestro sólo quedan recuerdos en forma de ceniza y humo. Me recuerdan... en las noches de insomnio... para que las escriba. Es privado, contesto. Me insisten todos ellos. Bueno... Es verano. Al resguardo de un acantilado, de unos romeros y chumberas mediterráneas. Abajo, la orilla del mar. Una música de baile que llega hasta nosotros en forma de eco desde una casa cercana.
Ameniza la noche y da ritmo a las caricias y a las cómplices miradas. La oscuridad, a menudo, borra nuestros rostros. Pero la brisa marina nos envuelve con nuestros propios aromas y el aroma salado del mar. Nuestras siluetas se dejan entrever con la luna llena. El calor del verano nos hace sudar y la proximidad nos aceleraba el corazón.
Nos miramos los brillos de los ojos como si fueran espejos. Más allá de ellos, en las retinas, estan escritos aquellos versos que no sabíamos decirnos. Cosas de jóvenes enamorados. Momentos de felicidad anteriores a la tristeza de las despedidas. Del hasta luego. El mar y el viento me lo recuerdan. Las olas mojan mis pies sin parar y me traen información. La gente no me creerá cuando diga que he hablado con el mar, con el viento, con el sol, con la lluvia y con las estrellas. Si no me creen es que no entienden de amor.
Ahora con los ojos cerrados pienso en ello y me produce desazón. Nos prometimos muchas cosas. Cumplimos muchas cosas. Pero no todas. Ahora quedan ruinas en mi interior. De tí, no sé. Tu ausencia ha sido añoranza. Ahora, pero, han vuelto a sangrar las heridas y a doler. Bendito dolor a cambio de unos momentos contigo en el acantilado. El mar abajo y nosotros escondidos entre chumberas mediterráneas. Recuerdo lo que te gustaba que te peinara con mis dedos.
Confidencias, confesiones, promesas. Queríamos darnos todo y recibir todo. El día que partiste se rompió nuestra vida de sueño y el sueño de nuestra vida. Ahora sólo me queda el mar. Me habla y me hace compañía. Me recuerda lo que quiero olvidar. Pero no me deja.
Pido disculpas por mi caligrafía pero el pulso me tiembla con tantos recuerdos. Podeis contemplar mi corazón y veréis que no miento. Quiero que termine el verano y que la noche llegue antes. Y el frío. Las gaviotas que ahora me sobrevuelan son las mismas.
Me gusta tocar el agua del mar pero no tiene la suavidad de su piel. El aire y el sol tampoco. La añoranza es más llevadera con el mar a mi lado y la brisa en mi cara. Seguramente volveré a recordarte el verano que viene. Seguramente. Salud.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Hoy

A ver si me explico. Que tiene su importancia. El día ha amanecido gris, frío y lluvioso. Ya casi de invierno aunque sin él. De esos que necesitas escribir algo porque el cuerpo te lo pide. Me refiero al corazón, la mano y el pensamiento. La pluma y el papel también porque ya forman parte de mí. Incluso llevan mi a-de-ene. Decía. Pijama y batín. Descalzo, como tiene que ser. Calcetines gruesos para no coger un resfriado con su pulmonía. Sentado en mi sufrida butaca de pereza. En este caso de desperezar. Con orejas, que hay que proteger las cervicales. El cuello es delicado contra un ataque repentino de somnolencia. No creo que sea el caso pero, prefiero prevenir. Un disimulado fuego en la chimenea con unos troncos que se queman a fuego lento. Delante de mí una mesa camilla redonda. Mis piernas escondidas debajo. Parece que no tenga piernas. Sobre la mesa camilla está mi pluma, papel, una taza de café descafeinado humeante con un terrón de azúcar disolviéndose en el fondo, una vela encendida aromatizada de cedro, unas revistas literarias y hojas sueltas de periódico de la sección de cultura. También el libro que ahora mismo estoy leyendo. En el aire se mueven difuminadas inquietudes culturales y literarias que trascienden la parte doméstica del salón con música evocadora de gratos recuerdos a cargo de Mari Trini con su vals de otoño -ahora mismo-.
Si ya estáis situados emprenderéis que con este decorado y en esta situación no puede haber entrada de blog que se resista. A mi izquierda un gran ventanal que se asoma al jardín. Unos árboles de hoja perenne que dan cobijo a algunos gorriones y otros de hoja caduca. Éstas últimas descansan reposadas en el suelo a modo de tapiz. A ratos unos rayos de sol tímido con ganas de calentar pero que le cuesta. La tierra está mojada de la persistente lluvia de la noche.
Antes que nada una última mirada al relato sobre los libreros de cabecera. El punto de encuentro entre el libro y el lector. Lugar de culto. Literatura en silencio reposando en estanterías. Fotografías de escritores en pose y la barbilla apoyada sobre una mano. Que las ideas pesan lo suyo. Una media sonrisa para cautivar al lector. Pues muy bien. Hago algunos retoques. Quito y pongo. Añado o elimino. Esas cosas que uno hace a menudo y que hoy quiero contar por aquello de aproximarse a esos viejos amigos que no conoces de nada pero que te leen. Tú mismo, por ejemplo. El aroma de cedro de la vela impregna el ambiente y el café hace lo propio. Es una pugna para ver quién puede más. Yo no digo nada y les dejo hacer. En esto de los aromas es mejor no meterse. Incluso mi perfume habitual también se mete en el ambiente. Pues eso.
El café se apura rápido y pronto te quedas con ganas de más. Debe ser así. Es el atractivo del café. Poquito pero intenso. Aprovecho para escribir el relato que estás leyendo y al que le he cambiado tres veces el título. Está corregido y a punto de darle a la tecla "publicar". El libro de ahora es "Claraboya" de José Saramago. Grande. Completo. Elegante. Trazos de autor consagrado en el primer libro. Extraordinaria belleza que no pasa inadvertida. Ideas que dan que pensar en otras ideas. Ideas que dan paso a otras ideas y que luego darán lugar a futuras entradas de blog.
Y como quién no quiere la cosa, el día transcurre en un pis-pas. Al atardecer toca paseo diario. Vestimenta para la ocasión. Abrigado. Sombrero y paraguas. Calles semidesnudas de gente. Ocaso del día. Luces de neón de escaparates que lucen perezosas por la hora que es. Conversar de personas con noticias de televisión y música de radio. Un poupurri de sensaciones y un aluvión de ideas que revolotean a mi alrededor y que intento retener hasta llegar a casa. La misma ruta de siempre con las rutas alternativas de siempre. Es mi espíritu aventurero. Llego a casa. Ducha y cena fugaz. Cuerpo descansado. Esto significa que antes lo he cansado y no sé de qué. Bombón de chocolate de caja etiqueta roja. Debe ser bueno porque el rojo es el color de los labios de una mujer. Bueno pues, "hoy" ha sido así. Ha sido lo que has leido. Mañana ya veremos. Salud.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Mi librero

Visito a mi librero de cabecera cada semana. Más o menos. Pido hora y me da cita. Algunos logros sociales que todavía no nos han quitado. La librería es bastante grande. Los libros están debidamente colocados y clasificados en sus estanterías. Un extraordinario trabajo que realiza en compañía de su hijo. Apasionado de las letras, también, y que quiere seguir la tradición familiar. Me parece elegante y eficaz la manera de catalogar y exponer los libros para la venta.
Mi librero me conoce desde que era pequeño. De cuando leía cuentos y tebeos. Son muchas horas. Conoce todo sobre mi vida literaria. Sabe qué autores me gustan y los que no. Cuales he leído o releído. Aquellos que no quiero leer porque escriben cosas que no me interesan. Conoce mis gustos literarios y me aconseja. Porque él es librero. Igual que fueron su padre y su abuelo y que será su hijo. Se conoce bien los autores y sus obras. De todas formas, antes de hablar, me deja que me pasee por entre las estanterías y coja algunos libros. Me deja que los toque. Los miro. Leo algunos párrafos. Nunca voy con prisa. A estos sitios se va con tiempo. Esto ya lo he comentado en otras ocasiones.
Llevo algún libro a una de las mesas que hay en la entrada. Mesas de forja y mármol redondas. Me sirve un café y se sienta a mi lado. Le comento cosas de las que he leído. Me explica cosas de los libros que he cogido y de sus autores. Siempre me sorprende. Hace tiempo que me ha prescrito lectura diaria y escritura en los momentos de inspirada lucidez. Ratos de pensar. La lectura, mayormente, de ensayo. Le hago caso porque es mi librero de cabecera y sabe de su profesión. A todo esto su hijo sigue manoseando libros cuidadosamente para colocarlos en los estantes o sobre las mesas expositoras. El tiempo pasa. Me siento cómodo hablando. Reconozco que salgo renovado. Hay más gente en la librería. Pero pasan inadvertidos. Cada uno a lo suyo. Hay pocas mesas y en un momento se han llenado.
Siempre he pensado y defendido la idea de la libre elección de librero de cabecera. Igual que haces con el médico. Que la salud mental es tan importante como la otra. Una librería en la que te sientas cómodo. Un librero que entienda de su oficio. Escucha. Habla. Asesora. Recomienda. Incluso prescribe. Me saca de apuros. Estas cosas entran dentro de lo que hemos bautizado como el estado del bienestar. Logros sociales a los que no tenemos que renunciar. Hay que luchar para mantenerlos. A pesar de Wert y de su 21% de IVA. Tengo derecho a tener mi librero de cabecera en una librería de mi barrio. Su filosofía de la vida literaria se basa en la idea de Umbral. Aquello de que la literatura va más allá de la propia palabra escrita. Motivos para vivir, leer y escribir. Para pensar. Para dormir sin tener que tomar pastillas que luego me producen resaca.
Me prescribe un libro. Llego a casa y empiezo a leer. No logro avanzar. Puro ensayo. A cada párrafo tengo que parar y pensar. Una joya de la literatura. Escribir conclusiones. No es que esté de acuerdo con todo lo que leo pero me da que pensar. Ideas al aire. Frases a medio terminar. Pinceladas sobre un pensamiento y, ahí queda. Sus finales no tienen porqué ser mis finales. Se lo comentaré a mi librero en la próxima visita de la semana que viene. Tengo momentos de aciertos y momentos de baches que supero. Sigo con la lectura con un pensamiento libre. Escribo sobre bases sólidas. Escritos de ficción. Escribo lo que realmente me gustaría que alguien hubiera escrito para mí. Mi librero me comenta. Uno lee para sí mismo pero escribe para los demás. Esto complica las cosas.
Hoy es un día especial para mi librero. Es el día de las librerías y tendrá abierto hasta tarde. La gente entra a mirar y a comentar mientras toma un café en compañía de otros que también les gusta leer. Se asesoran y compran. Hoy tiene un aprendiz de librero que le ayuda. Está espabilado el mozo. Se ha hecho tarde. Me llevo lo que mi librero de cabecera me ha recetado "La belleza convulsa" de Francisco Umbral. Salud.
 

martes, 11 de diciembre de 2012

Digo y no digo más.

El otro día intenté un experimento. Quise mezclar el agua con el fuego. El resultado fue nefasto. El agua se evaporó por el calor del fuego y éste último desapareció al entrar en contacto con el agua. Al final del experimento me quedé sin ninguno de los dos elementos. He concluido que hay experimentos que no se pueden hacer.
La naturaleza es la artífice del género humano. Dentro de éste existe la sabiduría que definiríamos como dejarse llevar por la razón y la necedad que vale tanto como dejarse llevar por las pasiones. En otro experimento podríamos intentar mezclar razón y necedad. Ocurriría como en el primero. Una cosa anularía la otra y nos quedaríamos sin ninguna de las dos que siempre será mejor que tener, por lo menos, sólo la segunda. ¿Puede un hombre sabio actuar sin razón? Se diría que sí siempre que renuncie a aquello que no domina porque lo desconoce. Entonces, si. O cuando abdica de sí mismo porque no tiene talento ni le acompaña el sentido común. La prudencia es fruto de la experiencia pero hay personas que nunca la consiguirán.
En el año mil quinientos once un importante filósofo y humanista, amén de muchas otras cosas, escribió: "Hay personajes opulentos y poderosos. Pero si les faltan los bienes del espíritu, y si nada sacia su codicia, entonces, son los más pobres. Y si además están dominados por una larga serie de vicios, entonces son unos esclavos miserables de sí mismos". Es como si el actor se quitara la máscara en plena función. Lo veríamos tal cual es y no a quién queremos ver o a quien tenemos que ver. Entonces surge una nueva situación. No es ninguna desgracia ser fiel a la propia capacidad que cada uno tiene dentro de la especie humana. No tenemos porqué lamentarnos de no poder volar como las aves ni nadar como los peces. La tontería resulta de querer hacerlo sin tener las capacidades adecuadas. Hay personas que sin tener aptitud para ciertas cosas se empeñan en querer hacerlas. El resultado no es bueno y se vuelve en contra de ellos mismos. Hay mortales que se esfuerzan en alcanzar la sabiduría al mismo ritmo que se alejan de la felicidad. Son estúpidos porque ignoran su condición de hombres y porque quieren emular a los dioses inmortales de las mitologías. 
No tengo ninguna seguridad de que estas personas sean tan dichosas y felices cómo quieren aparentar y hacernos creer. Nunca será así mientras se vean obligados a rodearse de aduladores en vez de amigos. Los primeros nunca les dirán la verdad y por tanto no se enteraran de nada. La gente no entiende de vulgares bobadas en manos de según quién. Abatir logros sociales los degenera y pierden adeptos porque también son abatidos desde el punto de mira del pueblo. Quizás alguien piense, de los que me conocéis, que estoy hablando en broma o de forma irónica. No me extraña, pero ya digo que no. Las personas a las que me refiero están satisfechos de sí mismas y se aplauden entre ellas. Necios son si piensan que los demás somos estúpidos. Tienen la seguridad de un cargo vitalicio y la convicción de que nunca se cuestionará su trabajo ni su sueldo como para que peligre. A lo mejor no es así y ha llegado el momento de pensar distinto. Estas personas seguramente debería someterse a otros dictados. De la voz del pueblo. De no tener plaza fija. De estar privatizados. Pensarían y actuarían distinto. No se puede hacer de un cargo una profesión y despreocuparse sin mas. Cualquier trabajo tiene que ser productivo y sometido a la transparencia.
Cuando la ironía es ingenua no hiere sino que provoca cosquillas. Este tipo de personas importantes están expuestas a las miradas de todos los que miden su integridad humana. Los vicios de otros hombres no son tan conocidos. Los suyos sí y en el mismo momento en que se apartan del camino de lo socialmente correcto y justo, su mal ejemplo se extiende como una plaga generando descontento. Ser persona importante no implica ignorancia sino cultura y libertad. Sobre todo responsabilidad. Termina el humanista "Para ellos la palabra trabajo carece de significado. Es una lástima porque son humanos".
Dicho todo lo cual y para quien sabe leer y entender la palabra escrita debe de haber quedado claro. Pienso que los cargos vitalicios o con mayorías se tendrían que acabar. Las personas elegidas por sufragio universal deben dar cuenta de sus actividades laborales y privadas porque son personas públicas. Repletas de vicios hasta el punto del bochorno. Digo y no digo mas. Si alguien no lo ha entendido se lo puedo traducir al latín que también lo sé. Salud.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Sueños

Durmieron en el bosque. Al abrigo de los árboles y al amparo de la oscuridad. En la intimidad del silencio. En la compañía de las hojas caídas. Sobre ellas. No estaban solos. Estaba el aire, la noche, la vida, el silencio y los sueños que también duermen en el bosque. Se levantaron bien de mañana para contemplar el amanecer y la salida del sol de detrás del horizonte. De dentro del mar. Porque el sol duerme dentro del mar. Eran dos cuerpos fundidos en uno para amarse en la proximidad. Sentados y apoyados en el tronco de una encina milenaria. Pronto aparecerán el horizonte y el mar que ha borrado la oscuridad.
Del fuego del deseo encendido en la noche sólo quedaban cenizas y un pequeño hilo humeante de pasión que se disipaba al subir y entrelazarse entre las ramas. Una luz tenue les devolvió el horizonte y el mar. Un azulado firmamento repleto de estrellas que iban enmudeciendo para dar paso a este amanecer que precede la salida del sol. Así fue. Éste apareció del agua. Majestuoso e impresionante. El mar quedó plateado por la fascinación. Con los primeros rayos del sol las gotas de escarcha que descansan sobre las hojas empezaron a brillar como diamantes. La sencillez de un momento destinado a hacerse eterno. Momento romántico de gratitud.
Sus miradas se cruzaron repetidamente. No se rehuían. Se buscaban. Se encontraban. Se mantenían en el tiempo mientras el sol seguía amaneciendo lentamente. Todo el bosque había vuelto a la vida y estaba pendiente de tal acontecimiento. Sus miradas transmitían deseos y ganas. No hace falta la noche para volver a encender el fuego de la pasión. Faltaban las palabras y recurrían a las miradas, a las caricias, a los gestos. Silencios comprometidos. Silencios que tanto hablan y tanto dicen. Cada uno seguía su ritual para agradar. Bastó una mirada silenciada para demostrarse amor. Mirada sublime de sueño real.
El sol no era ajeno y amanecía más lento de lo habitual. El tiempo se alargó y duró un poco más de lo normal. Era todo especial. Miradas de deseo cargadas de nerviosismo. El sol terminó de salir del agua para completar el amanecer. Con todo esto la piel estaba más sensible y también el corazón que latía rápido. Después de separar sus labios pudo hablar. Le dijo que había intentado penetrar en sus sueños y formar parte de ellos. Pero no lo consiguió. Soñó con ella en un sueño paralelo. Él tuvo la curiosidad de saber si los sueños de ella habían sido en color o en blanco y negro. Han sido en color. En todos los colores. Y en relieve -añadió-. Incluso he sudado mientras soñaba. Nada de colores planos y abstractos. De formas reales, coloreados y temperatura exagerada. Ha sido bonito y esta noche lo volveremos a repetir. Fantasías respetuosas y delicadas. Sensibles. Sueños de enamorados. Réplicas de la realidad. Relatos imaginativos que la naturaleza proyecta en las personas de vez en cuando.
El sol ya en lo alto y ellos sin moverse. El aire movía las ramas y la luz movía las sombras. Tiempo sin puertas ni ventanas. Tiempo compartido. Un bosque encantado en apariencia. Las ideas eran libres de moverse y de ser compartidas. Igual que los sueños. Que el tiempo. Que el sol. Que el aire. Que los sentimientos. El tiempo pasaba quieto sin hacer ruido con sus pasos. Un día mudo como tantos otros de esos que sólo existen para los enamorados. Porque antes han atado el ruido y han dejado libre al silencio. Miradas penetrantes que permiten leer en el brillo de sus ojos. En sus retinas sólo había versos de esos de enamorar.
Le pregunta ella si se querrán toda la vida. Él no sabe contestar. Te quiero convencido, dijo. Las dudas para otro momento. Lloró ella. Lágrimas de alegría que suplían las palabras. Hay momentos en los que uno se expresa mejor así. Salud.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Mercado

Es domingo. Con las primeras luces del día pero todavía sin amanecer empieza un impresionante bullicio en la Plaza Mayor de la villa y en otras calles aledañas. Es día de mercado. El mercado de las letras. Tenderetes, carromatos -que también son vivienda-, mesas con toldos de telas. Gente en los soportales con escribanías portátiles de madera. Papeles, tinta, plumas, plumines y lacra. Gentío y ajetreo para preparar el mercado más importante del mundo de las letras. Preparando mercancías para la compra y venta. Poetas, artesanos de la escritura, bachilleres, escribanos y mercaderes de todo tipo. Lugareños y foráneos empiezan a llenar la plaza y calles próximas.
Gente analfabeta en busca de lectores que les digan lo que está escrito en sus cartas porque ellos no saben. Apostados en los soportales. Sentados en los bancos de piedra y madera. Leen y releen estas cartas que tanto significan. El dueño las memoriza y piensa. Luego más tarde volverán para decirle a un escribano que plasme por escrito la contestación. Otros ya saben lo que quieren y vienen en busca del bachiller de confianza para que les ayude a redactar la carta. A veces un poeta que les venda unos versos ya escritos para enamorar a su dama. Necesitan que alguien conteste estas cartas. Con escritura bella. Es un mercado peculiar. Vienen escritores y poetas de otros pueblos. Escribanos de renombre. Mercaderes de palabras. Es el mercado de las letras.
Hay gran actividad en los tenderetes. Compran y venden letras. Intercambian palabras. Buscan significados. Palabras con sentido y otras de relleno que son más baratas. Los mercaderes están especializados. Vocales, consonantes, signos ortográficos, pausas, preposiciones, artículos y adverbios. Todo se compra y se vende en este mercado. O se intercambia. Un cura instruido busca unas palabras en latín para confeccionar unas oraciones para la patrona del pueblo. Es complicado pero las encontrará. Es cuestión de paciencia. Un alcalde en busca de un discurso. También hay librerías en las que se pueden comprar manuscritos de obras de caza, de religión y de versos de amor.
Durante toda la semana ha ido llegando gente instruida en espera del domingo. También en las tabernas hay escribanos y poetas que escriben cartas para enamorar a bellas damas. Se pagan bien y además el cliente paga el vino inspirador. Las palabras que se escriban tienen que tener un significado claro. No caben ambigüedades ni malos entendidos cuando concursas por una dama. Algunos se juegan estrenar una obra de teatro, que no es cosa menor. Pagarán lo que sea para terminar sus obras. Hay escasez de algunas letras. Estas se pagan caro.
Hay una oferta alternativa en las entradas a los mesones. Poetas principiantes que recitan sus versos y que reciben monedas por ello. Alguno tendrá suerte y venderá sus poesías a algún adinerado que regalará a su mujer para contentarla. Algunos poemas se aprecian mejor que una joya. Otros escritores jubilados se entretienen y entretienen a los niños recitando cuentos de aventuras. Incluso hay juegos malabares y hombres que escupen fuego. Todas las letras y palabras que se compren o vendan tienen la misma finalidad. Entrar en un contexto que quedará atrapado en una hoja de papel. Encerradas en un libro para ser más o menos leídas. Lectores compulsivos que compran suficiente para tener qué leer hasta el próximo mercado del mes que viene. Palabras extrañas, alegres, tristes, sencillas, rimbombantes, realistas, fictícias, bonitas, ocurrentes, desesperadas...De todo un poco. Pero no todas serán vendidas o intercambiadas. Es duro el oficio de letra y palabra. Siempre a merced del capricho del escritor y de su pluma.
Un día al mes es suficiente. Tiene gran acogida el mercado de las letras. Le temen a la lluvia cuando moja el género y lo diluye. Y al viento que se las lleva. Hay obras que terminan en un museo. Otras representadas sobre un escenario. Las que más, dichas en el altar de una iglesia. También sobre la mesa de algún lector que sabe apreciarlas. Hoy es el último día y voy buscando la palabra "Salud" para poder terminar esta entrada. Me la ha regalado un mercader enfermo porque ya no la necesita. Sin duda alguna pues...termino el relato. Salud.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Confidencias

Tiempo de frío.
De otoño y de inverno.
Intimidad de hogar.
En mi butaca de leer.
Confidencias de libro.
Que matan la soledad.
Placer saturado.
De tardes de libro.
Viciados de literatura.
De versos y de poesía.
La hoja de otoño,
todavía es el punto.
Quiero ser protagonista,
o autor del libro.

Pensando metáforas.
Bosques dormidos.
Insectos desaparecidos.
Sol débil de frío.
Paisaje descolorido.
El silencio de la nieve.
El ruído de la lluvia.
Momentos poéticos.
Sueños al natural.
 
Días para vivir.
Horas para dormir.
Tiempo para descansar.
Momentos para disfrutar.
 
Libros para leer.
Hojas para escribir.
 
 El vino en la bota.
Envejece y muere.
Que muera en mi cuerpo.
Con todo su aroma.
 
Chimenea encendída.
Tiempo de estar juntos.
Tiempo de compañía.
Intensidad de relación.
Relación de intimidad.
 Mientras llega el frío.
El frío del invierno.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Diego

Tengo un amigo que es argentino. Lo digo tal cual porque es así. Además hace ya muchos años. Es fácil ser su amigo y más si le dejas hablar. Habla mucho. No para. Es una persona cercana que transmite confianza. Se hace querer. Es un buenazo y no se molesta por nada. Vino a España hace algunos años con otros tantos amigos de la infancia. En Argentina no había nada que hacer, ¿sabés? Aquí recién he tenido oportunidades y las he aprovechado.
Es inteligente y un bien cultural inmaterial. Lo suyo no es genético. Se lo ha currado. Viene de familia muy pobre pero es consciente -y así lo cuenta- que su familia (su abuelo primero y después su padre) tenían el trabajo más alto de su pueblo natal. Un pueblo pequeño a algunos cientos de kilómetros de Buenos Aires. ¿Y qué es eso de tener el trabajo más alto del pueblo? Eeete, muy sencillo amigo Toni. Eran campaneros. ¿Campaneros? ¡Sí! Tocaban las campanas de la iglesia del pueblo. Algunas veces al día y muchas más al año. ¿Vos sabés? Tenían que subir a lo más alto del pueblo que es el campanario de la iglesia. Era todo un arte. Jugar con varias campanas para comunicarse con la gente. Existía una combinación para cada situación. Podrías haber seguido la tradición y perpetuarla en tu familia. No. No tenía futuro. Vos tampoco lo hubieras hecho. Además es una posibilidad que no cabe en mi entendimiento. Recibió una buena educación. Aquella que consiste en proporcionarle a uno recursos para desarrollar habilidades y crecer sin rigideces hasta llegar a pensar por uno mismo. Es original hasta en lo cotidiano. Lo esencial es todo.
Ahora se dedica a trabajar lo mejor que sabe y puede y a robar. Lo dice sin ningún pudor ni remordimiento. Soy un ladrón serio. Sólo le robo a quien quiere y a sabiendas. Esto es nuevo para mi y me resulta difícil de entender. Pues es fácil. Me dedico a la construcción aunque eso es circunstancial. Tu me pides algo y yo te hago un presupuesto de lo que te va a costar. Las cartas boca arriba. Sin trampas. Del presupuesto, un treinta por ciento cubre gastos y el setenta por cien restante es lo que te robo. Pero tu tienes el presupuesto y eres libre de desecharlo. Incluso puedes compararlo con otros. Regatearme una u otra cosa e incluso el IVA. Si al final me lo aceptas yo te robo porque tu me autorizas. Firmas el consentimiento en el mismísimo presupuesto. Soy honrado incluso robando. Jo no soy el único -comenta-. Vos pagás el litro de gasolina a un euro y pico y vos sabés que setenta céntimos son impuestos. Pero vos va en coche sabiendo que el estado te roba. Con el resto de los impuestos igual. Pues será. Mirá el panorama político. Corrupción por todas partes pero, ellos no avisan.
Ser pobre no implica ser ignorante. Ser inmigrante no implica ser tonto. Es feliz así. Además el cliente no le percibe como un ladrón sino como un trabajador serio y honrado. ¿Y sabés porqué? Porque robo menos que otros. No tiene el trabajo más alto como sus antepasados ni el sueldo más alto. Yo llego a fin de mes y me da para más porque se administrar. Sus necesidades están cubiertas y todo lo que roba está escrito, aceptado, firmado y sellado. Sin trampas. ¿Os quedó claro? Es una forma particular de ver las cosas y de vivir la vida. Así lo entiende y así lo dice. Es mi amigo argentino. El que gusta de hablar de negocios y de robar honradamente. Con papeles firmados que le autorizan. Ni siquiera defrauda a la hacienda pública. En sus contratos no hay letra pequeña. Lo único que hay que hacer es anotar un margen elevado de beneficios. Mi amigo argentino se llama Diego. Salud.

martes, 27 de noviembre de 2012

Sebas y Cicerón

Mi contertulio de esta mañana es una persona madura, pausada y con un oficio envidiable. Se gana la vida leyendo mucho. Luego de leer escribe crítica literaria. Sí pero, esto implica una vida casi sedentaria y unos cuantos achuchones que tiene que cuidar. El médico  ha tenido a bien enumerarlos y asustarlo. El café corto y descafeinado. Sacarina, media ensaimada y un montón de pastillas de distintos tamaños y colores. Los años no padecen del olvido y ahora se lo recuerdan. Se cuida porque le tiene apego a la vida, a sus amigos y a su rutina. Incluso al trabajo y al ocio. Cuando terminemos se irá a caminar una hora. Callejear sin rumbo. Qué más da. Es sólo una hora que el médico también le ha recetado. Viene acompañado de Cicerón. Es un perro pastor. Estatura media de perro. También tiene un andar pausado y un carácter tranquilo. Su única preocupación es cuidar  y lo hace bien. No toma pastillas pero también anda una hora cada día aunque su veterinario no se lo ha recetado. Es así. Se cuidan el uno al otro y se hacen compañía. Es lo que toca. Esos día de otoño son largos. Como todos los días del año, pero con muchos momentos de penumbra. Amanece tarde y anochece pronto. Él lee sin parar y luego escribe su crítica literaria. Cicerón anda ocioso por la casa y se acomoda a los pies de mi amigo contertulio. Por cierto que mi amigo se llama Sebas. Muchas mañanas compartimos desayuno y tertulia. Siempre hablamos de literatura porque es su oficio y mi pasión. El resto de temas de actualidad no se tocan porque carecen de interés. Por lo menos a nosotros no nos importan. Tampoco lee biografías, política, religión, economía y fantasmadas varias. Me dice que esto no es literatura. Son libros escritos con la intención de adoctrinar o influir en mentes poco hechas.
Se explaya conmigo. Vive con su madre. Señora mayor de salud envidiable y que se dedica a labores del hogar. Con ella no habla de su trabajo ni de literatura. A mi me da poco margen. No para. Es orador nato y convincente. Cicerón descansa a los pies cuando escucha su voz. Le da la mitad de la ensaimada porque no está a régimen. Bien que le gusta. Es un consentido. Es su perro. Es su mejor amigo, pues. El que le hace compañía. El que anda una hora cada día porque no consentiría que Sebas caminara solo. Le acaricio la cara y él me lame la mano. Es un perro agradecido.
Anda metido en la lectura de un drama ambientado en la post guerra civil española. Una comunidad de vecinos y sus familias. Vencedores y vencidos. Rencores y apariencias. Engreídos y agradecidos. Es la herencia de una guerra. Pobres. Pobreza material y de espíritu. Sin trabajo y sin poder mendigar. Al lado de la comunidad hay un bar. Coinciden y aparentan llevarse bien. No quieren más castigos de la vida. Estar porque sí. Porque no hay otra cosa. Demostrar una habilidad especial para hacer durar un café varias horas. Hablar por hablar. Un criticar disimulado y en voz baja. Personas abatidas, grises, descoloridas. No tienen estado de ánimo porque también lo perdieron en la guerra. La sonrisa y las ganas de lo que sea. Su trabajo diario es sobrevivir. Complicado en estas situaciones. Es lo que lee Sebas. La historia de un pasado imperfecto y reciente que supura por las muchas heridas que tiene.
Me cuenta Sebas que el escritor es el responsable del color que tienen las letras. De la conciencia de la palabra. Del sentimiento de una frase. De la ética del párrafo. Del propósito del relato. De su moral y su sensatez. Las palabras deben tener pocos instintos y mucha razón. El libro tiene que poder ser debatido con lógica y significación de conjunto. Se ha escrito que el tirano se propuso ser el último hombre. El superviviente al final de todo. Por eso fué tirano. Su historia está escrita y encerrada en las páginas del libro. Antes de escribir la crítica explora la conciencia de los personajes. Mide mucho sus palabras conocedor de la influencia que pueden tener en el potencial lector.
Me convence de que su trabajo es complicado. Le digo que quiero relajar el ambiente y leo unas líneas sobre un sueño. Lo ha escrito @pjdar. "Nada más cerrar mis ojos...mi mundo de fantasía se inició caminando por una senda en busca de un instante de emoción. Aquella piedra en el camino y la intensa niebla me hizo reaccionar. Estuve a punto de caer...pero una imagen salida de la sombra me sostuvo entre sus brazos. Un fuerte viento disipó la niebla. Eras tú y mi corazón latió con fuerza". Le gustó mucho a Sebas y lo anotó. Sensible. Transparente.
La palabra tiene la responsabilidad del significado. El escritor tiene la responsabilidad de poner la palabra adecuada. Es un trabajo laborioso escribir. Medio abstracto pero con los detalles a la vista. Se levanta y empieza su hora de andar por el pueblo. Cicerón a su lado. Después se sentará y escribirá la crítica literaria. Salud.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Hoja caída en otoño

Otoño en su esplendor.
Frío arcoiris rojizo.
Buen día para caer.
Queda una hoja.
Quiere caerse del árbol.
Del que la ha visto nacer.

Sobre la mesa del poeta.
Todo el verano esperando.
Todos los días leyendo.
Se enamora de las letras.
Y del aroma del café.
De los versos del poeta.
De la hoja de papel.

Aguanta la respiración.
Del aire se deja llevar.
Sobre los versos y el papel.
Entre versos se ha posado.
Se fija el poeta.
Sobre su piel escribe.
Poemas de amor.
Para que no tenga frío.
Para que no pierda el color.
 
Fue a morir entre versos.
Y aroma de café.
Que bello final.
Contraste de colores.
Contraste de emociones.

Lo mejor que pudo hacer.
 Caricias piel con piel.
Sobre los versos del poeta.
Le cautivaron las letras.
Y empezó a leer.

El otoño llega a su fin. 
Emociones a flor de piel.
El contacto con las letras.
Y el aroma del café.
La hizo estremecer.
 


martes, 20 de noviembre de 2012

Desayuno con letras

Esta mañana -café en mano- he visto la mesa de escribir. Llena de letras, palabras, ideas, espacios, signos, sentimientos, miradas del papel en blanco y de la pluma y todas esas cosas que suelen abundar en una mesa de escribir. Mi mesa está desordenadamente ordenada. Trozos, situaciones y momentos de mi vida y la de otros. Todo un mundo en mi mesa que espera impaciente para que lo describa ordenadamente. Un universo literario en su camerino en espera de que le llegue el momento. Fuera, una lluvia insistente con ganas de penetrar en la tierra y un aire con ganas de mover las hojas en remolinos. Lo consiguen. Cielo encapotado color gris metalizado. Nubes oscuras ociosas pasando calmadas sin rumbo y otras haciendo una pausa en su camino sudando gotas de agua. Entre ellas, algún tímido rayo de sol se cuela despistado y se proyecta en mi mesa de escribir. Si va con segundas lo ha conseguido. He visto el desorden. Pero sé todo lo que hay y dónde está. Pues vale.
Estoy vestido de pereza y sin saber muy bien por dónde empezar. En el fondo queda bonito un caos sobre una mesa de escribir. Termino el café mientras observo las mil historias que hay y que debo ordenar para que puedan ser leídas. La hoja en blanco me sigue mirando de forma atenta. Y la pluma que ya se impacienta. Ansiosa y con ganas de empezar. Ahora hay que ponerle imaginación a todo esto. Lo hago. Escribo. Dejo reposar. Corrijo lo que escribí. Publico la entrada en el blog.
Emociona definir y conectar los momentos. Historia real dentro de la ficción. Creíble y poética. Estética. Predisposición previa y concentración. Pijama, zapatillas, batín, café, pluma, papel y actitud. Así se hacen las cosas que yo hago. Cada cual tendrá su ritual. Mi universo y mis historias tienen momentos inquietantes y otros carentes de interés que los tendré que hacer interesantes. Resaltar rasgos. Aclarar sucesos. Pintar un fondo. Introducir detalles. Romper silencios. Callar asuntos. Y otras pequeñeces que componen el relato. La historia, al final, terminará siendo escrita sentado en la mesa de un bar entorno a un café. Es el momento de los últimos retoques y pinceladas.
En el bar se escuchan susurros de personas en su fase lúcida del día. La tertulia. Otros ruidos indescifrables. Bustos parlantes en la tele a los que no pongo atención. Música callada de una emisora de radio que se entremezcla con los demás sonidos. Situación inspiradora de creación artística. Momento mágico en que los sentidos captan sonidos confusos. No hace falta más. Bien de mañana es suficiente. Cada uno a lo suyo y todos a lo de siempre. Temas de a diario y temas de temporada. Todo en su conjunto me sirve para crear el ambiente propicio para la escritura. Alguna risotada o palabra más alta hace que pare de escribir y mire al horizonte de la cafetería para, luego, seguir de inmediato. Es la vida cuando empieza el día. Incluso antes de amanecer. Es el momento multicultural de cada día y de cada persona. Sin todo esto, no habría ambiente y no podría escribir.
Cada momento sigue a otro momento. Afanarse por vivirlo intensamente porque sólo es un momento. La vida es la suma de ellos. Situaciones con afinidades poéticas. Hoy toca un clásico con una línea de pensamiento meditativo y reflexivo. Toca leer, pensar y sacar conclusiones. Luego, escribir. Al final son todo hechos cotidianos expresados de forma natural y casi familiar. Lenguaje social cercano. Que se comprenda. Que guste. Una escritura que explique la orfandad de muchas cosas perdidas entre recortes. Correspondencia literaria con la vida. Un reto apasionante que me permite sortear el estrés diario. Por eso hay que empezar bien el día. Cada mañana empieza la vida. La importancia de inmortalizar este momento en un relato. Gorriones y palomas que bajan hasta las mesas y se alimentan de pequeños trozos de comida que buscan entre las mesas y entre la gente. Gran contenido tienen estos momentos. Muchas cosas que alguna mañana no caben en el momento café con leche y ensaimada. Los pulmones se llenan de aire y la mente de ideas. El corazón las etiqueta. Conclusiones positivas.
Las palabras están inmóviles. Quietas en la hoja cuando han sido escritas. Ni siquiera el viento se atreve a moverlas. Sólo la lluvia sobre el papel es capaz de diluirlas y borrarlas. No me fío pues de la lluvia para estas cosas. El viento mueve las hojas y seca las palabras. Cada palabra con su significado según dónde esté escrita. Bien lo sabe el escritor que se esmera en ponerlas. El amor es tema. El que corre por las venas y el que se encierra en el corazón. El que habita en la mente y en el alma. El que se proyecta con los sentidos y se siente con los sentidos. A veces el vértigo de lo que escribo agita mi estado de ánimo. Procuro estarme quieto y el vértigo desaparece. Es la hora del desayuno. De empezar la vida de este día. Filosofar la vida. Queda atrás la soledad de la noche y su compañía. El bullicio de la mañana. Antes de que amanezca. Mientras escribo esta entrada. Salud.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El Comercial. Paseo. Guindalera

A vueltas por la capital. Aprovechando esos puentes que me brinda el calendario y en busca de la cultura que se me niega desde mi comunidad. Teatro conciertos, exposiciones, tapeos, cafés, jardines y paseos que nunca podría disfrutar. Porque esto es cultura y la cultura está pensada para los cultos. Esto debe pensar mi Molt Honorable President. Él también va a la capital. Pero él no busca cultura -ya he dicho para quién está pensada-. Él va a visitar al jefe por lo de: "Qué hay de lo mio". De paso aprovechando para mirar pisos y lugares dónde montar una farmacia. Es lo que nos toca aguantar de momento hasta que escampe. Ahí sí que veo yo brotes verdes.
El día se empieza en @ElCafeComercial. Un café con leche bien calentito que te quite la pereza y el frío. ´"Las mesas de forja y marmol han visto pasar más de un siglo de intelectualidad. Tertulias de escritores, periodistas, directores de cine, artístas, músicos y tantos otros profesionales que se reunieron y se reunen para conversar entre la atenta y discreta presencia de sus espejos, mudos testigos del paso del tiempo. El café Comercial sigue escribiendo su historia, que es memoria y recuerdos de quienes lo disfrutan. Un símbolo de las tradiciones que nos identifican". Otro día vendré con @fernandoaltuna ha dicho que me invita. Mientras voy sorbiendo el café e identifico su aroma leo un trozo de página cultural de la prensa del día. Un escritor clásico y clasicista que manifiesta que la literatura está tocada y quizás se hunda. Además de publicarlo que se lo diga al ministro. A la cara. Que la literatura es demasiado importante para dejarla en manos de Amazon o de twitter. A él, de momento, le publican el papel y anda asesorado. Otros que se buscan la vida son más leídos que él. Le molestará pues al escritor clásico y clasicista que haya mentes privilegiadas que autopublican. Menos mal que está en retirada. En el ocaso de su carrera. Él y otros como él son un peligro cuando abren la boca y no es para comer. Dice que no lee a los noveles porque no tienen nada que decir. Tampoco tiene cuenta de twitter. ¿Cómo sabrá que son malos? Los compran porque son baratos, no porque escriban bien. Gracias por el detalle, maestro. Ni falta hace que nos lea. Casi mejor. Ahora sabemos que su crítica es un despecho, no un conocimiento. Le prohíbo que entre en mi blog. Y sigo sorbiendo el café. Lentamente. Mientras escribo algunas ideas sobre el escritor clasicista.
Este día, en la capital, toca  lluvia pertinaz  que te mantiene agarrado al paraguas. Un paseo acompañado por esa lluvia. Jardines y bosques. Momento de evocar momentos bellos de nuestra vida. Soñar que somos románticos al olor de árboles, arbustos y tierra mojada. A bosque de magnolios, pinos, sequoias, tilos y castaños. Pisar hojas humedecidas por la lluvia. Recuerdos de otoño. Crujidos de dolor en el aroma del aire. Un paseo adecuado para gestionar el mundo interior. En silencio. El aire recoge el aroma y te lo pone alrededor. Se hace corto el largo camino. Sobre todo cuando no hay prisas. Intentas sortear un charco y ves que todo se refleja en él. Quietud del agua. Mirada perdida. Estos paseos en días de lluvia son un refugio pensativo para el poeta y escritor inquieto al que le persiguen los versos y la pòesía y le revolotean las palabras mientras camina. Coges papel y lápiz. Sorteas el olvido. Escribes. Los pájaros, apostados en las ramas, te leen. A pesar de la lluvia.
A la noche, teatro, en @Salaguindalera. Precio más que asequible a pesar de los impuestos del ministro de petardos y festejos. El teatro es propagación de la cultura como lo puedan ser el cine, un libro, un cuadro o la música. "Sala Guindalera apuesta por la calidad artística y por el compromiso en la elección de temas y autores que estén a la altura del público que acude. Dicen que son un gusto teatral. Es cierto. Es un espacio pequeño que proyecta una grán dimensión en contenido artístico. Ofrecen obras que entretienen y que apasionan. Porque hablan de la condición humana. Textos sólidos que plantean interrogantes y respuestas al enigma de nuestra presencia en el universo. Guindalera se ha convertido en un espacio de culto. Un referente por la calidad artística de sus producciones. Apuestan por autores renovadores con intención pedagógica y formativa. Su capacidad para vincular el teatro con el entorno en el que se encuentra. Reivindican la imaginación compartida con el espectador. El público debe poder leer en los ojos de los actores. Escuchar cómo respiran. La proximidad lo favorece. Incluso el contacto directo con el público. Hoy toca "Tres años". La felicidad y la pretensión de alcanzarla mientras desperdiciamos lo que generosamente nos da la vida. La búsqueda de esta felicidad a través del amor y sus múltiples formas de manifestarse. Escenas divertidas y otras desgarradoras. Todo junto".
Este podría ser el mejor resumen de un día por la capital contado de forma artística. Sin presión. Sin ruídos. Sin manis. Sin sobresaltos. Sin coacciones. En libertad. Para estas cosas sirven los puentes del calendario. Habrá que volver. Salud.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El bosque en otoño

Las palabras del poeta inquietan.
Versos de otoño. Poesía del bosque.
Paisajes ocultos. Artísticos.
Poetizar el bosque. Y el otoño.
Oscuro con sombras.
 
Sentimiento de bosque.
Penunmbra de árboles.
Sol tenue que lo inunda todo.
Ilumina el paisaje. De sombras de árboles. 
 
El bosque en otoño.
Coquetea con la vida.
Atrapado en el presente.
Viviendo en libertad.
 
Bosque alfombrado de hojas.
Andar sobre ellas. Crujidos de dolor.
Húmedas de lluvia. De escarcha.
Se calientan del frío. De la mañana.
El ténue sol evapora el agua.
Sube humeante hacia él.
 
Arbustos creciendo de noche.
Buscan la carícia de la luna. 
Su deseo. Llegar hasta ella.
Ramas de árboles.  Ocultando estrellas.
Sé que están. Y la luna de otoño.
 
De noche los árboles sueñan.
El viento duerme en el bosque.
Y el silencio. Y la vida.
 
Se quieren los árboles. A su manera.
Acarícian sus ramas. Delicadamente.
El viento los separa. Carícias en silencio.
Se buscan y entrelazan. Con sus raíces. 
Amores ocultos.
 
El sol ilumina los troncos. 
Orgullosos de sus sombras. 
Los pájaros de rama en rama.
Atareados con sus nidos.
No hay rutina en el bosque.
En otoño.
 
Carícias escondidas. Cruces entre las ramas.
Hojas nuevas en primavera.
Estallido de amor. Fruto de la pasión.
Amantes entre silencios y susurros del viento.
Milenarios con el paso del tiempo.
 
 
@antoninegre @marconpi66

lunes, 12 de noviembre de 2012

El lector

He leído que Paul Valéry escribió en mil nuevecientos dieciséis: "No es nunca el autor el que hace una obra maestra. La obra maestra se debe a los lectores. A la calidad del lector. Al lector riguroso, con sutileza, con lentitud, con tiempo y armado de ingenuidad. Sólo él puede hacer una obra maestra. Exigir la particularidad, el cuidado, los efectos inagotables, el rigor, la elegancia, la duración, el impulso. Pero ese lector, cuya formación y cuyas fluctuaciones constituyen el verdadero objeto de la historia de la literatura, se está muriendo".
Este texto escrito hace casi un siglo ha sido rescatado y publicado para describir a un tipo de lector actual. A una mayoría, a los que se les ha venido en bautizar como "lectores de bajo coste". Sin necesidad de meterle mano a la estadística resulta evidente que hoy se escribe muchísimo más. También se lee muchísimo más. Es gracias a las nuevas tecnologías y en parte a que, ahora, la cultura es asequible prácticamente a todos cuando antes estaba reservada a unos cuantos privilegiados. Antes muchos eran analfabetos por obligación. Eran otros tiempos. Quiero destacar un dato en los momentos actuales y es que se lee sin leer. Se hace cómo si se leyera. Sin poner atención. Sin tiempo. Sin actitud. Se lee deprisa. Entre líneas. De forma superficial. Mientras andas por la calle y con un ojo puesto en la acera para no tropezar. Para no caerte. Para que no te atropelle una moto en un paso de peatones. En el metro con todo su ruido, vaivenes, entradas y salidas. Incluso con unos auriculares y música a tope. Todo esto, mientras lees. Pero esto no es lectura. Este lector no se entera porque no es posible tal agilidad mental.
Al final del libro opinas sin poder opinar. No sabes si es bueno ni tampoco si te ha gustado. Simplemente no te has enterado de nada. Opinas igual que aplaudes después de un concierto o una obra de teatro. Casi impulsivamente. Porque toca. Aunque sólo sea por el esfuerzo de los artistas y del autor. Al libro no le aplaudes cuando terminas ni a su autor. Pero lo puedes recomendar y explicar un poco de qué va el argumento. Pero ¿cómo se puede recomendar un libro que has leído en las condiciones que he descrito antes? Entre bocado y bocado de una tortilla de patatas. Con música puesta o el televisor con las noticias. Estando atentos a los transeúntes o a las paradas. Esta recomendación no es de fiar. No veo la posibilidad de que alguien pueda llegar a coger conciencia de lo que está leyendo en las condiciones descritas. Vistas así las cosas, a día de hoy, es complicado que un libro se pueda convertir en una obra maestra. A todo esto debo de añadir esta manía que tienen algunos autores de escribir muchos libros de lo mismo -las sagas- porque sólo tienen una historia que contar y no saben parar. En la cuarta entrega se puede leer lo mismo que en la primera pero el escritor no se ha dado cuenta porque lo ha puesto en boca de otro protagonista.
La relación autor, libro, lector no existe. Sólo existe una relación comercial entre el librero y el consumidor del libro. No del texto escrito en el libro. Interesa la trayectoria del autor. El porqué del libro. De su argumento. La historia que desarrolla. Sus pretensiones, preocupaciones e inquietudes. Con estos detalles, el libro se ve de otra manera. Ahora, esto, es posible. Hay medios. Revistas especializadas. Ruedas de prensa. Entrevistas. Autopromoción a través de las redes sociales. No me imagino a un escritor que se deja la piel escribiendo  y que luego observa atónito que su libro se lee andando y con música o entre parada y parada de metro. El lector de bajo coste que llega a la parada de bus y enciende el ebook y lee dos párrafos. Lo apaga y sube. Enciende y lee un párrafo. Lo apaga y se apea. Lo enciende y más o menos lee mientras anda camino del trabajo o de su casa. Esto no es lectura ni por aproximación. Publicar muchos títulos para esto.
Echo en falta al lector con tiempo. El que elige un libro a conciencia en la librería. Que lee algunos párrafos para aproximarse a la historia narrada. El que compra a un autor concreto por interés. El lector que lee sin interferencias. Que conoce al autor. Que gusta de hacer anotaciones al margen de aquello que le llama la atención. Que memoriza frases importantes. Que pone interés. Este es el lector que queremos los que escribimos. Después de esto no sé si el libro se convertirá en obra maestra, pero habrá sido leído a conciencia. Salud.

martes, 6 de noviembre de 2012

Poeta. Verso. Poesía.

La palabra quiere ser verso. Quiere ser poesía.
El poeta lo sabe. Domestíca la palabra.
A veces amarga. A veces alegre.
Siempre lúcida. Serena. Poética.
Palabra que brilla por lo que dice.
Que enamora por lo que calla.
Es jóven y vieja.
Es escritura melódica. Es verso.
Habla de la rosa. De las estrellas. De tí.
Es palabra de poeta. Versos y poesía.

La pluma se enamora de lo que escribe.
Lo sabe el poeta. Palabras simples.
Letras cultas con autonomía.
A veces riman. Otras, no.
Es palabra de poeta. Versos y poesía.
 
Describen los ojos. Las miradas. Los silencios.
El mundo del poeta. Noble. Cercano. Apasionado.
Letras privilegiadas. Palabras olvidadas.
Las crea y escribe el poeta. Para tí.
Es palabra de poeta. Versos y poesía.
 
Hace camino el poeta. En silencio. 
Piensa y busca. Se hace artesano de letras.
Moldea palabras. Escribe con pasión.
Sobre la vida. El amor. La lluvia y las estrellas.
Escribe versos el poeta. Escribe poesía.

Entrevista con Twittalk.net

Toni Negre

 
 
 
Toni Negre @antoninegre
 
 
Twittalk
Twittalk Twittalk_es
¿Cómo conociste Twitter y cuánto tiempo hace?
Vi la aplicación en forma de propaganda y me gustó. Lo utilizo para gestión literaria desde hace años.
 
Twittalk
Twittalk Twittalk_es
¿A quién recomiendas para seguir en Twitter?
A todos los que sigo. Se pasea verdadera cultura por twitter. Incluso algunos a los que todavía no sigo.
 
Twittalk
Twittalk Twittalk_es
¿Cómo explicarías Twitter en 140 caracteres?
Twitter es una tertulia literaria entre amigos que se conocen pero que nunca se han visto.
 
Twittalk
Twittalk Twittalk_es
¿Usas Twitter para tu trabajo?
En ningún caso.
 
Twittalk
Twittalk Twittalk_es
¿Cuándo y porqué nace http://www.sindudaalgunavale.blogspot.com.es?
Por la necesidad de escribir y compartir ideas e inquietudes con los demás.
 
 
Toni Negre
 
 
 

Toni Negre antoninegre
Bonita experiencia con la gente de Twittalk. Sinceramente agradecido.
 
 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Rio

En lo alto de la montaña. En un paraje árido e incluso bucólico en cierta manera. Aquí. Justo aquí viene a nacer el río. Es un pequeño manantial que más abajo se hará caudaloso y partirá por la mitad pueblos y ciudades. Otros quedarán bordeados. Se hará lento y manso, pero también será rápido y bravucón. Según la zona y lo que toque. Al final, el caudal del agua del río, llegará al mar y se mezclará con éste. El dulce y el salado en una misma cosa. A su llegada depositará todo lo que ha ido recogiendo por el camino con la única finalidad de alargar el cauce y ser río un poco más. El trayecto es largo pero a su llegada se ha hecho corto. Zonas de remanso que permiten descansar del descenso. Otras pedregosas y rocosas que hay que sortear y pasar rápido porque se hace molesto.
En su nacimiento el agua brota de la tierra babeando. Lentamente. Poco a poco. No hay prisa. A gran altura donde nadie puede verlo. Es el nacimiento de un río. Todo un acontecimiento estremecedor por su ternura y su belleza. Grandes rocas alrededor se preocupan y cuidan de que nada moleste. El agua va saliendo por los poros de la tierra. Por cientos de ellos. Como si la tierra sudara. Las gotas se juntan formando río y cauce y empieza su andadura con la sola presencia del aire. Algunos árboles, milenarios todos ellos, que protegen el nacimiento extendiendo su ramaje tanto como pueden. Que nada moleste, si es posible.
Esa nube que se acerca y pasa. Mira y ve. Tal belleza cautiva a la nube que observa cómo el agua que brota acaricia la tierra mientras inicia un descenso de río. La nube, entonces, se detiene a mirar. Llora gotas de alegría que se mezclan con la tierra y forman parte del mismo río. El sol quiere acompañar y proyecta sus rayos directamente al nacimiento. Esas gotas de agua que llora la nube se entrecruzan con los tímidos rayos del sol y provocan mil colores. Encinas, robles y olivos se mantienen quietos junto a las rocas. Beben de esa agua que los hace fuertes. Todo en su conjunto es pura armonía. Tonos azulados manchados de grises. Verdes. Rojizos derrotados en el horizonte que el sol provoca antes de acostarse. Sombras que los arboles dibujan en el suelo. Que se alargan y acarician las hojas húmedas que cubren el suelo. El cielo ya no es azul de mañana sino un gris de atardecer. Casi un negro de anochecer. El río sigue naciendo y haciendo cauce para bajar hacia el mar. Colores ocres y crudos aparecen entre olivos milenarios que están aquí desde siempre. Hay sufrimiento, pero también hay alegría como en cualquier nacimiento.
El agua sale alegre y divertida. La tierra suda o quizás llora. Al final todo es lo mismo. Nace el río en lo alto de la montaña. Para ser río y hacer cauce dónde discurrir ladera abajo. El agua mueve tierra, arbustos y hojas. Los recoge y los desplaza en su camino. Los lleva flotando o arrastrando tanto como puede. Incluso hasta el mar, si se dejan.
El agua acaricia la tierra del cauce y resbala hacia el mar. Algunas piedras se interponen pero las bordea. O les pasa por encima. Se rompe contra ellas y le duele. Pero sigue porque es río y su final está en el mar. Se esfuerza en bajar bien. Cuando se cansa se queda quieto y deja que las hojas floten y se muevan en algún remolino. Luego sigue rápido porque hay que llegar a tiempo. Hay que llegar al mar. Momento extraño. El dulce y el salado en uno. Sensación contradictoria pero necesaria. La bajada no se hace monótona. Es cambiante. Día y noche. Amanecer y atardecer. Sol. Nubes. Lluvia. Viento. Niebla. El río siempre acompañado. Niños y mayores apoyados en el puente para ver cómo desciende. El río lo sabe. Se da cuenta. Y baja majestuoso según la ocasión. Con crecidas y desniveles. Gente que viene a quererse a los lados del río. No lo miran. Están a otra cosa pero oyen el ruido cuando baja hacia el mar y se mezcla con los latidos, con los jadeos y las carícias. Por esto se colocan junto al río. Para escucharlo. Es un sonido tranquilizador. Que no molesta. Que acompaña. Otros, en la margen del río, se disponen a leer. A escribir. A descansar. A conversar. Entre palabras y frases callan para escuchar. Vienen en busca de compañía.
Este sonido casi monótono es el río. Que nace en lo alto de la montaña y se va a morir al mar. Salud.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Escritura

Mi escritura es limpia. Sosegada y tranquila. Singular. No está subvencionada. No hay contaminación en ella. Es escritura para quién la quiera leer. Palpita y respira serena. Sin condimentos ni fecha de caducidad. Mi escritura no será superventas porque es gratuita.
Está escrita para mentes y pensamientos maduros. Refleja la vida y sus peripecias. Turbia y nítida. Fácil y difícil. Entera y troceada. Refleja luces y sombras apasionadas. Sueños hechos realidad y sueños imposibles. Destino. Azar. Complicidad. Felicidad y desdicha. Compañía y soledad.

Esta es mi escritura. Sin trampas. Sin información oculta. Ironía y humor suficiente pero en la penumbra. Verdad. El conocimiento de las cosas tamizado para evitar impurezas. Escritura limpia, sosegada y tranquila. La rutina de la vida es un arte menor. Pero es arte necesario.
Los complementos de la vida los ponemos nosotros. Es una decisión personal. Los detalles de la vida vienen con el aire y se quedan. A veces se diluyen con la lluvia. Pero yo escribo porque mi escritura es limpia. No le permito a ningún vocero que me dicte lo que debo de escribir o lo que debo de callar. Mis manos manejan mi pluma y mi mente le indica el camino. Un pueblo sobre una montaña al que se llega por un camino pedregoso y complicado. Peligroso a veces.
Personajes sencillos que la vida maltrata. No puedo ni debo cambiar su historia. Pero puedo cambiar el final. Esto es ficción y mi pluma escribe a mi dictado. Por eso mi escritura es limpia, sosegada y tranquila. Procuro una prosa impecable. Pero la piel tiene lunares, arrugas y pliegues. No siempre está tensa y lisa. Mi escritura es igual, pues.
El lector debe desplegar sus sentimientos. La escritura se ve. Se escucha. Se palpa. Se siente. Se olfatea. Se degusta. Se descubre. Es un proceso en el que invierte tiempo. Para escribir y para leer. Para reflexionar. Una obra creativa que se empieza de cero. De nada. Sensaciones agradables de poder escribir algo trascendente aunque luego no sea así. O sea menos. Evocar una historia sin imágenes. Una historia sencilla o complicada. Mi escritura es limpia y mis lectores tienen que implicarse. Somos dos que interactuamos, o somos uno. Desmontar tópicos y fortalecer otros. Temas que provoquen reflexión. Análisis. De esto se trata.
Pasión con delicadeza. Cualquier tema sirve si es capaz de generar ideas. Ensoñamientos en el lector. Es aconfesional. Segura. Abstracta y formal. Melódica. Es escritura limpia, sosegada y tranquila. Porque así percibo a mis lectores habituales. Ellos se lo merecen. Escribo para ellos. Sin duda alguna.
Las palabras se repiten. Pero no son las mismas. Son palabras recicladas.
Un lenguaje perseverante. Textos antiguos refundidos en escritura nueva y renovada. Las palabras recicladas ya tienen experiencia en decir cosas. Ahora lo dicen mejor y son más bonitas. No existe el miedo escénico. Ya estuvieron escritas en otros textos. Ahora se mezclan con palabras nuevas. Frases nuevas. La experiencia se mezcla con la inexperiencia de las palabras que debutan. Entre todas dicen cosas bonitas y auténticas. Pero en voz baja. Sin gritar. No hace falta.
Es escritura sencilla se lee en silencio. Como debe ser. Que penetra en cada lector igual que la lluvia persistente de otoño penetra en la tierra y la mantiene húmeda. El orgullo de ser letra y palabra escrita. Juntarse con otras en párrafos enteros. En relato corto. En entrada de blog. En libro. El oficio de saber decir cuando estás plasmada sobre el papel y adquirir significado. No cansarse de ser leída. Ya descansará cuando cierren el libro.
Y el que lee se emociona de leerlas. Las palabras nuevas aprenden de las más antíguas. Otro día formarán parte de otro texto y significarán una cosa distinta. Para no quedar viejas y perder el sentido. Todas quieren ser verso y poesía. Ahora llevan con orgullo ser prosa y narrativa. Y mientras escribo estas líneas la radio habla sola. La música se interpreta para nadie. No sé porqué lo hace. No le presto atención. Aunque reconozco que me hace compañía. La radio.
La pluma. El libro. El papel. El silencio. Tú. Guardo silencio un rato. La quietud se adueña de mí. Quiero escribir antes de que empiece a amanecer. Escritura límpia, sosegada y tranquila. Salud.

sábado, 27 de octubre de 2012

Día libre

El día libre es el día del amanecer cansado y tarde. El día de despojarte del cansancio acumulado. El día de andar entre ocioso y ocupado en cosas pendientes que no tienen importancia. El día de desconectar la rutina y averiguar la aventura. Descifrar lo nuevo. El día de reponer pilas. Reiniciar el sistema y actualizar todas las aplicaciones que tienes instaladas en el cuerpo. Familia. Amistades. Callejear. Holgazanear. Andar despreocupado. Mirar desconcentrado. El día de retomar la lectura y avanzar páginas o no termino nunca. De pensar en lo que has leído y darle vueltas al asunto porque tienes tiempo. El día de coger la libreta y la pluma y darle aire a la imaginación para que escriba lo que quiera. Sin prisas. Sin coacciones. Sin censura. Que imagine cuanto quiera porque la pluma sobre el papel, este día,  es libre de escribir lo que quiera. El día esperado.
El día que te acuerdas de que tienes un sofá y te acercas a él. Lo acarícias con el cuerpo. Con mil posturas extrañas y jamás vistas y le haces compañía. De escribir un verso o una poesía. En todo caso, una entrada digna en el blog. El día de utopías y realidades. El día de hacer de todo menos de lo de cada día. De no ser uno. De ser la paradoja de uno. El día que te desprendes de tu carrera y tu oficio y te dedicas a hacer de aprendiz de lo que sea. De disfrutar de las horas, los minutos y los segundos de otra manera. De no ver tele ni leer prensa porque este día la actualidad no te interesa.  La felicidad en estado puro. Disfrutar del tercer grado y de la libertad de movimientos. A ver venir. Lo que salga. Es el día libre. Pero sólo es un día.
El día de la independencia artística y creativa. Se escribe y se revisa. El día de la inconsciencia. De levantarte con un estupor laboral para concentrarte en lo demás. En lo que a diario te está prohibido. El día del paréntesis. De desarrollar funciones humanas y aventuras existenciales al margen de las laborales. Porque este día no se trabaja de lo de siempre. Se trabaja de todo lo demás. Es mucho porque sólo tienes un día para ponerte al día. Una holganza productiva. El día de funcionar de forma caótica y despreocupado. Sin guión. Ensayando. El día que haces de bohemio y te sale bien. El día de las locuras y las pasiones. De sumergirte en cosas inútiles porque este día tienes tiempo. De ser clásico. De practicar el ocio y el tapeo. De gastar las zapatillas de andar por casa, de tanto andar por casa descubriendo rincones perdidos. Estos que existen y no lo sabías. De hacer locuras y tonterías y todo lo contrario. Porque te apetece hacerlo y sólo tienes este día. De sacar a pasear las emociones y los sentimientos verdaderos porque los otros días no puedes. Este sí porque es el día libre. Es tu día. De quedar con alguien y conversar. De adaptarte a la silla del bar y encontrar nuevos aromas en el café.
El día de enrollarte entre las sábanas hasta que encuentres la salida. Que amanece cuando tú decides. Que las horas son las que tú quieres que sean no las que el reloj marca. El día de la vida solitaria, familiar, en pareja, comunitaria o yo qué sé. Y qué más da. Lo que decidas que para eso es tu día libre. El día de las peripecias y las cosas sin sentido. De no tener que dar explicaciones. De disfrutar del arte de una galería mientras catas una copa de vino. El día que no hay rigideces. Libertad consentida, razonada o intuitíva. El día de finalizar cosas y comenzar otras. Que te conviertes en un sujeto pasivo y te dejas llevar. De bostezar haciendo ruido mientras el café se está haciendo. De ir de un lugar a otro. De abrir y cerrar la nevera sin saber porqué. El día de practicar habilidades y destrezas en el arte de perder el tiempo porque éste te pertenece. No se lo debes a tu jefe ni a la empresa. De cubrir necesidades básicas porque te viene en gana. El día de descubrir misterios inquietantes. De ser egoísta sin remordimientos. De no evolucionar como persona. El día de ser un indigente doméstico sin domesticar. Un recrearse en el tiempo perdido. El día sin ataduras ni preocupaciones. El día de funcionar a base de instintos primarios.
Vivir sin razonar. Gastar alpargatas. Deambular sin rumbo. Ir despeinado incluso para salir a ninguna parte en concreto. De alimentarte de comida basura. De ser lo contrario de uno mismo. El día del sofá y de coleccionar latas de cerveza vacías. De cantar desafinando para molestar a los vecinos. El día de demostrar que perteneces al reino animal. Total es un día. El día libre.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Pluma y papel

 Pasajero de la vida entre paisajes.
Aventurero de las letras.
Pluma y papel.
 
La pluma en la mano. Ilusionada.
Dimensión perturbadora.  Pasión por las letras.
La pluma quieta. El papel en blanco. Se esperan.

Inician el cortejo. Empieza el baile. Son amantes.
Pluma y papel.
La pluma tantea. El papel se inquieta.
Ansiosos los dos. Tienen ganas. Se desean.
Derrama la tinta. Su voz. Sobre el papel.
 
La pluma dibuja letras. Sus preferidas.
 La pluma lo sabe. El papel se deja.
 La pluma escribe. Que se pare el tiempo.
Se emocionan las letras. Se emociona el papel.
 
La pluma se mueve. Pinta de letras el papel.
Se desliza con delicadeza. 
Con suavidad y con elegancia.
Deja huella. Deja palabras. Deja letras.
Calidad artística. Diseño. Significado.
 
Ya no hay timidez. Estremece lo que escribe.
Orgulloso el papel. Engalanado de letras. 
Expresiones sensibles y descarnadas.
Letras que llenan de luz el papel.

La pluma no sabe guardar un secreto.
Escribe sobre el papel lo que lleva dentro.
 
El viento celoso. Mueve las hojas.
Quiere saberlo todo y lee.
Se conmueve. El papel se ruboriza.
El viento difunde lo escrito. 
Letras. Historia escrita.
 Pluma y papel.
 
@antoninegre @marconpi66

domingo, 21 de octubre de 2012

Lluc

El amigo de mi amigo. El que vive dónde la portera Doña Maruja. La que está casada con el profesor de filosofía y que además escribe libros de éxito. Pues este amigo de mi amigo hoy ha desayunado conmigo. Hace tiempo que habíamos quedado para conversar. Hoy hemos compartido mesa y conversación en torno a un café descafeinado con un terrón de azúcar.
Hemos tocado temas en general. Cultura, en definitiva. Resulta que se llama Lluc. Es un nombre frecuente en mi tierra y más o menos documentado. Del latín me dice con toda seguridad. Resulta, además, que en la isla, tenemos un monasterio de culto en plena Sierra de  Tramuntana con el mismo nombre. Curiosidades o no. El monasterio fue posterior a la presencia romana en la isla. Pero el bosque que conforma la Sierra y que en Junio de 2011 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ya estaba allí.
Está orgulloso de su nombre. Lluc. No es para menos. Del latín "Lucus". Significa "bosque sagrado". La naturaleza nos habla a través del bosque sagrado. Nos habla de la vida y de la muerte. Del crecimiento y la decadencia. De las personas. En el bosque sagrado de Mallorca las piedras y las rocas tienen formas caprichosas.
No pueden hablar pero nos mandan mensajes. Hay que saber interpretarlos. Con predisposición para escuchar y sensibilidad para comprender. El bosque, la luz, las estrellas, las nubes, la luna, la lluvia. Todo habla en silencio porque es sagrado. Encinas y olivos milenarios que conocen la historia porque la han vivido.
Te sientas a la sombra de uno de ellos y el aire que pasa entre las ramas te susurra. Habla en voz baja para decirte cosas. Te cuenta la historia del lugar y las historias de cada una de las personas que han estado en el lugar. Porque ellos escuchan las cosas que hablan las personas.
El paisaje del bosque sagrado transmite serenidad. Vida. Grandiosidad. Apertura. Vitalidad. Sosiego. Lucidez. Todos los que acuden al lugar encuentran lo que buscan. Eso dicen. Será verdad. Pero sólo ocurre si, en el bosque sagrado de Lluc, tienes el valor y la paciencia de escuchar y recibir el mensaje de la historia.
Lucus es el libro abierto de la naturaleza que nos invita a leer en sus páginas llenas de sabiduría. Yo he leído en el libro de la naturaleza. Es precioso lo que pone. Giras las páginas tanto como quieras. Todas están en blanco pero ninguna dice lo mismo. No se repiten. La historia es intensa. A la naturaleza la lees con el corazón y el alma.
Percibes las cosas con los sentidos. No es un bosque callado. No para de hablar. El aire se encarga de decir las cosas cuando pasa por entre las ramas de las encinas y los olivos milenarios. Escuchas los sonidos y los silencios. Ves la luz y la oscuridad. La piel percibe sensaciones, sentimientos y emociones.
Ahora entiendo porqué está contento el amigo Lluc de llevar el nombre que lleva. En cada experiencia de la vida sale fortalecido. Días siendo uno mismo y otros siendo un figurante. Según la ocasión. Según el momento. La historia de su vida -igual que la del bosque sagrado- es un cúmulo de sucedidos y de acontecimientos constructivos y destructivos. Un poco de todo. Como la condición humana que no siempre se explica ni siempre es coherente.
A veces, incluso, no se entiende. Momentos que parecen improvisados. El ser humano y la vida son el argumento de la historia. Una historia brillante y mediocre a la vez. Los recursos de la naturaleza están a disposición de aquellas personas con nobleza de sentimientos. De lo auténtico. Las falsedades se delatan solas. Pero la vida siempre es trascendente.
Así es Lluc. El amigo de mi amigo y con el que hoy he desayunado. El que vive dónde la portera Maruja que está casada con el filósofo profesor de universidad y que escribe libros de éxitos. El que está orgulloso de su nombre porque significa bosque sagrado. Naturaleza. Nobleza de sentimientos. Encinas, olivos, piedras y rocas milenarias. Susurros del viento que sólo hablan al que quiere escuchar. Salud.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Cada segundo

Cada uno tiene momentos y enredos en su vida. Ilusiones que satisfacer, posicionamientos que definir, comportamientos adaptados a la ocasión, identidades para cada caso, y cosas así. La vida de cada uno tiene sus tiempos y tiene sus ritmos que tendrá que cumplir según le convenga o le vengan dadas.
Dichas y desdichas en un mismo día y en una misma ocasión. Razones para cada cosa que piense, que diga o que haga. Pero sea lo que sea que uno tenga que hacer debe de hacerlo con elegancia. Con estilo. No vale de cualquier manera. Cada momento, cada segundo es extraordinario por lo que sea. Habrá que aprovecharlo. El tiempo vale lo que vale. Tiempo.
La elegancia de vivir la vida consiste en estimular la creatividad a cada segundo que pasa y hacernos responsables de que nuestro comportamiento sea administrado con libertad. Esto implica conocer sus límites de esa libertad. Son las normas de convivencia que están para cumplirlas.
He leído que alguien ha dicho que las normas están para ser violadas. Lo ha dicho un imbécil metido a político -no se explicaría de otra manera-. Hay otro, en la misma línea de pensamiento plano que ha llamado a otro: "pijo ácrata. Indecente. Impresentable e intolerante". Resulta que el tal "pijo" ha descubierto la decadencia de la clase política y lo ha proclamado en voz alta. Cuando una cosa molesta es porque suele ser verdad.
La fractura entre la sociedad y la clase política resulta evidente. Ya no representan al pueblo y lo saben. Sólo se representan a sí mismos. Ahora la soberanía radica en el Congreso que está en manos de sus señorías. Han abatido al pueblo. Nos muestran la espalda para esconder la cara. Pronto volverán a pedirnos el voto. Hablaremos del asunto.
La última parte de lo que estoy contando no es literatura. Ni arte, ni cultura. Es noticia de cloaca. Basura. Pero la quiero contar para explicar que esto no es estético ni elegante. Cada segundo que pasa se resta del total de la vida. Ya estamos en otoño. No es decadencia el otoño. Es el paso previo al invierno. Es un tiempo que hay que pasar. Como otro cualquiera. Tiene su belleza, su encanto, su elegancia.
Desde lo alto del monte veo el bosque. Cada árbol con su color característico. Un mosaico de colores. Las hojas que caen al suelo forman una alfombra de rojizos y ocres. La lluvia otoñal no cae en la tierra. Está sobre las hojas y se desliza sobre ellas. Llovizna persistente que no llega a molestar. Límpia el ambiente y crea sensaciones positivas. Hay hojas que se resisten a desprenderse pero el viento no lo consiente. Las arranca con elegante suavidad. Con delicadeza. En un vaivén interminable hasta el suelo. Las podrías coger al vuelo. Se turnan para caer. Parece una lluvia de hojas. Es el llanto de los árboles por quedarse desnudos.
Será hasta la primavera. Pues será pronto porque el tiempo pasa rápido. Cada segundo. Ahora que no quedan hojas en los árboles el aire pasa más ágil por entre las ramas y los troncos. Las hojas no frenan su avance. Ese silbido delicado que manda callar, sssssssssss. Puedo ver y oir el bosque que se prepara para la inactividad invernal. Pero su interior no para. Prepara sus decorados para la primavera. El bosque quiere estar elegante en primavera. Cada segundo de cada estación del año.
El mar hace lo propio. Todo el verano calmado. Ahora en otoño se vuelve revoltoso. Necesita ejercitarse. Saca su rabia. Se mueve tempestuoso para hacer alarde de su grandeza. Pone en peligro a las barcas que lo quieren surcar. De sus olas. De su espuma. Cambia el color -como el bosque-. Mas oscuro y menos transparente. Las barcas más valientes se arriesgan a salir de puerto. Hay que pescar aunque sea otoño. Navegan sorteando las olas o cortándolas si hace falta. Pero con elegancia porque así es cómo se hacen las cosas. Las bravuconadas son para los imbéciles. Ya lo dije. La naturaleza se comporta de otra manera. Aparecen las nubes, el viento, la lluvia y las tempestades. Cada segundo de otoño es otoño y no otra cosa.
Cada segundo es un momento distinto. La naturaleza se convierte en espectáculo. Natural. Cada segundo de otoño es propicio para la creatividad de los artistas. Hay que coger el punto. Sin forzar. Termina el café y ponte a escribir. Salud.

domingo, 14 de octubre de 2012

Cante

Silencio. Habla la música.
Sin orquesta. Música gitana. Es música también.
El público escucha. Aguanta la respiración.
Esto es Cante. 
 
Acordes de guitarra. Toque flamenco.
Ritmo de tacones. Ritmo de palmas.
Voz desgarradora. Sentimiento violento.
 
Palmas. Tacones. Voz que grita cosas.
Pentagrama sin notas dibujadas.
Sólo emociones y sentimientos escritos.
El cantaor los mira. Luego los canta.
 
Voz desgarrada de nicotina y destilado.
Se suelta apasionado. Con los ojos cerrados.
 
Versos cantados a ritmo de guitarra.
Palmas. Tacones. Eco en las tablas.
Tristeza de sentimientos. Melancolía de música.
Dedos marcando acordes.
Dedos acariciando cuerdas.
Con violencia. Con pasión 
 
Sonido seco de tacones sobre las tablas.
Retumban en la sala muda. Hay que escucharlos.
Pena con voz afónica. 
A ritmo de acordes, palmas y tacones.
 
Poetizar el Cante. La música. El ritmo.
El ambiente. El sentir. El público.
Melancolía triste con ojos cerrados.
La vida misma es un Cante. Hasta que te mueres.
Llega desde lo profundo. Se queda cuerpo adentro.
Revulsivo de nostalgia y lamento.
 
Los sonidos se recrean para que se oigan.
Se vean. Se respiren. Se aplaudan.
Cantaor y público. Un mismo sentir.
Sensaciones y momentos de otros tiempos.
En sus mismos cuerpos. Se repiten y se recrean.
Son la esencia de la vida misma. Es el Cante.
 
Se estrechan en un mismo sentimiento.
Sentimiento compartido. Cantado. Taconeado.
Traducido a palmas. Exagerado por el eco.
Piel. Sudor. Entre tablas y aplausos.
Y gritos de melancolía. De tristeza. De pasión.
Es el Cante, hasta que te mueres.
 
 
@antoninegre @marconpi66