Ha nacido un nuevo grupo de personas del tipo "plataforma reivindicativa". Están en todos los foros sociales y se hacen llamar "jóvenes sin futuro". Un nombre de impacto que llama la atención pero que resulta poco alentador. Están constituidos en una marca blanca. No desean tener vínculos con ninguna ideología política, religiosa o sindical. Hacen preguntas y quieren respuestas. No he escuchado propuestas. Estarán en ello o se les habrá olvidado. Digo yo. No se.
En su estructura hay dos grupos generacionales que padecen la crisis sobremanera. Un primer grupo generacional lo abarcan jóvenes de entre dieciocho y veinticinco años. Desde los que quieren acceder a lo que les corresponde una vez terminado el bachillerato hasta los que quieren hacer lo mismo pero con carrera y un poco currículum. Estadísticamente hablando, los primeros lo tienen mal por falta de preparación y los segundos lo tienen igual de mal por exceso de preparación. En medio se encuentran los de la formación profesional que son los más beneficiados. Me baso en datos reales publicados por el gobierno. El segundo grupo generacional que forma parte de esta plataforma reivindicativa está formada por personas de a partir de los cincuenta años y que han perdido su trabajo y que, seguramente, no lo volverán a recuperar ni cuando haya pasado la crisis. Son los parados crónicos o de larga duración. Los que tuvieron y no tienen. Los expertos coinciden en que la única salida que tienen es montar su propia empresa basada en la experiencia. En este caso no necesitan dinero sino valentía.
No han tenido suerte ni unos ni otros. No tienen nada que ver con la crisis pero la sufren y la pagan y no les parece bien. Estamos de acuerdo. Las cosas que pasan no siempre son justas. Los ideales de estas personas, con el tiempo, se van difuminando lentamente. Muy bonita la puesta de sol pero al final sólo queda la oscuridad. La lucidez colectiva hizo que se movilizaran a través de las redes sociales. Los que buscan su primer empleo no estaban. Los mayores que han perdido el trabajo tampoco estaban. Estaban los de siempre. Los universitarios. Los que tienen de todo y les sobra tiempo y ganas. Fue una manifestación preventiva. Consignas bananeras. Pareados improvisados. Pasaron desapercibidos y no fueron nada ingeniosos. A todo esto, ninguna cabeza visible porque son tan demócratas que nadie manda ni organiza. Las resoluciones se toman a modo de "lo que la mayoría decida". No hay debate previo. El fiasco estaba garantizado. La idea inicial era buena pero no se preparó y la falta de elaboración de un plan se convirtió en una carrera de obstáculos. A perro flaco todo son pulgas. Efectivamente. Al final se les unieron los antisistema. Estos parásitos que viven y se aprovechan de males ajenos. Fracaso estrepitoso. Era previsible. Así fue. Es la historia de una tarde. Nunca más se supo. Salud.