Finalizamos año y esta entrada se convierte en la última publicación hasta Enero. Umbral es mucho y grande y cada vez que lo lees lo interpretas o reinterpretas. Más o menos así.
Entiendo yo que Adalía era una rezadora de mucho oficio pero de pocas o nulas consecuencias. Porque los caminos del Señor son inescrutables a la vez que no tienen final. Son tortuosos y complicados como un laberinto. Que parece ser que Adalía vivía en un convento de clausura donde se comía mucha verdura y fruta, y algo de carne en contadas ocasiones y que cuando éstas se daban se bebía vino en vez de agua para ayudar a la digestión. Luego en la capilla, los rezos se acompañaban de sueños. Soñaban con Dios porque era lo único que tenían permitido.
Vino a decir Umbral. Más o menos. Aunque seguramente con otras palabras. Que Adalía fue confundida por la incultura de un pueblo y la mala leche de algún ensotanado de la Santa Inquisición. También la envidia de los gobernantes. La cuestión es que fue declarada bruja y decidieron quemarla en la hoguera porque era mujer y para deleite de todos. Incluso de los niños aunque no entendiesen nada. Pero eligieron un mal día sin saberlo. Eligieron el día que menstruaba y esto dificultó la combustión. Mil veces encendieron la hoguera y mil veces ésta se apagó. Al final murió quemada y su alma subió a los cielos mientras que su cuerpo se quedaba en la tierra. Los mismos que ordenaron su muerte ordenaron que la enterraran en el mismo convento donde practicaba los rezos y la clausura. Además de la brujería, supuestamente.

Me dice el anciano. Mientras sorbe una copa de orujo del bueno. En lo que llevo de mañana he escuchado tres historias distintas. La de la monja. La de la bruja. La de la furcia. Cualquiera de ellas podría ser. O ninguna, porque yo no huelo a carne quemada por mucho que se empeñe el anciano. No termina aquí la historia. Que es más completa. Dicen que por las mismas fechas había un Don Juan muy famoso por mujeriego y ladrón. Que fue condenado a morir en la horca porque era hombre. Tenía derecho a un último deseo porque así estaba escrito en el libro de las leyes. Su última voluntad fue que quería gozar con la más hermosa del burdel que era Adalía. Así le fue concedido por ley. Pero con la sola idea de que iba a ser ejecutado, el mujeriego más famoso la tuvo pendulona toda la noche a pesar de los esfuerzos de la joven que bien que lo intentó hasta el amanecer. Silencios, sollozos y otros ruidos del gozar se escucharon. Así se pusieron los guardias de sólo escuchar y de imaginar. Que con la imaginación te puedes perder. Nada ocurrió. Pasó la noche y llegó el amanecer. Tres días estuvo su cuerpo colgando de la horca para escarmiento del pueblo.
Así se interpreta a Umbral. Directo y sin tapujos. Sin censuras ni extrañezas. Que así escribe uno o se calla. La historia podría no ser cierta y ser otra o ninguna. Que los ancianos cuando beben orujo del bueno se ponen a contar sin miramientos y con imaginación. Son mayores y utilizan una voz fatigada y con síntomas de asfixia. Así, de esta manera, la historia de la santa, la bruja o la putona se hace más creíble. Las palabras tienen significado más o menos acertado y hay que usarlas. Que uno que escribe no debe abusar de eufemismos porque puede confundir. Umbral es un ángel convertido en demonio cabreado que se dedica a escribir y a presentar sus libros en televisión a pesar de la presentadora. Y sus historias se reinterpretan por ancianos que beben orujo del bueno en la Plaza Mayor. Salud.