Observo atónito una de esas imágenes que quedan grabadas en la retina y en algún lugar del cerebro. El audio de lo que observo no tiene desperdicio. La noticia está en la comisión correspondiente dedicada a tonterías, gilipolleces, imbecilidades y festejos varios con traca final. Sala a rebosar de señorías por la trascendencia del tema y porque cobran para cada acto de estos. Cobertura informativa sin precedentes porque la ocasión lo requiere. La susodicha comisión tenía un papelón. Redactar una ley en la que especifica que el funcionario de turno del registro civil deberá poner nombre y apellidos -y el orden de éstos- siempre que los padres no se pongan de acuerdo en ello. Incluidos bebés nacidos muertos a partir del sexto mes de embarazo.
Desde mi soledad de espectador no entiendo que ahora haya un problema dónde nunca lo hubo. Como quiera que ahora mismo en España reina una calma chicha y hay que ocupar el tiempo en algo serio. Y como sea que cada vez que esa gente se reune cobra una extra, entiendo que se aborde seriamente un problema de tal envergadura en un momento trascendente y con la seriedad que se requiere.
Una de las desazones humanas de corte existencialista es el nombre y apellidos que cada quién deberá de poner a sus hijos. Puedo entender que nueve meses o más sean del todo insuficientes para ponerse de acuerdo en este tema. Cuando el niño nace ya no hay tiempo y debe ser inscrito de inmediato en el registro civil. Este es un problema que se da con mucha frecuencia en nuestro pais por lo que había que tomar una decisión responsable. La conclusión, en estos casos, ha sido aprobada por unanimidad en las comisiones, subcomisiones, extracomisiones, pasillos o tomando café. Pero tenemos solución. El funcionario que esté de guardia en el registro civil y se encuentre con desavenencias de pareja sobre este tema será el responsable de poner nombre y apellidos y el orden de estos últimos según le salga de la chorra este día. Todavía no me lo puedo creer. Por un momento tengo deseos de ser este funcionario. Seguramente provocaría suicidios en los padres y en los hijos cuando tengan edad de pensar. Algo así como: vengo a inscribir a mi hijo. Rellene este formulario. Ha dejado en blanco el apartado de nombre y apellidos. Es que mi mujer y yo no nos hemos puesto de acuerdo. Vale. Se llamará "Fulanito Pi De Sutanito al Cuadrado". ¿Cómo lo ve? ¡Ostras! ¿No puede ser otro? ¡Hoy no! Si se le olvida el nombre llámele simplemente "tres, catorce, dieciseis". ¿Y cuando es su santo? No lo se. No entra dentro de mis funciones. ¡El siguiente!
Se admiten nombres para facilitar el trabajo de estos abnegados funcionarios. Salud.