Llegados a este punto he pensado que debo felicitaros la Navidad. Como cada año, claro. No estaba muy seguro de lo que tenía que poner. Lo que sería más conveniente. Lo que os gustaría más. O quizá algo tradicional al más puro estilo de los villancicos. Ante la duda razonable y razonada he consultado con Eugeni y le he pedido si quería involucrarse. Ha hecho unas muecas que no pienso traducir y le ha parecido bien.
Necesito el "Jalluga" (es mi barca). Me adentraré en el mar. Dirección horizonte. Con las velas hinchadas. Y cuando encuentre una ola que sea capaz de inspirarme escribiré. Volveré al anochecer. Después de que el sol se haya puesto. Me ha gustado la idea. Que es cosa importante felicitar una Navidad a los amigos. La Noche Buena es noche sosegada. Compartiendo mesa con buena compañía. Que no falte el vino, las palabras y la risa. Las miradas y la ternura. Noche de fiesta y abundancias de mejores intenciones. Esa noche en la que el viento se cuela por las rendijas y deja villancicos oportunos. Reivindicando generosidad. Nada de abusos ni extravagancias. Ni demasías. Haremos coincidencia de la Navidad con el recién estrenado invierno y la finalización del año. Muchas cosas juntas. Recuerdos y balances. Cosas buenas que habrá que repetir y otras que habrá que olvidar.
Todo sobre una mesa para ordenar. Lo que se hizo y se hizo bien. El porqué de lo que no se hizo. Crepúsculos y entre lunas. Soledades inciertas y difusas. Los que ya no están. Los que están de camino. Los que acaban de llegar. Asomarse a la Navidad para ver el Año Nuevo. Desde la orilla o desde en medio del océano. Ideas en la mente que alargan su sombra hasta la memoria. Papeles por escribir. Felicitaciones que dar. Trayectos que hay que andar. Caminos invisibles que hay que intuir. Tiempos apasionados de magias y hechizos detrás de un Avatar. Algunas pesadillas que el día borrará. Navidad blanca o del color que cada uno quiera. Con su aroma de turrón y a reunirse todo el día. Esos días en que las dudas brillan más que otro día y las certezas también. Errores y aciertos. Ecos de todo un año que retumban sin cesar. Días indecisos de bellos decorados. Sol, lluvia, nubes, niebla.
Los balances para los de ciencias. Las letras para mi. La rutina convive con la evidencia de lo nuevo. Tardes de chimenea con libros y letras. El tiempo que nos devora. O nosotros a él. Que ya no sé lo qué pensar. Que de tanto pensar tengo nublado el entendimiento. A todo esto, y mientras Eugeni está entre olas pensando y escribiendo, nos hemos reunido todos. Estos personajes inventados de carne y hueso que son mis amigos. Ya los conocéis. No pensé que fuéramos tantos. Hemos quedado para tomar una copa y algo de picar. Nunca habíamos coincidido todos en una entrada de blog. Éramos más que en el entierro del conde de Orgaz y en menos espacio. Casi tantos como en la rendición de Breda o en la batalla de Bailén. O sea, muchos. En Navidad estas reuniones son bonitas. Desde que se inauguraron pantanos y cunetas a partes iguales no se había visto tal concentración de gente. Hemos hablado de la Navidad y de libros y de pensar la lectura. Es tanto el placer que provoca la lectura de ciertos libros que cualquier día de estos los ensotanados lo declararán pecado.
En la copa ha venido la señora más jubilada de todo el pueblo. Una que va enlutada desde el siglo pasado. Usa una muleta porque está un poco impedida de una rodilla y de una artrosis de una cadera. La que va a misa primera todos los días y los de guardar. Que reza de pie y en latín que es lo que toca. Además comulga sin gluten porque tiene alergias.
Vale pues, Feliz Navidad y buen Año Nuevo. De mi parte y de Eugeni que es el responsable de organizar estos eventos. Salud.