Tengo una sobrina que se llama María Antonia. Mi sobrina María Antonia tiene diez años, un buen nivel de estudios y una nota media de nueve con dos. No está mal, pues.
Tiene una maestra de Ciencias Naturales que les está enseñando el aparato reproductor de los animales y de las plantas. Resulta que el ovario de las plantas se convierte en fruto, ha dicho. Que este ovario, para llegar a ser fruto, ha tenido que ser polinizado. Hablamos. Ha dicho la maestra que son los insectos o el mismo viento quién poliniza este ovario que tienen las plantas para que se convierta en fruto. Nada menos.
Tiene otra maestra que le explica Religión. Es asignatura necesaria e imprescindible para alumnos que viven en un estado aconfesional. No es bueno que se adoctrine en las aulas. Para colmo de males estoy hablando de una escuela pública. En fin. A lo qué íbamos.
Parece ser que las maestras han preparado el temario de forma conjunta para evitar equívocos entre los alumnos y mosqueo entre los padres. Aunque no lo creáis algunos son ateos y republicanos. Me dice mi sobrina María Antonia, que tiene diez años, que ha dicho la maestra de Religión que con la maternidad empieza la vida. Hay que reconocerle el mérito a la maestra que tiene que explicar este tipo de cosas a sus alumnos de forma tan romántica, poética y a la vez científica y entendible.
Pues será así si lo dice la maestra. Yo, chitón.
Que la maternidad es exclusiva del cuerpo femenino porque así lo ha querido Dios que es quién lo ha creado. La naturaleza, aquí, no pinta nada. Parece ser que la Virgen María sólo se llamaba María a secas. Lo de virgen viene a cuento de que no fue polinizada por ningún hombre. Fue cosa de Dios que le introdujo la semilla de la vida a través del viento del Norte que un buen día la rodeó por la cintura. Lo hizo nueve meses antes de finales de Diciembre. Casualidad o no. Con la cosecha del trigo.
Queda clara la explicación y la damos por buena. María, a todo esto, se enteró porque se lo dijo un ángel. Quedó turbada con tal noticia. No era para menos, y más cuando pensó en decírselo a su esposo José. Pero Dios, en su grandeza, y para no comprometer a María, tuvo a bien ser él personalmente quien diera la noticia al carpintero. Pues así todos contentos. A buen seguro se evitaron malos entendidos.
Han dicho las maestras de Religión y de Ciencias Naturales, en una clase conjunta, que poco antes del parto María tuvo que desplazarse con su esposo a Belén para arreglar un asunto de papeles de esos de empadronarse. Fue un embarazo de riesgo. Estando a punto de parir -ya sabe mi sobrina María Antonia de diez años lo que es esto- tuvo que viajar a lomos de un burro por caminos difíciles y pedregosos con el consiguiente peligro.
Llegado el momento, el hijo de Dios, vino al mundo en un establo dónde sólo había el burro con el que se habían desplazado. No había buey porque nunca lo ha habido en un establo. Ni ningún otro tipo de animal. Tampoco estaba el carpintero porque no era costumbre que los hombres estuvieran al lado de sus esposas en momentos como este.
Tienen mérito estas maestras cuando tienen que contestar preguntas comprometidas que alumnos de diez años como mi sobrina María Antonia hacen. ¿Porqué las mujeres tienen la exclusividad de la maternidad? Y me pregunta a mí. Yo no soy la maestra de Ciencias Naturales y mucho menos la de Religión. ¿No sería mejor algo compartido. Indistintamente el hombre o la mujer? Me gusta la idea pero no puedo contestar lo que pienso para no confundir a una mentalidad en periodo de formación.
María era una mujer prometida a su esposo José y comprometida con el matrimonio vitalicio. Por eso sus labios se quedaron mudos cuando se supo polinizada con la semilla que el viento del Norte le dejó al rodearla por la cintura. No menos inquieto estaba José cuando supo lo que pasaba. Se quedó con el rostro perdido o extraviado en busca de un refugio de calma. En estos momentos cualquier cosa hubiera servido para protegerse de la situación. Un coma inducido por algo destilado o fermentado, por ejemplo. Pero era hombre serio y responsable y cuidó de María durante todo el embarazo y después de él.
Ya en Belén, el carpintero se mostraba contracturado por las circunstancias. Preocupado en buscar un establo adecuado para el acontecimiento del año. Tuvo que ser un momento difícil para todos piensa mi sobrina María Antonia porque la maestra así lo ha dicho. Yo también lo pienso. Me mira muy atenta mi sobrina de diez años. Observa con cuidado mis reacciones, mis gestos y mis palabras. Yo mantengo la compostura con cara neutra o de esas de estar de acuerdo en todo. No se puede contradecir a una maestra cuando explica la historia verdadera.
Mientras he escrito esta entrada y mientras la he corregido no he parado de cantar villancicos. Doy mi palabra de que estoy afónico. Los he cantado para todos vosotros que leéis mi Blog. Digo pues que os deseo una MUY FELIZ NAVIDAD a todos. Salud.