La memoria tiene una deuda conmigo sobre un acontecido entre tú y yo. De nuestra juventud. A lo mejor tú te acuerdas y me ayudas.
He encendido la chimenea porque no hay trincheras donde ir y el fuego me hace compañía. Menos mal del fuego. No es por el frío. Este invierno está domesticado y ha venido cálido. Ni siquiera el mar, a estas horas, lleva olas. También está manso y domesticado. Bueno, no siempre.
Se me ha ocurrido que también somos tiempo y que hacemos historia. De repente me he sentido abrumado por la responsabilidad de todo junto. Leo que el poeta ha desnudado su alma. Es un fraude. Solamente escribe poesía.
En la Isla no tenemos ríos. Pero tenemos torrentes para cuando llueve. Este año, algunos, no se han estrenado. Otros han llevado un poco de agua que ni siquiera ha llegado al mar.
La neblina del amanecer no me deja ver el esplendor de la luz. Pero la presiento. La luz viene con el amanecer y esto ocurre todos los días. Esa luz que borra las cicatrices del día anterior. Dice el poeta que la ansiedad y la esperanza tienen un contrato de interinidad. Se alternan. Porque los días hacen mella. Los acontecimientos también. A veces las cicatrices tardan en desaparecer.
El gorrión de todos los días ha venido a comer las migas que le dejo en el suelo. Picotea un rato y luego se va. Yo le observo detrás de la cristalera. El gorrión carece de pasado. Sólo vive el momento sin más impertinencias.
Hoy aprovecho para curarme de mi cansancio semanal. Sobre todo de la parte emocional. Aunque el invierno parezca primavera. Que los días de la vida tienen momentos y minutos. Pero no tienen atajos. Reconozco que algunos días improviso. Los cálculos para los que no son de letras.
Ya dije en un tuit que las monjas de clausura no tienen espejos. No ensayan miradas y no saben cómo es su sonrisa. Pero ven cómo envejecen las otras monjas y no pueden decirlo porque viven en silencio.
Un día le voy a poner voz a tu silencio impertinente. Y saldrás de dudas. Sabrás porqué el sol duerme en el mediterráneo. Aunque algunos mantienen otras teorías que quizá no sean ciertas. Cuando el viento viene del norte el mar susurra también a los que no oyen.
Cuando ponga voz a tu silencio impertinente sabrás porqué los pájaros duermen en la montaña y el gallo canta al amanecer. Pero una cosa te digo, no me veo capaz de ponerle voz a tu mirada. Salud.