La comida estuvo muy bien. Una comida como tantas. Los invitados de casi siempre con algunos añadidos. Hay uno que destaca por su color sepia. Un personaje sin modales ni educación y en blanco y negro. Tal cual lo digo. Creyente y practicante habitual de la tontería de la cual es adicto. Me sulfura y puede con mi paciencia. Pero intento aguantarme y hago esfuerzos para que no se me note. Blandengue cuando está solo y sacando pecho cuando se esconde detrás de su mama. Señora casi hecha y atacada del tiroides que le provoca un comportamiento casi anormal. Ataviada con sus mejores galas depresivas que ningún especialista ni ningún medicamento han podido controlar. Su mejor virtud es la envidia.
A todo eso, el de color sepia, demostrando que no tiene autonomía. Ni siquiera estando emparejado y con un retoño en fase de crecimiento. No es un personaje singular. Es un drama singular. Pero bueno. Su falta de madurez le impide unas relaciones normales con su entorno. Pero en una comida la gente va a comer y no se fija en tonteces varias. Blanco y negro con tintes sepia tirando a oscuro. Tonterías todas las posibles porque en algo hay que destacar. Sus gracias, por suerte o por desgracia, no se las va a reír nadie.
Nunca asumirá una derrota porque no lucha. Se da por vencido a la primera y entrega las armas a su mama. No hay intriga en su vida porque es previsible. Cargado de frustraciones porque se sabe perdedor. Da mutis por respuesta sea cual sea la pregunta. La naturaleza no lo ha dotado y la historia no le exige. Vive desorientado buscando camino y destino. Cualquier resto encontrado en Atapuerca tiene más valor y le supera. Es un referente. Una alegoría a la estupidez humana. Es una idea en abstracto, una imagen del perder, un símbolo del fracaso. Mentalidad estéril y tontorrona. Si lo lee y se identifica se alegrará de los piropos.
La vida le ha sonreído con la sonrisa de la mala leche. Vive a ras del suelo. A su edad todavía no ha conseguido subir ni un puñetero escalón en el sistema evolutivo. Es un embrión de un ser unicelular. Convivir con este tipo de personajes es un castigo. Termino porque escribir semejante ensayo a la gilipollez no me ha producido ningún placer pero tenía necesidad de desahogo. Seguramente cualquiera de vosotros conoce un prototipo color sepia y con el que tiene que convivir. Pues, como dijo alguien, a quién Dios se la de, San Pedro se la bendiga. Ni siquiera vale la pena publicitar esta entrada. Salud.