Una mañana se encontró indispuesto y lo llevaron a urgencias. El médico le pidió que dijera treinta y tres. Lo dijo y lo ingresó. Al día siguiente le pidió que tosiera. Se negó y firmó el alta voluntaria. Regresó al pueblecito costero justo a tiempo para ver la puesta de sol. Es que el poeta Fulano es de letras. Caramba.
Y va pasando el verano casi sin darnos cuenta. El poeta disfruta los segundos como si fueran los únicos de su vida. El verano se acerca a su fin pero no así el calor. Que sigue apretando y nosotros en remojo. Las horas de luz son menos y los novios aprovechan la oscuridad temprana y el amanecer tardío para quererse. Ya sólo faltan las fiestas patronales en tres pueblos de la Isla. Los rezagados. El poeta Fulano no va de fiestas ni de verbenas. Ha descubierto la tumbona del porche y las veladas de tertulia con velas y Brandy. Le seduce y se inspira.
Por la mañana lee la prensa local en el bar de Pepe mientras toma café y unas tostadas. También ha descubierto la ensaimada el puñetero. No entiende que la consellera de talla grande inaugure unas huelgas antes que el curso escolar. El año que viene gobernarán otros o no tendremos poetas que nos sucedan. Ambos hemos leído mucho este verano. Pero tenemos una pila de libros pendientes recomendados. Habrá que echar mano del otoño. Que también es tiempo propicio para la lectura junto al mar.
Cada noche piensa el sueño el poeta. No le gusta improvisar. Que después los recuerda y es como si hubiera vivido dos veces. Se quiere llevar el mar a la capital. El pescador le ha regalado una caracola. Dice que la pondrá sobre la mesita de noche para escuchar las olas antes de dormirse. Todo en él es algo único. Lo que dice. Lo que hace. Lo que piensa. Lo que escribe. Y todo eso que sigue.
Se marcha el poeta Fulano, porque no ha querido que diera su nombre, con lágrimas. Se lleva recuerdos y amigos. Sonidos y olores. Se lleva en la memoria el mar mediterráneo. Las puestas de sol sobre el horizonte del mar. La seguridad de que volverá. Las siestas de bochorno y el mareo del mar cuando navegó en barca. Los buenos días de las gentes y los escritos en la orilla mientras las olas le roban las huellas y la sombra. Que te vaya bien, poeta. Salud.
Y va pasando el verano casi sin darnos cuenta. El poeta disfruta los segundos como si fueran los únicos de su vida. El verano se acerca a su fin pero no así el calor. Que sigue apretando y nosotros en remojo. Las horas de luz son menos y los novios aprovechan la oscuridad temprana y el amanecer tardío para quererse. Ya sólo faltan las fiestas patronales en tres pueblos de la Isla. Los rezagados. El poeta Fulano no va de fiestas ni de verbenas. Ha descubierto la tumbona del porche y las veladas de tertulia con velas y Brandy. Le seduce y se inspira.
Por la mañana lee la prensa local en el bar de Pepe mientras toma café y unas tostadas. También ha descubierto la ensaimada el puñetero. No entiende que la consellera de talla grande inaugure unas huelgas antes que el curso escolar. El año que viene gobernarán otros o no tendremos poetas que nos sucedan. Ambos hemos leído mucho este verano. Pero tenemos una pila de libros pendientes recomendados. Habrá que echar mano del otoño. Que también es tiempo propicio para la lectura junto al mar.
Cada noche piensa el sueño el poeta. No le gusta improvisar. Que después los recuerda y es como si hubiera vivido dos veces. Se quiere llevar el mar a la capital. El pescador le ha regalado una caracola. Dice que la pondrá sobre la mesita de noche para escuchar las olas antes de dormirse. Todo en él es algo único. Lo que dice. Lo que hace. Lo que piensa. Lo que escribe. Y todo eso que sigue.
Se marcha el poeta Fulano, porque no ha querido que diera su nombre, con lágrimas. Se lleva recuerdos y amigos. Sonidos y olores. Se lleva en la memoria el mar mediterráneo. Las puestas de sol sobre el horizonte del mar. La seguridad de que volverá. Las siestas de bochorno y el mareo del mar cuando navegó en barca. Los buenos días de las gentes y los escritos en la orilla mientras las olas le roban las huellas y la sombra. Que te vaya bien, poeta. Salud.