viernes, 14 de diciembre de 2012

Hoy

A ver si me explico. Que tiene su importancia. El día ha amanecido gris, frío y lluvioso. Ya casi de invierno aunque sin él. De esos que necesitas escribir algo porque el cuerpo te lo pide. Me refiero al corazón, la mano y el pensamiento. La pluma y el papel también porque ya forman parte de mí. Incluso llevan mi a-de-ene. Decía. Pijama y batín. Descalzo, como tiene que ser. Calcetines gruesos para no coger un resfriado con su pulmonía. Sentado en mi sufrida butaca de pereza. En este caso de desperezar. Con orejas, que hay que proteger las cervicales. El cuello es delicado contra un ataque repentino de somnolencia. No creo que sea el caso pero, prefiero prevenir. Un disimulado fuego en la chimenea con unos troncos que se queman a fuego lento. Delante de mí una mesa camilla redonda. Mis piernas escondidas debajo. Parece que no tenga piernas. Sobre la mesa camilla está mi pluma, papel, una taza de café descafeinado humeante con un terrón de azúcar disolviéndose en el fondo, una vela encendida aromatizada de cedro, unas revistas literarias y hojas sueltas de periódico de la sección de cultura. También el libro que ahora mismo estoy leyendo. En el aire se mueven difuminadas inquietudes culturales y literarias que trascienden la parte doméstica del salón con música evocadora de gratos recuerdos a cargo de Mari Trini con su vals de otoño -ahora mismo-.
Si ya estáis situados emprenderéis que con este decorado y en esta situación no puede haber entrada de blog que se resista. A mi izquierda un gran ventanal que se asoma al jardín. Unos árboles de hoja perenne que dan cobijo a algunos gorriones y otros de hoja caduca. Éstas últimas descansan reposadas en el suelo a modo de tapiz. A ratos unos rayos de sol tímido con ganas de calentar pero que le cuesta. La tierra está mojada de la persistente lluvia de la noche.
Antes que nada una última mirada al relato sobre los libreros de cabecera. El punto de encuentro entre el libro y el lector. Lugar de culto. Literatura en silencio reposando en estanterías. Fotografías de escritores en pose y la barbilla apoyada sobre una mano. Que las ideas pesan lo suyo. Una media sonrisa para cautivar al lector. Pues muy bien. Hago algunos retoques. Quito y pongo. Añado o elimino. Esas cosas que uno hace a menudo y que hoy quiero contar por aquello de aproximarse a esos viejos amigos que no conoces de nada pero que te leen. Tú mismo, por ejemplo. El aroma de cedro de la vela impregna el ambiente y el café hace lo propio. Es una pugna para ver quién puede más. Yo no digo nada y les dejo hacer. En esto de los aromas es mejor no meterse. Incluso mi perfume habitual también se mete en el ambiente. Pues eso.
El café se apura rápido y pronto te quedas con ganas de más. Debe ser así. Es el atractivo del café. Poquito pero intenso. Aprovecho para escribir el relato que estás leyendo y al que le he cambiado tres veces el título. Está corregido y a punto de darle a la tecla "publicar". El libro de ahora es "Claraboya" de José Saramago. Grande. Completo. Elegante. Trazos de autor consagrado en el primer libro. Extraordinaria belleza que no pasa inadvertida. Ideas que dan que pensar en otras ideas. Ideas que dan paso a otras ideas y que luego darán lugar a futuras entradas de blog.
Y como quién no quiere la cosa, el día transcurre en un pis-pas. Al atardecer toca paseo diario. Vestimenta para la ocasión. Abrigado. Sombrero y paraguas. Calles semidesnudas de gente. Ocaso del día. Luces de neón de escaparates que lucen perezosas por la hora que es. Conversar de personas con noticias de televisión y música de radio. Un poupurri de sensaciones y un aluvión de ideas que revolotean a mi alrededor y que intento retener hasta llegar a casa. La misma ruta de siempre con las rutas alternativas de siempre. Es mi espíritu aventurero. Llego a casa. Ducha y cena fugaz. Cuerpo descansado. Esto significa que antes lo he cansado y no sé de qué. Bombón de chocolate de caja etiqueta roja. Debe ser bueno porque el rojo es el color de los labios de una mujer. Bueno pues, "hoy" ha sido así. Ha sido lo que has leido. Mañana ya veremos. Salud.