jueves, 28 de abril de 2011

Lectura en movimiento

Llegamos a Madrid desde Segovia. Unos días de descanso y de gastronomía. Tomamos el metro para llegar al centro de la Villa y Corte. La persona que me acompaña me pide el libro que estos días está consumiendo. Le digo que no. ¡En el metro no se puede leer! ¿Es imposible! Es que otros lo hacen. ¡NO! Ella está sentada y yo estoy de pie con una maleta entre las piernas. El metro acelera bruscamente y desacelera de igual manera. Agarro la maleta con fuerza y yo me agarro de igual manera a una barra horizontal en lo alto del vagón. ¡Din, don, dan ding! Voz de hombre, "próxima estación". Voz de mujer, "Plaza de Castilla...conexiones con las líneas nueve y diez". ¡Din, dan, don, ding! Movimientos laterales bruscos y rápidos en el sentido de la marcha. Con la otra mano también me agarro fuerte al asiento. ¡Briiiii! ¡Zasssss! Se abren las puertas. Gente que sale. Gente que entra. Pasajeros que se recolocan dentro del vagón. ¡Briiiii! ¡Briiiii! ¡Zasssss! Las puertas se cierran y otro movimiento brusco de aceleración. Vaivenes en todos los sentidos. ¡Din, don, dan, ding! Voz de hombre, "próxima parada". Voz de mujer, "Tetuan" ¡Din, dan, don, ding! ¡Briiiii! ¡Zasssss! Parada y consiguiente movimiento de pasajeros. Aceleración. Ha entrado un artista en prácticas con un carrito. Pulsa un botón y se empieza a escuchar música de acompañamiento a cierto volumen para que se escuche en todo el vagón. Él saca una flauta andina y toca "el cóndor pasa". Bueno, más o menos. ¡Cing, clong, cling, clong! Es el móvil de un fulano que está sentado enfrente de nosotros. "Dime. Yo no quiero nada, eres tú la que me has llamado. Pues te habrás confundido al marcar" ¡Din, don, dan, ding! Vos femenina, "por su seguridad rogamos mantengan sus pertenencias a mano". ¡Din, dan, don, ding! Sigue la música andina. "Si, claro que estoy bien. Ahora mismo me voy a casa, otro día te llamo". ¡Din, don, dan, ding! Voz de hombre, "próxima estación". Voz de mujer, "Estrecho...estación en curva...tengan cuidado al salir de no poner el pie entre el vagón y el andén" ¡Din, dan, don, ding! ¡Briiiii! ¡Zasssss! Más movimiento de pasajeros. Entra un hombre casi bajito y con un perímetro de cintura bastante considerable. Un peso que rondará algo más de 150 kg. Empuja, ahueca y desplaza un buen número de pasajeros. Entre persona y persona no cabe ni un papel de fumar. En una especie de curva y con dos empujones se acomoda y levanta un brazo para cogerse a la barra. Un olor desagradable inunda el vagón y provoca mareos y arcadas. ¡Briiiii! ¡Briiiii! ¡Zasssss! "No te preocupes, un día de estos te llamo y paso a verte. Adios". Música andina. Con un empujón mi persona física se ve transportado desde la puerta al otro lado del vagón con la maleta incluída. De un segundo empujón intentó lo mismo con un jubilado octogenario con bastón y boina. Todavía recuerdo la mirada agonizante en busca de ayuda que no le pude prestar por mucho que lo intenté. El representante de la tercera edad avanzada perdió el bastón y la boina y se vio aplastado contra una barra vertical que hace las veces de agarradera. El señor obeso y de fornidos brazos seguía empujando hasta conseguir que el octogenario y la barra vertical se fundieran en una misma cosa a modo de pintxo de cocina de autor. Su mirada me persigue a todos los sitios y a todas horas. No puedo olvidarla. Por las noches tengo pesadillas y no puedo olvidarlo.  ¡Din, don, dan, ding! Voz de hombre, "próxima estación". Voz de mujer, "Alvarado". ¡Briiiii! ¡Briiiii! ¡Zasssss! El músico en prácticas se acerca a saludar con el sombrero en la mano.  El efecto de los vaivenes del metro y del hombre bajito y perímetro de cintura alarmante generan un efecto devastador en el vagón del metro. Mi nivel de conciencia iba disminuyendo lentamente. Ahora me estoy recuperando lentamente. ¡Din, don, dan, ding! Voz de hombre, "próxima parada". Voz de mujer, "Cuatro caminos...correspondencia con las líneas dos, cuatro y seis". ¡Briiiii! ¡Zasssss! Así todo el trayecto. Los pasajeros que llevaban libro en mano no giraron página. Evidente. ¿Alguien me puede explicar cómo se puede leer un libro en el metro? Si alguien pudiera explicármelo y que yo lograra entenderlo, se lo agradecería. Ahora me preocupa saber qué fue del abuelo al que dejé agonizante empotrado en la barra vertical con los ojos en blanco y con estertores de finalizar la vida. Salud.