Dice un contertulio, ya de buena mañana, a propósito de que ahora es el tutor legal a tiempo parcial de su nieto, que la niñez es valiente entre tanto adulto que te dice constantemente lo que tienes que hacer y cómo. Seguramente es así visto desde el papel de abuelo activo porque toca. Resulta que dice que hay instantes de su vida que se repiten gracias a los recuerdos. Y que no le falten. Sus recuerdos, más que nunca, afloran gracias al nieto. Otra educación con las mismas bases pero con distintos medios. Retocada, ampliada y mejorada de la primera. La de sus hijos.
Casi nada lo que dice el contertulio de buena mañana. Educar los valores de siempre a dos generaciones posteriores y sin haberte reciclado. Una aventura que le deja extenuado cuando llega la noche. Las ansias de vivir de uno y otro es la misma. Uno de forma rápida y casi alocada sin pensar en consecuencias. El otro de forma más pausada y tranquila y razonando las consecuencias de cada decisión. Es lo que tiene vivir la vida siendo abuelo jubilado activo con nieto hiperactivo.
En uno la felicidad va directamente relacionada con la despreocupación. En el otro, la búsqueda de la felicidad, va en relación al grado de responsabilidad. Entre todo está esa niñez valiente entre tanto niño. Que esta es otra. Convivir con el nieto implica convivir con otros niños y sus progenitores que puede resultar más complicado que convivir sólo con adultos porque muchos demuestran no haber evolucionado por lo que dicen y lo que hacen. Realmente preocupante.
Ha dicho el contertulio de buena mañana, después de sorber los posos del café, en sus deseos de agradar, que el llanto de los bebés o de los niños pequeños, son llantos de soledad. Nos ha desarmado. Ha sido como un pájaro exótico de oriente cuando bate sus alas. Provoca un fuerte vendaval que agita el mar, las ramas de los árboles del bosque y las conciencias de las personas. Sus palabras, ocurrentes o no, entraron para quedarse. Tomé nota para hablarlo con el mediterráneo a media tarde. Casi al anochecer de algún día cuando el sol todavía no está puesto. Quizá en primavera o en otoño. Uno de esos días que el viento aprovecha para limpiar el cielo de nubes. Porque también se dedica a esto.
Esos días invernales en que el sol se comporta de forma rústica. Con calor de hoguera de infierno. Es el momento adecuado para que el mediterráneo te escuche con claridad y te conteste con olas mansas y rojizas de sol bajo y cansado. Que cuando el sol está bajo alarga la sombra de olivos y encinas y te llega a la orilla donde te sientas en la roca del poeta.
El abuelo activo, representante legal a tiempo parcial del nieto hiperactivo porque sus padres tienen que trabajar, se agobia. Porque el abuelo tiene la edad legal de descansar o de tomarse la vida con otra filosofía. Pero no puede, por responsabilidad. Y sigue sacando fuerzas de flaqueza para cumplir dignamente. Lucha y gana, y aún ganando, no percibe felicidad. Igual que el que pierde. Echa en falta el deseo y las ganas de desempeñar un trabajo para el que no necesita ni se le exige un título universitario. Simplemente sentido común y abnegación.
Ha decidido hacer un añadido al testamento para dejarle el alma a ese nieto que ahora cuida a tiempo parcial. Con mano firme y sin mal criarlo porque se lo han dicho los progenitores. Pero los abuelos jubilados están para todo lo contrario. Que así le recordará el nieto. Algunos sentimientos pasan en un susurro escueto. Pero dejan un eco imparable. Seguramente son deseos. Ese abuelo que con el tiempo ha forjado una jaula de oro y plata, cómoda y bonita, para vivir la intimidad de la jubilación. Y la jaula está sin estrenar. La intimidad también. El momento legal no se coincide con el momento real. Hasta que no vuelva a ser el jubilado despreocupado que espera la llegada del juicio final no habrá más puestas de sol que admirar. Ni amaneceres. Siguen siendo deseos no cumplidos.
Sólo hay nubes y lluvia de finales de verano que suplantan el día soleado. Ha dicho el contertulio de buena mañana que pronto los niños empezarán la escuela. Entonces el deseo de vivir la jubilación a tiempo completo se cumplirá. Con las prisas del nieto se le olvida coger la sombra y sale sin ella. Y si va con prisas, la sombra no le puede seguir. Así las cosas, el sueño de los sabios transcurre siempre de noche. Que la sabiduría viene de haber soñado con la derrota. Salud.
Casi nada lo que dice el contertulio de buena mañana. Educar los valores de siempre a dos generaciones posteriores y sin haberte reciclado. Una aventura que le deja extenuado cuando llega la noche. Las ansias de vivir de uno y otro es la misma. Uno de forma rápida y casi alocada sin pensar en consecuencias. El otro de forma más pausada y tranquila y razonando las consecuencias de cada decisión. Es lo que tiene vivir la vida siendo abuelo jubilado activo con nieto hiperactivo.
En uno la felicidad va directamente relacionada con la despreocupación. En el otro, la búsqueda de la felicidad, va en relación al grado de responsabilidad. Entre todo está esa niñez valiente entre tanto niño. Que esta es otra. Convivir con el nieto implica convivir con otros niños y sus progenitores que puede resultar más complicado que convivir sólo con adultos porque muchos demuestran no haber evolucionado por lo que dicen y lo que hacen. Realmente preocupante.
Ha dicho el contertulio de buena mañana, después de sorber los posos del café, en sus deseos de agradar, que el llanto de los bebés o de los niños pequeños, son llantos de soledad. Nos ha desarmado. Ha sido como un pájaro exótico de oriente cuando bate sus alas. Provoca un fuerte vendaval que agita el mar, las ramas de los árboles del bosque y las conciencias de las personas. Sus palabras, ocurrentes o no, entraron para quedarse. Tomé nota para hablarlo con el mediterráneo a media tarde. Casi al anochecer de algún día cuando el sol todavía no está puesto. Quizá en primavera o en otoño. Uno de esos días que el viento aprovecha para limpiar el cielo de nubes. Porque también se dedica a esto.
Esos días invernales en que el sol se comporta de forma rústica. Con calor de hoguera de infierno. Es el momento adecuado para que el mediterráneo te escuche con claridad y te conteste con olas mansas y rojizas de sol bajo y cansado. Que cuando el sol está bajo alarga la sombra de olivos y encinas y te llega a la orilla donde te sientas en la roca del poeta.
El abuelo activo, representante legal a tiempo parcial del nieto hiperactivo porque sus padres tienen que trabajar, se agobia. Porque el abuelo tiene la edad legal de descansar o de tomarse la vida con otra filosofía. Pero no puede, por responsabilidad. Y sigue sacando fuerzas de flaqueza para cumplir dignamente. Lucha y gana, y aún ganando, no percibe felicidad. Igual que el que pierde. Echa en falta el deseo y las ganas de desempeñar un trabajo para el que no necesita ni se le exige un título universitario. Simplemente sentido común y abnegación.
Ha decidido hacer un añadido al testamento para dejarle el alma a ese nieto que ahora cuida a tiempo parcial. Con mano firme y sin mal criarlo porque se lo han dicho los progenitores. Pero los abuelos jubilados están para todo lo contrario. Que así le recordará el nieto. Algunos sentimientos pasan en un susurro escueto. Pero dejan un eco imparable. Seguramente son deseos. Ese abuelo que con el tiempo ha forjado una jaula de oro y plata, cómoda y bonita, para vivir la intimidad de la jubilación. Y la jaula está sin estrenar. La intimidad también. El momento legal no se coincide con el momento real. Hasta que no vuelva a ser el jubilado despreocupado que espera la llegada del juicio final no habrá más puestas de sol que admirar. Ni amaneceres. Siguen siendo deseos no cumplidos.
Sólo hay nubes y lluvia de finales de verano que suplantan el día soleado. Ha dicho el contertulio de buena mañana que pronto los niños empezarán la escuela. Entonces el deseo de vivir la jubilación a tiempo completo se cumplirá. Con las prisas del nieto se le olvida coger la sombra y sale sin ella. Y si va con prisas, la sombra no le puede seguir. Así las cosas, el sueño de los sabios transcurre siempre de noche. Que la sabiduría viene de haber soñado con la derrota. Salud.