miércoles, 17 de octubre de 2012

Cada segundo

Cada uno tiene momentos y enredos en su vida. Ilusiones que satisfacer, posicionamientos que definir, comportamientos adaptados a la ocasión, identidades para cada caso, y cosas así. La vida de cada uno tiene sus tiempos y tiene sus ritmos que tendrá que cumplir según le convenga o le vengan dadas.
Dichas y desdichas en un mismo día y en una misma ocasión. Razones para cada cosa que piense, que diga o que haga. Pero sea lo que sea que uno tenga que hacer debe de hacerlo con elegancia. Con estilo. No vale de cualquier manera. Cada momento, cada segundo es extraordinario por lo que sea. Habrá que aprovecharlo. El tiempo vale lo que vale. Tiempo.
La elegancia de vivir la vida consiste en estimular la creatividad a cada segundo que pasa y hacernos responsables de que nuestro comportamiento sea administrado con libertad. Esto implica conocer sus límites de esa libertad. Son las normas de convivencia que están para cumplirlas.
He leído que alguien ha dicho que las normas están para ser violadas. Lo ha dicho un imbécil metido a político -no se explicaría de otra manera-. Hay otro, en la misma línea de pensamiento plano que ha llamado a otro: "pijo ácrata. Indecente. Impresentable e intolerante". Resulta que el tal "pijo" ha descubierto la decadencia de la clase política y lo ha proclamado en voz alta. Cuando una cosa molesta es porque suele ser verdad.
La fractura entre la sociedad y la clase política resulta evidente. Ya no representan al pueblo y lo saben. Sólo se representan a sí mismos. Ahora la soberanía radica en el Congreso que está en manos de sus señorías. Han abatido al pueblo. Nos muestran la espalda para esconder la cara. Pronto volverán a pedirnos el voto. Hablaremos del asunto.
La última parte de lo que estoy contando no es literatura. Ni arte, ni cultura. Es noticia de cloaca. Basura. Pero la quiero contar para explicar que esto no es estético ni elegante. Cada segundo que pasa se resta del total de la vida. Ya estamos en otoño. No es decadencia el otoño. Es el paso previo al invierno. Es un tiempo que hay que pasar. Como otro cualquiera. Tiene su belleza, su encanto, su elegancia.
Desde lo alto del monte veo el bosque. Cada árbol con su color característico. Un mosaico de colores. Las hojas que caen al suelo forman una alfombra de rojizos y ocres. La lluvia otoñal no cae en la tierra. Está sobre las hojas y se desliza sobre ellas. Llovizna persistente que no llega a molestar. Límpia el ambiente y crea sensaciones positivas. Hay hojas que se resisten a desprenderse pero el viento no lo consiente. Las arranca con elegante suavidad. Con delicadeza. En un vaivén interminable hasta el suelo. Las podrías coger al vuelo. Se turnan para caer. Parece una lluvia de hojas. Es el llanto de los árboles por quedarse desnudos.
Será hasta la primavera. Pues será pronto porque el tiempo pasa rápido. Cada segundo. Ahora que no quedan hojas en los árboles el aire pasa más ágil por entre las ramas y los troncos. Las hojas no frenan su avance. Ese silbido delicado que manda callar, sssssssssss. Puedo ver y oir el bosque que se prepara para la inactividad invernal. Pero su interior no para. Prepara sus decorados para la primavera. El bosque quiere estar elegante en primavera. Cada segundo de cada estación del año.
El mar hace lo propio. Todo el verano calmado. Ahora en otoño se vuelve revoltoso. Necesita ejercitarse. Saca su rabia. Se mueve tempestuoso para hacer alarde de su grandeza. Pone en peligro a las barcas que lo quieren surcar. De sus olas. De su espuma. Cambia el color -como el bosque-. Mas oscuro y menos transparente. Las barcas más valientes se arriesgan a salir de puerto. Hay que pescar aunque sea otoño. Navegan sorteando las olas o cortándolas si hace falta. Pero con elegancia porque así es cómo se hacen las cosas. Las bravuconadas son para los imbéciles. Ya lo dije. La naturaleza se comporta de otra manera. Aparecen las nubes, el viento, la lluvia y las tempestades. Cada segundo de otoño es otoño y no otra cosa.
Cada segundo es un momento distinto. La naturaleza se convierte en espectáculo. Natural. Cada segundo de otoño es propicio para la creatividad de los artistas. Hay que coger el punto. Sin forzar. Termina el café y ponte a escribir. Salud.