He leído que dicen de Umbral que tenía un cerebro imaginario. Seguramente tenía un cerebro lleno de experiencias. Una mano que sabía escribir así de bien. Y una pluma que le obedecía. Todo ello en su conjunto explica su prosa. Seguramente es eso. Así lo creo yo. Un torbellino de ideas acomodadas en las páginas de los libros de escribió. Como el mar. Que los días que sopla el viento lo contiene el acantilado. De lo contrario se saldría. Sólo se desborda por la playa porque le gusta el contacto con la arena. Igual que la sombra. Siempre a resguardo del sol o de la luz de las estrellas. Por eso es sombra.
Este blog tiene rostro, color y aroma. Y lo contrario. Cada cual que lo lee aprecia su rostro. Su silueta. Su aroma y su color. El blog que te mira aunque no tiene ojos. El que te susurra silencios al oído para que nadie más los escuche. El que dice con letras porque no tiene boca y no habla. El que tiene relatos breves. Historias pequeñas que se dejan ver entre la niebla. El que cuenta cosas que parecen verdaderas y a lo mejor no lo son. O son historias parecidas a algunas que nunca existieron. Frases que parecen absurdas si no las piensas bien. Este no es un blog. Es el Blog. El que lleva todo tipo de géneros literarios. Esto es lo que quería decir. Como lo que he leído que dicen de Umbral. Porque me gusta. El blog tiene miradas. Tiene vistas al mar y a la montaña. Tiene recodos para el descanso. Camino para caminar. Ideas para pensar. El blog que tiene silencios y espacios en blanco. Y que también dicen. Abierto de día y de noche. Las veinticuatro horas. Porque siempre es de día o de noche en algún sitio donde habrá alguien que querrá entrar y ojear. Incluso leer. El blog tiene vida propia y de otros. De lectura agradable y sencilla. Debe ser leído desde la tranquilidad y desde la sensibilidad hacia la letra escrita.
Por aquí han pasado poetas, filósofos, escritores, científicos, payasos, profesores, marujas y otros. Ciegos, cojos, jubilados y sin papeles. Todos han dejado una huella en quien los ha leído. Que lo sé. Incluso mi sobrina María Antonia que el año pasado nos felicitó la navidad. Cada uno con su sonrisa y su expresión cultural. Vecinos que pintan. Amaneceres y atardeceres. El sol, la luna y las estrellas. El mar y la montaña. Las piedras mudas y los árboles centenarios que sólo hablan cuando los mueve el viento. El horizonte y sus nubes. Y las lluvias torrenciales con su fango. El arcoíris. Las farolas de la noche que luchan contra la oscuridad. El indigente, el poeta y el músico de la boca del metro. Los sueños y desvelos. Las noches en blanco y sus días estresantes.
Ahora mismo cuando escribo esto y miro por la ventana veo al anciano jubilado de casi el anochecer con andar torpe y desorientado. Calle abajo con su perro amigo que conoce sus costumbres. Entre la oscuridad de la noche que llega y la luz de las farolas que acaban de encenderse. El jubilado mal pagado por culpa de la crisis. A estas horas ninguno de los dos lleva la sombra arrastrándose por el suelo. Ni por las paredes de las casas. El perro preocupado de sus cosas. El anciano preocupado de los dos. Héroe de la vida. Retirado de todo lo vivido y de lo que le queda por vivir. Pero ahora mantiene la dignidad porque es el protagonista de esta entrada del Blog.
Tocan ocho campanadas. La hora de la última misa. Antes de la cena. Él no asiste a lo primero. Lo de la cena será algo fugaz porque se lo ha dicho el médico. Ya no tiene edad ni estómago para según qué cosas. Luego música nostálgica para alimentar el espíritu y las ganas. Como en los buenos tiempos. Un poco de lectura de Umbral. Rojillo y putero. Dueño de la noche. De pluma que se desmadra. El municipal termina la ronda y concluye el día. Sin novedad que es lo que importa. El cura termina la misa y despide al monaguillo y a unas señoras abrigadas. Umbral no está porque era ateo. A estas horas estaría pidiendo cama y placer en alguna casa de señoritas y señoras que te meten mano.
La noche viene cargada de sueños. Que cada uno coja el suyo. No vale repetir ni copiar. Los sueños son de cada uno. Si acaso compartir en el calor de entre sábanas. Salud.