jueves, 7 de febrero de 2013

Destino

La voz que habla.
El silencio que calla.
La pared que te detiene.
El fondo del mar.
Andar un camino
ambicioso y complejo.
Breve pero intenso.
Largo y supérfluo.
A veces elegante.
Llegar derrotado.
Porque está escrito
en el libro de la vida.
Cuando naces.
Es el destino. 
 
El destino es una imagen.
Quizás sólo una palabra.
Acaso es un lugar.
Puede ser una persona.
Una silueta callada.
Es una consecuencia.
De mis actos.
De mi vida.
No conozco el destino.
Porque será lo último.
 
Es la muerte que espera.
Un empezar de nuevo.
Encontrarme a mi mismo.
Encuentro de muchos.
Lugar para todos.
Destino de memoria perdida.
Brillo de estrellas.
Oscuridad de sombra.
Andaré despacio el camino.
Pensando en el destino.
 
Un mundo consumido.
Con los ojos cerrados.
Sin espejo dónde mirarse.
Firmamento sin estrellas.
Agua quieta.
Piedra muda.
Lluvia que no cae.
Ausencia de aire.
Tormenta de deseos.
Cenizas de lo hecho.
Exilio es el destino.
 
Sin camino de regreso.
La eternidad a oscuras.
Recuerdos invisibles.
Lugar para vencedores.
Consuelo de derrotados.
De la vida.
Y si tu vienes conmigo
lo llamaré cielo.
Caminaremos juntos.
Uniremos nuestras sombras.
Cogidos de la palabra.
Empujados por el viento.
Hallaremos refugio en nuestro dstino. 


miércoles, 6 de febrero de 2013

Convención

Entré en el hall del hotel por una de esas puertas giratorias que ahora ya no se empujan porque son eléctricas y se mueven solas. Resulta divertido andar por dentro de la puerta hasta llegar al otro lado. Un hall espacioso con muchas zonas decoradas de distintos motivos. Con butacas, algunas sillas y sofás. Mesitas, algo de decorar y prensa. Cada zona con un encanto distinto pero igual de acogedor. Mucha gente a esta hora de la mañana. Griterío con sordina para no molestar y parecer educado. Griterío al fin. Todos hemos venido a lo mismo. Intercambiar ideas, encontrarnos con amigos, defender postulados. Trabajos, ocurrencias y un pequeño afán de destacar. Ser o parecer alguien.
Ascensores saturados de gente que sube y baja de sus habitaciones. Cola en los mostradores para conseguir habitación o información. Trasiego de maletas de un lugar a otro y todas esas cosas que ocurren antes de empezar una convención. Los que ya están instalados descansan en butacas o sofás entre amigos y conocidos. Relajadamente. Hablando de temas diversos para entrar en materia o ya metidos en ella. Otros, en lugares separados, manipulan artilugios electrónicos de última generación. Otros hacen como que leen los titulares del día y miran de reojo o por encima del periódico. Hay que reconocer el ambiente antes de mover pieza. Información del evento. Llamadas de móvil para quedar o para decir que ya han llegado y están bien. Cosas, al fin y al cabo, que te permiten estar ocupado cuando quieres que estar desocupado pero no quieres que lo parezca.
En un apartado a la izquierda según se entra por la puerta giratoria que gira sola se encuentra la cafetería. Casi llena. De esas de camareros con delantal blanco hasta los pies. Camisa blanca y pajarita negra, lazo negro en el antebrazo izquierdo y visera. Mesas de hierro y mármol y sillería noble. Un lujo. Grandes lámparas de luz tenue que evita sombras y moqueta roja que esconde el ruido de las pisadas. Gran ambiente entre los asistentes que consumen cafés y bollería diversa. Chocolate con churros y otros combinados de colesterol y pecados de gula. Incluso algunos vacilan dieta con infusiones y tostadas. Todos han dejado claro que a una convención no se va con prisas.
Caras nuevas y caras conocidas. Los consagrados intentando mantener  nivel y los novatos buscando un hueco y una conversación para darse a conocer y, si es posible, impresionar. Algunos que ya están en retirada han venido para dejarse ver y conseguir alguna aparición mediática. Un final digno. Se ha venido a hablar de literatura basada en las humanidades. En la entrada hay un gran mural con el eslogan "La filosofía es una disciplina imprescindible para la iniciación del pensamiento creativo y positivo". Hoy se ha venido a hablar de eso. En el ambiente de muchos preocupa el hecho de que se utilice a la filosofía sólo para hacerse preguntas y que se delegue la respuesta en las ciencias. El sentir mayoritario es que, además de preguntas, hay que ser valientes a la hora de dar las respuestas adecuadas. La ciencia avanza con paso firme y sin parar. La filosofía y la literatura basada en las humanidades llevan un paso más lento y con el nuevo plan de estudios la van a finiquitar. Esto preocupa.
A la gente le gusta los corrillos que se forman. Se paran. Escuchan. Alguno se atreve a decir algo. Los pilares están bien fundamentados. La convención tiene historia. Todo se razona. Pero hay espacio para terreno resbaladizo. La ética y la moral son tentáculos que hace falta domesticar. Hay que tener dominio de la lengua para no decir incongruencias. El punto de vista de partida es especial. Se pueden confundir conceptos y entonces se evidencian disconformidades. Estas cosas dan vida a la convención. Ya no se lleva el "de dónde venimos y a dónde vamos". Ahora se llevan las conductas humanas en un mundo convulso y en crisis. El respeto por las personas y las civilizaciones. Hay margen para discutir y llegar a acuerdos. Doña Pilar es una señora madura que lleva muchos años en esto. Habla con madurez y con la sabiduría del sentido común. Los aistentes la buscan para conocer su opinión.
Doña Pilar toma una caña y unos cacahuetes. Nada de chucherías infantiles. Se concluye la jornada pasando a limpio lo hablado y escuchado. Hay que desechar los pensamientos inútiles, estériles y distorsionadores de la realidad humana a través de esa literatura basada en las humanidades y la filosofía. Salud.

viernes, 1 de febrero de 2013

La Isla

Alto es el acantilado
que baja hasta el mar.
Quiere tocar el agua
y entrar en su profundidad.
 
Arboles, montaña.
Ramas que se rozan.
Coquetean con el viento.
Raíces que se cogen
bajo tierra.
No pasa el ruído
y tampoco el frío.
Sólo el aire que susurra.
Me refugio en el bosque.
 Para  pensar y escribir.
 
La Isla es mi vida.
Naturaleza hecha arte.
Montaña y mar, sol y luna.
Estrellas en la noche.
Sueños en mi mente,
impregnados de tu aroma.
 
Con los ojos cerrados.
Eres silueta encantada
que te exhibes poética.
Que te vea la montaña
a través de la oscuridad.
Quiero llegarte.
Camino complicado que voy a andar.
 
Piedras quietas.
Torrentes escasos.
Arboles con historia.
Viento que sopla.
Y también las olas
conversando entre ellas
y entre las piedras del fondo
hasta llegar a la orilla.
Es el juego de la vida.
Mar y montaña juntos.
 
Barcos que navegan
sobre el dorado mar,
 hasta desaparecer.
Remando en días de calma.
Agitando velas en la tormenta.
 
Apego a la tierra.
Al resguardo de las rocas.
Cultivando palabras y
recogiendo poesías.
Bañadas de mar,
regadas de sol,
mojadas de lluvia,
húmedas de escarcha.
Esa Isla en el Mediterráneo.
 
Cuando cae la noche y la luz se apaga.
Desaparece el bosque y el mar.
Escucho el susurro  y presiento.
Me quedo a tu lado a la luz de tus ojos.
Te cambio un amor eterno,
 más allá de la carícia y del abrazo.
 

martes, 29 de enero de 2013

Poesía de mar

La vida es literatura.
Poesía de mar.
Que huele a brisa.
 
Mar que llevo dentro.
Imagino sin mirar.
Eco en  la lejanía.
Mar con historia.
Experiencia de mar.
 
Olas con espuma.
Olas que vienen y van.
Que mojan la arena.
Que juegan con las rocas.
 
Despertar con la marea.
De ese mar inquieto.
De aguas azul turquesa.
Emociones turbulentas,
de mar revuelto.
Bravo y bravucón.
 
Sirimiri incesante,
que me moja la cara.
Despeinado por sus vientos.
Ambicionando tiempo,
para contemplar tanta belleza.
Respirar brisa marina.
Sumergirse en su intimidad.
Para conocer sus aventuras.
Eleva las olas y las dobla.
Luego las tira con fuerza.
Las rompe en mil espumas.
 
No envejece ese mar.
Forjado en las tormentas.
Un mar con carácter.
Y mil historias que contar.
 

domingo, 27 de enero de 2013

Garfra

Todos le llamaban Garfra porque le conocían como tal. Sobresalió en los círculos selectos de todo tipo y sobre todo en los círculos literarios. Hace unos años concedió una entrevista a un periodista jubilado y con el que mantenía una cierta relación de amistad. Esta semana -como dice el poeta- entregó el alma a quién se la había prestado. Padecía una edad muy avanzada que parece ser fue la causa del óbito.
Últimamente estaba alejado del ruido de ferias de libros, presentaciones, premios, tertulias y cosas así. Vivía en una casa situada en Rocarobledo. A las afueras de Palencia. En ella tenía un huerto para cultivar hortalizas y un estudio para cultivar el ensayo literario. Ambas cosas las hacía bien. Su última obra publicada vio la luz hace unos días: "Las letras tienen vida propia". Éxito de ventas en unos días y con unos acabados de academia. Mucho mejor de cómo escriben los propios académicos. Seguramente por eso nunca fue propuesto para una letra mayúscula ni minúscula. Incluso a su edad tan avanzada mantenía la capacidad para el pensamiento y para el análisis. En la vida fue acumulando sabiduría y conciencia literaria. Esta entrevista que he mencionado antes fue grabada en la biblioteca de su casa. Un lugar de culto con miles de volúmenes enseñando lomo mientras descansan en estanterías de caoba. Aquí pasaba gran parte de su tiempo. Su último libro tiene muchos capítulos y cada uno de ellos está escrito de forma independiente. Un cúmulo de ensayos o pensamientos críticos. Le han alabado sus textos por su relevancia pero le han reprochado su forma de escribir literatura de forma fragmentada. Bien pues. Cuando he leído esto he pensado que los artículos periodísticos o las columnas de opinión o incluso yo mismo con las entradas del blog practicamos este subgrupo de literatura fragmentada. Reconozco que cada día tiene más adeptos y seguidores. Sobre todo si tienen calidad. Aquello de que si breve y bueno...Pues eso. Yo, además, me permito la licencia de publicar entradas compartidas.
Garfra, en la entrevista, dejó entrever que su longevidad ilustrada podría estar directamente relacionada con su desinterés por la política y a su locura por la literatura. "Dejó de interesarme la política cuando descubrí que los políticos trabajan a espaldas y al margen del pueblo soberano que les ha votado". Así pues quedó zanjado este asunto del que no se volvió a hablar. Le pregunta el periodista jubilado amigo suyo que si es consciente de que agrada a muchos pero no a todos. Esto es una obviedad responde rápido y seco Garfra. El equilibrio está en la independencia literaria. "Yo escribo lo que necesito escribir y el lector lee lo que necesita leer. La independencia en la literatura es primordial. No se puede escribir según tendencias o a dictados de otro. Bienvenido el lector que no me lee pero que me respeta. Yo le respeto aún sabiendo que lee a otros en vez de a mi". En la vida, además de acumular inteligencia y saber, ha acumulado lucidez y la saca a pasear en la entrevista.
Su amigo el periodista jubilado tiene interés por saber cómo pasa el tiempo. Aquí da otro pase de pecho. "Saboreando los triunfos y los reconocimientos y disimulando con dignidad la frustración de mis fracasos en lo profesional y en lo personal. Supongo que como hace todo el mundo cuando llega a cierta edad". A cada minuto que pasa la entrevista se hace mas amena. Interesante. Se muestra cercano. Disfruta de hablar de literatura. Recuerda sus primeros pasos. Cómo empezó todo. Su padre le contaba cuentos por las noches. Algunas no sabía qué contar y le explicaba lo que hacía en el trabajo. Él se quedaba dormido. No era tanto lo que le contaba su padre sino el cómo se lo contaba. Su voz y sus gestos. Así empezó su forja como escritor. Ahora su obra es singular. En singular. Porque es única y destacable.
De joven, y no tanto, era asiduo de esos bares que sólo abren por la noche. Para insomnes y noctámbulos. Bares de conversar entre copa y copa y humo de tabaco. Fumó mucho y ahora se le nota en la voz de nicotina y alquitrán y en el respirar cansado de acordeón. Esos bares que sólo abren para los que llevan el día cambiado por la noche o viceversa. Le gustaba ver amanecer y cuando tenía la certeza de un nuevo día se acostaba. Luego se cansó de ser bohemio y volvió a vivir de día y dormir de noche. Cuenta sonriente que vivió unos años en París. En el barrio Latino. Allí escribía lento pero con buena letra. Publicó bien. Suficiente para vivir con comodidad y con independencia. "Dije que me había exiliado. Realmente me fui porque me gustaba más la vida nocturna de París que la de Palencia o Madrid donde viví unos años. Además me daba prestigio y un plus de importancia". De regreso a España vivió años complicados donde escribir de según qué era un riesgo. El generalísimo había muerto pero los tentáculos del régimen eran todavía largos. El cura del pueblo le dijo que se tomara la vida con teología. Un amigo suyo le dijo que se tomara la vida con filosofía. Se decanto por el segundo. Ahora sigue el camino tranquilo y sosegado del alma. Con pie firme, mente despejada y estado de ánimo a punto de revista.
En la charla se hace alusión al mote o seudónimo artístico. Es complicado de pronunciar le indica el periodista. Aquí se lleva la mano a la cara y se la tapa a medias para que no se note la risa puñetera de niño malo. Risa de satisfacción con una nube de mala leche. "Si hubieras visto cómo lo pronunciaban los franceses". Los tiempos difíciles también fueron entretenidos. En un momento pone un semblante serio. "Nunca he visto el mar y no he podido escribir de él. Una dilatada vida repleta de experiencias y nunca tuve la oportunidad de acercarme a la costa para contemplar el mar. Ya no lo veré". No te preocupes Garfra. Los que te queremos escribiremos de él para que lo leas estés donde estés. Mantuvo un diálogo discreto y comprometido con la naturaleza y ahora ha vuelto a ella por culpa de una edad avanzada mal curada.
La muerte salió en la entrevista. La veía cerca y habló de ella sin que le resultara un problema. "Estoy tranquilo porque he vivido tanto como he querido. No hay prisa por dejar la vida. Pero cuando llegue me encontrará con la cabeza bien alta y el ánimo sereno. Sin rezos de soborno". Pausa en la entrevista para terminarla. El tiempo en televisión es corto y vale mucho. Aunque sea para hablar de cultura. Yo creo que me he contagiado de su lenguaje sencillo. Palabras escritas con inteligencia, con memoria, con efecto. Sólo comparables al agua transparente de un mar revuelto que él nunca vio. Salud

lunes, 21 de enero de 2013

Mar del norte

A veces tengo la sensación de que esto de la escritura puede llegar a ser peligroso porque es muy absorbente. No es inocente ni pasajero. Es un continuo pensar y darle vueltas a las cosas y a más cosas por querer plasmar todo lo que veo y siento. Buscar palabras adecuadas y frases con sentido que me hagan pensar y os hagan reflexionar. 
Me absorbe tanto la vida como si la vida misma  fuera literatura. Me convierto en un libro abierto y giro páginas mientras los demás leen.
Aquí. A la orilla del mar de la zona norte de la isla. Mirando, pensando, imaginando y soñando con los ojos abiertos y cerrados y los pies en el agua. El mar es como una voz que habla desde dentro. Como un eco en la lejanía. Un mar que acumula mucha historia y que cuenta su experiencia de mar, de ola y de espuma. Cada ola nos trae un mensaje que sólo podemos entender con la espuma que provoca al romperse contra las rocas. Olas que vienen y van. Mareas que suben y bajan. Inquietante ese mar. La recompensa emocional del despertar de un sueño creativo. Un sueño denso de aguas color azul, turquesa y verde. Emociones turbulentas como el mar revuelto, bravo y bravucón. 
Este  relato prometido y necesario de este mar del norte que llevo dentro de mi y forma parte de mi vida. Que cada mañana entra en mi habitación para despertarme. Cada ola viene con un nombre de persona o de historia. Mientras lo miro desde el paseo marítimo me va mojando hasta dejarme empapado.
Luego camino abandonado a dónde me lleve el paseo o hasta que mis pies no soporten los zapatos. Cuando llego al final el viento que viene con el mar me despeina sin sentido mientras el mar me salpica el rostro. 
Narrativa cuidada como el pueblo que me acoge. Ambición de tiempo que parece pasar más rápido de lo normal. Noto que está celoso. Pero sólo quiero respirar hondo la brisa marina de la mañana y mirar el mar fijamente para conocerlo mejor. Un mar que se comporta a su manera porque es mar. Busco y rebusco palabras en la mente para describirlo hasta convertirme en un arqueólogo de las letras. Tengo que describir este mar sin fin antes de irme. Me sumerjo en él como buzo experimentado para conocer su intimidad. Experiencias y aventuras que el mar del norte me va dando a cada momento, a cada ola, a cada mirada, a cada inmersión, a cada subida de la marea, a cada revolcón por la arena fina de la playa.
Isleño y bien conocedor de este mar. Pero este del norte es distinto. Coqueteamos. Nos decimos cosas mientras nos miramos. Pero sin perdernos el respeto. Aguas con historia y mucha literatura. Historias con final feliz y otras desafortunadas y trágicas. Historias reales y de cosas de ficción. Este mar que me trae mensajes de maderas, de troncos, de trozos de cuerda y de algas que no me dejan ver el fondo. No puedo vivir al margen del mar. El mar vive en mi. Estoy en el lado adecuado. A lo lejos parece tranquilo y manso. A medida que se acerca eleva las olas hasta lo más alto. Las dobla y las inclina hacia adelante para tirarlas con fuerza y romperlas en mil espumas que se deslizan hasta la orilla. Se recoge ella misma y vuelve mar adentro para volver otra vez. Sin parar. Porque así es el mar. Pero el mar del norte se lo toma más en serio. Este mar que acumula experiencia porque no envejece. Que se mantiene en forma. Sus olas laten con el sentido de la vida. Te atrae y te hipnotiza.
Por la noche, este mar del norte, esconde el sol en las profundidades hasta apagar el día y quedar a oscuras. A la mañana lo devuelve a la superficie y lo deja amanecer. Sale majestuoso y deslumbra con su luz. Cada día lo mismo y no se cansa. Cambia los colores según el lugar y la profundidad. Hace juego con el color del cielo porque quiere agradar. Hay que olerlo con los ojos cerrados. Huele a mar. A brisa. Te impregna y  acompaña. El mar como metáfora de soledad me dijeron. Usted no conoce el mar, contesté. Es compañía porque estimula los sentidos y el espíritu. Te regala paz interior. Está forjado en grandes tormentas. En tempestades de alta mar y en bravuconadas costeras. Así forja su carácter. Golpeando con fuerza los muelles donde se ocultan  las barcas. Así fortalece el carácter de los marineros y demás gente de costa. Muelles repletos de barcos. Algunos se niegan a ser desguazados porque quieren seguir meciéndose en las mareas. Aunque sea en puerto.
La literatura le exige historias de aventuras fantásticas. El mar tiene estas historias. Algunas con final trágico. Hablar del mar no es un logro literario menor. Los niños saben de sus historias porque los mayores las cuentan. Se acercan a la orilla y juegan con la arena. Hacen volar sus cometas aprovechando el viento que el mar les trae. Los niños se enamoran del mar. Cuando sean jóvenes vendrán a enamorarse en silencio tumbados en la arena y cogidos de la mano. Este mar que tiene un impresionismo natural con determinación cultural. Arte se mire como se mire. Columna vertebral de historias literarias. Nexo de unión entre pueblos y culturas. Lugar para navegar a placer y para las batallas más atroces. Es la nota de color de los pueblos pesqueros que se mantienen a resguardo de su furia. Poderosa presencia que impone. Es el mar del norte. Este que se adapta a ti cuando lo miras. Estuve, lo vi y es como lo he contado. Salud.

jueves, 17 de enero de 2013

Color sepia

La comida estuvo muy bien. Una comida como tantas. Los invitados de casi siempre con algunos añadidos. Hay uno que destaca por su color sepia. Un personaje sin modales ni educación y en blanco y negro. Tal cual lo digo. Creyente y practicante habitual de la tontería de la cual es adicto. Me sulfura y puede con mi paciencia. Pero intento aguantarme y hago esfuerzos para que no se me note. Blandengue cuando está solo y sacando pecho cuando se esconde detrás de su mama. Señora casi hecha y atacada del tiroides que le provoca un comportamiento casi anormal. Ataviada con sus mejores galas depresivas que ningún especialista ni ningún medicamento han podido controlar. Su mejor virtud es la envidia.
A todo eso, el de color sepia, demostrando que no tiene autonomía. Ni siquiera estando emparejado y con un retoño en fase de crecimiento. No es un personaje singular. Es un drama singular. Pero bueno. Su falta de madurez le impide unas relaciones normales con su entorno. Pero en una comida la gente va a comer y no se fija en tonteces varias. Blanco y negro con tintes sepia tirando a oscuro. Tonterías todas las posibles porque en algo hay que destacar. Sus gracias, por suerte o por desgracia, no se las va a reír nadie.
Nunca asumirá una derrota porque no lucha. Se da por vencido a la primera y entrega las armas a su mama. No hay intriga en su vida porque es previsible. Cargado de frustraciones porque se sabe perdedor. Da mutis por respuesta sea cual sea la pregunta. La naturaleza no lo ha dotado y la historia no le exige. Vive desorientado buscando camino y destino. Cualquier resto encontrado en Atapuerca tiene más valor y le supera. Es un referente. Una alegoría a la estupidez humana. Es una idea en abstracto, una imagen del perder, un símbolo del fracaso. Mentalidad estéril y tontorrona. Si lo lee y se identifica se alegrará de los piropos.
La vida le ha sonreído con la sonrisa de la mala leche. Vive a ras del suelo. A su edad todavía no ha conseguido subir ni un puñetero escalón en el sistema evolutivo. Es un embrión de un ser unicelular. Convivir con este tipo de personajes es un castigo. Termino porque escribir semejante ensayo a la gilipollez no me ha producido ningún placer pero tenía necesidad de desahogo. Seguramente cualquiera de vosotros conoce un prototipo color sepia y con el que tiene que convivir. Pues, como dijo alguien, a quién Dios se la de, San Pedro se la bendiga. Ni siquiera vale la pena publicitar esta entrada. Salud.

martes, 15 de enero de 2013

El cuponero

No sé si es pronto o simplemente es temprano. Podéis llamarlo como queráis pero el sol todavía no ha salido aunque el alba lo intuye. Daremos por bueno que es de madrugada y que las farolas iluminan las calles. El bar de Pepe ya está abarrotado de gente que desayuna y conversa animadamente de sus cosas y de las cosas de los demás. 
Quien habla por hablar es un busto parlante que se asoma por la pantalla de una tele sin volumen. Algunos dicen que hace compañía pero al no tener volumen ni acompaña ni molesta. Esto tiene que decepcionar, pero el busto parlante no lo sabe. No podemos hablar todos a la vez como si se tratara de una tertulia de políticos o de intelectuales que firman manifiestos. Los jubilados respetamos el turno de palabra sin que nadie nos tenga que llamar al orden. Así todos nos enteramos porque además no andamos muy finos de oído. La cafetera no descansa y escupe café sin parar con espuma humeante. Los periódicos tampoco descansan y van de mesa en mesa para que sus titulares sean leídos y poco más porque se repiten día a día. La letra pequeña es para los ociosos que también los hay. Pero vienen más tarde. El Homo tiquismiquis no madruga porque sí.
Puntual como un reloj fabricado en Suiza y manipulado por un inglés entra Rafael. El cuponero. Viene caminando desde su casa. Es ciego. Camina casi pegado a las paredes de la calle con un bastón en la mano que a estas horas de la mañana se percibe como fluorescente para que le vean bien. La punta del bastón es una bola blanca que se arrastra un metro y pico por delante de él olfateando el terreno en zig zag como un sabueso. Hay que evitar accidentes y disgustos. Entra en el bar y se acerca a la barra. Se sienta en un taburete alto y reduce el bastón a un palmo. Le sirven un café con leche, pone el terrón de azúcar, lo mueve con calma y empieza a sorberlo. Entre sorbo y sorbo se van acercando los que tienen prisa a cambiar cupones o a comprarlos. Depende de la suerte del día anterior. Hemos llegado a la conclusión de que la gente no quiere hacerse rica, simplemente compra el cupón por inercia y, a lo sumo, aspira al reintegro.  Cuando termina se mete entre las mesas para seguir vendiendo. Sortea sillas, mesas y personas con la ayuda del mismo bastón que le guía por la calle. Llega hasta mi y se sienta. Mientras hablamos nos interrumpen mil veces pero no nos importa. Es el negocio. 
Me pregunta por las noticias porque él no lee la prensa porque es ciego. Lo de siempre, le digo. Nos siguen recortando lo que queda del estado del bienestar mientras la jefa de Merkeland sigue cortando el bacalao de todos. Algo de deportes. Columnas de opinión que se pueden leer y otras que no para mantener una buena salud mental. La página cultural es sólo media página. Fotos, sudoku, jeroglífico, crucigrama y una pequeña reseña de un libro. Algo de teatro, cine, música y una exposición de pintura. 
Rafael es inteligente y culto. Por la mañana vende cupones y se relaciona. Por las tardes está, mayormente, en su casa. Son tardes literarias con audiolibros o libros escritos en braille . No le molesta que le llamen ciego pero no acaba de asumir la palabra inclusiva de invidente. Él es ciego de nacimiento. 
Le digo que hay una mujer muy hermosa en otra mesa que no le quita ojo. Tendrías que verla. Me contesta convencido que él con la imaginación disfruta más que yo con la vista. Nunca me he llevado un desengaño y tú, seguramente, más de uno. Los sentidos a pleno rendimiento. Tocar delicadamente y formarte una idea. Oler el aroma de los perfumes y de la piel recién lavada. Las palabras, los suspiros, los latidos, el aliento y todo eso. Luego me paso el día buscando esos olores, esas voces y tocando manos y caras para reconocerlas. Imaginando sin ver nada es mucho más placentero que mirando. Prueba un día de vivir con los ojos vendados. La imaginación es muy poderosa y se alimenta de los sentidos de que dispongas. No veis más allá de lo que tenéis delante y éste no es mi caso. 
Me ha desarmado sin darme cuenta. Seguramente tiene razón. Ahora que dices esto pienso que a mi me pasa algo similar con el Twitter. A diario me comunico con personas a las que nunca he visto su cara ni he escuchado su voz. Desconozco su perfume y su forma de ser. Sólo me entero de lo que escriben y en muchos casos la foto del avatar no es la suya. Vienes a mi, me contesta. Tienes que ponerles una mirada, una voz, un olor, un color de ojos, unos gestos, una forma de hablar, etc. No sería lo mismo si los conocieras, añade Rafael. Cuando lees un buen libro pasa lo mismo. Juegas con la imaginación. No tienes otra cosa. Rafael, que hoy viene filosofando, me ha dado motivos para pensar en nuestras limitaciones y en el poder de la mente y la imaginación. Piensa que algunos de tus amigos de Twitter pueden ser mudos o tener alguna discapacidad. Y tu sin enterarte. Venga, confórmate con lo que tienes y cómprame este número que esta noche te puede tocar. Salud.
 

miércoles, 9 de enero de 2013

El borrador

El invierno se despidió con lluvia, nieve, frío y viento. Por todo lo alto. Como deben ser las grandes despedidas. La primavera se dejó influenciar un par de días y luego sacó su bandera de rayos de sol y torbellinos de brisa marina incluso para los que se encuentran lejos del mar. Un detalle de agradecer aunque estamos faltos de agua. 
Las letras y las palabras de esta primavera recién estrenada no están pensadas ni escritas para provocar nostalgia ni sufrimiento sino todo lo contrario. Están para ser leídas y para reconfortar a quién las escuche esté dónde esté. Como ahora, por poner un ejemplo. Para eso está la lectura. Para ser saboreada y disfrutada y máxime si los textos que se utilizan tienen el mar como metáfora de la vida. A veces agitado y a veces en calma. De frío invernal o de cálido estival. La vida misma que diría el poeta. Que cambia de color por momentos y que se rompe contra las rocas para hacer ruido y levantar espuma. Que te moja los pies en la arena de la playa y lo que haga falta.
Esta mañana temprano he cargado la pluma con tinta de letras para que de ella salgan bonitos textos que ahora os estoy leyendo. Que escriba sobre la vida y el amor. Sobre la naturaleza de las personas y la que nos rodea. Por eso utilizo esa tinta especial hecha de letras y cuando quien mueve la pluma es el corazón o el alma, la grandiosidad de la literatura aparece con todo su esplendor. Entonces, la mano que sostiene la pluma no tiembla porque lleva razón. Son textos de autor de cuando la ficción se hace realidad. 
Mi escritura sosegada y tranquila que otras veces ya os he mencionado provoca poesía narrada y reflexión meditada cuya lectura necesita tiempo. La energía de la conciencia que grita, a veces en silencio, a quién quiera escuchar. Los sentimientos y las emociones con las que convivimos todos los días y que nos hacen comprender la realidad.
No es un hablar por hablar. Es un decir con condiciones. Empezar el día con un café y unos buenos días. Una carga de energía positiva. Coger la pluma inquieta para que dibuje la vida sobre una hoja de papel. Los sentimientos y todo eso. Y luego se lee en la soledad de cada uno o se recita en público para todos. Cuando sirve para inspirar, recordar o pensar  más allá de lo que se ve o se tiene delante. Terreno arriesgado que hay que andar descalzo para asegurar el camino y el final.
Y a todo esto y sin que venga a cuento hemos empezado el año tan mal como terminamos el anterior. Políticamente de lo más incorrecto pero previsible. Donde los logros sociales se van aparcando o destruyendo uno a uno sin miramientos. Sin contemplaciones. Pero sólo para los débiles. Porque la política se ha convertido en el arte de manipular con la palabra y la estadística que es la forma más científica de mentir. Pero no puede con la letra impresa de narrativa y poesía. El libro y lo que en él está escrito nos servirán para sobrevivir a todo esto.
He vuelto a ver "Los Miserables" y me ha vuelto a gustar. Si pones las noticias los puedes ver saliendo del Congreso después de otro día perdido jugando con el iPad. La sombra de la ética es corta. La de la indiferencia es demasiado larga. Pues así nos va la época que nos ha tocado vivir. Tiraremos de dignidad hasta que se note y aunque seamos pocos.
Nos han presentado el año nuevo como de los más duros de la historia. Bien lo sabemos los que consumimos cultura y luchamos por la naturaleza.
Pero no todo es malo. Nunca antes se había publicado tanto. La gente se refugia en la literatura porque el confinamiento nos proporciona más tiempo. Leemos más por vocación, por necesidad o por evadirse de la realidad que nos maltrata. Ese maltrato que ha llegado sin esperarlo y que ya dura demasiado. Los autores consagrados no entienden que la gente tenga más ganas de escribir que de leerlos a ellos.
Seguiremos leyendo porque hay más diversidad de autores y temas. Hay muchos talentos noveles que escriben con la misma madurez que los consagrados. Dice uno,
"Me fascina tu talento para amar. 
Te reivindico mía.
Tú y tus virtudes.
Cuando estés conmigo 
dile a las paredes que cierren los ojos.
Dile a los ojos que no escuchen. 
Dile a tus oídos que no miren.
Dile a tu piel 
que no vaya diciendo por ahí 
cómo te toco y te acaricio.
Dile a las nubes que tapen el sol. 
Dile a la niebla que nos envuelva.
Quiero intimidad porque tengo celos. 
Dile a tus manos 
que no toquen nada. 
Sólo a mi.
Dile a tus ideas que no me sean infieles.
Dile a las sábanas que no se enfríen. 
Dilo alto. Que quede claro.
Quiero que me guardes en tu intimidad. 
No me hagas público todavía.
Quiero disfrutar más tiempo de ti 
sin distancias.
He pintado un mapa de tu cuerpo
y lo he memorizado".

Así escriben algunos escritores que no reúnen el perfil para publicar. Algunos lo hacen gratis en las redes sociales. Tweets con mensaje. Lectores que preguntan y autores que contestan. Así se escribe y luego se corrige. 
Después cada uno lo leerá mientras toma un café o lo escuchará descalzo y en la penumbra. Esto ha sido un borrador sin corregir. Un relato en bruto. Otro día lo corregiré. Salud.

jueves, 3 de enero de 2013

Relato fantástico

Quedé citado con ellos. No podría decir muy bien con quién. Las instrucciones estaban claras. Justo encima de la línea del horizonte del mar en calma y justo debajo del arcoíris. Allí estaba pues, según lo convenido. Se acercaron hacia mi. Algo así como fantasmas del pasado que no pude reconocer porque no tenían rostro y hablaban sin voz. Grandes gestos con unos brazos que no tenían. Yo con mi voz serena y ellos con voz muda o silenciada. Yo de carne y hueso y ellos de nada. Siluetas a medio terminar como hechos de una espesa niebla que cambia con el aire. Medias sombras. Querían conocer a los habitantes de la tierra firme. Dijeron venir de ningún sitio más allá del horizonte del mar en calma. Lejos de donde está mi casa. Cosas de fantasmas del pasado.
Se mostraron respetuosos, consecuentes, ilustrados, interesantes. Han conseguido, con el tiempo, acumular inteligencia en una especie de cerebro que no tienen. Es lo más parecido a una idea o a una forma de ser. No llevan una vida fácil de opulencia y despilfarro. No pueden. Sus esfuerzos se concentran en otras cosas. Nada de vida regalada. Pura dedicación para conseguir aumentar su memoria de historias y cuentos.
Son la nada del universo. Los que llenan los agujeros negros. Los que habitan en las mentes de las personas. Pueden traspasar el tiempo en cualquier sentido. También las paredes y las puertas cerradas. Son los protagonistas de una historia que no ha sido. Nadie los ha visto, pero están. Los percibo según ya he contado. No me pueden generar miedo porque no existen pero, puntuales a la cita. Vestidos sin ropa porque no tienen cuerpo. Con una agilidad de movimientos que impresiona. Yo inquieto e inmóvil en mi barco de papel justo encima del horizonte del mar en calma y debajo del arcoíris según lo acordado. Las mismas olas que me llevaron allí luego desaparecieron.
Nos comunicamos sin utilizar palabras. Sin prisas. Era importante para ellos y les vi con buenas intenciones. Me dijeron que llevan toda una vida sin dormir porque nadie les cuenta cuentos o historias antes de acostarse. Yo con los pelos de punta. Tanta cosa para pedirme un poco de memoria llena de cuentos. Por un momento me dieron lástima. Nosotros podemos recordar todas las etapas de nuestra vida y otras cosas. Incluso sin verlas. El sol, la tierra, la lluvia, el viento y el mar. Los sentimientos. La razón, la verdad y la libertad. La memoria no excluye ni pone condiciones. Recordamos nuestra existencia y nuestro significado. Ellos sin memoria. Seres hechos de niebla densa. Siluetas a medio hacer. Sombras de nada. Inteligentes pero sin memoria para recordar cuentos y por la cual cosa no pueden dormir.
Decidí cederles un trozo de mi memoria repleta de historias y cuentos para que puedan contarlos por las noches hasta quedar dormidos. Cuando sus ojos sin color y sin pupilas me miraron vi agradecimiento. Es un trastorno típico de estos fantasmas del pasado. Sin cuerpo. Sin voz. Sin rostro y sin mirada. Que habitan al otro lado del horizonte del mar en calma. Pasado el arcoíris. Quedaron agradecidos y nos citamos para otras ocasiones. La intención era intercambiar trozos de memoria con cuentos nuevos. Estaban emocionados. Ellos son todo y nada. Dependientes de la imaginación de cada uno. Son una idea. Fragmentos de una historia pasada. Ahora podrán reproducir textos literarios por las noches. Ahora, por las noches, podrán dormir.
Otra vez aparecieron las olas de debajo del mar en calma y llevaron el barquito de papel en el que me encontraba hasta la orilla. Ellos se dispersaron como hace la niebla al salir el sol. El arcoíris también desapareció. Volví a pisar la arena. A mi alrededor estaba la vida de siempre. La rutina reconfortante de cada día. No sabía si contarlo porque no me ibais a creer. Sólo podrán hacerlo aquellos que tengan imaginación. Todavía, cuando cierro los ojos, siento ese lenguaje diferente. Aquellas ideas, formas, sonidos de mar en calma que me trasmitían cosas interesantes. Movimientos de niebla cuando la quieres atrapar con las manos. Especie de dibujos al carboncillo. Confusos. Les entregué cuentos rescatados de mi subconsciente. Se los llevaron más allá de donde el azul del mar se confunde con el azul del cielo. Ellos no tienen horizonte. Son nómadas de la vida. Son formas donde el aire lleve sus nieblas. Son nobles como el oro. Se les intuye. Son intensos. Son de todas partes y de ninguna. Son proyecto de nada. Cenizas de lo que fueron. Ahora estas cenizas no tienen memoria. No se acuerdan de ningún cuento. Son simples en apariencia y complejos en su inteligencia. Ahora, con el trozo de memoria que les di, podrán volver a dormir en esa eternidad que les queda por vivir. Salud.